Es la guerra!!!
Publicado: 18 Feb 2008, 18:39
Os paso la dirección de este blog porque toca nuestra temática y me parece muy interesante, os pongo a modo de referencia una de las últimas entradas:
Los mejores soldados
Bueno, dejamos el cálido clima caribeño para volver a la fría Europa.
Dejé pendiente la referencia a una entrevista publicada por El País Semanal, del genial periodista Jacinto Antón al historiador militar británico Max Hastings (en la foto), autor por ejemplo del libro Armagedón (Crítica), que trata de la última fase del frente occidental. Mejor que comentar la entrevista es leerla directamente aquí.
Pues bien, la entrevista no tiene desperdicio, pero os aconsejo que la leáis cuando tengáis tiempo para degustarla. Hastings dice cosas muy interesantes, pero una que me sorprende especialmente es que a la pregunta de quiénes fueron los mejores soldados él responde sin dudar que los alemanes. ¡Y eso viniendo de un inglés que además tiene el título de Sir!
Eso me ha hecho recordar unos datos que recogí de no sé ahora dónde, sobre un tipo que inventó un método científico para cuantificar el valor de los soldados durante la Segunda Guerra Mundial.
Ese reto, el de elegir los mejores soldados, fue afrontado por un historiador norteamericano, Trevor N. Dupuy. Tras estudiar docenas de batallas de la Segunda Guerra Mundial, Dupuy estableció en 1979 un sistema de medición que denominó Quantified Judgment Model (Sistema Cuantificado de Valoración); teniendo en cuenta una inacabable serie de variables, desarrolló un modelo matemático capaz de trasladar al universo de los números el valor de los soldados en el campo de batalla. Las conclusiones de la aplicación de sus fórmulas matemáticas fueron ampliamente criticadas por otros historiadores, pero aún así es interesante conocerlas.
Dupuy llegó a la misma conclusión que Hastings: los mejores soldados fueron los alemanes. En los primeros meses de la Operación Barbarroja, el valor de los soldados de Hitler era un 200 por ciento superior al de sus oponentes. Es decir que –al menos, en teoría- un grupo de alemanes podía enfrentarse en un plano de igualdad a otro de rusos con el doble de efectivos.
Estas cifras irían variando a lo largo de la contienda, descendiendo progresivamente el coeficiente del lado alemán. Aún así, la superioridad teutona sobre los hombres de Stalin se mantendría hasta el final. Incluso en los peores momentos, los soldados germanos presentaban un índice de superioridad sobre el Ejército Rojo del 58 por ciento.
En el frente occidental, pese al abrumador despliegue de la fuerza anglo-norteamericana, los alemanes consiguieron colocar a los Aliados en frecuentes aprietos, como sucedió durante la frustrada operación Market Garden o, poco después, en las escaramuzas del bosque de Hürtgen o incluso en los momentos iniciales de la batalla de las Ardenas. La razón de esta resistencia a ultranza puede estribar en el índice de superioridad de las tropas germanas, que –siempre según Dupuy- presentaba un 26 por ciento; es decir, que -si no me equivoco- cuatro alemanes podían luchar de forma igualada contra cinco aliados.
Si en Europa, el valor de las tropas del Eje era superior a la de sus adversarios, en el escenario del Pacífico prevalecía el de los Aliados. En este caso, los norteamericanos presentaban un índice del 30 por ciento de superioridad sobre los japoneses. Rompiendo así el mito de la combatividad del soldado nipón, si el Ejército del Sol Naciente quería luchar con alguna probabilidad de éxito contra un millar de estadounidenses era necesario presentar a la batalla 1.300 soldados del Emperador.
Aunque el planteamiento matemático aplicado por este historiador merece muchas objecciones y es aconsejable contemplarlo como un simple divertimento, la realidad es que sus fórmulas han gozado de una utilidad práctica. Los programadores de videojuegos bélicos han tenido una gran ayuda en las conclusiones de Dupuy, puesto que se han ayudado de ellas para adjudicar el diverso potencial de las fuerzas contendientes y acercar el desarrollo de las situaciones creadas por estos juegos a la realidad histórica.
Así que ya lo sabéis, no os creáis las pelis de Hollywood en las que sacan a los soldados alemanes torpes y tontos, cayendo como moscas ante los valientes y aguerridos aliados...
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Los mejores soldados
Bueno, dejamos el cálido clima caribeño para volver a la fría Europa.
Dejé pendiente la referencia a una entrevista publicada por El País Semanal, del genial periodista Jacinto Antón al historiador militar británico Max Hastings (en la foto), autor por ejemplo del libro Armagedón (Crítica), que trata de la última fase del frente occidental. Mejor que comentar la entrevista es leerla directamente aquí.
Pues bien, la entrevista no tiene desperdicio, pero os aconsejo que la leáis cuando tengáis tiempo para degustarla. Hastings dice cosas muy interesantes, pero una que me sorprende especialmente es que a la pregunta de quiénes fueron los mejores soldados él responde sin dudar que los alemanes. ¡Y eso viniendo de un inglés que además tiene el título de Sir!
Eso me ha hecho recordar unos datos que recogí de no sé ahora dónde, sobre un tipo que inventó un método científico para cuantificar el valor de los soldados durante la Segunda Guerra Mundial.
Ese reto, el de elegir los mejores soldados, fue afrontado por un historiador norteamericano, Trevor N. Dupuy. Tras estudiar docenas de batallas de la Segunda Guerra Mundial, Dupuy estableció en 1979 un sistema de medición que denominó Quantified Judgment Model (Sistema Cuantificado de Valoración); teniendo en cuenta una inacabable serie de variables, desarrolló un modelo matemático capaz de trasladar al universo de los números el valor de los soldados en el campo de batalla. Las conclusiones de la aplicación de sus fórmulas matemáticas fueron ampliamente criticadas por otros historiadores, pero aún así es interesante conocerlas.
Dupuy llegó a la misma conclusión que Hastings: los mejores soldados fueron los alemanes. En los primeros meses de la Operación Barbarroja, el valor de los soldados de Hitler era un 200 por ciento superior al de sus oponentes. Es decir que –al menos, en teoría- un grupo de alemanes podía enfrentarse en un plano de igualdad a otro de rusos con el doble de efectivos.
Estas cifras irían variando a lo largo de la contienda, descendiendo progresivamente el coeficiente del lado alemán. Aún así, la superioridad teutona sobre los hombres de Stalin se mantendría hasta el final. Incluso en los peores momentos, los soldados germanos presentaban un índice de superioridad sobre el Ejército Rojo del 58 por ciento.
En el frente occidental, pese al abrumador despliegue de la fuerza anglo-norteamericana, los alemanes consiguieron colocar a los Aliados en frecuentes aprietos, como sucedió durante la frustrada operación Market Garden o, poco después, en las escaramuzas del bosque de Hürtgen o incluso en los momentos iniciales de la batalla de las Ardenas. La razón de esta resistencia a ultranza puede estribar en el índice de superioridad de las tropas germanas, que –siempre según Dupuy- presentaba un 26 por ciento; es decir, que -si no me equivoco- cuatro alemanes podían luchar de forma igualada contra cinco aliados.
Si en Europa, el valor de las tropas del Eje era superior a la de sus adversarios, en el escenario del Pacífico prevalecía el de los Aliados. En este caso, los norteamericanos presentaban un índice del 30 por ciento de superioridad sobre los japoneses. Rompiendo así el mito de la combatividad del soldado nipón, si el Ejército del Sol Naciente quería luchar con alguna probabilidad de éxito contra un millar de estadounidenses era necesario presentar a la batalla 1.300 soldados del Emperador.
Aunque el planteamiento matemático aplicado por este historiador merece muchas objecciones y es aconsejable contemplarlo como un simple divertimento, la realidad es que sus fórmulas han gozado de una utilidad práctica. Los programadores de videojuegos bélicos han tenido una gran ayuda en las conclusiones de Dupuy, puesto que se han ayudado de ellas para adjudicar el diverso potencial de las fuerzas contendientes y acercar el desarrollo de las situaciones creadas por estos juegos a la realidad histórica.
Así que ya lo sabéis, no os creáis las pelis de Hollywood en las que sacan a los soldados alemanes torpes y tontos, cayendo como moscas ante los valientes y aguerridos aliados...
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