UN FEBRERO CONVULSO y III

Pese a la difícil situación de los sajones, las cosas no parecían marchar del todo mal para Eadric Aelfricson. En pocos meses tenía heredera para su condado, que se había ampliado y ahora comandaba el ejército de toda Inglaterra.

De no ser porque la batalla contra los normandos se estaba perdiendo irremisiblemente, se diría que Eadric tenía motivos para sonreír.



Por fortuna no lo hizo ya que en los últimos días del mes, con el ejército sajón en una posición muy delicada, a punto de huir en desbandada los pocos efectivos que aún resistían, fue sorprendido mientras desde lo alto de una colina intentaba organizar a sus hombres. Apenas se apartó un poco de sus más allegados guerreros cuando apareció una gran oleada de soldados normandos. No hubo escapatoria posible y Eadric fue... capturado.




Eso supuso el golpe final para los sajones. Tras conocer la noticia, el rey y sus hermanos ordenaron que los supervivientes pusieran pies en polvorosa y marchasen de allí. La batalla de Newstead se podía dar por terminada con un tremendo fracaso para los intereses de Inglaterra.



Al día siguiente de la derrota, informada la condesa Elgiva del triste acontecimiento, se puso en contacto, a través del rey inglés, con las fuerzas invasoras para solicitar un rescate. El precio por la vida del conde se fijaba en 70 monedas de oro, más de lo que las arcas del condado tenían. Sería pues, necesario ahorrar y Eadric, para su desgracia, tendría que aguantar unos meses encarcelado. Por fortuna, la concesión del condado de Hereford ayudaría a sufragar el pago.

TRAS LAS REJAS

La batalla de Newstead dejó al ejército sajón al pie de los caballos. Apenas unos cuatrocientos efectivos y la necesidad de defender su territorio ante una amenaza que multiplicaba por veinte el número de hombres disponibles. El poder de los Godwin, de los sajones, estaba al borde de quebrarse de forma definitiva.

El rey Harold no quería resignarse y pese a que no estaba dispuesto a arriesgarse y ponerse al frente de los hombres, visto lo sucedido con el conde Eadric, que fue capturado en la batalla, ordenó nuevas levas de hombres al llegar la primavera.



A la izquierda, las nuevas levas en sus condados de origen. A la derecha, los hombres reunidos en el condado de Oxford.

La diferencia de fuerzas con los normandos, después de haber podido reclutar a más de mil nuevos guerreros, seguía siendo abismal y el tratar de enfrentarse, una auténtica locura. El nuevo ejército, ahora liderado por Eadmund, gobernador de la ciudad de Hartlepool, ahora al menos podía hacer frente a los noruegos quienes parecían esa primavera, tomar un nuevo impulso en sus intenciones contra Inglaterra.

En el condado de Schrewsbury y Hereford, el gobierno quedó en manos de la regencia de Elgiva, la condesa.



Y de nuevo Swaefred, el que fuera destituido como Capellán de la corte condal y que solicitó el puesto hacía unos meses, volvía a la carga. Se presentó ante Elgiva asegurando que su marido no fue tajante la última vez que se habían reunido y que, ahora que él por desgracia no estaba y era ella, "modelo de sensatez y cordura", según sus propias palabras, quien gobernaba el condado, volvía a solicitar el puesto que de forma injusta le arrebataron por las insidias de ciertos cortesanos. Elgiva consultó con la gente del consejo y estos manifestaron que el deseo del conde era claro: Uhtred, el actual Capellán, podrá ser un necio y Swaefred un hombre más valioso; el día podía ser claro y diáfano mientras la noche es oscura e intrigante; todo ello son verdades innegables, como que el obispado de Wenlock daba dinero porque Uhtred estaba contento. "¿Pagará Swaefred el rescate de vuestro esposo? No, me temo. El obispo de Wenlock, sí aporta su granito de arena", dijo uno de los miembros del consejo.

Así que, de nuevo, los deseos de Swaefred no fueron atendidos y éste marchó enfurecido de la corte, convirtiéndose en el miembro de la misma que más odiaba al conde.



Durante aquella primavera, el verano siguiente y los inicios del otoño, la condesa fue ahorrando hasta que, a mediados de octubre, se pudo disponer de la cantidad necesaria para pagar el rescate y devolver a Eadric al lado de su esposa y su hija.

¡ No hay forma de que sean los normandos y los noruegos los que se desgasten entre ellos !. ¿ No puedes establecer insidias entre ellos ?. ¿ No puedes atraer a uno de sus ejércitos hacia el otro usando tu pequeño ejército como señuelo ?.

Von Voit escribió:¡ No hay forma de que sean los normandos y los noruegos los que se desgasten entre ellos !. ¿ No puedes establecer insidias entre ellos ?. ¿ No puedes atraer a uno de sus ejércitos hacia el otro usando tu pequeño ejército como señuelo ?.

A ver, así en general, no; no manejando la mierda de condado que llevo en esta partida. Si mi personaje fuese el rey de Inglaterra, podría hacer más, mucho más, pero no es el tipo de partida que quería jugar. Como dije en la introducción, se trata tanto de jugar como de ver cómo juegan los demás sajones, algunos de ellos, casi todos, con más poder que yo.

Aun así, podría, si quisiera hacer algunas cosas, como levantar un pequeño ejército bajo bandera del conde, y moverlo yo a mi antojo, cosa que no puedo hacer con el ejército del rey. Pero, ya de entrada, para bien poco serviría, quizás para acabar antes con los "microdesembarcos" de noruegos que se producen constantemente, pero la IA también acaba con ellos, aunque más tarde de lo que lo haría un humano.

¿Por qué no quiero levantar un ejército propio? También lo dije al principio. Sólo lo haré en guerras a nivel condal, si otro conde me ataca o, en guerras de nivel superior si los otros condes también levantan su propio ejército. Podría ocurrir un enfrentamiento entre los duques del norte y, Godwin de Lancaster o el Príncipe Obispo Wulfstan de Worcester, levantar a sus hombres bajo bandera propia, para apoyar al duque; en ese caso, yo también haría lo mismo.

¿Insidias? Hombre no, alguna cosa podría hacer, como intentar matar al rey noruego o al duque normando, pero, aparte de que ahora mismo no tengo dinero para financiar una operación así y de que las posibilidades de éxito serían mínimas, ¡que lo intente mi rey! Caramba, yo no tengo por qué meterme en un berenjenal así, que lo haga el rey, que si el pierde la guerra, lo lamentará más que mi personaje que, lo más seguro, seguirá siendo manteniendo sus posesiones. En fin, que es una cuestión a medio camino entre la eficacia y la sensatez, entre jugar bien y jugar de un modo realista; en cualquier caso, no me conviene intentarlo.

Pues creo que sería interesante acercarse con un pequeño ejército (caballería sola si es que esta viaja más rápido) a los numerosísimos normandos, a distancia justa para atraerlos pero que no te cazen. De esta forma irlos acercando a los ejércitos noruegos, dejarlos "en suerte" (usando el término taurino) y salir pitando.

TRAS EL CAUTIVERIO

La situación en el reino, tan delicada, unida al encarcelamiento del conde, hizo que hubiera una cierta dejadez en los asuntos administrativos del condado. No olvidemos que a Eadric se le otorgó el condado de Hereford mientras comandaba el ejército inglés y que apenas diez días después, fue capturado. Tras esto, la regencia de la condesa quien acababa de tener a su primera hija y estaba más preocupada por eso y la situación de su marido, fue un tanto abúlica y apenas se atendió a los nuevos vasallos como era debido.
Más tarde, con el conde ya liberado, quiso pasar las primeras semanas muy cerca de los suyos, posponiendo las decisiones relativas al nuevo condado sobre el que tenía el poder.
Al terminar las navidades, decidió marchar a conocer sus nuevas posesiones y se encontró con que, efectivamente, sus posesiones eran ahora mucho más grandes, no así el dinero que obtenía mensualmente, pues en lugar de aumentar, era inferior al que obtenía antes de ser encarcelado y tener bajo su mano el nuevo condado.
¿Qué estaba pasando? Para empezar, el hecho de que su heredero fuese una niña es algo que no solía gustar a los vasallos, por lo que incluso el obispo Uhtred, su Capellán, había decidido volver a pagar el diezmo al papa. Cuántos quebraderos de cabeza iba a causar ese hombre... aún tenía la machacona voz de Swaefred pidiéndole que le restituyese en el puesto... Eso por lo que se refería a las viejas posesiones de Schrewsbury, donde sólo el gobernador de la ciudad de Schrewsbury pagaba religiosamente los impuestos, y es que Eardulf, su alcaide, era un muchacho siempre optimista, de la misma edad que el conde y leal hasta la muerte. No ocurría lo mismo con los nuevos vasallos. Las relaciones con el obispo de St. Ethelberts eran buenas, aunque no tanto como las de éste con el papa, así que le pagaba al jerarca católico los diezmos que recaudaba. Tampoco estaba dispuesto a pagar al conde el gobernador de Leominster, Eadulf de Archenfield, un hombre con grandes defectos que odiaba el temperamento fuerte de Eadric y que, unido a la joven heredera del condado, hacía que las relaciones fueran frías y distantes.



Había que solucionarlo y el conde sabía cómo hacerlo: repartiendo títulos honoríficos.

Por otro lado las guerras contra los invasores seguían por los mismos derroteros. Al inicio de 1069, noruegos y sajones iban a verse las caras de nuevo en una batalla de cierta importancia. Mientras, los normandos, con un ejército arrollador, seguían asediando y conquistando regiones con total impunidad.





__________________________

Nota: Lo cierto es que la supuesta abulia de la condesa no es más que un error por mi parte. Olvidé preocuparme de las relaciones con los vasallos y no sabía que el tener una heredera penalizaba las relaciones (por culpa de eso Uhtred deja de pagar el diezmo).

Von Voit escribió:Pues creo que sería interesante acercarse con un pequeño ejército (caballería sola si es que esta viaja más rápido) a los numerosísimos normandos, a distancia justa para atraerlos pero que no te cazen. De esta forma irlos acercando a los ejércitos noruegos, dejarlos "en suerte" (usando el término taurino) y salir pitando.

Eso no se puede hacer en este juego, ni aún llevando al rey de Inglaterra. Esto no es un juego táctico, las regiones son de cientos de quilómetros de largo y no puedes hacer amagos con caballería... vamos, de hecho no puedes ni separar la caballería. Las unidades te vienen por "packs", uno por cada señor feudal que te aporta las tropas que buenamente puede, las cuales pueden ser, por poner un ejemplo, 20 arqueros, 35 caballería ligera y 15 infantería pesada. Eso es una unidad que no puedes desintegrar u organizar a tu gusto, esos 70 hombres irán siempre juntos.

La concepción del juego es muy diferente a lo que estás acostumbrado, vecino. Esto es un juego que se parece muy poco a los "Combat Mission", "War in the East" o "HPS Ancients" que tú sueles jugar; aquí hay que cambiar el chip por completo.

Buenas, me lo acabo de leer de un tiron
Espero mas .
LLevo un tiempo pensando en hacer un AAR sobre el Hegemony pero el tema de la edicion de imagenes, como estructurarlo, hacer los textos bonitos, etc. me hecha un poco para atras. No tardes en dar otro capitulo please.

Saludos

Ronin escribió:Buenas, me lo acabo de leer de un tiron
Espero mas .
LLevo un tiempo pensando en hacer un AAR sobre el Hegemony pero el tema de la edicion de imagenes, como estructurarlo, hacer los textos bonitos, etc. me hecha un poco para atras. No tardes en dar otro capitulo please.

Saludos

Esta tarde, tras siesta obligatoria, sigo con el arreglo del mayúsculo y absurdo olvido del tema de la opinión de los vasallos.

Y sí, los AAR dan su trabajo. A cambio, yo al menos, suelo disfrutar más las partidas.

TÍTULOS HONORÍFICOS

Concluidas las celebraciones navideñas, Eadric junto a su esposa y la pequeña Elfleda, así como algunos de los miembros del consejo condal, marcharon hasta el castillo de Hereford para intentar mejorar las relaciones con los nuevos vasallos. En una ceremonia que estuvo acompañada por trovadores, un pequeño torneo de lucha y diversas exhibiciones de cetrería, alimentación y ganado, por la noche, en el banquete que el conde ofreció, fueron uno a uno otorgados diversos títulos honoríficos con la idea de acrecentar el ego de sus receptores y que la opinión de estos para con su nuevo señor feudal mejorase.
El primero en recibir honores fue Eardulf of Archenfield, alcaide de la ciudad de Leominster. Él en persona no pudo recibirlo porque se hallaba con el ejército inglés en plena lucha contra los noruegos. Eardulf fue declarado "Maestro de caza" personal del conde Eadric.
A continuación llegó el momento del obispo Offa de St. Ethelberts, quien fue agraciado con el más alto honor que el conde podía: "Copero", circunstancia que fue recibida por el obispo con una curiosa mezcla de orgullo y timidez.
También hubo premio para el ya famoso obispo de Wenlock, Uhtred al que muchos empezaban a apodar el Avaricioso. Al honor de participar en el consejo, se uniría el ser considerado como "Limosnero mayor" del condado. Pese a ello, Uhtred apenas manifestó alegría alguna pues de todos era sabido que en los últimos tiempos había manifestado a su círculo de allegados el deseo de ser el administrador del condado. Esto llegó a oídos de Eadric quien a punto estuvo de revocar no sólo el nuevo honor concedido, sino su puesto en el consejo e incluso apartarlo del obispado sobre el cual ejercía su poder. "Más cosas le doy, más me pide, y mientras, Swaefred, más se indigna. Un día terminaré con estos caprichos", dijo a su esposa. Sólo las buenas palabras de esta pidiéndole calma y que no se excitara, que recordara los recientes tiempos pasados en un calabozo de Ruan, consiguieron atemperar al conde.

Fruto de estas acciones, se consiguió que tanto Uthred como la ciudad de Leominster pagasen impuestos al conde. Sólo quedaban fuera de control los ingresos de St Ethelberts, aunque por el momento, el conde poco más podía hacer. La idea era ahorrar algo de dinero para ofrecer un regalo al obispo; cosa que tendría que esperar unos meses dado que las arcas condales estaban, tras el pago del rescate a William el Bastardo, completamente vacías.

Hay algo que no me cuadra, dices que fue Eadric el que lanzo un ataque por el flanco derecho y fue decapitado?

Editado y borrado
La verdad es que con tanto nombre me lio un poco. Entre nombres propios de personas y localizaciones me suelo liar (de hecho en mis partidas de cualquier juego cojo siempre a los españoles por eso mismo). Lo que pasa es que tengo algo de memoria y tenía presente que no habia nadie con el mismo nombre que el conde asi que pense que el que habia lanzado el ataque era él. Al ver que seguia vivo despues saltó la alarma.

Por cierto, el placer es mio por la historia tan interesante

Un saludo

Ronin: No te cuadra porque hay un error. El que lanza el ataque es Eadwin I de Lancaster, el duque, no Eadric Aelfricson, el conde. Eadric, Eadwin... se parecen mucho y los confundí.

Gracias por la precisión. Procedo a cambiarlo.

Te agradecería que editaras tu mensaje y borraras el "quote" que ahora mismo voy a cambiar.

Caramba, desde luego tengo un buen lector de mi AAR porque hay que estar atento para observar algo así. Con gente tan atenta da gusto .

SAJONES EN APUROS

Durante la batalla contra los noruegos en el condado de Essex, diversas huestes sajonas fueron levantadas en el sur del reino. A los más de mil quinientos hombres que allí formaron, se iban a unir unos pocos cientos más hasta completar un ejército unificado que bordearía los dos mil hombres. Las pretensiones del rey Harold eran que tras la refriega con los noruegos, ir poco a poco reforzando ese ejército hasta intentar hacerlo crecer lo suficiente como para hacer frente a los normandos.

Los sajones vencieron a los noruegos en lo que se conocería como la batalla de Colchester. Allí la noticia más destacada, aparte de la propia victoria, claro está, fue la herida que sufrió el hermano del rey Leofwine Godwindson, conde de Kent, Surrey y Sussex que lo incapacitaría pues a partir de ese momento quedó en estado comatoso en una cama y nadie sabría si se despertaría algún día. El ejército le dedicó la victoria; comandado por su también hermano Gyrth, duque de Norfolk. Al retirarse las escasas tropas noruegas que sobrevivieron, gritaron al unísono "¡Por Leofwine!", circunstancia que agradó sobremanera a la familia rel, a los Godwindson.



Unos días antes de que esto sucediera, mientras los hombres peleaban y se veía como la victoria iba a caer del lado sajón, se produjo un hecho que fue muy comentado en todo el reino. El duque de Lancaster, Estmond Hwicce, cuñado del rey, pidió la mano de la hija de su señor, Gytha Godwindson. No, no era su prima (la esposa del rey era su tía Aeldgyth Hwicce), , sino el fruto de un matrimonio anterior del rey con otra Aedgyth, esta de la casa Gaunt. El hecho importante es que el rey no accedió a la petición, alegando que ya la joven había sido prometida en esposales con un noble extranjero, Amédée de Savoya.
No gustó el rechazo, ni a Eadwin Hwicce, por supuesto, ni a muchos otros nobles pues en la delicada situación del reino no era el mejor momento para que un rey anduviese sin satisfacer deseos de sus súbditos que realmente sí estaban en sus manos. El único que se alegró del enlace abortado fue Morcar, tío del duque que, mientras éste no tuviera descendencia, era su heredero. Hubo rumores de que fue el propio Morcar quien insistió al rey para que negase dicho matrimonio, aunque no se pudieron demostrar.



Andaba campamento sajón algo revuelto por la petición no atendida del duque de Lancaster, aunque pronto todo ello quedó en un segundo plano. De nuevo el poderosísimo ejército normando era visto acercándose a sus posiciones y los exploradores vieron claro que no había modo de huir. Tal y como aconteció en la anterior batalla contra el duque William, la primera disposición fue sacar el mando a un miembro de la familia real y otorgárselo a Eadmund de Harlepool, para que en caso de la más que probable derrota, los riesgos y la mala fama del líder del ejército recayeran sobre un noble menor. Otro punto en contra del comportamiento de la monarquía sajona...



La batalla tuvo poca historia y fue más rápida que la anterior. La derrota tan clara como humillante: ni un sólo hombre del ejército sobrevivió y los líderes pudieron escapar todos ellos (al menos los principales) por los pelos. Del condado de Shrewsbury y Hartlepool, los gobernadores de las principales pudieron escapar de la escabechina. Ahora el ejército sajón se limitaba a unas pocas tropas sitas en los condados del suroeste y la guerra contra los normandos, se podía dar por perdida.



Si os fijáis, lo que digo sobre los mandos no es "añadido floral", por llamarlo de alguna manera. En las batallas contra los noruegos, en las que el ejército sajón suele ser ampliamente superior, siempre era Gyrth Godwindson, duque de Norfolk y hermano del rey, quien comandaba las tropas. Mientras, en las dos batallas contra los normandos, siempre en inferioridad, los sajones eran comandados por Eadric Wilde, mi personaje, un vulgar conde, y Eastmond de Hartlepool, un Isla Mayor, el gobernador de una ciudad.
Huelga decir que eso es una decisión de la IA, una curiosa decisión...

1069 UN MAL AÑO PARA INGLATERRA

Si el año había empezado mal para los intereses de Inglaterra, no discurriría mejor en los siguientes meses.

Durante el mes de marzo, el rey exigió a sus vasallos más hombres. Estos, pese al agotamiento y las pérdidas, respondieron al llamamiento porque veían que el reino estaba a punto de sucumbir y era su obligación realizar un nuevo y tal vez último esfuerzo. El conde Eadric volvió a liderar las tropas de sus condados y junto a los gobernadores de las principales ciudades, partió hacia el punto de reunión. En total, aportó 144 hombres entre sus posesiones de Ludlow y Hereford.



Más de mes y medio después, las tropas inglesas pudieron reunirse en Oxford. William el Bastardo no estaba dispuesto, sin embargo, a darles ninguna tregua esta vez y tan pronto la reunión se produjo, lanzó a los normandos, para variar mucho más numerosos, contra las gentes de Harald.
De nuevo, ante la amenaza, el rey inglés delegó en uno de sus condes, "honor" que recayó por segunda vez en Eadric el Salvaje. ¿Volvería a ser encarcelado? Eso temía su esposa...



...Mas no. El Ejército sufrió una nueva y humillante derrota en la que, tal y como ocurriera unos meses antes, volvió a ser aniquilado por completo. Esta vez Eadric sobrevivió sin problemas, advertido como estaba por su mujer quien le amenazó con no pagar el rescate si de nuevo volvía a ser capturado.

En los meses siguientes, volvió a repetirse el mismo proceso: levantamiento de levas, reunión y ataque victorioso de los normandos. Esta vez Eadric solicitó no ponerse al mando y un pequeño noble, Wiglaf de Sarum, ocupó el mando de las tropas. Obviamente, los Godwindson escurrieron el bulto, como siempre.

El año terminaba pues, con la enésima derrota, seis condados ocupados por los normandos y un ejército invasor que apenas se había debilitado y seguiría con su labor de asedio implacable. Nadie en el mundo dudaba ya de la derrota sajona; la única cuestión era cuándo se produciría la capitulación.

INQUIETUD EN SCHREWSBURY

Mientras el poder de la monarquía sajona se resquebrajaba, en el condado unificado de Schrewsbury y Hereford, la familia Aefricson intentaba sobrellevar la guerra como mejor podía. Ya hemos visto que el conde Eadric el Salvaje volvió a mandar sobre el ejército inglés que cayó derrotado en Oxford. Tras esa derrota, volvió a su condado y se ocupó del gobierno condal de nuevo.

Poca cosa a destacar ocurrió en aquella primavera a excepción de un pequeño incidente con una serie de pequeños nobles cuyas posesiones eran limítrofes a la propia heredad de Eadric. Sus peticiones no eran claras, embarrados en terminología legal pidieron por tres veces reunirse con el propio conde para dirimir no sé sabe muy bien qué asuntos sobre fronteras que debían otorgarles a ellos una parte de los ingresos que el condado recibía. Tanto hartó los hechos al conde que los dos sobrinos del peticionario, los cuales actuaban como sus portavoces, fueron reprendidos, encarcelados y azotados públicamente, y bajo amenaza de ser ahorcados se les despachó. La actuación enérgica de Eadric fue bien vista por la nobleza y eso aumentó su prestigio como señor feudal.



En los siguientes meses, el reino solicitó por dos ocasiones nuevas levas y la aportación del doble condado fue superior a lo esperado por el rey debido al buen hacer del mariscal Osred de Chirk que con su temple y dedicación sacó el mejor partido a los jóvenes de la región.



El acontecimiento del año, para desgracia de la gente de Schrewsbury, acontecería en el otoño. En septiembre, se tuvo noticia de que un tal Rhygyfarch, galés que venía en nombre de su señor, el conde de Perfenddwlad, andaba removiendo papeles en el obispado de Wenlock y hablando con algunos galeses, emigrantes de segunda generación casi todo ellos, acerca de unos supuestos derechos que su señor tenía en determinadas zonas del condado de Schrewsbury. El caso se asemejaba al ocurrido pocos meses antes, con la diferencia de que el tal Rhygfarch no era uno de sus súbditos y no se podían tomar las mismas expeditivas medidas y hubo que tolerarle su presencia pese a que no hiciera gracia alguna.
El galés se marchó y todo parecía haber quedado en nada cuando se recibió una misiva en la corte de Ludlow: el conde Edwyn ap Goronwy Tegaingl solicitaba a su homónimo de Schrewsbury que le entregase las tierras al oeste de la ciudad de Ludlow, así como la mitad de dicho emplazamiento ya que unos documentos que obraban en su poder y que habían sido calificados como auténticos por diversos eruditos de la iglesia (galesa, por supuesto), atestiguaban que tiempo atrás fueron concedidos al conde de Schrewsbury hasta que éste careciese de heredero varón, momento en el que serían devueltos a su legítimo propietario que sería, siempre según esos legajos, el conde de Pefeddwlad.
Eadric ni se molestó en responder la absurda petición, mas bien sabía que allí estaba y que el conde galés tenía una reclamación sobre su título en Schrewsbury. Eso sí, si quería hacerlo valer, tendría que usar las armas porque de otro modo, no sería.





El conde galés y su reclamación sobre Schrewsbury.