Voluntarios para saltar sobre Normandia

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Patxi
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Re: Voluntarios para saltar sobre Normandia

Mensaje por Patxi »

Durante aquellos segundos, Fowler pensó en cómo ocurriría su muerte. Siete metros. Un pensamiento nada raro teniendo en cuenta el lugar donde se encontraba. Una duda recurrente a lo largo de aquel día ¿Qué sería lo último que verían sus ojos? Seis ¿Los adoquines de la calle? ¿La espalda de Jackson corriendo delante de él? ¿Sentiría dolor? Cinco. Intentó alejar aquellas preocupaciones de su cabeza, pero no pudo. Rogó al menos que no le fallasen las fuerzas. Cuatro. Que no muriese por quedarse paralizado. Que su muerte no fuese culpa suya, sino acierto de un enemigo. El cerebro de Fowler estaba revolucionado. Burbujeante. Decenas de ideas como esas se agitaban inquietas, bullendo en alguna parte de su mente, luchando para aflorar y hacerse a la luz. Tres. Aquella espera no tenía ya ningún sentido. Se iba a volver loco. Majareta perdido. Ningún milagro les iba a salvar de realizar aquella carrera hacia aquel abismo lechoso. Dos metros. Fowler se incorporó un poco. Lo mejor era no cavilar demasiado. Actuar mecánicamente y esperar que la diosa Fortuna le volviese a sonreír una vez más. Un metro y jirones de bruma comenzaron a meterse por los huecos que conformaban su pared agujereada por las bombas. No muy decidido, pero resuelto a cumplir con lo que se esperaba de él, se puso de pie, presto para zambullirse en el humo que les envolvía.
Fue a dar un paso y una explosión en la calle les zarandeó, arrojando a Jackson al suelo, aovillado, intentando taponarse inútilmente la nueva herida abierta en el costado.

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Fowler tardó unos instantes en reaccionar. Vio a su compañero enturbiado por el humo, retorciéndose en el suelo. Se quedo rígido ¿Qué diablos había pasado? No podía articular palabra. Su cuerpo se fijó al suelo. Paralizado. Congelado. Afuera, más detonaciones amortiguadas seguían cayendo de vez en cuando. Jackson dejó de moverse, agotado y jadeante. Fowler estuvo en esa posición el tiempo suficiente como para comprender que ahora era el único hombre vivo de su pelotón. Menuda suerte la suya. Cuando se dio cuenta, se desmoronó, desplomándose en el suelo, despeñándose en un profundo vacio de desconsuelo, pánico y felicidad por estar vivo.

Fuera, las explosiones seguían sacudiendo aquella carretera.
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Patxi
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Re: Voluntarios para saltar sobre Normandia

Mensaje por Patxi »

A las 11:53 del día 6 de junio de 1945 en Coquigny dejó de llover durante nueve segundos… La tierra, el agua, el viento, y el fuego dejaron de emitir sonidos durante nueve segundos, detenido el tiempo, asombrados los elementos ante tamaño horror... Nueve almas ascendieron a los nueve coros celestiales mientras cruzaban una calle en Coquigny.

Nueve hombres jóvenes, idealistas, que dejaron sus casas y familias para combatir al mal y ahora han dejado este mundo para unirse a su creador y velar por sus compañeros. Nueve cuerpos descansan ahora sobre los adoquines de ese pueblo, regando con su sangre la tierra de una Francia ocupada que intentaban liberar, escurriéndose el líquido viscoso por las rendijas de las piedras colocadas por hombres como los que ahora sufren, matan y mueren.

Nueve vidas segadas a la carrera en 60 segundos. Nueve vidas desaparecidas en un instante de locura y enajenación, a la carrera iban y a la carrera encontraron la muerte. Nueve nombres más que añadir a la inmensa lista en la lápida que atestiguará la gloria de la compañía Dog y del 506º Regimiento paracaídista.

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Presi
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Re: Voluntarios para saltar sobre Normandia

Mensaje por Presi »

Patxi escribió:A las 11:53 del día 6 de junio de 1945 en Coquigny dejó de llover durante nueve segundos… La tierra, el agua, el viento, y el fuego dejaron de emitir sonidos durante nueve segundos, detenido el tiempo, asombrados los elementos ante tamaño horror... Nueve almas ascendieron a los nueve coros celestiales mientras cruzaban una calle en Coquigny.

Nueve hombres jóvenes, idealistas, que dejaron sus casas y familias para combatir al mal y ahora han dejado este mundo para unirse a su creador y velar por sus compañeros. Nueve cuerpos descansan ahora sobre los adoquines de ese pueblo, regando con su sangre la tierra de una Francia ocupada que intentaban liberar, escurriéndose el líquido viscoso por las rendijas de las piedras colocadas por hombres como los que ahora sufren, matan y mueren.

Nueve vidas segadas a la carrera en 60 segundos. Nueve vidas desaparecidas en un instante de locura y enajenación, a la carrera iban y a la carrera encontraron la muerte. Nueve nombres más que añadir a la inmensa lista en la lápida que atestiguará la gloria de la compañía Dog y del 506º Regimiento paracaídista.

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Re: Voluntarios para saltar sobre Normandia

Mensaje por Patxi »

Nunca con un plano fijo, se ha podido decir tanto. Enhorabuena, Presi. Me ha parecido un video brutalmente sencillo...... :Ok:
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Re: Voluntarios para saltar sobre Normandia

Mensaje por Von Patoso »

¿Qué estará pasando con los valientes de la Dog? nadie sabe nada de ellos desde hace casi un mes... :P :P :P
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Re: Voluntarios para saltar sobre Normandia

Mensaje por Patxi »

Nada bueno, me parece a mi..... :mrgreen:
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Re: Voluntarios para saltar sobre Normandia

Mensaje por Patxi »

Se acabo eso de delegar tareas a subalternos. Es el momento de exponerse, tirar los dados y esperar que salgan dos seises y que la muerte pase de largo, aunque hay que reconocer que la parca deambula caprichosa entre la niebla y nunca se aleja lo suficiente.
La güadaña, lejos de dar muestras de estar mellada, sigue con el hoja perfectamente afilada y brillante, usando los cuerpos que deja inermes tras de si como si de una piedra de esmeril se tratase.

No sé como carajo estos soldados siguen, turno tras turno, levantándose, cargando, matando y dejándose matar. Es ílogico. Es antinatural. Atenta contra el sentido innato de supervivencia. Es una estupidez supina. Es..... heroico. Supongo.
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Re: Voluntarios para saltar sobre Normandia

Mensaje por Patxi »

La lucha en terreno urbano es horrible. Imposible realizar amplios, seguros y elegantes movimientos de flanqueo. Se avanza de casa en casa, de agujero en agujero. No hay gloria en las luchas entre edificios. Casas convertidas en bunkeres. Muros convertidos en bunkeres. Cascotes convertidos en bunkeres. Y cienmil sitios donde poder emboscarse. La muerte se esconde tras cada ventanuco, tras cada esquina y seto. Tiopepe, Von Patoso o Presi agusto reducirían Coquigny a escombros, pulverizando cada ladrillo y cada pared una y mil veces si fuese necesario. Pero el tiempo apremia. El contraataque blindado alemán hacia las playas no retrocede y el rugido de los motores de esos malditos Tigers retumban en los alarmados Cuarteles Generales y llenan las radios de órdenes, insultos y amenazas para que se siga avanzando. El coste humano no importa un pimiento. Sólo cuenta el tiempo. Años de dedicación, cuidados y anhelos que son segados para ganar unos segundos, arañar unos minutos al reloj. Vidas humanas arrojadas a las calderas de un tren desbocado que llega con retraso a la siguiente estación. Un puñetero contrasentido.

En primera línea, nada de eso sirve para mover a los hombres a salir a la calle y arriegarse a que les peguen un tiro. Cuando la muerte acecha ahi afuera, los insultos y amenazas, tienen el mismo efecto que la suave llovizna que cae sobre un hombre empapado. No calan. Dejarse la vida en una cochina esquina de un cochino pueblo del que nadie se acordará días después no incentiva la tan cacareada heroicidad de las novelas y películas. No a escalas de decenas de hombres al mismo tiempo, al menos.
¿Qué es lo que hace que esos hombres paguen con sus vidas el poder detener el inexorable mecanismo que mueve las agujas de ese reloj demencial? El saber que su sacrificio, su posible sacrificio, servirá para algo. Que sus vidas tendrán un significado al fin y al cabo. Que podrán salvar quizás tres, treinta o trescientas vidas más de compañeros que se encuentran inermes en la playa. Que su existencia se prolongará en las vidas de aquellos hombres que conseguirán defender. Este es el prisma bajo el que hay que ver lo ocurrido en las calles de Coquigny. Ese es el prisma que ha primado en la campaña que esta a punto de finalizar y de la que he disfrutado muchisimo, enfocándola con la ayuda de todos los participantes en ella hacia estas pequeñas grandes cosas.


Los últimos estertores de la campaña.... :cry:


El teniente, antes sargento, mucho antes tornero de segunda, Presi ha intentado todo para ver si podría batir algún edificio ocupado por los alemanes, pero le va a resultar imposible. Ojala el desdichado Lane pueda cubrirles, pero lo ve complicado. Tiembla como una hoja. Lógico. Se encuentra rodeado de cadáveres. La lluvia no consigue arrastrar la sangre sobre la que chapotea, mente, corazón y cuerpo encogido, y eso no ayuda mucho a elevar los ánimos. Presi se avergüenza de rogar para que entregue su vida y consiga de esta forma, salvar las suyas.

El teniente Presi va a intentar batir al enemigo ocupando un edificio donde la fachada que le tendría que servir de parapeto, ha volado por los aires y apenas si quedan unos cascotes tras los que refugiarse. Bonita forma de tentar a la suerte. Le acompañará el incombustible Fowler, dos veces herido, que ha encontrado el valor necesario (o la estupidez supina, depende de como se mire) y vuelve para recibir la última bala que deje el contador de su pelotón a cero.

Unos segundos después, tras esta acción encaminada a cubrir el retroceso de sus camaradas hacia sus posiciones, Presi y Fowler caerán en combate.
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Re: Voluntarios para saltar sobre Normandia

Mensaje por Patxi »

El teniente Presi tiene que cerrar los ojos. Una deslumbrante luz blanca le ciega. Apenas logra distinguir las esquinas inmaculadas de las paredes del resto de la cegadora estancia donde se encuentra. No escucha ninguna explosión. Ni el crepitar de la ametralladoras. Ni el lamento de los heridos. Ni el zumbido de una mosca. Nada. Silencio total. Aturdido, intenta frotarse los ojos pero tanta claridad no le permite apreciar forma alguna delante de ellos. Así pasa unos minutos eternos, intentando avanzar con las manos por delante para no despeñarse en este vacío blanco que le rodea. De repente, otras manos chocan contra su cuerpo. Presi se revuelve asustado. Agarra aquella forma que se resiste a ser aferrada. Palpa el paño de las mangas de una chaqueta militar que retroceden. Que golpean. Presi mueve sus puños y el cuerpo hacia delante. Torpemente. La mayoría de las veces sus puños se pierden en el aire. Se abalanza sobre la figura que intenta retroceder, golpeando con saña su cuerpo. Los dos hombres, finalmente, caen al suelo. Abrazados, propinándose patadas y golpes donde estiman que más daño harán al adversario. El otro, en un momento de la refriega, masculla algunas palabras que Presi reconoce al instante. El antiguo sargento se detiene estupefacto y baja la guardia, momento que aprovecha el otro para asestarle un gancho calamitosamente ejecutado y que acaba muriendo inofensivamente a la altura del hombro. Presi pregunta:
-¿Fowler?
El otro, enfrascado por intentar desembarazarse de su oponente, no está para hacer aclaraciones, arma el brazo y dirige el puño con todas las fuerzas que le quedan, hacia el origen del ruido que acaba de escuchar, momento en el que Presi, montado a horcajadas sobre su contrincante, vuelve a interesarse:
-Fowler, ¿eres tú?
Un instante después un tremendo puñetazo le alcanza en el cráneo, junto a la oreja y descabalgándole, le deja noqueado unos segundos en el suelo, mientras el otro, pregunta con cautela e incorporándose del suelo:
-¿Sargento Presi?
El otro, acariciándose la dolorida oreja, le espeta:
-Teniente Presi, gilipollas, teniente Presi….
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Re: Voluntarios para saltar sobre Normandia

Mensaje por Patxi »

Fowler, avergonzado por tamaña muestra de insubordinación, pregunta ruborizado:
-¿Dónde diablos estamos, teniente?
Presi, todavía sentado en el suelo y con un creciente zumbido castigándole el oído izquierdo, responde cínicamente sin pensarlo mucho:
-Estaremos en el cielo no te….
Apenas pudo acabar la frase. Un recuerdo fugaz sacudió su cerebro y un escalofrío muy intenso recorrió instantáneamente todos los vellos de su cuerpo. Una sensación similar a un ataque de pánico. El recuerdo de una silueta en una ventana. Un fogonazo. Un estampido seco. Un trozo de metal abriéndose paso dentro de su pecho. Todas esas imágenes brotaron crudamente en su memoria. Como si lo hubiese vivido en aquel mismo momento. Fowler seguía hablando pero Presi se encontraba absorto evocando aquel minuto. La sacudida de su cuerpo hacia detrás tras el impacto. La sangre subiéndole a borbotones por la garganta. El sabor a hierro en su paladar. La sensación de caída hacia el abismo mientras su figura se desplomaba, ya inerte, contra el suelo junto al enloquecido Lane. Se palpó la guerrera y se encontró un roto junto a la solapa del bolsillo. Le entraba la punta del dedo. 7,92mm supuso. Abatido, se dejó caer en el inmaculado suelo. Ahora lo comprendió todo. Ninguna borrachera más junto a sus colegas. Ninguna escapada al arroyo Takoa a pescar truchas. Ninguna tortita con extra de chocolate de tía Mildred. Ninguna caricia en la cabeza de su madre al regresar del mercado. Ningún beso robado en la décima fila del Grand Cinema. Se derrumbó sollozando. Ni la centésima parte de aquel cielo cegador y aquella paz celestial podían compensar tantas pérdidas.
Todas esas cosas las había perdido tras doblar aquella esquina. Todo eso había acabado para siempre.

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Presi, ¿por qué tuviste que doblar esa esquina? ¿Por qué?
Última edición por Patxi el 11 Ene 2016, 17:21, editado 1 vez en total.
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Re: Voluntarios para saltar sobre Normandia

Mensaje por Von Patoso »

Mmmm. El cielo no parece muy prometedor... ¿o tal vez es el infierno? Al menos tiene la compañía de Fowler en ese universo de luz blanca...

Por mi parte, nunca olvidaré su valentía en el combate y su buen humor y compañerismo en los momentos de descanso.

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Re: Voluntarios para saltar sobre Normandia

Mensaje por Presi »

Desde el cielo o infierno al que he sido enviado y porque el aire se me escapa por un agujero en el que cabe un dedo, solo puedo decir una palabra: Fuck!

Qué muerte tan bonita/terrible/estúpida he tenido. Ni siquiera cuando Fowler me machacaba la cara con sus puños fui consciente de lo que ocurría hasta que algún poeta desperdiciado lo plasmó con tinta en estas páginas…

De toda una compañía de paracaidistas solamente han sobrevivido dos hombres, y esos dos hombres son oficiales… Como dijo el camarada Von Patoso, “para que luego digan que las películas son exageradas”.

Combinar rol y CM ha sido toda una experiencia que espero vuelva a repetirse.

Como todavía tenemos espíritu navideño, mis felicitaciones a esos ocultos enemigos que tan bien han sabido desarrollar su papel, y que nos volvamos a encontrar cara a cara o en el mismo bando. Ha sido un placer (y los relatos que aún quedan…) compartir sangre, tiros, sufrimiento y nerviosismo con unos y otros.

PD: Fowler no ha muerto. Quiero ser Fowler 8)
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Re: Voluntarios para saltar sobre Normandia

Mensaje por Von Patoso »

Trasteando por el ordenador he descubierto escaneadas unas cartas de mi tío abuelo el teniente paracaidista von Patoso. Se que el hilo de este tema lleva mucho tiempo abandonado, pero creo que por su interés histórico merecen ser posteadas aquí. Además, a pesar de ser uno de los dos supervivientes de la compañía Dog veo que no se le ha dado la importancia que se merece. Para hacer justicia a su valentía y a su honor pongo por aquí las tres cartas que he podido localizar.

Se que con posterioridad también participó en la campaña de Dunkerque 1944. Si encuentro alguna otra carta o documento lo postearé gustosamente en su correspondiente hilo.
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Re: Voluntarios para saltar sobre Normandia

Mensaje por Von Patoso »

Mientras volábamos por lo que yo calculaba que debía ser la costa francesa, leí las órdenes del Capitán Tiopepe: reagruparse, ocultar los paracaídas, usar los señuelos y golpear rápido y fuerte en caso de ser necesario. Lo que habíamos estado ensayando durante semanas, pero no estaba de más el que nos lo recordaran.

Pensé en el sargento Presi, mi adjunto. Llevábamos poco tiempo juntos, pero era el típico chavalote sano y franco de Oklahoma. No hacía falta repetirle las órdenes dos veces: las pillaba al vuelo y muchas veces parecía leer mi mente y adelantarse a lo que estaba pensando. Ahora mismo debería estar oculto por tierras francesas, después de haber colocado las radiobalizas. Sabía que podíamos contar con él y que el Mayor Strayer no podía haber elegido a nadie mejor. Si alguien podía llevar la misión a cabo era él, de eso no me cabía la menor duda. Le íbamos a echar de menos durante el salto.

Miré por la ventanilla: una espesa capa de niebla no me permitía ver nada más allá del borde del ala. Mal asunto, pensé. No se cómo diablos los pilotos se iban a poder orientar entre esa espesa crema de espárragos. Decidí pensar en otra cosa para intentar tranquilizarme un poco.

Pensé en Anny. Miré su foto, bien protegida en el interior del casco. Era de un par de días antes de partir para Inglaterra. Pasamos una agradable tarde paseando por la playa, casi sin hablarnos, para no pensar en lo que se nos venía encima, disfrutando del agradable paseo en silencio. Recordé su pelo rubio, sus profundos ojos grises tan tristes aquella tarde, su mano agarrada fuertemente a la mía…

En aquel instante una explosión se produjo cerca del avión, despertándome de golpe de mis ensoñaciones. En un instante todos los músculos de mi cuerpo de pusieron en tensión. Miré a los muchachos. Para muchos de ellos era su primera misión y todo el entrenamiento del mundo no era suficiente para la tensión de aquellas horas de vuelo. Muchos de ellos tenían el miedo reflejado en el rostro. Intenté tranquilizarlos: “No os preocupéis. Estos boches serían incapaces de dar a un elefante a 15 metros”. Vi que se relajaban un tanto, pero yo mismo estaba con las pulsaciones a tope.

Los motores empezaron a rugir con más fuerza. No tenía ni idea de lo que podía estar pasando. Me dio la impresión de que el avión intentaba ganar altura, pero las explosiones empezaron a ser más frecuentes y cercanas y se oía el ruido de las balas silbando alrededor del avión. Se encendió la luz roja de la cabina.

“Preparaos muchachos. Ha llegado el momento de patear unos cuantos culos nazis”. Nos fuimos levantando todos pesadamente y empezamos a pasar la cuerda de enganche por el cable de anclaje. En ese momento sentí como si la mano de un gigante hubiera cogido el avión y lo zarandeara como un juguete. Una fracción de segundo después sentí una enorme explosión que atravesó mi cuerpo, estallándome los oídos. Noté como un líquido caliente y espeso resbalaba por mi costado. Todo pasó en menos de lo que tarda una mosca en batir sus alas. ¡¡Nos habían alcanzado!!
La cabina se empezó a llenar de humo y el avión empezó un lento pero constante giro a la izquierda perdiendo altura sin parar. “Todos abajo, todos abajo. Nos han dado” grité.

Miré a mi izquierda: el cabo Lewinski seguía sentado en su asiento, pero su cabeza no estaba con él. Más allá el soldado Ripley gritaba como un loco mientras intentaba tapar la sangre que le salía a borbotones de donde debería estar su brazo. El humo no me permitía ver lo que pasaba más allá. Con toda la fuerza que me daba la desesperación y el miedo volví a gritar: “TODOS FUERA”.

Agarré al soldado Carter que estaba enfrente de mí, pálido como un muerto e incapaz de moverse, pero aparentemente sin ninguna herida y de un empujón lo lancé por la puerta. En ese momento sentí un agudo dolor en mi costado, pero no me dio tiempo a pensarlo porque a su vez alguien me dio un fuerte empujón lanzándome al exterior. Pude ver como el avión seguía cayendo mientras de uno de sus motores salían enormes llamas. En ese momento otro fuerte dolor me dejó sin respiración. Mi visión se nubló y noté como me iba hundiendo en la oscuridad. Mi último pensamiento fue para Anny y sus increíbles ojos grises llenos de amor…
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Re: Voluntarios para saltar sobre Normandia

Mensaje por Von Patoso »

Querida Anny:

Aprovecho las primeras luces del día para escribirte, mientras el resto de la compañía se despliega. Estoy a cubierto, junto a una especie de muro vegetal que los lugareños llaman bocage: un seto enorme, alto y profundo y totalmente impenetrable, aunque dispusiésemos de hachas.

Anny, esto es un infierno. Ni todas las maniobras del mundo nos habrían preparado para lo que estamos pasando. Desde el principio todo ha salido mal. Ahora sé que el Sargento Presi que debería haber puesto las radio-balizas fue hecho prisionero. Eso explica algunas cosas. Nos aseguraron que los alemanes estarían dormidos y que el vuelo sería seguro. Ocurrió todo lo contrario: nos recibieron con un fuego antiaéreo infernal. Mi avión fue alcanzado. Tengo grabados en mi memoria todos y cada uno de los terribles segundos que transcurrieron hasta que pude saltar. Solo conseguimos salir de ese infierno el soldado Carter y yo. No sé si podré volver a dormir después de lo que viví en el interior de ese avión.

Cuando llegamos a tierra nos encontramos a oscuras, solos en mitad de un sembrado. Tengo que reconocerte que tenía miedo, mucho miedo. Me encontraba atenazado, sin saber que hacer o a dónde dirigirme. Pero no era solo mi vida la que estaba en juego. De mis decisiones dependía también la vida de Carter, así que intenté dejar a un lado mi pánico y nos pusimos en marcha. Estoy seguro que sin Carter no lo hubiera logrado. Es un gran muchacho. Desde que llegamos a tierra nos hemos estado ayudando el uno al otro. Si conseguimos salir de esta me gustaría proponerle como Sargento.

Afortunadamente, poco a poco conseguimos reunirnos con los restos de la Compañía, el capitán Tiopepe, los tenientes Lino y Vencini, el Sargento Marmitón… Pero nuestra alegría duró poco: en una patrulla hicieron prisionero al teniente Vencini.

Hemos tenido que dejar atrás a unos muchachos heridos de la sección del teniente Lino. No se si conseguirán salir con bien de esta. Me alegra no estar en el pellejo del capitán; está teniendo que tomar decisiones muy difíciles. Hace unos minutos hemos escuchado unos disparos por la zona del Sargento Marmitón. No se lo que habrá pasado, pero espero que esté bien.

Aunque intento mantener la compostura ante los muchachos, no se cómo va a acabar esto. Confío en el capitán para que nos saque de aquí. Mi única esperanza es que, como dicen, para Navidad todo haya terminado y Adolfo esté criando malvas. Quiero volver a casa, abrazarte y olvidarme de todo.

Tengo que dejarlo por ahora. Tu recuerdo es el que me da valor y me hace seguir adelante. No consentiré que unos malditos nazis me separen de ti. Con todo mi amor,

Von Patoso.
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