[AAR]: El contraataque de Manstein
Publicado: 01 May 2009, 00:13

Vista panorámica de Stalingrado
El invierno de 1942 fue de los más duros para la Wehrmacht, no sólo por lo que supuso el desastre del embolsamiento del Sexto Ejército de Paulus en Stalingrado, sino porque los rusos empezaban a demostrar que estaban aprendiendo rápido y se volvían cada vez más ambiciosos. Los tiempos dorados para el Ejército alemán habían acabado, o eso parecía.
La situación para el Ejército alemán en el sur de Rusia a finales de 1942 y principios de 1943 era dramática. Con todo el flanco Sur expuesto y lleno de brechas ante la pérdida de casi 200.000 soldados alemanes en Stalingrado, más la desaparición de grandes cantidades de divisiones de tropas aliadas (húngaros, rumanos e italianos) por los recientes ataques rusos, la Wehrmacht se encontraba con grandes extensiones de terreno defendidas por tropas exhaustas, mermadas y lejos de sus fuentes de avituallamiento. La imagen era desesperada y dramática para un ejército que hacía pocos meses parecía tener la victoria a su alcance.

La ofensiva alemana en el verano del 42 conduce a la Wehrmacht hasta Staligrando, a las orillas del Volga. El flanco sur del frente alemán se extiende en forma de L, dejando muy expuesto el flanco izquierdo, algo que sería explotado por los rusos durante el terrible invierno de 1942
Stalin y sus generales estaban de acuerdo que era el momento de aprovechar las ventajas operativas logradas con el éxito en Stalingrado y dar otro golpe definitivo atacando masivamente en dirección a Kharkov y Rostov, con el objetivo claro de flanquear y cortar la retirada a todas las tropas del debilitado flanco Sur alemán, donde se hallaban el Grupo de Ejércitos A y el Grupo de Ejércitos del Don. La amenaza era muy grave porque durante el avance alemán del verano de 1942 hacia Stalingrado el flanco sur alemán se había alargado mucho hacia oriente (creando un balcón en forma de L más allá del Don hasta llegar al Volga), dejando muy expuesto su flanco izquierdo de avance, algo que desembocó en el cerco del Sexto Ejército y que amenazaba ahora con agravarse todavía más con la posibilidad de que quedaran embolsados los dos Grupos de Ejército arriba mencionados.
Ante este panorama tan desolador el Alto Mando alemán tuvo el acierto de dar el mando del Grupo de Ejércitos del Don al mariscal de campo Erich Von Manstein, que había salido con éxito de sus anteriores obligaciones en el frente ruso y al que muchos consideraban como el estratega más brillante de la Wehrmarcht. Von Manstein era plenamente consciente de a qué se enfrentaba cuando llegó el primer día a tomar posesión de su cargo y sabía que el Ejército ruso se centraría en su sector para intentar derrotar al Ejército alemán. Todo el frente ruso dependería de la capacidad de las fuerzas a su mando para defender el flanco sur de las nuevas embestidas.

Erich Von Lewinski (alias Von Manstein)
La superioridad numérica rusa para principios de 1943 en esa zona de la contienda era abrumadora. Manstein estimaba en 341 las divisiones rusas que se encontraban repartidas desde el mar de Azov, que hacía de frontera en el sur, hasta Kharkov en el norte, mientras que el Grupo de Ejércitos a su cargo sólo podía ofrecer 32 divisiones. Las divisiones alemanas eran oficialmente y sobre el papel más numerosas individualmente que las rusas pero aún así la superioridad rusa era de unos 7 a 1 en hombres y era mucho más acentuada en lo que se refería a unidades blindadas: 5.000 carros rusos por unos 500 alemanes. En algunos sectores del frente la superioridad era incluso mucho mayor.
Este era el panorama desolador al que se enfrentaba Manstein. Sus mermadas fuerzas estaban repartidas a los siente vientos cubriendo grandes extensiones de terreno y con muchas brechas entre sus fuerzas. Una verdadera pesadilla estratégica ya que era imposible aguantar firmemente en esas posiciones tan expuestas y con tan pocas tropas disponibles.
Erich Von Manstein era un mando muy capaz, seguramente uno de los mejores estrategas de la 2ª GM. Era un soldado que comprendía perfectamente la importancia de la guerra móvil, de la necesidad de utilizar ésta para acudir con concentración de fuerzas allí donde hubiera crisis locales, sin dudar en dejar otros puntos más expuestos si fuera necesario. Dominaba con solvencia el arte de las grandes operaciones, capaz de leer e interpretar los problemas operativos rápidamente y sacar provecho de las situaciones más dramáticas. Estaba en contra de la defensa que pregonaba Hitler de “agarrarse al terreno” en posiciones fijas y creía firmemente en la flexibilidad como vehículo para lograr éxitos y victorias en el frente del este, sacrificando terreno a cambio de obtener movilidad y concentración de fuerzas, algo a lo que Hitler nunca se avino.

Manstein debate con Hitler y el Estado Mayor alemán la estrategia a seguir en el flanco sur
Así que allí donde todo el mundo veía una grave crisis y una situación extremadamente peligrosa, Manstein sabía ver una oportunidad adelantándose a las intenciones del enemigo. Para empezar, y después de repetidas discusiones, demandas y exigencias, logró sacar de Hitler la orden para dislocar todas las fuerzas que se hallaban expuestas en el flanco sur más oriental y enrocarlas hacia el frente de Kharkov, hacia el oeste. Es decir, cambió terreno por concentración de fuerzas, ya que al retirarse de la gran curva del Don acortó el frente que debían cubrir sus tropas, acercó las fuentes de avituallamiento y pudo por fin masificar fuerzas importantes en puntos clave.

Mapa que muestra el mapa del frente ruso para principios de 1943
Durante diciembre del 42 y enero del 43, el 4º Ejército Panzer y el 1r Ejército Panzer, junto con el Destacamento de Ejército Hollidt y Lanz/Kempf (todas estas unidades formaban una agrupación que en breve recibiría el nombre de Grupo de Ejércitos Sur), lucharon constantemente por retirarse hacia el oeste y evitar un embolsamiento. Fueron días muy duros, donde a veces una división alemana había de hacer frente a varios Cuerpos de Ejército rusos, muy superiores en número. El cómo se logró evitar una catástrofe debe justificarse gracias al rendimiento de las tropas que combatieron y al saber hacer de los mandos, que hicieron un uso brillante de las divisiones blindadas para tapar brechas, hoy aquí y mañana allí, dando siempre la impresión de disponer de más fuerzas de las que realmente tenían a mano.
A los que defienden que Hitler era un buen mando militar tienen aquí una prueba de sus profundas carencias como Comandante en Jefe. Hitler nunca se avino a que hombres más capaces y de más recursos pudieran llevar a cabo la guerra móvil que hubiera dado mayor flexibilidad a la Wehrmarcht en Rusia. Hitler era un defensor de la guerra de posiciones fijas, de aguantar hasta el último suspiro. No era capaz de ver las posibilidades operativas que proponían generales como Erich Von Manstein. Hitler fue un obstáculo constante, que tomaba decisiones casi siempre equivocadas, que se aferraba a ilusiones vanas e impracticables desde el punto de vista operativo. Se entrometía en las decisiones de sus Mariscales de Campo, posponía decisiones críticas hasta el último momento y cuando las tomaba dejaba muchas cosas en el aire.
Por eso tiene mucho mérito lo que consiguió lograr Manstein en Rusia a principios de 1943, porque no sólo tuvo que luchar contra los rusos en una posición de desventaja numérica abrumadora, sino que además tuvo que hacer frente a las intromisiones de Hitler y hacer valer sus planteamientos, opuestos a los de aquél y la OKH. En resumen, logró tener manos libres para operar con sus tropas según sus órdenes, al menos durante un tiempo.

Una de las pocas visitas que Hitler hizo en el frente ruso. En esta imagen Hitler visita a Manstein en su cuartel general, mientras los rusos se hallan a unos 30 km de distancia. Se dice que ante el tronar tan cercano de la artillería rusa Hitler se alarmó y decidió marcharse rápidamente dejando manga ancha a Manstein
Manstein consiguió enrocar finalmente las fuerzas de su flanco oriental más expuesto y llevarlas en dirección a los puntos críticos hacia el oeste, para tapar brechas, en una magistral demostración de movilidad, eficiencia y profesionalidad de las tropas. Así consiguió desplazar al 4º Ejército Panzer hacia los alrededores de Kharkov a cambio de abandonar los territorios más allá del Don y el Mius, que habían sido tomados durante la ofensiva de verano del 42 y que exponían en demasía el flanco sur.
Con el 4º Ejército Panzer tapando las brechas, más los refuerzos prometidos para el 1r Ejército Panzer y las demás agrupaciones de la zona, Manstein pretendía detener la ofensiva rusa que ya llevaba en marcha desde hacía unas semanas y que recientemente se había recrudecido en los alrededores de Kharkov. Lo que no sabían los rusos es que Manstein les tenía preparada una sorpresa, porque no sólo pretendía detener la ofensiva enemiga sino que tenía en mente algo mucho más ambicioso, una trampa mortal.
Todo estaba dispuesto para que empezara la 3ª batalla de Kharkov, una de las batallas más importantes de la 2ª GM aunque eclipsada por otras de mucha más envergadura o fama. En esa batalla Manstein lograría un milagro, una demostración de ingenio y estrategia que todavía hoy en día se estudia en las escuelas militares. No sólo lograría una gran victoria, sino que conseguiría arrebatar de nuevo la iniciativa a los rusos y estabilizar todo el frente durante casi medio año, hasta la batalla de Kursk.
Así empieza la 3ª Batalla de Kharkov, la última victoria en Rusia.