Re: La Inmaculada Concepción Patrona de la Infantería Españo

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JuanManuel
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La Inmaculada Concepción Patrona de la Infantería Española

Mensaje por JuanManuel »

La Inmaculada Concepción Patrona de la Infantería Española – El Milagro de Empel

Extraido de la web www:gehm.es http://www.gehm.es/?p=109
December 6, 2012 en Edad Moderna, Los Tercios Españoles
Escrito por: Hugo A Cañete

El llamado Milagro de Empel fue un suceso acaecido el 7 y 8 de diciembre de 1585, a raíz del cual la Inmaculada Concepción fue proclamada patrona de los Tercios españoles y actual Infantería española.

De acuerdo con la tradición, el 7 de diciembre de 1585, el Tercio del Maestre de Campo Francisco de Bobadilla (compuesta por unos cinco mil hombres) combatía durante la Guerra de los Ochenta Años en la isla de Bommel, situada entre los ríos Mosa y Waal, bloqueado por completo por la escuadra del almirante Holak. La situación era desesperada para los Tercios Españoles pues, además del estrechamiento del cerco había que sumarle la escasez de víveres y ropas secas.

El jefe enemigo propuso entonces una rendición honrosa pero la respuesta española fue clara: «Los infantes españoles prefieren la muerte a la deshonra. Ya hablaremos de capitulación después de muertos». Ante tal respuesta, Holak recurrió a un método harto utilizado en ese conflicto: abrir los diques de los ríos para inundar el campamento enemigo. Pronto no quedó más tierra firme que el montecillo de Empel, donde se refugiaron los soldados del Tercio.

En ese crítico momento, de acuerdo con la tradición, un soldado del Tercio cavando una trinchera tropezó con un objeto de madera allí enterrado. Era una tabla flamenca con la imagen de la Inmaculada Concepción.

Anunciado el hallazgo, colocaron la imagen en un improvisado altar y el Maestre Bobadilla, considerando el hecho como señal de la protección divina, instó a sus soldados a luchar encomendándose a la Virgen Inmaculada:

Este tesoro tan rico que descubrieron debajo de la tierra fue un divino nuncio del bien, que por intercesión de la Virgen María, esperaban en su bendito día.

Según indica la citada tradición, un viento completamente inusual e intensamente frío se desató aquella noche helando las aguas del río Mosa. Los españoles, marchando sobre el hielo atacaron por sorpresa a la escuadra enemiga al amanecer del día 8 de diciembre y obtuvieron una victoria tan completa que, según dichas versiones, el almirante Holak llegó a decir: «Tal parece que Dios es español al obrar, para mí, tan grande milagro».

Aquel mismo día, entre vítores y aclamaciones, la Inmaculada Concepción es proclamada patrona de los Tercios de Flandes e Italia. Así es como se convierte la Inmaculada Concepción en patrona de la actual Infantería Española.
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Von Voit
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Re: La Inmaculada Concepción Patrona de la Infantería Españo

Mensaje por Von Voit »

¡¡ Expectacular e impresionante acontecimiento el que el Cielo y la católica, valerosa y gloriosa infantería española protagonizaron en ese año de 1858, en Flandes, sobre la colina de Empel !!. Pese a la notable táctica de los calvinistas holandeses, ingeses y franceses, la victoria fue para tan admirable e invencible conjunción de fuerzas, un anticipo de los Tiempos finales.

¡ Gracias por el hilo Juan Manuel, me has ganado por la mano pero añado un texto que contextualiza un poco la situación estratégica:

<<A finales de 1584 comenzó el asedio de Amberes, donde Juan de Águila y su tercio se distinguieron especialmente al derrotar a los holandeses que intentaban socorrer la ciudad por el dique de Covenstein (27 de mayo de 1585). Tras la toma de la ciudad en el verano del mismo año, los tercios recibieron las pagas atrasadas: 37 soldadas atrasadas desde julio de 1582.

Una vez tomada Amberes, Farnesio licenció una parte del ejército y envió al resto al norte para ayudar a las poblaciones católicas acosadas por los protestantes. El ejército mandado por Ernesto de Mansfelt estaba formado por tres tercios, entre ellos el de Juan del Águila. Al llegar al río Mosa, a finales de noviembre, Mansfelt dividió al ejército, una parte acampó en la orilla y otra en la isla de Bommel, formada por los ríos Mosa y Waal. En este segundo grupo se encontraban los maestres Juan del Águila y Francisco Arias de Bobadilla.

Los rebeldes holandeses rompieron entonces los diques que protegían la comarca, el nivel del agua subió y la isla se inundó. Los españoles quedaron así aislados y desprotegidos en el dique de Empel. El 2 de diciembre una flota holandesa penetró en las tierras anegadas con la intención de aniquilar a los tercios. Con la artillería que habían conseguido poner a salvo, las tropas de Juan del Águila ocuparon una isleta que se había formado tras la inundación y hostigaron a los barcos rebeldes para que no se acercaran. Mientras, los holandeses ocuparon otras isletas y empezaron la construcción de fortificaciones, que terminaron en un tiempo récord a pesar de los cañonazos españoles.

Mansfelt consiguió unas cuantas barcazas de los habitantes de Bolduque para atacar a la flota enemiga, pero fueron destruidas en un ataque sorpresa. La situación era desesperada.

La noche del 7 de diciembre un soldado encontró, enterrada cerca de la iglesia de Empel, una tabla con la imagen de la Inmaculada Concepción y como el 8 de diciembre es su festividad, el hecho fue considerado un buen presagio:
Este tesoro tan rico que descubrieron debajo de la tierra fue un divino nuncio del bien, que por intercesión de la Virgen María, esperaban en su bendito día1
Esa misma noche, Bobadilla ordenó asaltar los fuertes con las pocas barcas que disponía. Mientras, la temperatura bajó bruscamente y comenzó a soplar un fuerte viento. Entonces las aguas comenzaron a helarse. Ante tal situación, los barcos holandeses se retiraron por temor a quedar bloqueados y los españoles pudieron tomar los fuertes.

Tal situación impensable fue conocida a partir de entonces como el milagro de Empel (en holandés: Het Wonder van Empel). Los rebeldes exclamaban que «Dios se ha hecho español», y desde entonces, comenzó una gran devoción de la infantería española por la Inmaculada que la llevó a convertirse en su patrona>>.

http://es.wikipedia.org/wiki/Juan_del_%C3%81guila


Además, la escena, tras el encuentro de la imagen de la La Virgen:

<<La Inmaculada es veterana de las Navas de Tolosa y de la conquista de Granada; a ella se encomendaron los vecedores de aquellas batallas. Y ahora aparecía allí, en aquella ratonera de Empel, donde sólo un milagro podía evitar la derrota. Oficiales y soldados corrieron a construir un altar de piedras y barro, y sobre el la bandera con las aspas de San Andrés, para venerar la imagen encontrada, a la que rezan una Salve.
Terminada la oración, reconfortados ... Bobadilla se dirige a sus hombres:"¡ Soldados !. El hambre y el frío nos llevan a la derrota; el milagroso hallazgo viene a salvarnos. ¿ Quereis que se quemen las banderas, se inutilice la artillería y abandonemos de noche las galeras, prometiendo a la Virgen ganarlas o perder todos, todos, sin quedar uno, nuestras vidas ?". Y quisieron.>>

¡ Salve Virgen Inmaculada !.
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Von Voit
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Re: La Inmaculada Concepción Patrona de la Infantería Españo

Mensaje por Von Voit »

sábado, 8 de diciembre de 2012


http://mi-libre-opinion.blogspot.com.es/


SOBRE EL DIA DE LA PATRONA.



La Inmaculada Concepción es, como todo el mundo sabe -todo el mundo que esté en el mundo, ya se entiende-, la Patrona de España y de la Infantería española.






España es el país de la Infantería. Ello, sin desmerecer a las demás Armas, que también en su mayoría nacieron en nuestra tierra. La Marina -la de guerra, no la de pirateo- se la inventó Fernando III el Santo cuando se quiso pasear por Sevilla. Su hijo, Alfonso X el Sabio, probó por aquellos mismos años la artillería en Niebla, primera vez que se hacía en el Occidente. El gran don Gonzalo se inventó los zapadores en las campañas de Italia, y el glorioso bastardo Juan llevó a la gloria a la primera Infantería de Marina del mundo. Incluso aquellos heróicos locos -Ureta, Kindelán...- le encontraron utilidad al cacharro de los hermanos Wright en el salvaje Marruecos.




Pero España es, sobre todo, país de Infantería, y no sólo por los Tercios que señorearon 250 años en el mundo. Las últimas infanterías legendarias -La Legión y la División Azul- han sido españolas.
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Kal
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Re: La Inmaculada Concepción Patrona de la Infantería Españo

Mensaje por Kal »

http://www.gehm.es/?p=109

http://www.gehm.es/?p=1730

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La fiel infantería

ARTURO PÉREZ-REVERTE | El Semanal - 31/1/1992

"Aún no se había inventado la fotografía; pero aquel tipo, Velázquez, recogió el momento. Estábamos allí, engalanados como para el Corpus, y a lo lejos Breda estaba en llamas. La verdad es que nos habíamos ganado a pulso el asunto, después de ocho meses dale que te pego, tragando miseria en los parapetos; cavando trincheras, zapa va y zapa viene, con los holandeses haciendo salidas y acuchillándonos en cuanto cerrábamos un ojo. Pero allá ondeaba, en el campanario, el lienzo blanco, grande como una sábana. Al final les habíamos roto el espinazo.

Nos alinearon en el centro, capitanes delante, guardia de piqueros y mosquetes a la derecha, más o menos en orden, aupándonos sobre la punta de los pies para verle la jeta a los holandeses. El capitán Urbieta nos puso en las filas delanteras a los que teníamos la ropa menos harapienta, empeñado como estaba en que impresionásemos al enemigo con nuestra marcial apariencia. La revista de la mañana había sido un calvario: diez azotes por cada falta de aseo y descuido en la vestimenta. Como dijo Antonio Muñoz, mi paisano, para qué puñetas queremos impresionarlos más, capitán, después de que los hemos fastidiado así de bien, que hasta se rinden, los herejes. Si eso no es impresionar a esos hideputas, que baje Cristo y lo vea. Y Urbieta, la mano en el pomo de la espada, mordiéndose el bigote para mantenerse serio, recetando cinco latigazos y medio rancho para el pobre Antonio, por bocazas y por meter al hijo de Dios en estos lances.

El caso es que allí estábamos, en aquel cerro que se llamaba Vangaast o Vandaart o algo por el estilo, con una treintena de picas y otros tantos mosquetes como guardia de honor, con las banderas de los tercios y toda la parafernalia. El resto de las compañías en línea ladera abajo, la cruz de San Andrés desplegada sobre los morriones de nuestros piqueros, lanzas y más lanzas, y mosquetes, que era un gusto mirarlos hasta el llano donde estaba la artillería apuntando al valle y la ciudad. Y al fondo, difuminada y azul entre el humo de los incendios, con manchas de sol que iban y venían entre las motas grises de las fortificaciones y los edificios, Breda a nuestros pies.

Sitúense ante el cuadro y miren a los holandeses, a la izquierda del lienzo. Observen sus caras. Habían subido la cuesta despacio, tomándose su tiempo, como si los que iban a rendirse fuéramos nosotros. Y Justino de Nassau endomingado como para una boda, bajándose del caballo con cara de asistir a su propio funeral, mirando alrededor como un sonámbulo, intentando digerir la humillación mientras procuraba mantener el porte digno. Al pobre diablo le temblaba la mano que sostenía la llave de la ciudad. Algunos de sus oficiales eran muy jóvenes, demasiado para emplearlos en negocio como la guerra, crecidos en campos fértiles, con llanuras y ríos y graneros bien abastecidos, comiendo caliente desde renacuajos. Burgueses cebados y con mucho que perder. Había uno de sus cachorros, rubio e imberbe, jovencito, con casaca blanca y manos de damisela que, aunque destocado por el protocolo, miraba con desprecio nuestras botas con remiendos, las barbas mal rapadas, nuestras caras de lobos flacos, peligrosos y arrogantes. Y hasta tal punto galleaba el mozo que mi capitán Urbieta, que tenía el genio vivo, empezó a retorcerse el mostacho y a acariciar el pomo de la espada, sugiriendo una sesión privada de esgrima. Un compañero del holandés captó el gesto y, poniendo la mano en el hombro del joven oficial, lo reconvino en voz baja hasta que éste bajó los ojos humillado y furioso, a punto de romper en lágrimas. Demasiado tierno, como casi todos ellos. Así les había ido la feria.

A la derecha estamos nosotros; mi lanza es la tercera por la izquierda. En torno sonaban redobles, cascos de cabalgaduras, capitanes dando órdenes como latigazos. Y allí, descabalgando, nuestro general, con media armadura negra rematada en oro, cuello de encaje y banda carmesí, el apunte de una sonrisa en los labios, Ambrosio Spínola, el viejo zorro. Con aire de circunstancias, pero disfrutando por dentro el espectáculo. Al fin y al cabo, aquélla era su fiesta.

Lo que son las cosas de la vida. Cuando la gente se para ante el cuadro, en el museo, son Spínola y el holandés, el jovencito imberbe y la plana mayor de nuestro general, quienes acaparan todas las miradas. Nosotros só1o somos el decorado, el te1ón de fondo de una escena en la que hasta el caballo de don Ambrosio, sus cuartos traseros, parece tener más importancia. Y sin embargo, allí en Breda como antes en Sagunto, Las Navas, Otumba o Pavía, o después en los Arapiles, Baler, Annual o Belchite, quienes en realidad hacíamos el trabajo duro éramos nosotros. Los nombres dan igual, porque durante siglos fuimos siempre los mismos: Antonio de Úbeda, Luis de Oñate, Álvaro de Valencia, Miguel de Jaca, Juan de Cartagena... Con la España que teníamos a la espalda, no había otra solución que huir hacia adelante. Por eso éramos, qué remedio, la mejor infantería del mundo. Secos y duros como la ingrata tierra que nos parió, hechos al hambre, al sufrimiento y la miseria. Crecidos sabiendo lo que cuesta un mendrugo de pan. Viendo al padre, y al abuelo, y a los hermanos mayores, dejarse las uñas en los terrones secos, regados con más sudor que agua. A la madre silenciosa y hosca, atizando el miserable fogón. Salidos de ocho siglos de acogotar moros o de acuchi1larnos entre nosotros, crueles e inocentes a un tiempo, traídos y llevados a través del tiempo y de los libros de Historia so pretexto de tantas palabras huecas, de tantos mercachifles disfrazados de patriotas, de tantas banderas a cuánto la vara de paño de Tarrasa, de tantas fanfarrias compuestas por filarmónicos héroes de retaguardia. Fíjense en nosotros: siempre al fondo y muy atrás, perdidos, anónimos como siempre, como en todos los cuadros y todos los monumentos y todas las fotos de todas las guerras. Soldados sin rostro y sin nombre, carne de cañón, de bayoneta, de trinchera. La pobre, sudorosa y fiel infantería. Después, en los primeros planos y sobre los pedestales de las estatuas siempre aparecen otros: los Spínola que nunca se manchan el jubón, y que aún tienen humor y elegancia para decirle al holandés no, don Justino, faltaría más, no se incline. Estamos entre caballeros. El resto queda para nosotros: cruzar un río helado entre la niebla, en camisa para confundirnos con la nieve, la espada entre los dientes minados por el escorbuto. Levantarse y correr ladera arriba con la metralla zumbando por todas partes, porque al capitán, aunque es una mala bestia, nos da vergüenza dejarlo ir solo. Quedarte sin municiones en la Puerta del Carmen de Zaragoza y empalmar la navaja tarareando una jotica para tragarte el miedo, mientras los gabachos se acercan para el último asalto. Hacerse a la mar porque más vale honra sin barcos, dicen, en buques de madera ante los acorazados de acero yanquis. Morir de fiebre en la manigua, degollado en Monte Arruit por la ineptitud de espadones con charreteras. O cruzar el Ebro con diecisiete años mientras la artillería te da candela, el fusil en alto y el agua por la cintura, con los compañeros yéndose río abajo mientras en la orilla los generales y los políticos posan para los fotógrafos de la prensa extranjera.

Échenle un vistazo tranquilo al lienzo, sin prisas, e intenten reconocernos. Somos la humilde parcheada piel sobre la que redobla toda esa ilustre vitola de los generales y los reyes que posan de perfil para las monedas, los cuadros y la Historia. Y cuántas veces, en los últimos doscientos o trescientos años, no habremos visto ante nosotros, mirando con fijeza hacia el modesto rincón que ocupamos en el lienzo, un rostro de campesino, de esos arrugados y curtidos por el sol como cuero viejo. Un rostro parado ante el cuadro con aire tímido y paleto, dándole vueltas a la boina o el sombrero entre las manos nudosas, encallecidas, de uñas rotas. Los ojos de un hombre indiferente a la escena central del cuadro, buscando aquí atrás, en la modesta parte derecha de la composición, al fondo, bajo las lanzas, entre nosotros, una silueta confusa, familiar. Tal vez la de aquel hijo al que una vez acompañó un trecho por el sendero que conducía al pueblo, llevándole el hato de ropa o la maleta de cartón, liándole el primer cigarro. El hijo al que, ya parado en el último recodo, vio alejarse con su pelo al rape, las alpargatas y el traje de domingo, llamado a servir al rey. Hacia una guerra lejana e incomprensible de la que no habría de volver jamás.

Fíjense en el cuadro de una maldita vez. Nosotros le dimos nombre y apenas se nos ve. Nos tapan, y no es casualidad, los generales, el caballo y la bandera".
One lovely morning about the end of april 1913, found me very pleased with life in general...
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Re: La Inmaculada Concepción Patrona de la Infantería Españo

Mensaje por Von Voit »

<<Entre los lectores que hayan servido en Infantería, es probable que muchos hayan oído hablar de este episodio, pero me consta que la mayoría de los españoles lo ignora. Los hispanos mostramos en general un gran desconocimiento de nuestra historia, incluyendo el llamado “Siglo de Oro español”, período durante el cual nuestra patria fue la más influyente nación del mundo. La publicación de la serie de novelas del personaje “el capitán Alatriste”, de Arturo Pérez-Reverte, seguidas por algunas películas y una serie de televisión de ínfima calidad documental, han despertado un cierto interés por paliar ese olvido. A pesar de la minuciosidad con la que se documenta Pérez-Reverte para escribir sus relatos, su recreación descansa sobre todo en detalles, fechas y hechos, y es notorio, para quién conozca y ame nuestra historia, que le cuesta penetrar en la mentalidad de los españoles del barroco. Tal vez el fracaso más notorio en este sentido sea la lógica incomprensión que el autor, ateo y declarado anticristiano, sufre a la hora de entender la profunda religiosidad de nuestros compatriotas en aquellos tiempos. Así, en los libros de la serie, este aspecto es resumido groseramente como hipocresía de los poderosos, fanatismo de los clérigos y superstición de los sencillos. Resulta paradójico que secunde tan fielmente la leyenda negra sobre la religiosidad española quien proclama que las andanzas de su personaje tratan de rescatar el periplo español de los tópicos vertidos por sus enemigos. Un yerro que los católicos de hoy en día debemos reparar, puesto que nuestra Comunidad trasciende el tiempo igual que el espacio, y tan hermanos en la fe son nuestros contemporáneos católicos de China o Mozambique como los españoles de siglos pasados. No hay mejor manera de hacerlo que conociendo su historia.


... el hecho se produjo tres siglos antes del Concilio Vaticano I, lo que demuestra que generalmente los dogmas (contra la especie que se propala en nuestros tiempos) no imponen elucubraciones teológicas al pueblo cristiano, sino que más bien definen verdades doctrinales que la comunidad ya ha intuido antes. Por último, no se trata de una leyenda más o menos mistificada, ni de la imaginación de un escritor, o de un maniqueo guión cinematográfico, como los que estamos hastiados de ver. Se trata, ni más ni menos, de un relato fiel y sencillo de unos hechos históricos.


... Las tropas del rey no sólo combatían para defender el patrimonio de Felipe II, que había heredado Flandes de su padre el emperador Carlos V, sino sobre todo para frenar la herejía calvinista que habían abrazado los rebeldes. El avance de Farnesio parecía imparable, y las ciudades católicas de las provincias septentrionales de Zelanda y Holanda pidieron su ayuda para separarse de la Unión. En otoño, el gobernador envió tres tercios al mando del sajón Pedro Enrique, conde de Mansfeld: el de don Francisco Arias de Bobadilla, el de Mondragón y el de Iñiguez, sumando un total de entre 4000 y 5000 hombres (el grueso de la infantería española en Flandes), mas una compañía de arcabuceros a caballo y 6 piezas de artillería.


...El portento meteorológico que aconteció el 8 de diciembre de 1585 en la isla de Bommel ha sido objeto de investigación por historiadores y meteorólogos holandeses por anómalo. En los años 90 el Instituto de meteorología holandés hizo un estudio del fenómeno y concluyó que la concatenación de circunstancias que produjeron que el agua alrededor de la isla de Bommel se helase en una sola noche fue un fenómeno por completo inusual y nunca visto en esas tierras>>.


A mi me parece que Reverte se retrata más así mismo que a los infantes españoles.


Aquí podeis leer el resto del texto, el cual ilustra muy claramente algunas acciones de los españoles para intentar romper el cerco holandés antes de que ocurrierra el "fenómeno por completo inusual y nunca visto en esas tierras": http://infocatolica.com/blog/matermagis ... o-en-empel
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