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Publicado: 24 Jul 2007, 15:32
por kalvera
En descargo de Cervera puede decirse que el mantuvo la tesis de que la flota debia permanecer unida, lo cual comparto plenamente.
El tenia también la idea de mantenerla en las Canarias, lo que desde el punto de vista estrategico no tenia mucho sentido por dos razones.
1º Cuba y las Filipinas se abandonaban sin combatir.
2º La flota en las Canarias no parecí tener sentido estrategico alguno por cuanto resultaría muy complicado un desembarco ( vistos los antecedentes en santiago) americano. Además, los EEUU ansiaban las colonias americanas y del pacífico, pero no parece que un ataque al territorio peninsular les deparara apoyos en Europa.
No es lo mismo un desembarco en tierra bajo el paragüas de los mambises que un desembarco en territorio 100% nacional, sin guerrillas ni ejércitos amigos que apoyasen los desembarcos.
Cervera se escudó en esa segunda opción por una mal entendida prudencia, mas como excusa que otra cosa.
Las fuentes provengan de donde provengan, coinciden en que de todas las obciones barajadas, Cervera elegió la más absurda e irracional.

Publicado: 24 Jul 2007, 15:46
por Paulus
Otro dato importante a ver si alguien sabe concretamente, que barcos disponía la flota española y que barcos la americana.
Puede ser que esa batalla perdida se usara políticamente para justificar la perdida de dichas colonias ???
Saludos
Publicado: 24 Jul 2007, 15:49
por fremen
No voy a entrar en polémicas con nadie pues la Guerra de Cuba no es precisamente algo en lo que este muy puesto, pero eso si, analizando friamente el asunto....
Fuerzas americanas en la batalla de Santiago de Cuba:
BB Texas : 2 piezas de 305mm, 6 de 152mm - 6.000 tons. 17 nudos
BB Indiana: 4 piezas de 325mm, 8 de 203mm, 10.200 tons. 15 nudos
BB Oregon: igual al anterior.
BB Iowa: 4 piezas de 305mm, 8 de 203mm, 11.400 tons. 16 nudos
CA New York: 6 piezas de 203mm, 12 de 100mm, 8.200 tons. 20 nudos.
CA Brooklyn: 8 piezas de 203mm, 12 de 125mm, 9.200 tons. 20 nudos.
Total: 8 de 325mm, 6 de 305mm, 38 de 203mm, 6 de 152m, 12 de 125mm
Los acorazados USA con una protección media de 14 pulgadas en cintura.
Los cruceros acorazados de 3/4 pulgadas.
Fuerzas españolas:
CA Cristobal Colon: Sin armamento principal*, 14 de 152mm, 7.200 tons. 20 nudos
CA I.Maria Teresa: 2 de 280mm, 10 de 137mm, 6.800 tons, 20 nudos
CA Vizcaya: igual al anterior
CA Oquendo: igual al anterior
Total: 6 de 280mm, 14 de 152mm, 30 de 137mm
Los buques españoles tenian un protección de 10/12 pulgadas en los Maria teresa y unas 5 pulgadas en el Colón.
(*)entregado el buque sin armamento principal gracias a la presión americana sobre el gobierno Italiano. El Colón fue construido en Italia.
En fin, que poco o nada podía haber hecho Cervera aunque hubiese sido el mismo Nelson.
Publicado: 25 Jul 2007, 11:23
por kalvera
Fremen, nadie discute los potenciales de ambas flotas. Pero a sabiendas de la inferioridad de potencia de fuego, por parte de la escuadra de Cervera, salir a las 9.00 h de la mañana, con más de 10 horas de luz solar por delante, con un mar en absoluta calma, sin brumas ni factores que redujaeran la visibilidad de las flotas, no era precisamente la mejor manera de intentar suplir esa inferioridad.
La salida de Cervera parece más propia de una flota superior que no la de un contendiente que se siente inferior.
A Cervera se le plantearon muchas opciones mejores:
1º Zabordar los buques en la bahía para evitar su captura, llevando a tierra las piezas de artillería para reforzar las defensas de la ciudad y contribuir con las dotaciones a reforzar la guarnición;
2º Forzar la salida nocturna e intentar, al amparo de la noche, salvar el mayor número de buques de la escuadra, tratando de alcanzar La Habana o Cienfuegos.
3º Crear con sus destructores o algunos mercantes cortinas de humo que al amparo de la noche facilitaran la huida o el ataque con torpedos.
La Armada española tiempo hacía que practicaba supuestos de combate nocturnos entre los que se incluían la acción de torpedeo.
4º El día 29 de mayo hace su aparición la escuadra americana, bloqueando definitivamente a Cervera y sus buques en la bahia de Santiago de Cuba. Durante los 10 días que van desde la llegada hasta el bloqueo, la escuadra de Cervera podía haber intentado salir de la ratonera que suponía Santiago, aunque no lo hizo.
Uno de los mayores defensores de la salida nocturna era D. Joaquín Bustamante, jefe del Estado Mayor de la escuadra, quien proponía que en primer lugar salieran los destructores, los cuales, merced a su mayor velocidad y reducido tamaño podrían intentar torpedear alguno de los buques americanos, sembrando el desconcierto en las filas americanas y quizás hundiendo alguno de los buques bloqueadores, saliendo posteriormente los cruceros, e intentando cada uno dirigirse a un rumbo establecido de antemano para crear confusión y dividir a la escuadra bloqueadora.
También aquí como antes en Cavite, el tiro de los americanos dejó mucho que desear, aunque el de los españoles no le fue a la zaga.
En comparación con el castigo recibido por la escuadra de Montojo en Cavite, que no fue hundida por la escuadra de Dewey, no parece que hayan sido los impactos de los cañones americanos los responsables de la pérdida de cuatro cruceros acorazados de 7.000 toneladas. Lo que hace suponer que esa efectividad llegada la oscuridad de la noche aún seria menor.
El Cristobal Colón, de hecho, prácticamente quedó indemne.
Estas son algunas de las opciones que se barajan en internet. No hay que ser muy ducho en la materia para ver que Cervera actuó bajo un estado anímico depresivo y claramente derrotista. Es muy posible que las bajas humanas de haberse intentado la salida nocturna hubiesen sido menores.
No olvidemos que los sistemas de tiro de la época eran más manuales y rudimentarios y que la eficacia de las piezas disminuia mucho por la noche.
Publicado: 25 Jul 2007, 12:17
por fremen
Si Kalvera, si todo eso lo comprendo y lo comparto, por eso decía lo de no entrar en polémica, pues lo que pudo pasar por la cabeza de Cervera y sus cualidades como marino, las desconozco.
Solo puse los datos, friamente, para que al menos quedara claro que poco se podía hacer en cuanto a salvar la flota, una vez decidido enfrentarse al enemigo.
De todas formas, en mi opinión, y dado que mi conocimiento, repito, es limitado, la salida de la escuadra española me parece bastante similar a la del Yamato durante la campaña de Okinawa.
Es decir, un suicidio, que solo se explica en razon de salvar la cara y no rendir una flota al enemigo sin pegar un solo tiro.
Y no puedo decir que me sorprenda, la verdad, recuerdo a un tal Villeneuve que se vio en una tesitura similar en octubre de 1805 en Cadiz. El también, por desgracia, estaba al mando de una flota, y todos sabemos como termino ese asunto...
En casos como estos tal vez sería de ayuda seguir un camino similar al del Almirante Pareja en 1862, que en paz descanse. El tipo, enfrentado a un dilema similar (creo yo) que el de Cervera, decidió suicidarse. En este caso fue sustituido por Mendez Nuñez, osea que se gano bastante en el cambio.
En fin, que me voy por los cerros de ubeda, imagino sabes lo que quiero decir.
Publicado: 25 Jul 2007, 15:25
por kalvera
Efectivamente Fremen, Villeneuve es un caso similar al de Cervera.
El almiralte francés ante la inminencia de su destitución ya ordenada por Napoleón decidió salir de Cadiz precipitadamente. Pudieron más las ganas de conservar los galones que las de conservar las naves y los hombres.
Al menos Villeneuve se suicidó tras el desastre; y que yo sepa nadie ha ensalzado su figura como gran marino y Almirante.
Cervera no tuvo el coraje de suicidarse, ni el de dimitir, ni el de rehusar nuevos cargos como el de Vicealmirante. Se aferró al cargo como por desgracia, en demasiadas ocasiones sucedió en la história de España.
Eso es lo criticable de Cervera, su absoluta falta de decisión frente a cada uno de los problemas que se le fueron plantendo.
Publicado: 25 Jul 2007, 19:09
por Alflobo
Siempre me ha encantado ser abogado del diablo:
De:
http://www.lanuevacuba.com/archivo/ange ... vera-1.htm
Por Angel Luis Cervera Fantoni *
Colaboración
España
La Nueva Cuba
Septiembre 21, 2005
Hace tiempo un buen amigo mío me comentó que había leído en "LA NUEVA CUBA" dos artículos en torno a la memoria de mi bisabuelo, el Almirante Pascual Cervera Topete.
La verdad es que al leerlos sentí pena por quienes los habían escrito ("Los crímenes del Alférez Pascual Cervera y Topete", de Joaquín Sueiro Bonachea, y "La conspiración del Almirante", de Juan González Febles). He dejado pasar un tiempo razonable para contestar con tranquilidad y seriedad a las mentiras -que no errores- se vierten en los citados artículos, enviando una rectificación completa al diario digital, y para comprobar si en LA NUEVA CUBA se pone en práctica la libertad de expresión, que tanto critica que no se da en la isla…
Soy bisnieto de Pascual Cervera Topete y nieto de Ángel Cervera Jácome (su hijo), Teniente de Navío, y que estaba adscrito como ayudante del Estado Mayor en la escuadra del Almirante Cervera el 3 de julio de 1898.
La tercera generación por línea directa -Manuel Cervera Cabello- también Almirante de la Armada Española, nieto de D. Pascual, contó con toda la documentación no sólo de aquélla efemérides, sino de toda su vida política, militar y personal y ahora en cuarta generación me presento ante Uds. para facilitarles una información totalmente veraz y contrastada. En la actualidad me encuentro realizando el Doctorado en Sociología por la Universidad Pontificia de Salamanca (España). Mi tema consiste en el estudio en profundidad de la historia social que rodeó a Pascual Cervera Topete y evidentemente, admito que juego con ventaja porque no tengo que ir a Bibliotecas y Archivos, ya que mi bisabuelo y abuelo prepararon una documentación extensísima sobre sus actividades.
Mi padre, cuando yo era niño, me llevaba a una habitación de nuestra casa solariega de Puerto Real (Cádiz) y en un gran armario que llamaba "La Goleta" me enseñaba multitud de documentos de su abuelo y con una sensibilidad que rozaba la veneración me hizo conocer, querer y sentir, poco a poco, parte de la historia (triste) de la España del siglo XIX. Todo aquello que veía en las manos de mi padre, hace 40 años, la tengo hoy delante de mí, presta a ser empleada en mi tesis doctoral. Por tanto, todo lo que les voy a comentar no son referencias bibliográficas, sino reales, escritas con el puño y letra de Pascual Cervera Topete.
Voy a comenzar a referirme al primero de los artículos: "La conspiración del Almirante" (por Juan González Febles). Se refiere a cómo Pascual Cervera Topete llegó a la playa tras el combate naval del 3 de julio de 1898 y fue hecho prisionero por las partidas mambisas de José Candelario Cebreco.
"Sus captores le ofrecieron lo poco que tenían: miel, aguardiente, ropa seca, y además, respeto y buen trato. Quizás el Almirante esperaba lo peor. No era para menos. En 1873, hacía 25 años, cuando era un ambicioso alférez de navío, participó en un episodio muy poco edificante. Cumpliendo órdenes criminales se vio involucrado en el fusilamiento de los expedicionarios del Virginius".
Es triste ver cómo quien redacta estas frases desconoce por completo la historia. En 1873 Cervera era Capitán de Fragata (no Alférez) y estuvo a las órdenes del Jefe de Armamentos del Arsenal de la Carraca (Cádiz). En su hoja de servicios de aquel año se dice: "Durante este último periodo ocurrió el conato de movimiento abortado en el Arsenal y por los servicios extraordinarios que de él se derivaron le concedieron la Cruz de 2ª clase del Mérito Naval con distintivo blanco". (Los incidentes a que se refiere la hoja son el intento de golpe de mano de las tripulaciones de las fragatas "Numancia" y "Prosperidad" que Cervera con habilidad y temple solucionó, estando siempre al lado del gobierno).
El 2 de junio de ese mismo año es destinado a Filipinas, donde pasaría hasta octubre de 1876. Cervera, por consiguiente, no se vio envuelto jamás en ninguna acción en Cuba tal y como se comenta en el artículo. Y es que la historia, sin pruebas, es sólo mentira.
Seguimos leyendo: "En aquella ocasión (se refiere al 3 de julio de 1898) enfrentó a una moderna flota norteamericana de 24 navíos. Lo hizo con siete buques de guerra que no estaban en su mejor forma. Pasó a la historia como el perdedor de la batalla naval de Santiago de Cuba. Después de esto lo retiraron del servicio. Vivió de las memorias porque glorias no tuvo. Concluyó así una carrera militar hecha en gran parte contra los cubanos. La Providencia se encargó de pasarle la cuenta".
La Escuadra de Operaciones de las Antillas, que es como se llamaba, contaba con seis unidades (no siete) el día del combate naval de Santiago. Incluso en el Consejo de Guerra que tuvo que soportar a su vuelta del cautiverio en Annapolis (EE.UU.) el fiscal militar llegó a declarar: "El general Cervera que tenía la firme convicción de su derrota ya saliera de día ya de noche, al punto de que tan solo sale obligado por ineludibles y terminantes órdenes superiores, no podía, no debía sacrificar inútilmente centenares de vidas y así pues marcha al sacrificio en puesto de honor, pero procurando aminorar en lo posible la magnitud de la catástrofe necesaria" (30 de junio de 1899). Cervera fue absuelto por el Tribunal con todos los pronunciamientos favorables y cuando publicó el libro "Colección de documentos referentes a la Escuadra de Operaciones de las Antillas" recibió la comprensión y admiración de cubanos, norteamericanos y españoles de bien.
Es interesante consignar que Cervera, a pesar de haber combatido frente a los EE.UU. durante la guerra, recibiera infinidad de testimonios de adhesión cuando se comenzaron a difundir los pormenores de su comportamiento y el de los marinos de su Escuadra. En los EE.UU., donde el almirante seguía gozando de gran respeto y popularidad, el gobierno norteamericano ordenó editar oficialmente una tirada de 15.000 ejemplares, que distribuyó por centros navales y militares de la nación.
El 12 de julio de 1898, cuando Cervera ya se encontraba prisionero en Annapolis (EE.UU.) el "New-York Herald" escribe:
SOBRE CERVERA
"La figura más heroica de esta guerra, en lo que respecta a los españoles es, sin duda, el almirante Cervera. Es buen marino, valiente y caballeroso. En esta nación no hay para él más que respeto y compasión. Fue ofrecido en sacrificio, y con su derrota ha conquistado a su patria más honra que todos los políticos y generales que formaban parte del Gabinete español. El almirante Cervera es hoy un prisionero nominal sobre el suelo americano.
Ninguna injuria oficial habrá de recibir, sino, por el contrario, se le recibirá como merece su rango y su mérito, y su permanencia será tan agradable en esta comarca como pueda serlo de una persona que está como él bajo una inmensa depresión de espíritu. Nosotros hubiésemos deseado que el Gobierno español hubiese estado dirigido por hombres de espíritu tan elevado y de tan innata cortesía como el suyo, y no hubiese llegado el caso de la guerra…"
Por su parte, el que fuera Comandante del buque insignia de la Escuadra de Cervera, Víctor Concas, escribiría en diciembre de 1900:
"Cervera fue un soldado, dispuesto a dar consejo mientras pudo y a obedecer cuando se le mandó. Pero ni sentó plaza de mártir, ni de suicida para seguir la extraña pretensión de que conociendo que iba al desastre lo mejor era despachar pronto. Jamás estuvo dispuesto el Almirante, no ya al sacrificio inútil, sino al servicio que entregaba a España a merced del enemigo, y al hacerlo por orden de otra autoridad ha borrado de su honrado nombre la triste nota de haber sido él el que ha cerrado la historia colonial de España"
"Como soldados no hicimos más que cumplir con nuestro deber, pero doliéndonos como buenos patriotas que el sacrificio no sólo era estéril sino completamente contrario a los intereses de España. Pero el caso ocurrido a la escuadra española en Santiago puede repetirse en más de una nación latina en que los políticos se creen capaces de dirigirlo todo, y que apoyado por una opinión pública completamente extraviada pone a los militares en el terrible trance de desobedecer, o de llevar el país a la ruina con la evidencia de que si Cervera hubiese vencido, se hubiesen atribuido el vencimiento, y habiendo ocurrido lo contrario cargan todo en la cuenta del noble almirante…" En el segundo de los artículos, "Los crímenes del Alférez Pascual Cervera y Topete (1839-1909)", de Joaquín Sueiro Bonachea, existen errores y apreciaciones totalmente alejadas de la realidad. Se dice, entre otras falsedades que …"el busto de Cervera es obra del escultor Alberto Lescay" (se refiere al busto que recientemente la familia Cervera ha donado al museo militar del Castillo del Morro de Santiago de Cuba).
No se de dónde se ha inventado semejante patraña. El busto que la familia Cervera donó fue realizado por la escultora española Paz Figares, y tengo la satisfacción de haberle proporcionado numerosas fotografías del bisabuelo para que resultara lo más real posible. Ella misma ha escrito: "el acto inaugural fue para mí, no sólo emotivo, sino importante, por el hecho de haber realizado un busto a un personaje tan admirable como admirado, tanto por su estricto sentido del cumplimiento del deber, como por su gran calidad humana".
Me duele leer que un descendiente del general Ramón Leocadio Bonachea destile tanto odio a Cervera, si de él no sabe absolutamente nada. Sólo reproduce mentiras que ha leído, conecta el ventilador, y ya está…
Sobre Cuba
Nunca fue Cervera enemigo de Cuba ni del pueblo cubano con el que se sentía identificado. En buena parte de su correspondencia privada se expresan opiniones sobre el futuro del país (Cuba) que podrían parecer tendenciosas, pero que son más que un exponente del realismo con que veía las cosas. Curiosamente en algunas de estas opiniones coincide con las expuestas por el apóstol del socialismo español, Pablo Iglesias, del que en otros aspectos era totalmente antagónico.
Es interesante que los lectores de LA NUEVA CUBA conozcan la verdad y algunos de los pensamientos que Cervera tenía en torno a la cuestión cubana.
"El error principal -opinaba el almirante- estriba en negarse a reconocer la independencia de Cuba, hay que reconocerla y pedir la inmediata suspensión de hostilidades; cabe estipular los medios de pacificar la isla, y entregarla al dominio y gobierno de los cubanos, e impedir que otras fuerzas ajenas dirijan sus vidas".
Cervera se preguntaba también si valía la pena una contienda que tantos problemas causaría a España "por defender una isla que fue nuestra y que ya no nos pertenece, porque aun cuando no la perdiéramos de derecho con la guerra la tenemos perdida de hecho y con ella toda nuestra riqueza y una enorme cifra de hombres jóvenes, víctimas del clima y de las balas defendiendo un ideal que ya sólo es romántico" (Carta de Cervera al Ministro Bermejo, el 26 de febrero de 1898).
Sobre la guerra
Hay innumerables citas y referencias de lo que opinaban sobre la guerra y sobre Cervera; algunas de ellas sin ningún desperdicio, pero me gustaría extraer algunas especialmente significativas.
" La primera se refiere a algunos párrafos de la entrevista celebrada con el Ministro Segismundo Moret y un redactor de Le Temps, tres meses antes de que los Estados Unidos declarasen la guerra a España:
"¡La guerra! No es posible que los Estados Unidos la deseen y, por nuestra parte, bien sabe Dios que la aceptaríamos en último extremo. ¡La cruz que soportamos es tan pesada! Hay que preverlo todo; sin embargo, puede suceder que nos veamos compelidos a hacer una locura, y si la hacemos, iremos hasta el fin. Somos un pueblo especial, y los extranjeros apenas nos conocen, sobre todo los americanos…
…Sabemos perfectamente que los Estados Unidos, que no tienen marina militar, cuentan con muy pocos buque mercantes; ellos producen y los ingleses transportan; pero sin embargo, podríamos hacerles un daño mayor del que piensan. Una serie de ataques incesantes y aislados, que bien pudieran durar diez, veinte años, porque nos costaría menos caro que la campaña actual, había de entorpecer su comercio. Quizás entonces la masa pensadora y seria de la nación americana se apenaría de habernos empujado a una resolución desesperada…" (17 de noviembre de 1897).
" La segunda se refiere a un juicio de Cervera (citado por el Capitán de Navío norteamericano Mahan en un artículo publicado a raíz de la guerra en el periódico inglés The Times):
"Hace poco más de un año (algo antes de estallar la guerra) visitamos al general Cervera en La Carraca, arsenal de Cádiz, y le dijimos: Parece que es usted el indicado por la opinión del Cuerpo para mandar la escuadra, en caso de que se declarase la guerra. En este caso -contestó- aceptaré, sabiendo, sin embargo, que voy a un Trafalgar. Y ¿cómo se podría evitar tamaño desastre? le dijimos. "Permitiéndome consumir de antemano 50.000 toneladas de carbón y 10.000 proyectiles en ejercicios. De otra manera, iremos a un Trafalgar; acuérdese de lo que le digo".
Cervera, después de regresar de su cautiverio en Annapolis, tuvo que pasar por el doloroso trance de un Consejo de Guerra y, a pesar de que su causa fuera sobreseída (tal y como comentaba anteriormente), no le quedaba otro recurso que la de solicitar su pase a la reserva. Sin embargo, cuando obtiene autorización real para la publicación de su famosa colección de documentos en torno a la guerra se produce un auténtico revulsivo en los medios de comunicación y en la opinión pública.
Incluso en los EE.UU., donde el almirante seguía gozando de gran respeto y popularidad, el gobierno ordenó editar oficialmente una tirada de 15.000 ejemplares, que distribuyó por centros navales y militares de la nación.
De todas las esferas sociales se produjeron reacciones y será un ilustre aristócrata en desagravio a tantas ofensas pasadas quien le escriba: "No se, mi general, cuando el hombre es más digno de admiración, si cuando vence o cuando es vencido más que por los extraños, por la impericia de sus propios compatriotas. ¡Dios le dé la resignación cristiana que haya menester, seguro que la patria ya ha hecho justicia a su reconocido merito y valor!".
También el diario La Época rompe una lanza a su favor: "Siempre hemos defendido a los heroicos marinos de Santiago de Cuba de las injustas acusaciones que con motivo de desgraciado combate del 3 de julio se les dirigió, sin tener en cuenta las desventajosísimas condiciones en que tuvieron que aceptar el combate. Si en los primeros momentos de la derrota nos encontramos solos para hacer la defensa de los que con abnegación sublime expusieron sus vidas en defensa de la patria, hoy son ya muchos los que van reconociendo la injusticia con que han sido juzgados aquellos valerosos marinos".
Rehabilitado y desagraviado, iba a coronar su carrera con nuevos destinos. Se le nombra Jefe del Estado Mayor de la Armada, Capitán General del Departamento Marítimo del Ferrol y Jefe de la Jurisdicción Central de la Armada. Además, sería designado senador vitalicio en 1903 por el Rey Alfonso XIII.
Pero su quebrada salud le retira en Diciembre de 1907, falleciendo el 3 de abril de 1909, rodeado de todo el calor familiar, y tras 56 años de servicio efectivo en la Armada. En junio de 1916 sus restos mortales emprenden una última singladura, esta vez rumbo al Panteón de Marinos Ilustres de San Fernando (Cádiz).
Podemos hablar más alto, pero es difícil decirlo más claro. La verdad debe resplandecer y si de algo se puede "acusar" al Almirante Cervera es que fuera un visionario frente a la miopía de los gobiernos de entonces y a la irresponsable actitud de la prensa que manipuló la opinión pública a su antojo conduciéndonos al precipicio...
Si quieren conocer más acerca del trabajo que estoy llevando a cabo (con TVE en Informe Semanal, en la expedición arqueológica que busca los restos humanos de los marinos de la escuadra de Cervera en las costas cubanas, etc.) me tienen a su disposición.
* Angel Luis Cervera, bisnieto del Almirante Pascual Cervera Topete y nieto de Teniente de Navío Ángel Cervera Jácome (su hijo) y que estaba adscrito como ayudante del Estado Mayor en la escuadra del Almirante Cervera el 3 de julio de 1898.
Otra nota:
Desde su muerte, siempre ha existido un barco con nombre Almirante Cervera en la armada española.
Publicado: 25 Jul 2007, 19:38
por fremen
Interesantisimo, Alflobo, gracias por compartirlo.
Publicado: 25 Jul 2007, 19:43
por Alflobo
Y ahora que hable el almirante Don Pascual Cervera:
de:
http://www.geocities.com/Pentagon/3223/cartacer.htm
Comunicado del combate naval de Santiago que el almirante don Pascual Cervera cursó al general en jefe y al Ministro de Marina
Excmo. e Ilmo. Sr.:
En cumplimiento de las órdenes de V.E.I., con la evidencia de lo que había de suceder y tantas veces había anunciado, salí de Santiago de Cuba con toda la Escuadra que fue de mi mando, en la mañana del día 3 del corriente mes de julio.
Las instrucciones dadas para la salida eran las siguientes: El «Infanta María Teresa», buque de mi insignia, había de salir el primero, siguiendo sucesivamente el «Vizcaya», «Colón», «Oquendo» y destructores. Todos los barcos tenían todas sus calderas encendidas y con presión.
Al salir el «Teresa» empezaría el combate con el enemigo que estuvieran más a propósito, y los que le seguían procurarían dirigirse al oeste a toda fuerza de máquinas, tomando la cabeza el «Vizcaya». Los cazatorpederos habían de mantenerse, si podían, fuera del fuego, espiar un momento oportuno para obrar, si se presentaba, y tratar de escapar con su mayor andar, si el combate nos era desfavorable.
Los buques salieron del puerto con una precisión tan grande, que sorprendió a nuestros enemigos, quienes nos han hecho muchos y muy entusiastas cumplimientos sobre el particular. Tan pronto como salió el «Teresa» rompió el fuego a las 9 h. 35 m., sobre un acorazado que estaba próximo, pero dirigiéndose a toda fuerza de máquina sobre el «Brooklyn», que se encontraba al SO. y que nos interesaba tratar de poner en condiciones de que no pudiera utilizar su posterior andar. Los demás buques empeñaron el combate con los otros enemigos que acudían de los diversos puntos donde estaban apostados. La Escuadra enemiga constaba aquel día de los siguientes buques frente a Santiago de Cuba: «New York», insignia del Contraalmirante Sampson; «Brooklyn», insignia del comodoro Schley; «lowa», «Oregón», «Indiana», «Texas» y varios buques menores, o mejor dicho, transatlánticos y yates armados. Realizada la salida se tomó el rumbo mandado, y el combate se generalizó con la desventaja, no sólo del número sino del estado de nuestra artillería y municiones de 14 centímetros que conoce V.E.I. por el telegrama que le puse al quedar a sus órdenes. Para mí no era dudoso el éxito, por más que alguna vez creí que no sería tan rápida nuestra destrucción.
Al «Infanta María Teresa» un proyectil de los primeros le rompió un tubo de vapor auxiliar por el que se escapaba mucho, que nos hizo perder la velocidad con que se contaba; al mismo tiempo otro rompía un tubo de la red de contra incendios. El buque se defendía valientemente del nutrido y certero fuego del enemigo, y no tardó mucho en caer entre los heridos su valiente comandante, capitán de navío don Víctor M. Concas, que tuvo que retirarse y como las circunstancias no permitían perder un segundo, tomé por mí mismo el mando directo del buque esperando ocasión de que pudiera llamarse al segundo comandante, pero ésta no llegó, porque el combate arreciaba, los muertos y heridos caían sin cesar, y no había que pensar en otra cosa que en hacer fuego en tanto que se pudiera.
En tal situación, teníamos fuego en mi cámara, donde debieron hacer explosión algunos de los proyectiles que allí había para los cañones de 57 mm.; vinieron a participarme haberse prendido fuego al cangrejo de popa y caseta del puente de popa, al mismo tiempo que el incendio iniciado en mi cámara se corría al centro del buque con gran rapidez, y como no contábamos con agua, fue tomando cada vez más incremento siendo impotentes nosotros para atajarlo. Comprendí que el buque estaba perdido y pensé desde luego en donde lo vararía para perder menos vidas, pero continuando el combate en tanto fuera posible.
Desgraciadamente el fuego ganaba terreno con mucha rapidez y voracidad, por lo que envié uno de mis ayudantes con la orden de que se inundasen los pañoles de popa, encontrándose éste ser imposible penetrar en los callejones de las cámaras a causa del mucho humo y del vapor que salía por la escotilla de la máquina, donde también le fue absolutamente imposible penetrar, a causa de no permitir la respiración abrasadora de la atmósfera; por tanto fue necesario dirigirnos a una playita al 0. de Punta Cabrera, donde embarrancamos con la salida, al mismo tiempo que se nos paraba la máquina; era imposible subir municiones ni nada que exigiera ir bajo la cubierta acorazada, sobre todo a popa de las calderas, y en tal situación no había que pensar más que en salvar la parte que se pudiera de la tripulación, de cuya opinión fueron el segundo y tercer comandantes y los oficiales que se pudieron reunir, a los que consulté si creían que podía continuar el combate, contestando que no.
En tan penosa situación, habiendo empezado las explosiones parciales de los depósitos de las baterías, di orden de arriar la bandera e inundar todos los pañoles: la primera no pudo ejecutarse a causa del terrible incendio que había en la toldilla, habiéndose quemado al poco rato. Ya era tiempo: el fuego ganaba con mucha rapidez y apenas hubo el suficiente para abandonar el buque, cuando ya el fuego llegaba al puente, y eso ayudados por dos botes americanos que llegaron como tres cuartos de hora después de la embarrancada.
Entre los heridos están el teniente de navío don Antonio López Cerón y alférez de navío don Angel Carrasco, y faltan el capitán de Infantería de Marina don Higínio Rodríguez, al que creo mató un proyectil, el alférez de navío don Francisco Linares, el segundo médico don Julio Díaz del Río, el maquinista mayor de primera clase don Juan Montero y el de segunda don José Melgares, cuyo cadáver salió a la playa. El salvotaje se hizo tirándose al agua los que sabían nadar, intentando tres veces llevar una guía a tierra, lo que sólo se consiguió a última hora y ayudados por los dos botes americanos de que llevo hecha mención. Nosotros arriamos un bote que parecía bueno e inmediatamente se fue a pique, y se echó al agua un bote de vapor, que sólo pudo hacer un viaje, porque también se fue a pique por efecto de las averías que tenía, al intentar volver a bordo por segunda vez, quedando agarrados a él los tres o cuatro hombres que lo llevaban y que se salvaron unos a nado y otros los recogió un bote americano.
El comandante, ayudado por buenos nadadores, había ido a tierra; el segundo y tercero dirigían a bordo el embarco, y necesitándose dirección en tierra, cuando ya venían los botes americanos, yo me fui a nado, ayudado por dos cabos de mar llamados don Juan Llorca y Andrés Sequeiro y mi hijo ayudante, teniente de navío don Angel Cervera.
Concluido el desembarco de la gente, fui invitado por el oficial americano que mandaba los botes de seguirle a su buque, que era el yate armado «Gloucester», a donde fui acompañado de mi capitán de bandera herido, de mi hijo ayudante y del segundo del buque que fue el último que lo abandonó.
Durante este período, el aspecto del buque era imponente porque se sucedían las explosiones y estaba para aterrar a las almas mejor templadas.
Nada absolutamente creo que pueda salvarse del buque, y nosotros lo hemos perdido todo, llegando la inmensa mayoría absolutamente desnudos a la playa.
Pocos minutos después que el «Teresa» embarrancaba el «Oquendo» en una playa como a media legua al oeste de él, con un incendio parecido al suyo, y se perdieron de vista por el Oeste el «Vizcaya» y el «Colón», perseguidos por la escuadra enemiga. Según me ha manifestado el contador del «Oquendo», único oficial que está en el mismo buque que yo, la historia de este desgraciado buque y su heroica tripulación es la siguiente, que tal vez se rectifique algo, pero sólo en detalles, no en el fondo de los hechos:
El desigual y mortífero combate sostenido por este buque se hizo más desigual aún porque al poco tiempo de comenzado un proyectil enemigo entró en la torre de proa matando a todo el personal de ella, menos un artillero que quedó muy mal herido.
A la batería de 14 centímetros, barrida por el fuego enemigo desde el principio, sólo le quedaron dos cañones útiles, con los que continuó defendiéndose con una energía incomparable. También la torre de popa quedó sin su oficial comandante, muerto por un proyectil del enemigo que entró al abrir la puerta para poder respirar, porque se asfixiaban dentro. No conoce el Contador la historia de la batería de tiro rápido y sólo sabe que disparaba, seguramente, lo mismo que toda esta valiente tripulación. Hubo dos incendios: el primero, que se dominó, ocurrió en el sollado de proa, y el segundo, que se inició a popa, no se pudo dominar, porque ya no daban agua las bombas, quizá por las mismas causas que en el «Teresa».
Los ascensores de municiones de 14 centímetros faltaron desde el principio, pero no faltaron municiones en la batería, mientras que pudo batirse, por los repuestos que, a prevención, se habían puesto en todos los buques. Cuando el valiente comandante del «Oquendo» vio que no podía dominar el incendio y no tenía ningún cañón en estado de servicio, fue cuando se decidió a embarrancar, mandando previamente disparar todos los torpedos, menos los de popa, por si se acercaba algún buque enemigo, hasta que llegado el último extremo mandó arriar la bandera, minutos después que el «Teresa» y previa consulta a aquellos oficiales que estaban presentes. Los comandantes segundo y tercero y tres tenientes de navío habían ya muerto. El salvamento de los supervivientes fue organizado por su comandante, que ha perdido la vida por salvar la de sus subordinados. Hicieron una balsa, arriaron dos lanchitas, únicas embarcaciones que les quedaban útiles, y últimamente fueron auxiliados por embarcaciones americanas, y según me dijo un insurrecto, a quien hablé en la playa, también les auxilió un bote que éstos tenían.
Sublime era el espectáculo que presentaban estos dos buques; las continuas explosiones que se sucedían sin cesar, no acobardaban a estos valientes, que han defendido sus buques hasta el punto de no haber podido ser hollados por la planta de ningún enemigo.
Cuando fui invitado por el oficial americano a seguirlo, según dije a V.E.I anteriormente, di instrucciones para el reembarco al tercer comandante don Juan Aznar, a quien no he vuelto a ver desde entonces. Al llegar al buque americano, que era el yate armado «Gloucester», encontré allí una veintena de heridos pertenecientes en su mayor parte a los cazatorpederos, los comandantes de éstos, tres oficiales del «Teresa», el Contador del «Oquendo» y nos reunimos entre todos hasta noventa y tres personas, pertenecientes a las dotaciones de la Escuadra.
El comandante y oficiales del yate nos recibieron con las mayores atenciones, esforzándose por atender a nuestras necesidades, que eran de todo género, porque llegamos absolutamente desnudos y hambrientos; me manifestó el comandante que como su buque era tan pequeño, no podía recibir aquella masa de gente, e iba a buscar un buque mayor que los embarcara. Los insurrectos, con quienes yo había hablado, me habían dicho que con ellos tenían unos 200 hombres entre los que había 5 ó 6 heridos, y me añadieron de parte de su jefe que si queríamos irnos con ellos les siguiéramos y nos auxiliarían con lo que ellos tenían, a lo que les contesté que dieran las gracias a su jefe y le dijeran que nosotros nos habíamos rendido a los americanos; pero que si tenían médico, les agradecería que curaran una porción de heridos que teníamos en la playa, algunos de ellos muy graves.
Al comandante del yate le comuniqué esta conversación con los insurrectos y le supliqué reclamara nuestra gente, lo que me prometió, enviando al efecto un destacamento con bandera. También envió algunos víveres de que tan necesitados estaban en la playa.
Seguimos después hacia el O. hasta encontrar el grueso de la Escuadra, de la que se destacó el crucero auxiliar «Paris», y nuestro yate siguió hasta frente a Cuba, donde recibió órdenes con arreglo a las que unos fuimos transbordados al «Iowa» y otros lo fueron a otros barcos.
Durante mi permanencia en el yate pedí a los comandantes de los cazatorpederos noticia de la suerte que les había cabido, teniendo el conocimiento de saber su triste fin.
De lo ocurrido al «Furor», puede V.E.I. enterarse detalladamente por la adjunta copia del parte de su comandante; en él encontró una muerte gloriosa el capitán de navío don Fernando Villaamil, y el número de bajas acredita cómo se ha conducido este pequeño buque cuyo comandante también fue herido levemente.
Cuando llegué al «Iowa», donde fui recibido con toda clase de honores y consideraciones, tuve el consuelo de ver en el portalón al bizarro comandante del «Vizcaya», que salió a recibirme con su espada ceñida porque el comandante del «Iowa» no quiso que se desprendiera de ella en testimonio de su brillante defensa. Adjunta es también copia del parte que me ha producido, por el cual vendrá V.E.I. en conocimiento de esta historia tan parecida a la de sus hermanos «Teresa» y «Oquendo», lo que prueba que los mismos defectos han producido las mismas desgracias, habiendo sido todo cuestión de tiempo.
En el «Iowa» estuve hasta las cuatro de la tarde, en que fui trasbordado al «San Luis», donde encontré al general segundo jefe y comandante del «Colón».
Cuando estando aún en el «Iowa» se incorporó el almirante Sampson, le pedí permiso para telegrafiar a V.E.I., haciéndolo en los Siguientes términos:
«En cumplimiento de las órdenes de V. E., salí ayer mañana de Cuba con toda la Escuadra, y después de un combate desigual contra fuerzas más que triples de las mías, toda mi Escuadra quedó destruida, incendiados y embarrancados el "Teresa", "Oquendo" y "Vizcaya"; el "Colón", según informes de los americanos, embarrancado y rendido; los cazatorpederos a pique. Ignoro aún las pérdidas de gente, pero seguramente sumen más de 600 muertos y muchos heridos, aunque no en tan grande proporción. Los vivos somos prisioneros de los americanos. La gente toda rayando a una altura que ha merecido los plácemes más entusiastas de los enemigos. Al comandante del "Vizcaya" le dejaron su espada. Estoy muy agradecido a la generosidad e hidalguía con que nos tratan. Entre los muertos está Villaamil y creo que Lazaga; entre los heridos, Concas y Eulate. Hemos perdido todo y necesitaré fondos. - Cervera. - 4 de junio de 1898.»
En cuyo, telegrama hay que rectificar la suerte del «Plutón», que no fue echado a pique, sino que, sin poderse sostener a flote, consiguió embarrancar como V.E.I. verá en el parte de su bizarro comandante.
Réstame decir a V.E.I., para completar los rasgos característicos de esta lúgubre jornada, que nuestros enemigos se han conducido y se conducen actualmente con nosotros con una hidalguía y delicadeza que no cabe más; no sólo nos han vestido como han podido, sino que han suprimido la mayor parte de los «hurras» por respeto a nuestra amargura; hemos sido y somos objeto de entusiastas felicitaciones por nuestra actuación, y todos, a porfía, se han esmerado en hacernos nuestro cautiverio lo más llevadero posible.
En resumen: la jornada del 3 ha sido un desastre horroroso, como yo había previsto; el número de muertos es, sin embargo, menor del que yo temía; la Patria ha sido defendida con honor y la satisfacción del deber cumplido dejan nuestras conciencias tranquilas, con sólo la amargura de lamentar lo pérdida de nuestros queridos compañeros y las desdichas de 1a Patria.
También acompaño a V.E.I. relación de los jefes, oficiales y guardias marinas muertos, heridos, contusionados y desaparecidos y otra de los heridos no oficiales que hay en este buque; la gran masa de heridos está a bordo del buque hospital, que es el vapor «Solace».
Como comprendo que V.E.I. tendrá dificultades para transmitir esta comunicación, me permito enviarle un traslado al Excmo. Sr. Ministro de Marina.
Dios guarde a V.E.I. muchos años.
En la mar, a bordo del «San Luis», 9 de julio de 1898.
Firmado: Pascual Cervera.
Publicado: 25 Jul 2007, 20:36
por Alflobo
Haplo_Patryn escribió:
No estoy haciendo juicios de valor, ni pretendo criticar el que la gente pueda discutir estos temas o que les guste hablar de temas naúticos. Todo lo contrario. Lo que no entiendo es que se hable con lástima de lo acontecido, que se justifiquen las derrotas y por el contrario se desacrediten las victorias enemigas, logradas por méritos propios. No siempre ocurre pero acostumbro a verlo bastante a menudo.
Ahí queda eso. Marinos, denme una respuesta.
Bueno, si algo ha tenido este país ha sido siempre buena "mano de obra" y mala dirección política
siempre me ha gustado esa frase resumen de Alatriste: Jamás tan buenos soldados han servido a tan mal rey (o algo parecido). Verás, cuando alguien tiene partido en una contienda, no suele ensalzar al que les vapuleó, privilegio que corresponde a los que vencieron, para ensalzar más aún su victoria si cabe. Todo esto se resume en : orgullo nacional
Es triste imaginarse hoy en dia, que existió una España donde no se ponía el sol, San quintín, la batalla de Pavía, el desembarco de Alhucemas (referente del desembarco de normandía), la batalla de Cartagena (Esta acción naval fue la más grande de la historia inglesa, y la segunda más grande de todos los tiempos despues de la Batalla de Normandía durante la Segunda Guerra Mundial y es curioso, tras la derrota, los ingleses prohibieron la difusión de la noticia y la censura fue tan tajante que pocos libros de historia ingleses contienen este episodio de su historia. Incluso en nuestros días poco se sabe de esta gran contienda militar, frente al muy conocido episodio de Trafalgar o incluso de la "Armada invencible")
No Nos quites nuestras "nostalgias", hombre.... que si de algo podemos alardear, es de tener "historia", y vieja, por cierto, no nos metamos en "política", que eso es otra...historia. Por cierto, no somos profesionales historiadores..., somos abogados, funcionarios, curritos, administrativos... opinamos, sin neutralidad, apasionados y un monton de cosas más...
Cada uno que se quede con lo que quiera, no?

Publicado: 25 Jul 2007, 20:40
por deibiz
kalvera escribió:
Al menos Villeneuve se suicidó tras el desastre; y que yo sepa nadie ha ensalzado su figura como gran marino y Almirante
Eso no esta nada claro. Iba camino de Paris para dar explicaciones de su actuación cuando lo encontraron en un hotelucho con media docena de puñaladas.
Tiene mas pinta de ejecucion extrajudicial.
Por cierto discrepo del planteamiento de enfocar la guerra como ataques a la costa este USA y dañar su comercio a traves del atlantico.
Impepinablemente ese curso de acción hubiera provocado la entrada en guerra de Gran Bretaña, la mayor potencia naval de la época, al lado de los USA.
Publicado: 25 Jul 2007, 20:44
por Alflobo
deibiz escribió:kalvera escribió:
Al menos Villeneuve se suicidó tras el desastre; y que yo sepa nadie ha ensalzado su figura como gran marino y Almirante
Eso no esta nada claro. Iba camino de Paris para dar explicaciones de su actuación cuando lo encontraron en un hotelucho con media docena de puñaladas.
Tiene mas pinta de ejecucion extrajudicial.
Jo... como el "suicidio" de Rommel...

Publicado: 25 Jul 2007, 20:47
por fremen
Con eso de Cartagena, imagino que te refieres al episodio de Blas de Lezo, el asedio, porque hombre, batalla naval....
Publicado: 25 Jul 2007, 21:55
por Alflobo
fremen escribió:Con eso de Cartagena, imagino que te refieres al episodio de Blas de Lezo, el asedio, porque hombre, batalla naval....
Pues si... Blas de Lezo tuerto, cojo y con una mano impedida... y bueno, cuando los cañones británicos embarcados disparan 62 cañonazos por hora pues... algo de naval tiene, nooooo?

Publicado: 25 Jul 2007, 22:19
por kalvera
Alflobo ya habia leído el "parte oficial del almirante", muy emotivo y un torrente de frases autojustificadoras como:
"Permitiéndome consumir de antemano 50.000 toneladas de carbón y 10.000 proyectiles en ejercicios. De otra manera, iremos a un Trafalgar
;
acuérdese de lo que le digo", "En cumplimiento de las órdenes de V.E.I., con la evidencia de lo que había de suceder y tantas veces había anunciado..."
,
"En resumen: la jornada del 3 ha sido un desastre horroroso, como yo había previsto; el número de muertos es, sin embargo, menor del que yo temía; la Patria ha sido defendida con honor y la satisfacción del deber cumplido dejan nuestras conciencias tranquilas, con sólo la amargura de lamentar lo pérdida de nuestros queridos compañeros y las desdichas de 1a Patria.
Ni una sóla frase de autocrítica por su parte.
Lo más triste y lamentable de todo es que ensalcemos la batalla de Santiago como una batalla de gran honor y gallardia, donde los americanos honores nos rindieron, pero eso si, que acabó con la totalidad de la flota española y todo al modico precio de causar un muerto entre la marineria enemiga. Es para estar orgullosos, que cojones.
Y lo bueno del caso es que al Almirante ( que según se dsprende del relato, abandonó su buque mientras el resto seguia luchando) fue ascendido a Vicealmirante del Estado Mayor.