Contraataque de Mortain.
El Oberst Von Patoso Von Magsburg lidera el kampfgruppe que lleva su mismo nombre. Tiene órdenes de despejar la intersección de carreteras situado a 700 metros de Brouains antes de las 8:45 AM para permitir al resto de la división su paso hacia el mar y poder cortar de esta forma la linea de suministro de Patton.
El Oberst reune a sus hombres de confianza: Patzi Wilberg a cargo de su fuerza acorazada y Tiopepe Leifheim, al mando de la compañia de infanteria que dispone, por el momento, para la tarea. En el camino, uno de los dos Panthers que conformaban la fuerza blindada se estampa con uno de los camiones que llevaban la infanteria y ambos sufren daños, debiendo de iniciarse el ataque mermado. No hay tiempo que perder. El Oberst, como decíamos, reune en un bosquecillo cercano a sus subalternos y les explica el plan, antes de conocer la pérdida del blindado y el pelotón que montaba en el camión:

Tenemos una compañía de infantería (ya tocada), dos Pz.V, dos ametralladoras y un observador de artillería. La idea es la siguiente:

Dos secciones de infantería avanzarán por el bosque que tenemos delante y luego girarán a la izquierda, antes de una especie de arroyo que hay para llegar hasta un bosquecillo que hay más adelante y que nos permite asaltar el pueblo desde más cerca. Una de las ametralladoras acompañará a este grupo y la otra avanzará por el centro a ver si se ve algo desde el final del bosquecillo del centro. Si no se ve nada también irá con ellos.

La otra sección tiene que ir en los camiones a la carrera hacia el lado derecho, donde parece que hay otra zona de despliegue pero que no se si se puede usar. Tendrá que despejar los árboles que rodean una carretera que va por ahí porque la idea es que los tanques avancen por la derecha, con ellos. Los Panther también tendrán que ir a toda prisa para allá. Como no me fío, lanzaré una pantalla de humo por el flanco del avance de los camiones y los carros.

Los refuerzos que vayan llegando ya veremos dónde van.

El Feldwebel Patzi, otrora poderoso comandante que dirigió la estrategia para la captura de Brouains, fue degradado tras no haber podido controlar a sus subalternos y haber causado daños innecesarios en el bello campanario románico por el mero hecho de ser levantado a mayor gloria de la iglesia católica. Patzi Wilberg era un protestante recalcitrante y no olvida la pérdida de galones que sufrió por este hecho, a favor de Von Patoso Von Magsburg. El carrista se quejó diplomáticamente:

-Me parece un buen plan. Un par de dudas. En el avance por la derecha con mis blindados, ¿quién abre la marcha? ¿La infanteria a bordo de camiones o nosotros, los Panthers? Comparto su preocupación respecto a la presencia de algún AT emboscado en el bocage frente a nosotros ¿Tendremos suficiente cobertura de humo para cubrir esa pasarela de tiro al pato? Como uno de los vehículos resulte alcanzado o inmovilizado en esa parte, podría taponar el camino. Sugiero a la infanteria montada que nos acompañe a evitar circular por el centro de la carretera y hacerlo por por ambos lados del camino para evitar bloquearlo si alguno es alcanzado. La idea es moverse cuando la cortina de humo sea tendida, ¿no? No antes, me refiero.

Cogió el mapa y evocando galones pasados, siguió con su perorata intentando hacer de lado a Von Patoso:
-Para adelantar algo de tiempo, alguna sección de infanteria podría adelantarse a pie hasta el cruce para lanzar algo de humo delante del cruce (linea verde quebrada) y permitir situar los vehículos en la pista junto al bosque para adelantar algo el despliegue y permitir que, una vez tendida la cortina de humo, el avance sea más rápido.
También podría hacerlo algún Panther pero no creo que el comandante quiera arriesgar sus valiosos blindados en esas tareas menores.... -carraspeó y devolvió ufano el mapa al nuevo mando que le miraba estupefacto.

Von Patoso, carraspeó y contestó con firmeza:
-Estimado subordinado (en esta batalla). Los cuarteles generales diseñan las estrategias, el arte de la guerra como un todo que busca la destrucción del enemigo. Esas nimiedades sobre quien va delante y quien va detrás son decisiones tácticas que atañen a los oficiales inferiores como usted.

Y se le quedó mirando muy fijamente, a la vez que sonreía socarronamente, preguntando a continuación:
-¿Esa pasarela de tiro al pato no estará cubierta por el bocage? Mi miedo era el tramo sin nada de cobertura desde el final del bocage hasta la zona roja. Si ese tramo no está a cubierto no se si merece la pena avanzar por ahí.

Miraba a Tiopepe Leifheim pero se le adelantó en la respuesta Patzi Wilberg:
-La silueta de mis gigantescos Panthers asomarán cual pato de feria por encima del seto, téngalo por seguro. No llega a la altura del bocage. Es un seto escuchimizado. Ideal para esconder caracoles. Fatal para ocultar blindados. Aún así, los carristas somos gente echada para delante. Arriesguémonos. Siempre podemos mandar algunos de los kubelwagen de Tiopepe (cof, cof, cof, ejem, ejem, ejem) y ver si levanta alguna liebre por el camino. Después, una vez comprobada la ruta, no tengo inconveniente en liderar la punta de lanza derecha, pose marcial y gesto varonil mediante. Que siempre queda fetén en los noticieros del Die Deutsche Wochenschau.



El Hauptmann Tiopepe medió, como siempre, entre ambas primas donnas:
-Vaaaleee, vaaaleeeee, ya voy yo delante para que no se me preocupen. Mis hombres estan en los camiones. La otra compañia preparada para avanzar en medio del bosque.
Y añadió señalando la pista bautizada como "pasarela de tiro al pato":
-Voy a destacar por el flanco derecho una seccion de reconocimiento para otear el camino antes de arriesgar los Pz V.

Uy que mal ambiente veo, esto con un buen comisario del NKVD se arreglaba fácil pero de eso no gastais los cabeza cubos

Veamos como humean los blindados tras encajar impactos !!

Basurde escribió: ↑15 Jun 2021, 17:09 Uy que mal ambiente veo, esto con un buen comisario del NKVD se arreglaba fácil pero de eso no gastais los cabeza cubos

Nada, es sólo postureo. Esto de jugar batallas en modo cooperativo mola por el roleo que llevamos encima.

LordSpain escribió: ↑16 Jun 2021, 22:57 Veamos como humean los blindados tras encajar impactos !!

¡Cuánta inquina me teneis, ditos!

Mientras tanto, a retaguardia, la tripulación de uno de los pequeños Pumas que sirvió para dar comienzo a la ofensiva, seguían a la ofensiva pero ahora a pie.


Essen y sus muchachos

Essen le arreó una patada a una piedra que estaba al borde del camino. La piedra salió volando y acabó golpeando en una valla que delimitaba la propiedad de alguna granja cercana. Nowitzki se le quedó mirando:
-Qué te pasa jefe? ¿Todavía te dura el mal humor? Ya oíste a los del segundo escalón: la avería del Puma iba para largo y no podíamos perder más tiempo. Lo que hicimos fue lo único que podíamos hacer. Lanzar unas cuantas granadas por las escotillas y dejarlo hecho un cromo para que no lo pillaran los yankis o sus primos los bebedores de té. Descanse en paz el “Grifo”. ¿Los grifos son los que renacen de sus cenizas?
-No, palurdo – respondió Schmidt – Eso es el ave Fénix
-¿Y tú cómo estás tan seguro de que los grifos no renacen de sus cenizas?
-Estoy tan seguro como que ahora mismo tu hermana se debe estar trajinando a alguno de la Kriegsmarine. Todo el mundo sabe que las mujeres de Hamburgo son un poco putillas.
-¿Tú quieres que te parta la cara?

Essen no los escuchaba. Seguía maldiciendo su mala suerte. Su primera misión con un Puma nuevo y los deja tirados después del primer encuentro con el enemigo. Apenas habían podido aclimatarse al nuevo vehículo cuando el motor había dicho basta. Suponía que eran problemas de juventud del vehículo, nada que no se hubiera podido arreglar en circunstancias normales. Pero no se encontraban en unas circunstancias normales. Eran la vanguardia de la división Panzer y no tenían ni un minuto que perder. No había tiempo para reparaciones. Y ahora se encaminaban andando hacia lo que parecía que iba a ser un nuevo enfrentamiento. La punta de lanza de la división (sus compañeros) se habían parado para organizar un asalto a un nuevo pueblo. Hacia allí se dirigían ahora. Lentamente. A pie.

-No le hagas caso – apuntó Schmidt – Seguro que como buen von Patoso echa de menos estar en primera línea de batalla.

La mirada que le dirigió Essen le dejó bien claro que era mejor no seguir por allí. La broma de von Patoso estaba empezando a cargarle.

-En Alemania cada vez es peor la calidad de la producción – señaló Müller – Supongo que la falta de trabajadores especializados es una de las causas de estos percances.
-Dirás más bien que cada vez usan más mano de obra esclava. Mi primo que trabaja en una fábrica de armas ligeras me ha dicho que cada vez más componentes vienen de “las fábricas” de los campos de concentración.
-¿Tú qué opinas jefe?
-¿Sabíais que mi país era una potencia vanguardista en el diseño de vehículos blindados? – preguntó Essen a su vez – Se diseñó por parte de la Austro-Daimler el Panzerwagen mucho antes de la Gran Guerra. Las cabezas pensantes del KuK Armee dedujeron que no serviría para nada y no llegaron a ponerlo en servicio. De esos viejos cacharros derivan nuestros vehículos.

-Pues a lo mejor si lo hubieran hecho en tu país ahora iríamos cómodamente sentados y no andando como vulgares pisa-hormigas.
-¡Quién sabe!
-Entonces jefe ¿a qué nos vamos a dedicar ahora?
-Pues parece ser que Schweinsteiger está que trina con nosotros. Dice que hemos destruido uno de sus nuevos vehículos. Que somos unos torpes y que nos merecemos ser fusilados por sabotear material bélico. Así que nos manda para el frente a pie a luchar como infantería. Cuando lleguemos nos han dicho que hablemos con un tal Feldwebel Patxi y él nos dirá.


https://www.guerra-acorazada.blog/contr ... blindados/

El Hauptmann Tiopepe tiene un mal pálpito. Ordena a uno de los kubelwagen acercarse a la salida del bosquecillo, cerca de la pista que les llevará a la galeria de patos. Evita mirar al conductor aunque sabe que se trata de Pfeiffer.
-Cuando salga a la carretera, písele a fondo hasta llegar a esta pequeña curva y vaya directo, campo a través, hasta este punto de allí. Le cubriremos con humo.

Ultimas instrucciones antes de partir
Un par de hombres son apostados en los escuchimizados setos. Por si hay que cubrirles de alguna forma. Se reune con Von Patoso y le comenta:
-Con su permiso, voy a coger un Kubelwagen de esos que sobran y me voy a dar un rulo por la linea del frente.
Aunque lo que realmente piensa es que aun no se atreve a mover sus preciados camiones. No comparte el temor del carrista sobre los posibles antitanques emboscados en el bocage junto al pueblo sino en aquella colina del fondo medio tapada por la niebla.
-Pueden divisarnos a placer. Me da mal augurio... -dice para si mismo.
El Komandant dice que deben de darse prisa una vez lanzada la cortina:
-Señores, no sean tímidos y aprovechen el humo, que luego viene el traicionero viento y lo despeja en un plis-plas. Hay decenas de cruces de hierro esperando ser colocadas en el pecho de valientes alemanes, aunque estos estén en un ataúd...
Esa última frase no la dice aunque la piensa. Claro. No vayan a pensar sus subalternos que no tiene sensibilidad con la tropa. El humo empieza a caer. Un proyectil fumígeno tras otro. Cuesta una barbaridad que la cortina se asiente. Un par de minutos pero que a Pfeiffer se le hacen eternos.
El Feldwebel Wilberg también tiene la sensación de que el tiempo se ha detenido y mata los nervios mirando a su tripulación. Total, de aquí a un rato puede que no quede ninguno de ellos con vida. Fatalismo que le ha mantenido con vida desde el 6 de Junio.

El carrista se ha puesto ya toda la panoplia encima: medallita de la Virgen María, medalla de San Apapucio, milagroso santo que sostenía sin manos un sombrero de paja, y San Cucufato, que Dios salvó de tres tormentos antes de permitirle sufrir martirio para ascender a los cielos cumpliendo su deseo. El conductor no le quita ojo a la estampita de San Cristobal que baila de un lado a otro del espejo retrovisor interior que usan para afeitarse. Y dentro del carro han sacado un pequeño altar con una figurita de San Judas Tadeo, patrón de las causas difíciles y desesperadas, usando una vela hecha de cordita impregnada en aceite de transmisión para pedirle que lleguen de una pieza al otro lado del campo de tiro.

El Panther maniobraba tras un murete de bocage para salir a plena potencia a la carretera.

El degradado Feldwebel Patzi agudizó el oído para poder dar la orden de detener inmediatamente aquellas 44 toneladas de hierro desbocadas, aguja del velocímetro tumbada y rebasando los 45 kms/h, en cuanto el kubelwagen de Alfred J. "Pato Kwak" Pfeiffer saliese volando por encima del bocage, cosa previsible a pesar de que la espesa cobertura prometida se habia trocado por arte de birlibirloque en jirones de humo. La visita que le hizo el Hauptmann Tiopepe antes de partir hacia el frente a Mullingen, cayó en saco roto y el bueno de Mullingen nos habia vuelto a vender humo al prometernos que iríamos envueltos en una nube hasta el mismísimo Océano si se lo pedía tan noble caballero.



Puñetero Mullingan. Nos la habia vuelto a liar el muy hijo de puta.
Unos instantes antes, Pfeiffer, se aferraba con fuerza al volante. Como si fuese un bólido deportivo un día de carreras:
-Bien...-pensó para sus adentros el conductor del Kubelwagen-, ahora probaremos si esa cortina de humo es lo suficientemente espesa para ocultar nuestra marcha.
Trago saliva, metió la primera, y apretó con todas sus fuerzas el acelerador mientras el latido del corazón incrementaba sus pulsaciones a medida que la aguja del cuenta kilómetros ascendia por momentos.

Lanzó un grito desgarrador

-¡¡¡AAAAAAAHHHHHH!!!

La escena le resultaba familiar. Quizás el final de alguna peli de la UFA cuyo final no recordaba:

El kubel salió a la carretera, a la zona de tiro, derrapando como alma que lleva el diablo.

Volviendo al Panther...

Por el momento, aquel bocage ocultaba al blindado de la posible galeria de tiro aliada. Creyó escuchar entre el bramido ensordecedor de los 12 cilindros girando a 2500 revoluciones una tonadilla ("a veces soy infeliz, infeliz, infeliz, tener miedo a sufrir y de miseria, morir....tralali,.... que alegria que me hieran, fue emocionante hablarles...., tralala....."), que cruzaba de izquierda a derecha la galeria de tiro a toda velocidad ¿Sería el despreocupado "Pato Kwak" ejerciendo de señuelo? Aquel muchacho debía de estar tronado. Comprensible. Todo el mundo le daba por muerto. Aquellas misiones suicidas acaban pasando factura.



La letra de la canción no tenía desperdicio para ponerla de fondo en el cassette de los vehículos mientras se recorre la galeria de tiro a toda pastilla.... Muy adecuada, ciertamente.

En el próximo reporte, sabremos como acaba el pato Kwak Pfieffer y todo aquel audaz movimiento de envolvimiento alemán.

Un kubelwagen pasó a su lado, sin dejarles casi tiempo para apartarse. Essen pudo escuchar un mensaje que salía de la radio que manejaba un soldado que iba en el asiento de atrás: "Thelma lo ha logrado. Repito: Thelma lo ha logrado". Se preguntó qué significaría...

Alfred "Pato Kwak" Pfieffer, Thelma, frenó en seco, haciendo derrrapar las ruedas del coche sobre la hierba. Respiro aliviado cuando llegó al lugar designado por Von Patoso Von Magsburg. Otro clic en el tambor de la ruleta de rusa que se juega en primera linea.
Detrás de él, a cubierto por la cortina de humo, fueron llegando el resto, "Louise": el Panther y, con algo más de retraso, los dos camiones y vehículos ligeros que llevaban la segunda y tercera sección de la compañia encargada de tomar el cruce. Mullingan habia cumplido. El humo se habia espesado y el cruce por la galeria de tiro habia sido un completo éxito. Ese lingote habia conseguido aclararle la sesera al bueno de Mullingan.

Sin mediar palabra y como si no hubiese sido suficiente, Pfieffer saltó de su kubelwagen y se lanzó a la carrera, en labores de exploración, dispuesto a hacer saltar la banca, haciendo girar todo el tambor del revólver y acabar con su cuerpo cubierto de cruces de hierro o de otro tipo de metales más letales.

-Menudo tipo voluntarioso.
Fue el comentario generalizado dentro del Panther. Patzi Wilberg añadió:
-El tipo está completamente sonado.

La tripulación asintió y se acomodaron a esperar nuevas órdenes del Alto Mando mientras la infanteria comenzaba a descender de las cajas de los Opel Blitz. Ni jartos de absenta los muchachos del Panther iban a asomar el enorme morro por detrás de aquellos malditos setos inexplorados. Que la infanteria que les acompañaba, hiciese los honores.
Patzi Wilberg estableció contacto con Von Von (apelativo que le daban a Von Magsburg Von Patoso) y dió los nombres en clave para la operación de despliegue hacia la derecha:

-Thelma y Louise han llegado. Repito. Thelma y Louise han llegado.

-Supongo que esperan que crucemos la valla y..... -viendo la cantidad de vehículos que se acumulaban en el prado, Wilberg se volvió hacia el frente mientras hablaba con la tripulación del carro-, y luego Dios dirá.
-Querrá decir Von Masburg, Unterfeldwebel Patzi. Que Von Mansburg dirá... -aclaró Andreas, el artillero.
-Eso mismo.
-Me gusta más estar bajo las órdenes de Masburg que de Leifheim -dijo el conductor.
-Razóname eso, Lothar.
-Está claro. Leifheim pertence al arma de infanteria y para él, nosotros somos como un muro que detenga las balas que de otro modo tendrían que comerse sus muchachos.
El cargador Kholer añadió:
-No me gusta ir abriendo camino.
No era hombre de muchas palabras pero aquella frase resumía bien a las claras los pensamientos de la dotación del carro 321. El Unterfeldwebel Patzi seguía mirando a través de las mirillas que la cúpula. Veía al Hauptmann mirando nervioso hacia los últimos vehículos en llegar al lugar de reunión e intentaba adivinar los pensamientos del comandante de la compañía:
-Tenemos un guía que ha salido al camino. Tiremos abajo la cerca, salgamos a la pista, hagamos un poco de ruido y esperemos órdenes de Von Patoso Masburg sobre si seguimos el avance o esperamos aquí al resto de refuerzos.
-Jawohl

Mientras tanto, en el otro extremo de la pinza diseñado por Von Von, un pelotón de infanteria observaba sin pestañear como la escuadra de reconocimiento avanzaba a paso ligero al otro lado del arroyo. El sargento Anhalt, al mando de la Primera sección, se reunió junto al resto de sus hombres y les dijo:

-Las órdenes son claras: hasta no recibir señal visual de confirmación, no se mueve nadie de aqui.

Los hombres se apelotonaban en el extremo del bosque a la espera de su turno para iniciar el ataque.

-Proceso lento, pero que salvará muchas vidas -se repitió el suboficial.

Muy bueno, Patxi. ¡Qué arte!

Desde que le han degradado a Unterfeldwebel, Patzi está insoportable: tarda un montón en responder, no respeta establecido. Los hay a los que les sienta fatal no estar al mando. Eso esta pensando el Oberst Von Masburg que se había bajado del kubelwagen, para estirar un poco las piernas y para echar una meada entre los árboles. Antes de que pudiera alcanzar la linde del bosquecillo y poder vaciar la vejiga le llegó la voz de Krabbe, el operador de radio:

- Señor, le llama el Unterfeldwebel Patxi, el del Panther

Von Masburg dejó escapar un suspiro. Su deseada micción tendría que esperar un rato más. Y ya iban unos cuantos ratos. Se acercó apresuradamente a la radio a ver qué querían ahora. Mientras se acercaba de nuevo al vehículo se iba preguntando de qué parte de Alemania sería el apellido Patxi. Nunca lo había escuchado antes...

- Aquí von Masburg

El altavoz de la radio chasqueó y después se oyó la voz del suboficial:

- Señor, necesitamos órdenes para saber si debemos proseguir con el avance o si esperamos aquí al resto de refuerzos.
- Sigan adelante Unterfeldwebel. No tenemos ni un instante que perder. Pero por Dios, no vayan los primeros con el tanque. Que avance primero la infantería y que vayan explorando los lados de la carretera para asegurar su avance. Ustedes vayan detrás y sirvan de apoyo de fuego en caso de que encuentren al enemigo. Dígale al oficial al mando de la infantería que no estaría mal si pudiera destacar algún hombre para echar un vistazo a la colina que tienen a su derecha, no vaya a ser que desde ahí nos den algún susto.

Mientras hablaba él mismo se dio cuenta de que inconscientemente iba apoyando su peso de una pierna a la otra. Realmente necesitaba mear ya...


De acuerdo que la foto es de Patton. Pero el estilo de ambos mandos es similar. En la foto, Patton "supuestamente" orinando en el Rin. Supongamos a Von Patoso haciendo lo mismo en algún abeto al oeste de Brouains. De acuerdo que no es comparable una hazaña bélica con otra, pero para ilustrar el momento, nos puede valer la analogía ¡No sean tan quisquillosos, joer!

¡Qué vayan los primeros con el tanque! ¡El apoyo de infantería es de mariquitas!

-Jawolh, herr komandant.
El suboficial Patzi Wilberg se giró sonriente, dejando escapar un pequeño resoplido:
-Parece que Leifheim nos abrirá camino.
-Ya os dije que Von Mansburg era un tipo de fiar.... -apostilló ufano Lothar-, tengo ojo clínico con los oficiales.
Kholer chasqueó la lengua contra el paladar sonoramente y Lothar no dejó pasar aquel gesto de disconformidad. Llevaban una guerra soterrada desde hacia meses y el enclaustramiento entre aquellas planchas de acero no facilitaba el asunto:
-¿Algo que decir, mudito?
Kholer se encogió de hombros al percibir como Wilberg negaba con la cabeza:
-No.
Kholer era un tipo de pocas palabras. No cabía duda. Un asocial. Un ermitaño que odiaba el contacto con la realidad. Aquella cueva metálica estaba llena de gente, así que su instropección aumentaba cada vez que se cerraban las escotillas y el roce con sus camaradas circunstaciales de armas se estrechaba.
El Panther salió a la pista por el estrecho hueco que dejaba la valla que cerraba el prado, sin rozarla siquiera. Bodo, el operador de radio, dijo:
-Lothar eres el mejor conductor de toda la división pero, ¿no deberías de haber derribado la valla para que los camiones de infantería pudiesen pasar?
-Si puede pasar mi Panther, puede pasar cualquiera de esos mulos con ruedas.... ¿Has visto la diferencia de anchura con esas cajas de cerillas?
-Ademas -apuntó Andreas, el artillero-, respetamos la propiedad privada de los lugareños, ganándolos para nuestra causa.
Lothar asintió:
-¿Qué necesidad hay de generar más destrozos de los estrictamente necesarios? Además, considéralo como un entrenamiento para el día de mañana. Es bueno no abandonarse y ejercitarse en el manejo de las armas en cualquier ocasión. Ya escuchasteis la charla de Scheweinsteiger antes de partir, ¿no?
Wilberg seguía las evoluciones del blindado. Lothar lo estaba colocando, con buen criterio, pegado a la cuneta y al bocage, alejándolo de la zona boscosa que se alzaba a su derecha.
-Sea como sea, no va a hacer falta tumbar la valla.
Los hombres de Leifheim estaban saltando de los camiones, adelantando al Panther por la diestra e internándose por el bosque, colina arriba, tal y como habia ordenado el Oberst Von Von.
-No me gusta nada el lugar donde la carretera gira a la izquierda, junto a las primeras casas del pueblo. No vayan a tener allí metido algún antitanque. Fuego cuando el cañón esté listo, Andreas.
El primer cañonazo se incustró contra un árbol, tumbándolo. El artillero prostestó:
-Detén el tanque de una vez, Lothar, por el amor de Dios. Vamos a dejar el campo hecho un....
Andreas era un tipo criado en la ciudad. Por eso sentía tanto amor por la naturaleza. No la veía como algo utilitario sino como algo bello y armonioso. Allí donde sus compañeros veían futuras zonas cultivables y grandes extensiones donde plantar granjas o fábricas, él veía magnificiencia y esplendor. La obra más refinada del Creador.
El blindado se detuvo.
-Como desee su excelencia.... -le dijo usando un tono de criada, con sorna.
La ametralladora coaxial empezó a escupir fuego mientras Kholer cargaba un segundo proyectil.


https://youtu.be/SXYRQjzZZbk?t=226

-Ugggh.... -gruñó el cargador.
Un segundo cañonazo impactó en el lugar señalado por Patzi:
-Sigan batiendo esa posición. Tenemos proyectiles de sobra y ya hemos respetado suficientemente las propiedades franceses por el día de hoy.
Los gases y el calor provenientes de la recamara del cañón comenzaron a inundar lentamente el interior del blindado.

De repente, en la colina donde se encontraba el Oberst, la radio empezó a oler a chamusquina y un pequeño petardeo salió del interior del transmisor situado en el kubelwagen de mando. Todo indicaba que Von Mansburg no podría seguir dirigiendo la batalla. Patzi Wilberg dándose cuenta de la situación tras unos instantes donde las peticiones de órdenes se agolpaban sin obtener respuesta reaccionó, intentando arrogarse temporalmente el mando de aquella agrupación.

-Es mi oportunidad de hacerme con el control de la Compañía, ñec, ñec, ñec.... -pensó para sus adentros-, Von Patoso Von Magsburg ha debido de orinarse donde no debía o el Altísimo ha debido de tomarse esos orines como una denigración hacia los troncos de los abetos o alguna otra creación divina en la Tierra. Los Von al cuadrado nunca tuvieron la sensibilidad que la obra del Todopoderoso requería.
Y soltó por la radio, con la voz bajita:
-Solicito permiso para tomar el control temporal del Kampfgruppe. Si alguien tiene algo que decir que se manifieste de alguna manera.

Se habia saltado todo el escalafón existente pero suponía que Tiopepe Leifheim, bonachón como solía, no se lo tendría en cuenta y le dejaría hacer.

-Por fin podré rehabilitar mi maltrecho nombre.... -anheló escuchando el sonido monótono de la estática. Todo el mundo guardaba silencio.

Mientras tanto, Von Mansburg se encaminó rápidamente de vuelta al kubelwagen, tras finalizar la tan ansiada micción. Según se acercaba al vehículo pudo ver a Krabbe dándole unos fuertes golpes al aparato de radio, mientras lanzaba blasfemias sin parar:

- Maldito cacharro del demonio. Ponte en marcha, joder.

Von Mansburg se acercó al atribulado Obergefreiter:

- ¿Qué es lo que pasa?
- Es el maldito trasto éste, Señor, que funciona cuando le apetece. Al salir me dijeron algo sobre un número de serie, pero la verdad es que no sé qué tiene que ver para que no funcione.
- ¡Vaya usted a saber! Déjeme a mí
- Lo último que he podido escuchar es que el Unterfeldwebel Wilberg, el del Panther, decía que como no tenían comunicación con usted, asumía él el mando.

A Von Mansburg se le cambió la cara y las orejas se le pusieron rojas de rabia. Se iba a enterar el suboficial chusquero ése. Acercó el oído a la radio y escuchó un zumbido en un lateral. Le atizó un sonoro sopapo justo donde se producía el zumbido y la radio volvió a la vida. Inmediatamente le ordenó a Krabbe que le pusiera en contacto con Wiberg.

- Unterfeldwebel Wiberg, me han dicho que se considera usted capacitado para sustituirme y asumir el mando ¿es así?

Escucho algo parecido a un atragantamiento, pero no recibió ninguna respuesta

- Mire, Wiberg. Me han dicho que le han degradado ya a su rango actual por no se qué historias. Si no quiere acabar lo que queda de guerra luchando en primera fila contra los ivanes como soldado raso, más le vale estar calladito y obedecer las órdenes ¿está claro?

Cortó la comunicación sin darle tiempo a Wiberg a responder. Seguramente no era un mal hombre, pero había mucha gente en el escalafón antes de llegar a él. Y por supuesto, él mismo, Von Masnburg, no estaba dispuesto a morir ni a ser herido y perder el mando. ¡Faltaría más!

Wilberg tragó saliva. Aquella reprimenda por la radio habia sido humillante. Dolorosa. No se dijo ni una palabra más. Von Mansburg les acababa de orinar encima. Igual que hacen los perros cuando quieren marcar territorio. Maldito Von Mansburg. Aquello no iba a acabar así.

Los infantes, ajenos a toda aquella lucha intestina de egos, sobrepasaron el blindado pasando cerca del cañón que escupía plomo contra la arboleda. Andreas tuvo que dejar de hacer fuego para no causar bajas entre los suyos. Lo que les faltaba para cabrear más a aquel maldito austriaco reconvertido a prusiano con su doble ante-apellido Von. El silencio dentro del blindado era espeso e incómodo.

-Atrás, Lothar -dijo Wilberg, añadiendo-, busquemos una buena posición para abatir el edificio que protege la carretera en la entrada del pueblo.

El Panther se puso en movimiento lentamente hacia atrás esperando que escampase y que aquel mal trago se olvidase pronto. Alguien pagaría los platos rotos y a falta de campanario que volar para desquitarse, aquellas limpias y relucientes ventanas normandas tendrían que bastar para calmar la furia que se estaba acumulando dentro de aquella olla a presión con orugas.