Publicado: 05 Abr 2006, 10:11
LOS HERMANOS HOWE EN AMÉRICA
Al frente de la flota y del ejército de invasión británico en Nueva York se encontraban dos hermanos: el Almirante Lord Richard Howe y el General William Howe. Ambos eran oficiales de gran habilidad y larga experiencia en asuntos de guerra.
Ambos hermanos procedían de una familia de la alta aristocracia británica, una de las familias más ricas y poderosas de Inglaterra en el momento de la Revolución americana. También tenían sangre real, aunque esta es otra historia.
RICHARD HOWE
Richard Howe fue enrolado en la Armada. Ascendió en su carrera por méritos, y lo hizo rápidamente. Pronto se ganó una reputación de gran marino y durante la Guerra de los Siete años acumuló grandes titulares en la prensa gracias a su valentía y decisión al frente de diversos mandos. Pronto se ganó el respeto de sus hombres y subordinados al mando. Tenía un mote, ”Black Dick” por su complexión física y por ser un hombre de pocas palabras y muy serio.
Se convirtió en el almirante más joven en obtener ese rango y un líder en sus quehaceres. Detrás de su aspecto marcial y serio, Richard Howe era un hombre de una profunda humanidad que se preocupaba de sus hombres. No era igualitario en los tratos pero sabía respetar a sus inferiores en rango y que ellos le respetaran.

Richard Howe fue un reformador de la Armada al mejorar la administración de las cuentas navales mediante el establecimiento de un nuevo estándar de honestidad, eficiencia y ética en el oficio público. Promovió innovaciones técnicas en el arte de la navegación y diseñó nuevos botes, velas, aparejos y armas. En 1776, Lord Howe introdujo un nuevo sistema de maniobrar flotas en su armada Americana usando señales con las banderas que permitían que los capitanes de la flota de invasión “dialogaran” entre ellos sin necesidad de usar otro sistema. Este sistema fue un cambio espectacular e introdujo a la Royal Navy en una nueva era de mando y control.
WILLIAM HOWE
William Howe se enroló en el ejército. Como su hermano, ascendió por méritos propios y la Guerra de los siete años también fue un punto de inflexión en su carrera al distinguirse en la costa francesa. Participó en las batallas alrededor de Québec y otros lugares. Pronto ganó fama de ser un brillante táctico, algo que veremos dentro de muy poco. Se granjeó una fama de héroe marcial, alto, serio, fuerte, tan silencioso como su hermano. Su “éxito” parcial en la batalla de Bunker Hill (explicada en el primer post del hilo) le llevó a la fama y al mando de las tropas de invasión británicas en las colonias.

Ambos hermanos tenían su propia silla en el Parlamento británico y así fue durante muchos años. Aunque comandaban las fuerzas británicas de invasión, ambos eran simpatizantes de la causa rebelde en las colonias y abogaban por una política de conciliación, de suavizar las asperezas mediante pactos y un diálogo más profundo con los representantes de las colonias. A pesar de sus opiniones, no rechazaron el mando que se les ofreció para encabezar la flota de invasión porque ante todo estaba el honor y el deber, y el deber les obligaba a respetar la decisión del Parlamento y de su rey. En este aspecto demostraron que eran verdaderos profesionales y ante todo, caballeros británicos.
EL PLAN DE CAMPAÑA BRITÁNICO
Los hermanos pidieron ir a las colonias con poderes para poder negociar y entablar pactos parciales o totales, si llegara el caso, con los rebeldes. Querían adoptar una política de apaciguamiento y encontrar una solución pactada, no querían una guerra total como otros muchos otros parlamentarios o políticos de Londres. Su intención era romper la moral de los rebeldes y buscar una solución lo menos drástica posible para ambas partes.
El principal problema era el inmenso territorio americano con el que se encontraban delante. Invadir todas las colonias era realmente complicado porque no había suficientes tropas ni tiempo material para ello. Además, la mayoría de la población vivía fuera de las principales colonias, en el campo y en los bosques. Controlar una población tan dispersa era imposible con las tropas a su disposición. Así pues, había todo un abanico de opciones estratégicas a considerar y no era fácil decantarse por ninguna en concreto. Los hermanos tenían a su disposición las siguientes opciones:
1) Un bloqueo naval de las colonias. Esta opción pronto fue descartada porque implicaba tener que bloquear muchas millas náuticas y no había suficientes barcos para una operación de tal envergadura. La costa americana era demasiado amplia y además, Francia y España era países hostiles y había que guarnecer la costa británica ante una posible amenaza de las flotas europeas rivales.
2) Otra opción, muy agresiva y represiva, era los que los alemanes llamaban Shrecklichkeit. Era el uso deliberado de una extrema violencia y del terror para romper la voluntad de los americanos a la resistencia. Eran muchos los que abogaban por esta opción y durante 1775 algunos generales ya la habían aplicado en las colonias para sofocar a los rebeldes. Los hermanos Howe rechazaron esta opción ya que creían, y acertadamente, que esta política sólo animaba al enemigo a seguir luchando a la par que aumentaba el odio hacia los británicos. También favorecía un incremento de las filas de milicianos rebeldes dispuestos a deshacerse del “invasor” británico. Es más, los hermanos Howe prohibieron tajantemente el uso de una violencia injustificada aunque, como veremos, una cosa son las buenas intenciones y otra es la guerra misma, la de verdad. Su política de apaciguamiento les llevó a descartar esta opción y prohibieron cualquier uso de la violencia o de medidas represivas que violentaran a la población civil.
3) Hacer una guerra sin descanso contra el principal ejército americano hasta destruirlo por completo mediante ataques constantes y sin pausa. Los hermanos Howe también rechazaron esta opción porque la desaparición de un ejército americano sólo significaba que en otra parte surgían dos más. Las colonias estaban muy pobladas y no era una estrategia válida contra un enemigo tan esquivo como el americano.
4) Tomar zonas estratégicas claves en las colonias e ir expandiendo la influencia británica hasta llegar al fin de la rebelión. El problema es que esto requería mucho tiempo y muchas tropas, no era viable.
5) Una variación de la estrategia 4. Tomar y controlar diversos corredores y líneas de ríos, especialmente la línea del Río Hudson. Muchos británicos creían que New England era el foco rebelde más duro y que controlando el río Hudson la rebelión se podría controlar. Controlando esa región se podría dividir a la rebelión en dos y detenerla. Esta política de divide y vencerás era muy atractiva para los hermanos Howe porque requería un uso limitado de recursos y tropas sin comprometer al ejército británico al completo.
Así pues, los hermanos Howe tomaron la decisión de usar un planteamiento parecido al del punto 5. Tomarían la colonia de Nueva York y la usarían como base de operaciones. A partir de ahí tomarían los territorios alrededor del río Hudson. Luego invadirían Nueva Jersey y Rhode Island y eso supondría tener el control de 3 colonias. Además, los hermanos Howe eran muy listos y sabían que en esas colonias había mucha presencia de americanos fieles a la Corona, los llamados Tories. Si los británicos podían tomar esas tres colonias su ejército de invasión podría verse reforzado por milicias de tories dispuestas a colaborar militarmente y públicamente.
LA CAMPAÑA DE NUEVA YORK. LOS HERMANOS HOWE EN ACCIÓN
Como he explicado antes, los hermanos Howe desembarcaron sus tropas en Staten Island sin que se disparara ni un solo tiro después de llevar a cabo una operación anfibia impecable. Éste no iba a ser más que el primer paso de una brillante serie de operaciones anfibias y de decisiones tácticas que tenían a los hermanos Howe como principales diseñadores, demostrando que en cuestiones militares eran muy superiores en ese momento a los generales americanos.
Los americanos habían optado por defender puntos concretos de Nueva York pero habían cometido un error gravísimo. En su afán por quererlo defender todo habían dispersado mucho a sus fuerzas. Los hermanos Howe se habían percatado de ello y animaron al enemigo a seguir en esa situación dispersa realizando pequeñas incursiones en diversos puntos muy alejados entre si.
Debemos comprender sobre todo que Nueva York es una ciudad rodeada de agua, con varias “islas” a su alrededor, como Staten Island o Long Island. Los americanos no podían dominar las aguas teniendo a la flota más poderosa del mundo en su costa así que se habían limitado a reforzar algunos puntos del río construyendo fuertes y estructuras defensivas apoyadas con artillería pesada. Defender Nueva York no era fácil y menos habiendo perdido el control de las aguas pero las decisiones tomadas por los mandos americanos no ayudaron en nada a la defensa de la ciudad.

El 12 de julio, el Almirante Richard Howe decidió que era el momento de dar un golpe a la moral americana. Ordenó a dos de sus fragatas, el HMS Phoenix y el HMS Rose, que se abrieran paso a través del río Hudson. Mientras las dos fragatas se abrían paso por el río el ejército americano empezó a usar toda la artillería disponible, alcanzando a los dos barcos pero sin causar apenas daños. Por el contrario, los dos fragatas causaron el caos en diversos puntos del río, especialmente en las posiciones americanas teóricamente mejor defendidas. Algunas andanadas de las fragatas alcanzaron la propia ciudad de Nueva York, creando el caos y el desconcierto entre la población civil. En una sencilla pero demoledora demostración de poder naval los británicos habían dejado claro que ni el fuerte más seguro lo era ante la Royal Navy, y la moral de los defensores americanos cayó en picado ante esa humillante demostración de poder ofensivo naval. Sus supuestos puntos fuertes defensivos habían sido atacados impunemente, quedando en evidencia y los británicos habían demostrado que en el mar su superioridad era incontestable. Por si fuera poco, las dos fragatas anclaron en el río de tal modo que bloquearon el tráfico fluvial y los "tories" del río Hudson empezaron a hacerse sentir, todo tal como los hermanos Howe habían calculado correctamente meses antes de llevar a cabo la operación contra Nueva York.

(Réplica exacta del HMS Rose)
Durante los días siguientes reinó una calma sospechosa. El ejército americano empezaba a acusar la falta de acción y la falta absoluta de disciplina entre la gran mayoría de sus tropas bisoñas. Muchas milicias empezaron a abandonar Nueva York ante la llegada del período de cosechas. Por si fuera poco, la escasa preparación de las tropas americanas estaba provocando que surgieran graves enfermedades en los campamentos americanos y las bajas empezaban a acumularse sin que aún se hubiera entablado un combate contra los regulares británicos. George Washington estaba que echaba humo, harto de la indisciplina de las milicias que actuaban e iban por libre sin ningún tipo de responsabilidad y harto de los mandos independientes que actuaban sin pensar en la situación general.
Desde el 12 julio, cuando los dos fragatas británicas habían osado recorrer el río Hudson impunemente, hasta el 15 de agosto de 1776 las cosas permanecieron muy tranquilas. Los británicos parecían no hacer nada y los americanos iban perdiendo tropas a medida que pasaban los días, tanto por las bajas por enfermedad como por las fugas de milicianos. George Washington y el resto de generales americanos estaban intrigados por la actitud británica. Su sistema de recogida de información fue muy pobre durante ese mes de verano y no sabían qué estaba tramando el ejército británico ni cuál podía ser el siguiente paso de los hermanos Howe. G. Washington intentó de todas las formas conseguir algún tipo de reporte o informe sobre los planes y la disposición de las tropas enemigas, pero no encontró manera de obtener esa información tan vital. Estaba realmente intrigado y preocupado.
Lo cierto es que los hermanos Howe se lo estaban tomando con calma pero había razones para ello. No sólo estaban dejando pasar el tiempo para crear desasosiego entre los rebeldes y la opinión pública a la vez que motivar a los tories americanos a alzarse, sino que esperaban además una flota de refuerzo cargada de tropas Hessian. Finalmente, el día 15 de agosto, dos convoyes de tropas Hessian llegaron a Nueva York el mismo día, y las tropas alemanas desembarcaron. Los oficiales británicos y alemanes acordaron dejar una semana de descanso a las tropas hessian para acondicionarlas y recuperarlas del largo viaje por mar antes de seguir adelante con la siguiente fase del plan.
Una vez hubieron pasado esos 6 días los hermanos Howe se dispusieron a atacar al ejército americano de George Washington, en Long Island. Al mando del general británico Cornwallis una poderosa fuerza compuesta de Hessian Jägers, batallones Highland, infantería ligera y grenadiers, desembarcaba en Long Island aprovechando la oscuridad en otra operación anfibia ejecutada con gran maestría y profesionalidad. El despliegue anfibio fue espectacular, con todo tipo de barcas de desembarco, algunas de ellas preparadas y acondicionadas para desembarcar artillería y caballos. Apoyadas por la Roya Navy con todo tipo de barcos, la operación fue una verdadera obra maestra.

General Charles Cornwallis
A las seis de la mañana de la mañana siguiente, el 22 de agosto, los barcos de línea británicos abrían fuego sobre las playas y los campos de Long Island mientras los soldados descendían por la borda hacia sus barcazas de desembarco, que permanecían ensambladas a los principales barcos de transporte. Mientras pequeños piquetes de tropas americanas se retiraban ante el bombardeo que se les caía encima, los chaquetas rojas desembarcaban en gran número. La infantería ligera saltaba de los botes y perseguía a los piquetes americanos sin pausa mientras los Dragones británicos (soldados a caballo) acababan de rematar la faena. A cubierto de los piquetes rebeldes 15.000 soldados británicos desembarcaron a lo largo del día 22, sin obstáculos y sin baja alguna. Tres días más tarde, el 25, desembarcaban las temidas tropas hessian. Impresionante. Ninguna otra armada del mundo ni ningún otro ejército del mundo podía haber hecho semejante demostración anfibia y de coordinación entre infantería y la Royal Navy.

(Dragoon británico)

Ante esta situación, Washington actuó sin tener prácticamente información de lo que ocurría. Creyendo que habían desembarco no más de 8.000 hombres, se limitó a esperar al enemigo a unas dos millas de donde estaban las tropas invasoras, sin decidirse a actuar de ninguna otra manera. Estaba indeciso porque dudaba de si esa invasión de Long Island era un cebo o realmente iba en serio. Washington creía que Manhattan iba a ser el objetivo clave. En vez de reforzar Long Island siguió manteniendo dispersas sus fuerzas entre las varias islas alrededor de Nueva York. La falta de información le ató de manos. Lo cierto es que no eran 8.000 tropas las que Washington calculaba que habían desembarcado los hermanos Howe en Long Island, sino que realmente eran 22.000 soldados. Fue un error de cálculo garrafal y decisivo que pronto iba a tener unas consecuencias desastrosas para los americanos.

(Mapa de Long Island)
LA BATALLA DE LONG ISLAND: BROOKLYN HEIGHTS
Siguiendo los planteamientos estratégicos que los americanos habían acordado anteriormente, el ejército de George Washington rehuiría cualquier combate en campo abierto contra las superiores tropas hessian y británicas y buscaría defenderse en posiciones naturales que ofrecieran buena protección defensiva. Ahora bien, aquí es donde entra a colación las reflexiones obtenidas a raíz de la batalla de Bunker Hill explicadas en el primer post de este hilo. Uno de las conclusiones a las que llegaron los británicos en esa batalla, especialmente el General Howe que ahora estaba al mando, era que había que desestimar un ataque frontal a una posición fuertemente defendida en terreno natural ya que la fuerza de choque de las tropas regulares británicas y de los hessian quedaría mermada. Había que buscar, siempre que se pudiera, movimientos de flanqueo para desbordar esas posiciones fijas defensivas y obligar al enemigo a retirarse sin que se perdieran tropas valiosas en ataques frontales.
Así pues, vemos que los americanos buscaban un enfrentamiento frontal al estilo Bunker Hill y causar muchas bajas mientras que los británicos querían evitar eso precisamente. Los americanos situaron a sus tropas de Long Island en terreno elevado, boscoso y rocoso para luego esperar a las tropas regulares enemigas. Los ingleses iban a darles una sorpresa muy desagradable porque el General William Howe no estaba dispuesto a caer en el mismo error de Bunker Hill. La experiencia, de primera mano, que tuvo en esa batalla le causó una gran impresión y no aceptaba que volviera a ocurrir algo parecido. No quería una matanza de tropas regulares británicas ni hessian.
Las tropas americanas se situaron en unas elevaciones llamadas Brooklyn Heights y Heights of Guana (ver mapa). El error más grave fue que los americanos no protegieron su flanco y tampoco disponían de un sistema de información de inteligencia fiable ni de tropas a caballo para reconocer el terreno y los movimientos del enemigo, así que todo el flanco de las tropas situadas en Heights of Guana quedaban gravemente expuestas. En cambio los británicos disponían de los Dragones, que en seguida informaron de la situación y la colocación de las tropas americanas, especialmente de lo vulnerables que eran ante un ataque de flanqueo. Viendo una oportunidad, el 26 de agosto los británicos se prepararon para el ataque. Éste vendría desde tres frentes:
1) En el flanco izquierdo británico el General James Grant realizaría un ataque de fijación haciendo “mucho ruido” para evitar que el enemigo se moviera de sus posiciones, fijándolo sobre el terreno.

General James Grant
2) En el centro, las temidas tropas hessian bajo el General Leopold von Heister haría lo mismo.
3) El General Henry Clinton (considerado el estratega de esta batalla) dirigiría una fuerza de flanqueo por la derecha del ejército americano para luego rodear a las tropas americanas que estaban siendo “fijadas” por las tropas del General James Grant y Leopold von Heister.

General Henry Clinton
Por otra parte, la Royal Navy se desplazaría a las aguas costeras de Brooklyn Heigths y apoyaría el ataque con un bombardeo masivo. El plan era sencillo y brillante.
Durante la noche del día 26 y 27 10.000 tropas inglesas emprendían la marcha de flanqueo siguiendo la carretera Jamaica Road. Ningún americano salió al encuentro de la tropa de flanqueo, que pasó inadvertida. El ataque fue como la seda. Las tropas de fijación realizaron bien su tarea mientras que la fuerza de flanqueo aparecía por sorpresa desbordando el flanco izquierdo americano (desde el punto de vista americano), que se colapsó en cuestión de segundos. Algunas unidades americanas pudieron enfrentarse al enemigo mientras se ganaba tiempo para una retirada más ordenada pero las posiciones ya estaban perdidas y el caos se apoderaba de las tropas americanas. Algunas bolsas de resistencia combatieron heroicamente ante los regulares hessian y británicos pero la derrota era ya un hecho. Algunos testigos recuerdan que los americanos corrían como locos mientras los británicos y los hessian apenas podían seguir el ritmo de huída de los primeros. Los heridos y los muertos empezaron a amontonarse. En el frenesí del combate las tropas hessian empiezan a labrarse su fama de soldados terribles en combate.
Un testimonio recuerda: ” Los hessian y nuestros valientes Highlanders no dan cuartel, y es impresionante ver con qué tranquilidad los hessian despachan a los rebeldes a base de golpes de bayoneta, incluso a los que se han rendido...procuramos decirles a los hessian que los rebeldes han prometido no dar cuartel a ninguno de ellos, lo que hace que combatan con más furia y que maten a todo el que pillen por delante”. Los Hessian pasan a la bayoneta a todo el que se rinde o a todo soldado rebelde que encuentran por delante y los británicos les animan a ello.

(Las tropas americanas de Stirling, Washington, Sullivan y Chester están situadas en las elevaciones de Heights of Guana)
Los rebeldes se rompen moralmente y huyen en desbandada. Los Hessian pronto descubren que los americanos sienten un pánico horroroso por las bayonetas, el arma del terror del siglo XVIII. Los americanos no disponen de bayonetas (de hecho los mosquetes americanos no disponían de bayonetas y sólo algunas unidades americanas privilegiadas tenían bayonetas en 1776) y ante un ataque cuerpo a cuerpo no tienen nada que hacer ante una hoja de bayoneta afilada y usada por un soldado hessian o regular británico. El terror que sentirán los americanos por las bayonetas agrandará aún más el pánico que ya de por si empiezan a despertar en ellos las durísimas tropas hessian.

(En este mapa se aprecia claramente el movimiento de flanqueo británico (las líneas en color rojo a través de la carretera de Jamaica Road). Empezando desde arriba a la derecha la fuerza de flanqueo sigue hacia el oeste del mapa y luego al sur).
Los británicos habían perdido en el combate unos 370 hombres entre muertos y heridos mientras que los americanos perdieron unos 1.700 (300 muertos y el resto prisioneros o heridos). A pesar del éxito táctico no se había conseguido destruir el ejército americano, sólo ponerlo en fuga en gran desorden y causarles cuantiosas bajas. El ejército rebelde había huido pero estaba en disposición de combatir “otro día”. Ahora el ejército americano se encontraba cercado por tierra y mar en Brooklyn Heights. Los hermanos Howe creían que habían atrapado a unos 10.000 soldados en esa zona y estaban confiados en que caerían en manos británicas tarde o temprano. Los americanos tenían pertrechos y mucha artillería y defendían en posiciones de nuevo elevadas. Esta vez, no obstante, no había posibilidad de flanqueo.
Para evitar de nuevo un Bunker Hill el General William Howe decidió realizar tareas de asedio usando unidades de ingenieros, que abrirían trincheras hasta acercarse a las empalizadas de las defensas americanas. El trabajo era lento pero metódico y los americanos contaban los días mientras veían acercarse las trincheras de asedio enemigas. Entonces, apareció un aliado en forma de tormenta, lluvia, barro y niebla. El día 29 de agosto las tropas americanas, aprovechándose de las inclemencias del tiempo, abandonaban Long Island y se retiraban en medio de unas condiciones climáticas desastrosas. Los hombres, abatidos, huyen ordenadamente en medio de una fuerte lluvia hacia las barcazas que se han podido reunir y se alejan. La niebla les ayuda a emprender la huida ocultos y a salvo.

(Los americanos se retiran aprovechándose del mal tiempo)
Aunque la huida de Long Island fue un duro golpe para la moral de los rebeldes, se consiguió salvar una gran parte del ejército que de no haberse evacuado seguramente habría caído en manos de las tropas invasoras tarde o temprano. George Washington había acertado al decidir retirarse.
En poco menos de una semana había caído Long Island y los americanos habían sufrido una derrota severa ante tropas profesionales. Los heridos, los incapacitados, los enfermos y los muertos, habían reducido las fuerzas de George Washington en gran número. La disolución de algunas de las milicias para ir a cosechar el campo tampoco ayuda en nada a la formación de un ejército serio que pudiera afrontar la amenaza de los hermanos Howe.
Los británicos disponían de la iniciativa y el siguiente paso de los hermanos Howe estaba pronto al caer...
Al frente de la flota y del ejército de invasión británico en Nueva York se encontraban dos hermanos: el Almirante Lord Richard Howe y el General William Howe. Ambos eran oficiales de gran habilidad y larga experiencia en asuntos de guerra.
Ambos hermanos procedían de una familia de la alta aristocracia británica, una de las familias más ricas y poderosas de Inglaterra en el momento de la Revolución americana. También tenían sangre real, aunque esta es otra historia.
RICHARD HOWE
Richard Howe fue enrolado en la Armada. Ascendió en su carrera por méritos, y lo hizo rápidamente. Pronto se ganó una reputación de gran marino y durante la Guerra de los Siete años acumuló grandes titulares en la prensa gracias a su valentía y decisión al frente de diversos mandos. Pronto se ganó el respeto de sus hombres y subordinados al mando. Tenía un mote, ”Black Dick” por su complexión física y por ser un hombre de pocas palabras y muy serio.
Se convirtió en el almirante más joven en obtener ese rango y un líder en sus quehaceres. Detrás de su aspecto marcial y serio, Richard Howe era un hombre de una profunda humanidad que se preocupaba de sus hombres. No era igualitario en los tratos pero sabía respetar a sus inferiores en rango y que ellos le respetaran.

Richard Howe fue un reformador de la Armada al mejorar la administración de las cuentas navales mediante el establecimiento de un nuevo estándar de honestidad, eficiencia y ética en el oficio público. Promovió innovaciones técnicas en el arte de la navegación y diseñó nuevos botes, velas, aparejos y armas. En 1776, Lord Howe introdujo un nuevo sistema de maniobrar flotas en su armada Americana usando señales con las banderas que permitían que los capitanes de la flota de invasión “dialogaran” entre ellos sin necesidad de usar otro sistema. Este sistema fue un cambio espectacular e introdujo a la Royal Navy en una nueva era de mando y control.
WILLIAM HOWE
William Howe se enroló en el ejército. Como su hermano, ascendió por méritos propios y la Guerra de los siete años también fue un punto de inflexión en su carrera al distinguirse en la costa francesa. Participó en las batallas alrededor de Québec y otros lugares. Pronto ganó fama de ser un brillante táctico, algo que veremos dentro de muy poco. Se granjeó una fama de héroe marcial, alto, serio, fuerte, tan silencioso como su hermano. Su “éxito” parcial en la batalla de Bunker Hill (explicada en el primer post del hilo) le llevó a la fama y al mando de las tropas de invasión británicas en las colonias.

Ambos hermanos tenían su propia silla en el Parlamento británico y así fue durante muchos años. Aunque comandaban las fuerzas británicas de invasión, ambos eran simpatizantes de la causa rebelde en las colonias y abogaban por una política de conciliación, de suavizar las asperezas mediante pactos y un diálogo más profundo con los representantes de las colonias. A pesar de sus opiniones, no rechazaron el mando que se les ofreció para encabezar la flota de invasión porque ante todo estaba el honor y el deber, y el deber les obligaba a respetar la decisión del Parlamento y de su rey. En este aspecto demostraron que eran verdaderos profesionales y ante todo, caballeros británicos.
EL PLAN DE CAMPAÑA BRITÁNICO
Los hermanos pidieron ir a las colonias con poderes para poder negociar y entablar pactos parciales o totales, si llegara el caso, con los rebeldes. Querían adoptar una política de apaciguamiento y encontrar una solución pactada, no querían una guerra total como otros muchos otros parlamentarios o políticos de Londres. Su intención era romper la moral de los rebeldes y buscar una solución lo menos drástica posible para ambas partes.
El principal problema era el inmenso territorio americano con el que se encontraban delante. Invadir todas las colonias era realmente complicado porque no había suficientes tropas ni tiempo material para ello. Además, la mayoría de la población vivía fuera de las principales colonias, en el campo y en los bosques. Controlar una población tan dispersa era imposible con las tropas a su disposición. Así pues, había todo un abanico de opciones estratégicas a considerar y no era fácil decantarse por ninguna en concreto. Los hermanos tenían a su disposición las siguientes opciones:
1) Un bloqueo naval de las colonias. Esta opción pronto fue descartada porque implicaba tener que bloquear muchas millas náuticas y no había suficientes barcos para una operación de tal envergadura. La costa americana era demasiado amplia y además, Francia y España era países hostiles y había que guarnecer la costa británica ante una posible amenaza de las flotas europeas rivales.
2) Otra opción, muy agresiva y represiva, era los que los alemanes llamaban Shrecklichkeit. Era el uso deliberado de una extrema violencia y del terror para romper la voluntad de los americanos a la resistencia. Eran muchos los que abogaban por esta opción y durante 1775 algunos generales ya la habían aplicado en las colonias para sofocar a los rebeldes. Los hermanos Howe rechazaron esta opción ya que creían, y acertadamente, que esta política sólo animaba al enemigo a seguir luchando a la par que aumentaba el odio hacia los británicos. También favorecía un incremento de las filas de milicianos rebeldes dispuestos a deshacerse del “invasor” británico. Es más, los hermanos Howe prohibieron tajantemente el uso de una violencia injustificada aunque, como veremos, una cosa son las buenas intenciones y otra es la guerra misma, la de verdad. Su política de apaciguamiento les llevó a descartar esta opción y prohibieron cualquier uso de la violencia o de medidas represivas que violentaran a la población civil.
3) Hacer una guerra sin descanso contra el principal ejército americano hasta destruirlo por completo mediante ataques constantes y sin pausa. Los hermanos Howe también rechazaron esta opción porque la desaparición de un ejército americano sólo significaba que en otra parte surgían dos más. Las colonias estaban muy pobladas y no era una estrategia válida contra un enemigo tan esquivo como el americano.
4) Tomar zonas estratégicas claves en las colonias e ir expandiendo la influencia británica hasta llegar al fin de la rebelión. El problema es que esto requería mucho tiempo y muchas tropas, no era viable.
5) Una variación de la estrategia 4. Tomar y controlar diversos corredores y líneas de ríos, especialmente la línea del Río Hudson. Muchos británicos creían que New England era el foco rebelde más duro y que controlando el río Hudson la rebelión se podría controlar. Controlando esa región se podría dividir a la rebelión en dos y detenerla. Esta política de divide y vencerás era muy atractiva para los hermanos Howe porque requería un uso limitado de recursos y tropas sin comprometer al ejército británico al completo.
Así pues, los hermanos Howe tomaron la decisión de usar un planteamiento parecido al del punto 5. Tomarían la colonia de Nueva York y la usarían como base de operaciones. A partir de ahí tomarían los territorios alrededor del río Hudson. Luego invadirían Nueva Jersey y Rhode Island y eso supondría tener el control de 3 colonias. Además, los hermanos Howe eran muy listos y sabían que en esas colonias había mucha presencia de americanos fieles a la Corona, los llamados Tories. Si los británicos podían tomar esas tres colonias su ejército de invasión podría verse reforzado por milicias de tories dispuestas a colaborar militarmente y públicamente.
LA CAMPAÑA DE NUEVA YORK. LOS HERMANOS HOWE EN ACCIÓN
Como he explicado antes, los hermanos Howe desembarcaron sus tropas en Staten Island sin que se disparara ni un solo tiro después de llevar a cabo una operación anfibia impecable. Éste no iba a ser más que el primer paso de una brillante serie de operaciones anfibias y de decisiones tácticas que tenían a los hermanos Howe como principales diseñadores, demostrando que en cuestiones militares eran muy superiores en ese momento a los generales americanos.
Los americanos habían optado por defender puntos concretos de Nueva York pero habían cometido un error gravísimo. En su afán por quererlo defender todo habían dispersado mucho a sus fuerzas. Los hermanos Howe se habían percatado de ello y animaron al enemigo a seguir en esa situación dispersa realizando pequeñas incursiones en diversos puntos muy alejados entre si.
Debemos comprender sobre todo que Nueva York es una ciudad rodeada de agua, con varias “islas” a su alrededor, como Staten Island o Long Island. Los americanos no podían dominar las aguas teniendo a la flota más poderosa del mundo en su costa así que se habían limitado a reforzar algunos puntos del río construyendo fuertes y estructuras defensivas apoyadas con artillería pesada. Defender Nueva York no era fácil y menos habiendo perdido el control de las aguas pero las decisiones tomadas por los mandos americanos no ayudaron en nada a la defensa de la ciudad.

El 12 de julio, el Almirante Richard Howe decidió que era el momento de dar un golpe a la moral americana. Ordenó a dos de sus fragatas, el HMS Phoenix y el HMS Rose, que se abrieran paso a través del río Hudson. Mientras las dos fragatas se abrían paso por el río el ejército americano empezó a usar toda la artillería disponible, alcanzando a los dos barcos pero sin causar apenas daños. Por el contrario, los dos fragatas causaron el caos en diversos puntos del río, especialmente en las posiciones americanas teóricamente mejor defendidas. Algunas andanadas de las fragatas alcanzaron la propia ciudad de Nueva York, creando el caos y el desconcierto entre la población civil. En una sencilla pero demoledora demostración de poder naval los británicos habían dejado claro que ni el fuerte más seguro lo era ante la Royal Navy, y la moral de los defensores americanos cayó en picado ante esa humillante demostración de poder ofensivo naval. Sus supuestos puntos fuertes defensivos habían sido atacados impunemente, quedando en evidencia y los británicos habían demostrado que en el mar su superioridad era incontestable. Por si fuera poco, las dos fragatas anclaron en el río de tal modo que bloquearon el tráfico fluvial y los "tories" del río Hudson empezaron a hacerse sentir, todo tal como los hermanos Howe habían calculado correctamente meses antes de llevar a cabo la operación contra Nueva York.

(Réplica exacta del HMS Rose)
Durante los días siguientes reinó una calma sospechosa. El ejército americano empezaba a acusar la falta de acción y la falta absoluta de disciplina entre la gran mayoría de sus tropas bisoñas. Muchas milicias empezaron a abandonar Nueva York ante la llegada del período de cosechas. Por si fuera poco, la escasa preparación de las tropas americanas estaba provocando que surgieran graves enfermedades en los campamentos americanos y las bajas empezaban a acumularse sin que aún se hubiera entablado un combate contra los regulares británicos. George Washington estaba que echaba humo, harto de la indisciplina de las milicias que actuaban e iban por libre sin ningún tipo de responsabilidad y harto de los mandos independientes que actuaban sin pensar en la situación general.
Desde el 12 julio, cuando los dos fragatas británicas habían osado recorrer el río Hudson impunemente, hasta el 15 de agosto de 1776 las cosas permanecieron muy tranquilas. Los británicos parecían no hacer nada y los americanos iban perdiendo tropas a medida que pasaban los días, tanto por las bajas por enfermedad como por las fugas de milicianos. George Washington y el resto de generales americanos estaban intrigados por la actitud británica. Su sistema de recogida de información fue muy pobre durante ese mes de verano y no sabían qué estaba tramando el ejército británico ni cuál podía ser el siguiente paso de los hermanos Howe. G. Washington intentó de todas las formas conseguir algún tipo de reporte o informe sobre los planes y la disposición de las tropas enemigas, pero no encontró manera de obtener esa información tan vital. Estaba realmente intrigado y preocupado.
Lo cierto es que los hermanos Howe se lo estaban tomando con calma pero había razones para ello. No sólo estaban dejando pasar el tiempo para crear desasosiego entre los rebeldes y la opinión pública a la vez que motivar a los tories americanos a alzarse, sino que esperaban además una flota de refuerzo cargada de tropas Hessian. Finalmente, el día 15 de agosto, dos convoyes de tropas Hessian llegaron a Nueva York el mismo día, y las tropas alemanas desembarcaron. Los oficiales británicos y alemanes acordaron dejar una semana de descanso a las tropas hessian para acondicionarlas y recuperarlas del largo viaje por mar antes de seguir adelante con la siguiente fase del plan.
Una vez hubieron pasado esos 6 días los hermanos Howe se dispusieron a atacar al ejército americano de George Washington, en Long Island. Al mando del general británico Cornwallis una poderosa fuerza compuesta de Hessian Jägers, batallones Highland, infantería ligera y grenadiers, desembarcaba en Long Island aprovechando la oscuridad en otra operación anfibia ejecutada con gran maestría y profesionalidad. El despliegue anfibio fue espectacular, con todo tipo de barcas de desembarco, algunas de ellas preparadas y acondicionadas para desembarcar artillería y caballos. Apoyadas por la Roya Navy con todo tipo de barcos, la operación fue una verdadera obra maestra.

General Charles Cornwallis
A las seis de la mañana de la mañana siguiente, el 22 de agosto, los barcos de línea británicos abrían fuego sobre las playas y los campos de Long Island mientras los soldados descendían por la borda hacia sus barcazas de desembarco, que permanecían ensambladas a los principales barcos de transporte. Mientras pequeños piquetes de tropas americanas se retiraban ante el bombardeo que se les caía encima, los chaquetas rojas desembarcaban en gran número. La infantería ligera saltaba de los botes y perseguía a los piquetes americanos sin pausa mientras los Dragones británicos (soldados a caballo) acababan de rematar la faena. A cubierto de los piquetes rebeldes 15.000 soldados británicos desembarcaron a lo largo del día 22, sin obstáculos y sin baja alguna. Tres días más tarde, el 25, desembarcaban las temidas tropas hessian. Impresionante. Ninguna otra armada del mundo ni ningún otro ejército del mundo podía haber hecho semejante demostración anfibia y de coordinación entre infantería y la Royal Navy.

(Dragoon británico)

Ante esta situación, Washington actuó sin tener prácticamente información de lo que ocurría. Creyendo que habían desembarco no más de 8.000 hombres, se limitó a esperar al enemigo a unas dos millas de donde estaban las tropas invasoras, sin decidirse a actuar de ninguna otra manera. Estaba indeciso porque dudaba de si esa invasión de Long Island era un cebo o realmente iba en serio. Washington creía que Manhattan iba a ser el objetivo clave. En vez de reforzar Long Island siguió manteniendo dispersas sus fuerzas entre las varias islas alrededor de Nueva York. La falta de información le ató de manos. Lo cierto es que no eran 8.000 tropas las que Washington calculaba que habían desembarcado los hermanos Howe en Long Island, sino que realmente eran 22.000 soldados. Fue un error de cálculo garrafal y decisivo que pronto iba a tener unas consecuencias desastrosas para los americanos.

(Mapa de Long Island)
LA BATALLA DE LONG ISLAND: BROOKLYN HEIGHTS
Siguiendo los planteamientos estratégicos que los americanos habían acordado anteriormente, el ejército de George Washington rehuiría cualquier combate en campo abierto contra las superiores tropas hessian y británicas y buscaría defenderse en posiciones naturales que ofrecieran buena protección defensiva. Ahora bien, aquí es donde entra a colación las reflexiones obtenidas a raíz de la batalla de Bunker Hill explicadas en el primer post de este hilo. Uno de las conclusiones a las que llegaron los británicos en esa batalla, especialmente el General Howe que ahora estaba al mando, era que había que desestimar un ataque frontal a una posición fuertemente defendida en terreno natural ya que la fuerza de choque de las tropas regulares británicas y de los hessian quedaría mermada. Había que buscar, siempre que se pudiera, movimientos de flanqueo para desbordar esas posiciones fijas defensivas y obligar al enemigo a retirarse sin que se perdieran tropas valiosas en ataques frontales.
Así pues, vemos que los americanos buscaban un enfrentamiento frontal al estilo Bunker Hill y causar muchas bajas mientras que los británicos querían evitar eso precisamente. Los americanos situaron a sus tropas de Long Island en terreno elevado, boscoso y rocoso para luego esperar a las tropas regulares enemigas. Los ingleses iban a darles una sorpresa muy desagradable porque el General William Howe no estaba dispuesto a caer en el mismo error de Bunker Hill. La experiencia, de primera mano, que tuvo en esa batalla le causó una gran impresión y no aceptaba que volviera a ocurrir algo parecido. No quería una matanza de tropas regulares británicas ni hessian.
Las tropas americanas se situaron en unas elevaciones llamadas Brooklyn Heights y Heights of Guana (ver mapa). El error más grave fue que los americanos no protegieron su flanco y tampoco disponían de un sistema de información de inteligencia fiable ni de tropas a caballo para reconocer el terreno y los movimientos del enemigo, así que todo el flanco de las tropas situadas en Heights of Guana quedaban gravemente expuestas. En cambio los británicos disponían de los Dragones, que en seguida informaron de la situación y la colocación de las tropas americanas, especialmente de lo vulnerables que eran ante un ataque de flanqueo. Viendo una oportunidad, el 26 de agosto los británicos se prepararon para el ataque. Éste vendría desde tres frentes:
1) En el flanco izquierdo británico el General James Grant realizaría un ataque de fijación haciendo “mucho ruido” para evitar que el enemigo se moviera de sus posiciones, fijándolo sobre el terreno.

General James Grant
2) En el centro, las temidas tropas hessian bajo el General Leopold von Heister haría lo mismo.
3) El General Henry Clinton (considerado el estratega de esta batalla) dirigiría una fuerza de flanqueo por la derecha del ejército americano para luego rodear a las tropas americanas que estaban siendo “fijadas” por las tropas del General James Grant y Leopold von Heister.

General Henry Clinton
Por otra parte, la Royal Navy se desplazaría a las aguas costeras de Brooklyn Heigths y apoyaría el ataque con un bombardeo masivo. El plan era sencillo y brillante.
Durante la noche del día 26 y 27 10.000 tropas inglesas emprendían la marcha de flanqueo siguiendo la carretera Jamaica Road. Ningún americano salió al encuentro de la tropa de flanqueo, que pasó inadvertida. El ataque fue como la seda. Las tropas de fijación realizaron bien su tarea mientras que la fuerza de flanqueo aparecía por sorpresa desbordando el flanco izquierdo americano (desde el punto de vista americano), que se colapsó en cuestión de segundos. Algunas unidades americanas pudieron enfrentarse al enemigo mientras se ganaba tiempo para una retirada más ordenada pero las posiciones ya estaban perdidas y el caos se apoderaba de las tropas americanas. Algunas bolsas de resistencia combatieron heroicamente ante los regulares hessian y británicos pero la derrota era ya un hecho. Algunos testigos recuerdan que los americanos corrían como locos mientras los británicos y los hessian apenas podían seguir el ritmo de huída de los primeros. Los heridos y los muertos empezaron a amontonarse. En el frenesí del combate las tropas hessian empiezan a labrarse su fama de soldados terribles en combate.
Un testimonio recuerda: ” Los hessian y nuestros valientes Highlanders no dan cuartel, y es impresionante ver con qué tranquilidad los hessian despachan a los rebeldes a base de golpes de bayoneta, incluso a los que se han rendido...procuramos decirles a los hessian que los rebeldes han prometido no dar cuartel a ninguno de ellos, lo que hace que combatan con más furia y que maten a todo el que pillen por delante”. Los Hessian pasan a la bayoneta a todo el que se rinde o a todo soldado rebelde que encuentran por delante y los británicos les animan a ello.

(Las tropas americanas de Stirling, Washington, Sullivan y Chester están situadas en las elevaciones de Heights of Guana)
Los rebeldes se rompen moralmente y huyen en desbandada. Los Hessian pronto descubren que los americanos sienten un pánico horroroso por las bayonetas, el arma del terror del siglo XVIII. Los americanos no disponen de bayonetas (de hecho los mosquetes americanos no disponían de bayonetas y sólo algunas unidades americanas privilegiadas tenían bayonetas en 1776) y ante un ataque cuerpo a cuerpo no tienen nada que hacer ante una hoja de bayoneta afilada y usada por un soldado hessian o regular británico. El terror que sentirán los americanos por las bayonetas agrandará aún más el pánico que ya de por si empiezan a despertar en ellos las durísimas tropas hessian.

(En este mapa se aprecia claramente el movimiento de flanqueo británico (las líneas en color rojo a través de la carretera de Jamaica Road). Empezando desde arriba a la derecha la fuerza de flanqueo sigue hacia el oeste del mapa y luego al sur).
Los británicos habían perdido en el combate unos 370 hombres entre muertos y heridos mientras que los americanos perdieron unos 1.700 (300 muertos y el resto prisioneros o heridos). A pesar del éxito táctico no se había conseguido destruir el ejército americano, sólo ponerlo en fuga en gran desorden y causarles cuantiosas bajas. El ejército rebelde había huido pero estaba en disposición de combatir “otro día”. Ahora el ejército americano se encontraba cercado por tierra y mar en Brooklyn Heights. Los hermanos Howe creían que habían atrapado a unos 10.000 soldados en esa zona y estaban confiados en que caerían en manos británicas tarde o temprano. Los americanos tenían pertrechos y mucha artillería y defendían en posiciones de nuevo elevadas. Esta vez, no obstante, no había posibilidad de flanqueo.
Para evitar de nuevo un Bunker Hill el General William Howe decidió realizar tareas de asedio usando unidades de ingenieros, que abrirían trincheras hasta acercarse a las empalizadas de las defensas americanas. El trabajo era lento pero metódico y los americanos contaban los días mientras veían acercarse las trincheras de asedio enemigas. Entonces, apareció un aliado en forma de tormenta, lluvia, barro y niebla. El día 29 de agosto las tropas americanas, aprovechándose de las inclemencias del tiempo, abandonaban Long Island y se retiraban en medio de unas condiciones climáticas desastrosas. Los hombres, abatidos, huyen ordenadamente en medio de una fuerte lluvia hacia las barcazas que se han podido reunir y se alejan. La niebla les ayuda a emprender la huida ocultos y a salvo.

(Los americanos se retiran aprovechándose del mal tiempo)
Aunque la huida de Long Island fue un duro golpe para la moral de los rebeldes, se consiguió salvar una gran parte del ejército que de no haberse evacuado seguramente habría caído en manos de las tropas invasoras tarde o temprano. George Washington había acertado al decidir retirarse.
En poco menos de una semana había caído Long Island y los americanos habían sufrido una derrota severa ante tropas profesionales. Los heridos, los incapacitados, los enfermos y los muertos, habían reducido las fuerzas de George Washington en gran número. La disolución de algunas de las milicias para ir a cosechar el campo tampoco ayuda en nada a la formación de un ejército serio que pudiera afrontar la amenaza de los hermanos Howe.
Los británicos disponían de la iniciativa y el siguiente paso de los hermanos Howe estaba pronto al caer...