El rey
Boores de Numidia observa la estatua que ha ordenado erigir en medio de su capital para celebrar su próximo triunfo. A su lado, el escultor de la corte (su título oficial es “miserable artista bendecido con el honor de representar la figura sensual y divina del más grande de los reyes del orbe”) se muestra nervioso y no puede evitar el movimiento compulsivo de sus dedos sobre la tablilla en que se dibuja el diseño de la obra.
-No es tan grande como en el dibujo ese de tu tablilla – concluye su examen el rey
Boores.
-Señor… su figura mide 30 metros de alto, toda en bronce, marfil y oro. Tal como pone aquí.
-Me refiero a esto –
Boores señala el miembro viril en el dibujo y luego a la estatua.-No es tan grande en tu obra. Ordené que hicieras un desnudo heroico de mi figura, portando el cetro, el cual debía ser inferior en tamaño a mi miembro, para que las generaciones futuras hicieran comparaciones y admirasen mi poder gonadal.
-Señor… Si se fija, el actual miembro mide seis metros de largo. No deja de ser considerable y adecuado a la realidad de la escultura. Pero el miembro que usted pedía llegaría hasta el suelo, desequilibraría la figura y la haría caer.
-Yo lo tengo así y no me caigo. ¿O es que duda de mi palabra?
El escultor empezó a sudar.
-Por supuesto que no, mi rey. Pero el arte de la escultura demanda ciertos sacrificios en aras de la armonía y el equilibrio de pesos. No es lo mismo que un cuerpo humano real.
-¿Está sugiriendo que mi cuerpo es el de un simple mortal, hecho de huesos y carne?
-Eh… no, claro. Pero… es que…
Boores hizo un suave gesto con la mano. Dos colosales mauritanos aparecieron detrás del escultor y se lo llevaron en volandas. Segundos después se oyó el filo de un hacha y un golpe seco.
El Rey
Boores hizo otro gesto y su visir se acercó de rodillas.
-Visir, que derriben esa estatua. He cambiado de opinión y me paso a la pintura, que no tiene tantas limitaciones. Ordeno pintar mi figura acostada sobre los cuerpos de mis enemigos usando la cordillera del Atlas como lienzo.
-Oh, qué gran idea, mi rey.
-Solo aplico el sentido común.
Boores paseando por el vestíbulo de la entrada del vestíbulo de su palacio
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