Abril 1080 - Julio 1084: EL FIN DE LA GUERRA ENTRE HERMANOS
Tras el fin de la guerra entre Inglaterra y Francia, que aconteció a finales de 1079, el rey Robert podía centrarse en mantener el trono inglés y dejar de preocuparse por sus posesiones continentales. Estas, perdidas definitivamente ante el rey Philippe I, también dejarían de proporcionar hombres, así que, lo que por un lado era una buena noticia, era mala en otros aspectos. Con los condados ingleses agotados de tanta guerra y dado el poco carisma del monarca, ya se veía desde el principio que el resultado iba a ser negativo para los intereses reales. También lo veía así Robert, aun cuando todo estaba en su contra, sin embargo, él se negaba a ceder salvo que las condiciones ofrecidas para abdicar le fueran favorables. Su única estrategia era dilatar la guerra, y así lo hizo.
En abril de 1080, más de tres años después de iniciarse la guerra, la situación era esta:
Vista la situación, Eadric Wilde instigó una conspiración para asesinar al rey Robert y terminar de una vez con la guerra. No le faltaron apoyos, pues en la mismísima corte de Londres tenía un buen puñado de enemigos el rey. Sin embargo, Eadric, amante de batallas y guerrero indomable, prefirió vencer en la liza de espadas antes de hacerlo con maquinaciones palaciegas. Era un hombre de acción que simplemente decidió abrir una nueva vía por si, quien sabe lo que el destino podría deparar (por ejemplo, la muerte del príncipe William), la guerra se torcía y era necesario derrocar al rey por otros medios.
A punto estuvo de morir el valiente Eadric "Wilde" en una de las muchas batallas en las que participó. Tuvo suerte y a pesar de que le quedó una marca en la cara, salió indemne.
En el año 1081 hubo varias plagas que azotaron el reino. En el noroeste, el sarampión hizo mella entre las gentes y a punto estuvo de llevarse a importantes miembros de la corte de Shrewsbury/Hereford. Por fortuna, pese a contraer la enfermedad, ni la condesa Elgiva, ni la hija mayor de los condes, Elfleda, perecieron.
Los tormentos para el rey inglés continuaron y el rey de Escocia, Malcolm III, casado con una sajona que quizás no viera con buenos ojos al rey normando, instigó para que el papa Alexander II lo excomulgara. Así lo hizo y tanto el rey escocés como, poco más tarde el duque de Bretaña, acabaran volviéndose en contra del pobre Robert, un hombre que, desde luego, era poco querido dadas sus poco apreciables cualidades humanas.
El reino, en octubre de 1082, estaba a punto de arder por los cuatro costados. Ejércitos bretones en Norfolk, rebeldes en Suffolk, las huestes del rebelde Magnus atacando en Essex, los escoceses en Dorset y las huestes que apoyaban al príncipe William asediando Winchester. Excepto la aislada Cornualles, al rey Robert apenas le quedaba nada con lo que sostenerse.
Mientras, Eadric Wilde seguía en el campo de batalla dirigiendo a las tropas y... recibiendo ofertas interesantes. Su fama de guerrero audaz llegaba a todos los rincones del reino, lo que le ponía de vez en cuando en aprietos con las damas. Eadric creía que no era el momento de poner en peligro la estabilidad de sus condados, así que rechazó las ofertas de entrar en camas ajenas.
Y es que la responsabilidad como cabeza de familia, así como los años empezaban a pesarle. La pequeña Elfleda, en 1082 alcanzó la mayoría de edad convirtiéndose en una linda muchacha y... en una futura pieza a mover en el tablero de alianzas.
Con la llegada de la primavera, falleció el conde Rudolf, un bretón que gobernaba en las tierras de Norfolk y que se mantuvo siempre leal, primero al duque Gyrth, y más tarde al rey inglés. Con su muerte, el asesor de su hijo Bleiz, un tal Beornwulf, sajón, hizo que el pequeño se separase de las posesiones de su rey, y pasase a ser vasallo de un señor sajón: el duque de Lancaster. Quizás jurar vasallaje al duque de Northumbria/York no le interesaba demasiado por la cercanía y prefirió rendir pleitesía a un señor lejano. La cuestión es que en Norfolk estaban viendo a las claras que el rey iba a perder la guerra y querían estar en el bando de los vencedores, así que se unieron a las tierras del lejano duque Estmont de Lancaster.
Por fin, en el verano de 1084, el rey Robert decidió claudicar. William, cansado ya de la larga guerra, se reunió con su otro hermano, Richard y de esa reunión saldría el pacto que llevaría al reino hasta la paz.
Recordemos que, en realidad, esta guerra se debía a las envidias que William tenía hacia su hermano Richard, quien acaparaba todos los títulos que, por decirlo de algún modo, le sobraban al rey. Así, en un momento determinado, Richard llegó a tener el mando sobre cuatro condados mientras que William carecía de heredad alguna. Una de las razones era que el joven Richard tenía una influencia mucho mayor sobre su hermano el rey, que la que William tenía; quizás por la menor diferencia de edad entre Robert y Richard que hizo de ellos amigos inseparables en la infancia.
De vuelta a Londres, Richard, se reunió con su hermano el rey y le expuso la situación: no iba a poder aguantar mucho más y, tenía la palabra de William, si abdicaba, Richard sería el rey de Inglaterra sin que se tomase ninguna medida contra Robert. Es más, Richard prometió a su hermano que, una vez se calmasen las cosas, le cedería el ducado de Norfolk o el de Gloucester, el que él quisiese, así como todos los títulos condales asociados. Robert estuvo un tiempo pensándolo hasta que su esposa, la francesa Emma de Counteville le convenció de que, efectivamente, la guerra estaba perdida y la única salida honorable para ellos era esa.
Así que accedió y a finales de mayo de 1084, el rey Robert abdicaba, cediendo el trono a su hermano Richard.
Nuevamente, Richard y William volvieron a reunirse y el menor siguió expresándole el deseo de llegar al trono, prometiendo a su hermano que, si cedía la corona, podría mantener el resto de títulos. ¿Y qué pasaría con el destronado Robert? Nada, se quedaría como en aquellos momentos, es decir, sin título alguno aunque, mantendría la consideración de príncipe real y no se tomarían medidas contra él.
Tras no poco pensarlo, Richard también accedió a la oferta y, el 18 de julio de 1084 se firmaba de forma definitiva la paz en la guerra que enfrentó a los hermanos normandos.
Tal y como se había pactado, William sólo adquiría el título de rey de Inglaterra y el condado de Suffolk, donde instalaría la corte. Richard, mantuvo el resto de títulos, entre los que destacan los ducados de Gloucester y Norfolk. Por su parte, el desdichado y poco querido Robert quedaría con... nada, la vida en realidad, que no es poco dadas las circunstancias.
