CAPÍTULO XXII: La despedida de los Locust
El segundo round contra la flota de la Nave Mundo comienza. Los Hiver envían una Flota de combate nueva, armada con lo mejor. Todavía disponen de algunas naves minadoras en el sistema atacado y se aprovechan de ello para intentar reducir el potencial Locust pero es una quimera.
Esta vez los Hiver ubican a la Flota detrás del planeta amenazado, buscando tener la cobertura planetaria para realizar un movimiento por detrás y salir por un flanco. Algo rebuscado, seguramente innecesario, pero al menos ponen el planeta entre ellos y la Flota de la Nave Mundo para tener algo más de tiempo para pensar. Eso dejará a los Drones Locust como el principal rival a batir durante los primeros minutos, hasta que la ruta trazada permita a la Flota Hiver salir por el flanco.
El intercambio de fuego es brutal ya que los Drones Locust se cuentan por más de un centenar. Es como una hidra, por cada cabeza cortada aparecen dos más.
El camino por detrás del planeta no es un camino de rosas y se ve salpicado de durísimos combates contra una horda de Locust hambrientos que no cejan en su empeño por destruir la Flota Hiver.
Y aunque el armamento Hiver es muy apto para responder a la amenaza Locust, el número de enemigos es tan abrumador que es imposible no sufrir serios daños en las secciones de popa de algunas de las naves de la Flota, que estallan en violentas explosiones.
El daño acumulado va pasando factura y la tecnología de reparación todavía no está en proceso, así que a cada segundo que pasa el daño provoca una caída de la efectividad de la Flota, que sigue sin poder frenar a semejante horda de enemigos.
La imagen muestra la densidad de enemigos presentes, es como si los Hiver hubieran enfurecido un avispero. El resultado es desolador porque al poco de salir por el flanco del planeta la Flota Hiver queda destruida al completo, no ha hecho falta siquiera que la Nave Mundo o las Naves Heraldos metieran baza.
El resultado es el esperado. La Flota Hiver es destruida y el planeta sufre una masiva pérdida de población. Por suerte la Flota Locust sólo tenía la misión de Golpear, así que en este turno se retira de nuevo a la profundidad del Espacio. Si tuvieran la misión de conquistar la cosa habría sido todavía peor. Eso no quiere decir que no vayan a volver pero de momento el resultado es que el sistema ha quedado hecho unos zorros pero sigo conservando el control sobre el mismo. Tendré que empezar de cero, reconstruyendo todas las infraestructuras destruidas.
La investigación de los
Algoritmos de Combate llega a su fin, lo que me permitirá tener más naves en cada Flota.
Los Hiver intentarán encontrar algo en la tecnología del Escudo Disruptor, a ver si hay suerte.
Permite “digerir” mejor las acometidas de las armas energéticas pero los Hiver no son buenos en los escudos, así que no hay que hacerse muchas ideas.
Con la finalización de la amenaza de los Locust, al menos de momento, la atención se centra en el contacto hecho con la nueva especie en el flanco derecho del Imperio.
Como se aprecia en la imagen, se ha ordenado mejorar el sistema fronterizo para prepararse para lo peor (que resulte ser un vecino hostil). En breve se podrá tener más datos sobre lo que se puede esperar de este nuevo vecino.
Efectivamente, los Hiver deben olvidarse de los escudos…
No obstante los Hiver insisten y van probar de ver qué factibilidad hay con los escudos defensivos básicos.
Es como picar piedra y tampoco hay que hacerse muchas ilusiones pero hay que probarlo.
Lo que sí está dando resultado es la incentivación del sector privado en la construcción de bases mineras.
Esto permite generar más producción en el planeta más cercano, lo que ayuda a que las construcciones se produzcan con más efectividad y mayor velocidad.
Y respecto a los escudos…
