Concepto interesante "Cock-up"
Publicado: 26 Feb 2009, 00:11
Leyendo este fragmento de "La batalla de Inglaterra" de Stephen Bungay, no pude dejar de pensar en el Witp. Lo pongo aquí a ver que les parece.
¿Cuántas veces jugando al Witp han tenido la sensación de "cock-up"?Librar una batalla es sin duda la más desorganizada y confusa de todas las actividades humanas. Es por eso por lo que los militares profesionales hacen tanto hincapié en el orden y la planificación. Los planes siempre acaban trastocados, en parte porque para eso está aquí el otro bando, y hasta cierto punto siempre tienen éxito. Muchos viejos soldados hacen suya la teoría bélica de cock-up «meter la pata», según la cual el bando que va ganando se limita a hacer lo menos posible, con lo que pocas cosas pueden salir mal, y espera que el otro la fastidie, meta la pata. Si algo está organizado, producirá una metedura de pata, por lo que será contraproducente. En todo esto hay un tono hiperbólico, pero la teoría de cock-up tiene mucho a su favor. La historia sugiere que los planes victoriosos son muy simples, y que las batallas se pierden más que se ganan. Los vencedores cometen menos errores que los perdedores. No pensemos que esto es un menosprecio a los generales. Habida cuenta de la inherente disposición de todos los ejércitos hacia ellos, para no meter la pata se requiere una habilidad, un ánimo y una resolución enormes. Para empezar, los grandes generales procuran no exponerse a demasiados planes. Los planes buenos minimizan el potencial de cock-up, que se presenta en distintas modalidades.
La primera es la ignorancia. La ignorancia es intrínseca y tiende a incrementarse a medida que avanza la batalla. Nadie puede echar un vistazo al otro lado de la colina, pero un general intenta averiguar tanto como sea posible sobre la fuerza, las órdenes y las intenciones del enemigo. Lo que no sepa antes del inicio de las hostilidades será aún más difícil saberlo después. En la batalla, las unidades se mezclarán, se perderá el punto de reunión, y tropas amigas se dispararán mutuamente. Un plan que confíe en que esto no va a suceder saldrá mal.La segunda es la incertidumbre originada por factores que trascienden el control, que también es intrínseco. La mayor duda es el tiempo atmosférico. La lluvia puede transformar tierra firme para la caballería o los tanques en barro intransitable. El frío puede congelar armas y soldados. El alta mar puede inundar naves de desembarco, las tormentas pueden destruir puertos, el viento puede apartar a los bombarderos de su ruta, las nubes pueden ocultar objetivos. Los buenos planes son lo bastante sólidos para funcionar en cualquier circunstancia.
La tercera es la complejidad. Cuanto más complejo es un plan, más probable es que ceda a la presión, siendo las comunicaciones el elemento crítico. Por lo general, se rompe una cadena de episodios interdependientes en el tiempo. La fuerza aérea va a bombardear posiciones enemigas, la artillería abrirá fuego, los tanques despejarán los campos minados, los ingenieros harán volar los bunkeres, la infantería atacará, pero, por ejemplo, si los aviones despegan tarde, bombardean los tanques. No sólo hay que reducir al mínimo la complejidad, sino que las comunicaciones han de ser lo bastante consistentes para que todo el mundo pueda saber si hay algún cambio en el plan. Y aun así, alguno se olvidará de decírselo a otro.
La cuarta es el equipo. Está en el lugar equivocado en el momento oportuno o en el lugar oportuno en el momento equivocado. O no funciona. Las radios se estropean, los motores no se ponen en marcha, las armas no llevan la munición que les corresponde, se entregan recambios para otro tipo de tanque, mandan la gasolina al cocinero, alubias a la primera línea y condones al capellán. En el combate, los mapas son de otro lugar y las armas se encasquillan. Las personas sensatas no convertirán equipos flamantes, no probados, en el elemento esencial de sus planes, porque no funcionarían, sino que conservarán una organización de suministro, recuperación, mantenimiento y reparación cerca del frente.
La quinta es el adversario. Es sorprendente el número de planes militares que presuponen la plena cooperación del enemigo, e igual de sorprendente que esto casi nunca sucede. Cuando en mayo de 1940, en una de esas raras ocasiones, el Alto Mando aliado hizo exactamente lo que el Estado Mayor alemán esperaba que hiciera, muchos alemanes creyeron que era demasiado bonito para ser cierto, que allí había truco. En general, aunque nuestro bando tenga un gran potencial para prepa¬rar estrategias, cabe esperar que el adversario echará una mano, y por tanto no debemos tener en el plan ningún punto crítico subordinado a que aquél haga una cosa concreta. Seguramente el enemigo no será capaz aunque quiera, pues también está preparando estrategias.