Un poco asustado por el tema, lo reconozco, bajo mi humilde opinión, siempre es necesario denunciar este tipo de ideologías. El problema es que enfrentar relatos basándose únicamente en estos elementos simplifica, por reducción, demasiado las cosas.
El aparente auge, popularidad o mayor actividad del nazismo no es exclusivo de Ucrania, sólo que parece ser que aquí se podría hallar más cerca de las instituciones, obteniendo así poder y sirviéndose de él. Esto, me temo, es una realidad. Ha encontrado un contexto idóneo donde alimentarse. No creo que la democracia en Ucrania, posiblemente débil y quizás ya resquebrajada por esta guerra que, como todas las guerras, deja a su paso a un lado y a otro un rastro de inmundicia, no intente defenderse de estos grupos, como en otras partes, pero que allí podría contar con miles de individuos armados y enmascarados ahora en sus administraciones haciendo muy complicado su funcionamiento, y aún más con la historia reciente del país. En cualquier caso, la amenaza es patente en mayor o menor medida en muchos otros lugares, especialmente Europa, y esa tendencia a los nacionalismos extremos que rebuscan en el pasado más oscuro sus señas de identidad es una presencia inquietante y temible.
Como ciudadanos pasivos, espectadores atónitos, poco podemos hacer; como demócratas, podemos hacer mucho. Sé que la media de edad de este foro, así como amplias lecturas de escenarios en conflicto (aún más de aquel período histórico infame) nos ofrece una perspectiva más racional ahora, aún clarividente, así que quizás no sea este el lugar para confrontar estos relatos como fuente de inspiración por la sencilla razón que todos conocemos como funciona este “fenómeno”.
Las ideologías extremistas que redundan en totalitarismos execrables, como canalización de ese odio embrionario y alimentado por la casuística social, económica, etc... , siempre se han servido de la inestabilidad en cualquiera de sus formas, alentándola, minando la paz social y generando enfrentamientos a través de acciones violentas. El caldo de cultivo está servido para que germine. No es nuevo para nadie. Eso lo sabemos. Por eso esta narrativa que contempla la generalización en lugar de buscar razones, no ayuda. Al contrario, debilita aún más cualquier intento de las democracias, siempre débiles al defenderse de estos activismos, considerándolas incluso parte activa por omisión, cuando no cómplices, van situando una etiqueta en cada individuo, el ellos y el nosotros, tratando de dibujar un IV Reich Ucraniano frente a los salvadores de la Gran Guerra Patriótica, una caricatura de las complejas realidades que, de no ser por la tragedia, resultaría casi infantil.
Como ejemplo de la sinrazón de estos energúmenos cuya única razón de ser es vomitar odio da igual dónde porque quizás no sean la causa, sino el efecto:
