Recuerdo que tenía 14 años cuando oí hablar por 1a vez del libro. Veraneaba en un pueblecito, cuyo nombre prefiero dejar en la ignorancia, cuando un compañero de juegos, hablando sobre libros, me lo recomendó encarecidamente. Pero no fue hasta los 16 que tuve el libro en mis manos. Comprado en la Gigamesh de Arc de Triomf en Barna. El libro me duro ese día y el fin de semana. No dormí mucho.
El juego de Ender de Orson Scott Card está considerado como uno de los mejores libros de ciencia ficción de la historia y seguramente, si hiciéramos una encuesta, estaría entre el TOP 5 de los aficionados al género SciFi. Publicado en 1977 en la revista Analog Magazine como un cuento, fue propuesto para el Hugo, ganándolo claramente. Posteriormente se llevaría también el premio Nebula del mismo año arrasando allí por donde pasaba. Éxito de ventas y de crítica entre aficionados y lectores, ha llevado a que la novela sea considerada un clásico de la ciencia ficción, un imprescindible.
El juego de Ender plantea el encuentro casual de la raza humana, en un futuro lejano, con una raza muy violenta llamada Insectores que está a punto de hacer desaparecer al ser humano. La comunicación con ellos es imposible. Ender Wiggin, un niño de 6 años superdotado, es escogido entre muchos más para realizar un durísimo entrenamiento militar en La escuela de batalla (una base espacial) que tiene como objetivo seleccionar quién de ellos se convertirá en el líder de la lucha contra los Insectores al frente de la Flota Espacial, la cual requiere tener al mando a una persona “especial”.
Con un vocabulario sencillo y dinámico, fácil de leer, el éxito de El juego de Ender podría justificarse por muchas razones. Entre ellas destaca el hecho de que los protagonistas son niños, de sorprendente madurez, planteándose decisiones de adultos y obrando en consecuencia aunque el resultado sea la muerte o el escarnio de otros. La fuerte empatía que siente el lector con el devenir de Ender y su evolución psicológica y mental a lo largo del libro, nos hace sentir como propios los abusos y vejaciones que sufre por los otros niños, más mayores que él, y por la fuerte presión social y mental a la que es sometido durante todo el entrenamiento. Aislado, solitario, taciturno y marginado, Ender en seguida conecta con el lector.
Uno de los aspectos que más críticas ha generado la novela ha sido precisamente la madurez tan desarrollada que presentan los niños, algo que resulta difícil de creer pero que mientras dura la lectura te convence. Estamos hablando de niños especiales pero aún así son niños y por tanto, resulta difícil hacerse a la idea de que sean capaces de obrar y actuar como el libro explica.
Aunque goza de momentos muy buenos, como las clases tácticas de combate en la Battle Room (con gravedad cero) entre escuadrones, sin duda el El juego de Ender sorprende al lector en su parte final, con un desarrollo de los acontecimientos inesperado que deja a todos sorprendidos. Es la gran sorpresa final, la guinda.
El libro también ofrece ciertas connotaciones interesantes, como el planteamiento que hace de la supervivencia racial, algo que está por encima de individuos y de la ética moral. También es un libro sobre la incomprensión y la falta de comunicación, ya no sólo entre razas, sino también entre los propios seres humanos.
Sorprendente fue el lanzamiento de la continuación de la saga, su segunda parte llamada La Voz de los Muertos. Y sorprendente porque por primera vez en la historia de la ciencia ficción un mismo escritor ganaba consecutivamente el premio Nebula y Hugo. La Voz de los Muertos no sólo se convirtió en la 2ª parte de la saga Ender, sino que rompiendo la regla que dice que segundas partes nunca fueron buenas, Orson Scott Card conseguía lo que parecía difícil: superar el primero.
La acogida no obstante, entre los lectores y aficionados fue fría y supuso una desilusión porque Orson se alejaba del tema militar para centrarse en aspectos más filosóficos y adentrarse en la complejidad de las relaciones entre seres humanos y entre diversas especies de seres. Poco tiene de “sucesora” su segunda novela, ya que sólo permanece de la primera su personaje principal y alguna otra cosa, pero poco más. Superado el “trauma” y el cambio de registro, el libro se muestra más complejo y más profundo pero con una historia apasionante que deja al lector totalmente enganchado.
Han pasado 3.000 años desde el primer libro pero Ender Wiggin sólo tiene 35 años, ya que ha estado viajando a velocidades lumínicas y los efectos einsteinianos le han permitido seguir siendo joven. Sus viajes por el hiperespacio terminan en un planeta llamado Lusitania donde el ser humano convive con una especie llamada pequeninhos y llamados despectivamente cerdis, por su aspecto cerdil. El intercambio cultural está prohibido así que poco se puede descubrir sobre ellos. En el planeta conviven también una familia de científicos humanos que estudian la compleja biología de los cerdis e intentan encontrar solución a un virus que infecta el planeta, que muta y provoca la muerte en los humanos a no ser que se tome unos aditivos en la comida. Esta familia de científicos sufre también una lucha de relaciones personales que, unido a las dificultades de sobrevivir en Lusitania y a la presencia de otra raza no humana (los cerdis), conforma un entramado de relaciones a las que Ender Wiggin deberá intentar poner remedio.
Sorprendente descripción de una raza no humana, el libro está repleto de segundas lecturas, de complejas relaciones y de sorprendentes revelaciones. De nuevo Orson se guarda la traca final, la sorpresa final.
Las continuaciones de la saga ya bajan el listón, así que aquí se detiene mi aportación. Siempre nos quedarán los 2 primeros libros de la Saga, verdaderos clásicos de la SciFi. Actualmente la saga Ender goza de muchas páginas de fans y sus libros se han reeditado incontables veces. Actualmente está en marcha un juego de ordenador y una película que está en fase de pre-producción y cuyo director será Wolfgang Petersen.
Si alguno no ha leído estos 2 libros, ahora ya no tenéis excusa.
no me gusto demasiado, recuerdo algo sobre una religion que consistia en tirarse 3 o 4 horas tirado por el suelo contando las rayas de la madera 
