Bien! Reanudamos la partida! Felices fiestas a todos! Ayyyy, espero q papá Noel me traiga ese tanque q le he pedido para jugar con Koenig...

jeje, yo también iba ya a preguntar como andaba el cocido cuando han llegado los mensajes.

Iba a desearos Feliz 2013 y que los Reyes os trajeran muchas Thompsons con cargador de tambor, pero debo de ser pobre hasta para pedir, y el regalo que se ha pedido Vencini está mejor

Cuando el descenso se producía en medio del fuego enemigo, el instinto natural era de levantar las piernas y plegarlas casi en posición fetal, aunque en realidad ese gesto no suponía ninguna protección. Un hombre estalló literalmente por los aires, tal vez porque una bala trazadora hiciera blanco en su granada Gammon. En algunos casos los pilotos habían estado volando a menos de ciento cincuenta metros de altitud, y los paracaídas apenas tuvieron tiempo de abrirse. Hubo muchas fracturas de piernas y tobillos, y unos cuantos hombres quedaron paralizados, con la espalda rota. Un paracaidista que consiguió aterrizar sin mayores problemas quedó horrorizado al ver que uno de los aviones lanzaba a su grupo de dieciocho hombres a tan poca altitud que ningún paracaídas pudo abrirse. Comparó el sonido sordo de los cuerpos al estrellarse contra el suelo con «el que hace una sandía cuando cae de un camión en marcha». Otro grupo que fue lanzado a poquísima altitud a lo largo de una pequeña serie de colinas fue encontrado más tarde formando una larga hilera de cadáveres con los arneses puestos.

Análogamente, los que cayeron sobre árboles de gran altura se las vieron y se las desearon para poder liberarse del paracaídas, perfectamente conscientes de que mientras tanto constituían un blanco perfecto. Varios fueron alcanzados por los disparos mientras intentaban desembarazarse de su equipo. Entre los supervivientes se contarían muchas historias acerca de las atrocidades cometidas, historias sobre soldados alemanes que habían acabado con la vida de sus compañeros colgados a golpe de bayoneta o incluso dirigiendo contra ellos sus lanzallamas. Otras hablaban de cuerpos obscenamente mutilados. Los que caían en una de las pequeñas zonas de pasto protegidas por setos elevados sentían alivio si veían alguna vaca, pues la presencia de este animal indicaba la ausencia de minas. Pero no por ello dejaban de temer que llegara un alemán y les «clavara la bayoneta». Aterrizar en medio de la oscuridad detrás de las líneas enemigas, sin tener la menor idea de dónde estaba uno, no podía resultar más desconcertante y aterrador. Algunos oyeron movimientos y montaron a toda prisa su fusil, para descubrir al final que su llegada había atraído la curiosidad de alguna vaca. Los hombres se movían a gatas entre los setos, y cuando oían a alguien o algo, se quedaban inmóviles.

*Extraido del libro El dia D, de Beevor

Asi era la guerra que se estaba librando estas horas en Normandia.

Las tribulaciones del Alto Mando. Ike, espera ansioso y preocupado el desenlace de la batalla:
http://splicd.com/x7PNzHP2NM4/2976/3172

Patxi escribió:Las tribulaciones del Alto Mando. Ike, espera ansioso y preocupado el desenlace de la batalla:
http://splicd.com/x7PNzHP2NM4/2976/3172

Curiosamente no había visto esta pelicula, que me he tragado del tirón y ya está bajando.

Pese al típico tono "americanista", me quedo con una frase del final (un gran tipo el Ike, si lo que se cuenta en la peli es verdad):

"El 20% es mucho mejor que el 70%,
pero la pérdida de uno solo de ellos
es una pérdida para toda la humanidad decente.
Por otro lado,
si la persona caída en combate es usted o algún ser querido,
el porcentaje es del 100%".

Y eso siempre vale para un bando o para el otro.



Para los chicos de la compañía Dog:

"Ellos, esos grandes defensores,
sábían todo eso,
pero fueron de todos modos.
...
Quizás nunca veamos otros como ellos,
quizás nunca veamos otros como ellos."

Aviso a los pocos aliados que estan vivos, si dejais las armas podeis venir a cenar con el menda..

Parece ser que el sargento El Cid ha caido en Normandia....

Los más sedientos de sangre fueron «a la caza de teutones». Las balas trazadoras les permitían ubicar la posición de las ametralladoras alemanas, a las que hostigaban lanzando contra ellas sus granadas. La mayoría de los paracaidistas siguieron la orden de utilizar únicamente sus cuchillos y sus granadas en medio de la oscuridad. Pero uno que usó su fusil se dio cuenta luego de que de la boca del arma colgaba un preservativo hecho pedazos. «Lo coloqué allí antes de saltar para que no se mojara el cañón», contaría, «pero luego me olvidé de él.»
Los «cazateutones» también seguirían el sonido de voces alemanas. En algunos casos oían al enemigo acercarse por la carretera, marchando en formación. Tras dar a toda prisa el aviso en voz baja, le tiraban granadas desde el otro lado del seto. Algunos afirmaban que eran capaces de oler a los alemanes por el tufo de su tabaco; otros los reconocían por el crujido de su equipamiento de cuero. Las tropas alemanas parecían ir corriendo en todas las direcciones a medida que llegaban más informes sobre desembarcos aliados en uno y otro extremo de la península.

Los alemanes estan pletoricos. Sonrientes. Relajados... Saben que la invasion esta condenada al fracaso.

http://splicd.com/17UZhpx5hsA/97/108

*En rojo, fragmento del libro El Dia D, de Beevor.

“Sargento”- me dijo Ralph-“todo esta tranquilo. Podemos avanzar”

“Acercate y habla más bajo, Maldito Cabrón!”. A pesar de habernos arrastrado en momentos por el barro, aun olía a mierda, y los chicos mantenian la distancia, especialmente el cabo Ralph.

El no haber visto a alemanes desde que aterrizamos hacía que los chicos se empezasen a sentir demasiado comodos y perdieran la cautela.

Estabamos ocho, parapetados detrás de un “bocage” como los llamaban en Normandia. Sin oir un alma.

“Iremos hacia el siguiente bocage atravesando el arado por la zona más corta”. Nos exponíamos a una campo recien sembrado, sin cobertura alguna, y lo mejor era llegar hasta la siguiente muralla de setos lo más rápido posible. Mandé a dos hombre, Peter y Jim, que eran amigos de la infancia del sur de Nashville en Tennessee. Su acento sureño y lento me repateaba, pero como a todos, los sentia como hermanos.

Avanzaron a pie lentamente para no hacer ruido, y cuando ya estaban a medio camino sin haber oido nada, mandé salir a otros tres chicos, Mathews, Robert, y al bajito de Miguel, un inmigrante mejicano simpaticote que se tiraba unos pedos legendarios.

Entonces empezaron los tiros.

Peter cayó al instante de un disparo certero, y Jim se tiró al suelo junto al él sin saber donde esconderse.

“Todos al suelo” grito Ralph, mientras los disparos continuaban. Cayó Mathews tambien, pero no parecía que a los demás nos hubiese visto.

Nos quedamos parados, alternado la mirada entre el bocagge de enfrente, intentando escudriñar donde estaban los alemanes, y Jim parado en el suelo mirandonos con ojos de cordero como preguntadonos que podía hacer y que le sacaramos de ahi. Tenía lágrimas en los ojo.

Solo se oian los disparos alemanes, todos dirigidos ya hacía Jim.

Glub

Jim cayó en silencio. Aun creía que no nos encontrarían y podríamos salir de esta si no hacía ruido. Primero una bala le dió en la pierna. Entonces empezo a arrastrarse hacía su amigo Peter, sin hacer ruido. La segunda bala le dio en el brazo y dejó de avanzar. La tercera bala le revento una nalga. “Atina puñetero aleman”. La cuarta y quinta le volvieron a dar en el brazo. La sexta le atravesó el pie derecho. Ví como Jim intentaba apuntarse a si mismo con su fusil, pero solo era capaz de mover un brazo y no atinaba a poner el rifle en posición. La séptima bala volvió a su culo.

La octava bala por fin le acertó en la cabeza. Le entró por un ojo, y le salió por la oreja. Quedó irreconocible.

Miedo me da pensar como va a acabar esto....

Veo que toca apretarse los dientes...

Tranquilos muchachos!

En un plis los alemanes habían acabado con un tercio de los hombres que disponia, y mi boca hubiese expulsado el contenido de mis intestinos si no hubiese sido porque mi culo se le había adelantado hacia unos cuarenta minutos.

Pocas salidas teniamos para seguir avanzando y apostaba porque los alemanes creyensen que intentariamos otra distinta después del fiasco de hacia un minuto. Asi que decidí que continuariamos por el mismo sitio, esta vez bien pegados al suelo.

No me había equivocado. Pronto oímos a los alemanes corriendo al otro lado del bocagge, y nosotros nos dirigimos justo en dirección opuesta. Eso si, con mucha cautela.

Llegamos al final del bocagge donde una carretera lo cortaba y al otro lado un campo sin sembrar que nos llebaba hasta otro bocagge unos 50 metros más adelante. En ese momento aparecieron los alemanes siguiendo nuestros pasos. Habiamos avanzado demasiado lentos, pero ahora nada nos separaba de los alemanes, ambos estabamos expuestos.

Asi que, esperando que los alemanes titubeasen a avanzar, di la orden de salir corriendo hacia el bocagge que había más delante, rogando porque allí no hubiese alemanes apostados.