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Hubo una vez una guerra

Publicado: 20 Jun 2005, 09:20
por cannon2004
3 de octubre de 1943, en algún lugar del escenario de la guerra en el Mediterráneo. —Sobre el suelo de acero de los CLI, los hombres se sientan en corro y, por una vez, hablan y ríen, incluso, gastan bromas, aprovechando la ocasión. Todos tratan de reducir el importantísimo momento a algo normal, algo ordinario, algo a lo que ellos estén acostumbrados. Y se burla uno de otro; uno al otro se acusan de llevar sobre sí algún estigma físico; recuerdan sucesos de días recientes y, a lo último, el silencio vuelve gradualmente sobre ellos, y ellos quedan silenciosos, a causa de que lo descomunal de esta experiencia de ahora empieza a hacérseles presente.

Son novatos estos soldados. Han sido adiestrados hasta la perfección dura y eficazmente. Sólo les falta una cosa para ser auténticos soldados: el fuego del enemigo. Y nunca serán soldados hasta cumplido este requisito. Ni uno solo de entre todos ellos conoce qué es lo que hará cuando suceda la terrible cosa. Nadie sabe cómo la recibirá; si correrá o si quedará como inmovilizado o si, en fin, se convertirá en un buen soldado. No hay forma de conocer, de antemano, qué es lo que ocurrirá a cada uno. Y esto es, acaso, lo que más fastidia.

Esa es la diferencia entre los novatos y los soldados de verdad. Mañana a esta hora estos hombres, los que sigan con vida, serán diferentes. Ellos sabrán entonces lo que no pueden saber esta noche. Sabrán cómo afrontar el fuego. Ahora hay poco peligro: van a seguir el adiestramiento, pues ninguno de ellos sabe que ésta es la noche anterior al día señalado para el asalto. No hay forma de que ningún soldado lo sepa.

4 de octubre de 1943, en algún lugar del escenario de la guerra en el Meditrráeo. —Hay una buena playa en Salerno, y el desembarco en la "Red Beach n°. 2" es excelente. Los ducks llegan cargados hasta la orilla y, saliendo del agua, corren hacia los camiones, y es colocado el muelle flotante, que llega hasta afuera del mar y por el que van saliendo los camiones de desembarco. A lo largo de la playa son dispuestas diversas rampas para el desembarco de camiones.

Hay pequeños arbustos en las dunas de arena de la "Red Beach", al sur del río Sele, y en un agujero existente en la arena se tiende un soldado que lleva un teléfono. No lleva camisa, y su espalda aparece extraordinariamente morena a causa de la quemazón del sol. Deja el casco sobre la arena, y el rifle sobre un racimo de matojos para preservarlo de aquélla. Y ha montado una especie de refugio para resguardarse del sol, y, además, lo ha recubierto de matojos para camuflarlo. Tiene con él un bote con agua y una de las vasijas para el rancho.

El soldado dice:
—Seguro que aquí no falta la bebida. Debe de llover mucho. Yo no me atrevo —sigue después— a explicarte a qué sabe esta agua.
Tomo un poco de ella.
—Sabe mal, ¿verdad?
— Desde luego —respondo.

Desde la cima de las colinas llegan las granadas de los "88", que levantan nubes de arena. Entre la arena y el sudor, aparecen surcos en la cara del soldado. Y su pelo y ojos, contrastando con lo enrojecido de la piel bajo el sol, aparecen muy blancos. Pero existe cierta felicidad en él.

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Todo esto es un fragmento de Hubo una vez una guerra de John Steinbeck. Son las memorias de Steinbeck cuando fue corresponsal de guerra en la SGM. Cuenta sus vivencias en Inglaterra, norte de África e Italia.

Me lo acaban de pasar en formato DOC. Si alquien lo quiere, que me mande un correo a cannonARROBAya.com.

Bye.