Centuripe es una ciudad agarrada a una empinada colina, desde la que se divisa el Etna en el horizonte. Sus habitantes son griegos y sicanos, sin apenas mezcla, donde los primeros gobiernan y los segundos se dejan gobernar, aunque protestan de vez en cuando. Es rica y pujante, en el futuro Cicerón dirá de ella, exagerando como siempre, que es la mejor ciudad de Sicilia. Desde luego, no es pequeña y su orgullo es todavía mayor.
Esta tarde, su asamblea de gobierno está reunida.
Reciben oficialmente a una delegación del cónsul
Thorpedo, formada por un tribuno y dos centuriones con cara de sabuesos al acecho. El tribuno habla en un griego lamentable:
-Roma pide alianza contra Cartago. Si no alianza, allá vosotros.
-Al menos este bárbaro pronuncia bien, aunque el discurso es demasiado lacónico – comenta en broma un miembro de la asamblea.
Los miembros de la asamblea se ponen a discutir la oferta romana. Bueno, realmente discuten qué obra necesita la ciudad y su posible precio, para pedir que la paguen los romanos. Pues son conocedores de que en
Inessa el presupuesto municipal (y varios bolsillos de gobernantes) han tenido un plus muy interesante tras pasar los romanos por allí.
-¡Necesitamos un teatro nuevo!
-Ya salió el cultureta… ¡Necesitamos una fuente nueva en el ágora!
-No, ¡Un acueducto!
-¿Qué coño es un aku-ducto? Dejaos de modas bárbaras.
-¡Un bastión para las murallas!
-Sí, claro, que los romanos son tontos y nos van a pagar mejores defensas.
-¡Un molino nuevo!
-Disimula un poco, panadero.
-¡Un anfiteatro!
-¿Amfi-teatro? ¿Un teatro doble? Otra tontería extranjera…. La juventud se está volviendo subnormal.
-
¡Un templo en honor de Afrodita Pornográfica! - chilla uno sentado al fondo.
Silencio. A los pocos segundos, asentimientos de cabezas y gritos entusiastas de apoyo.
-Pues no se hable más – proclama el presidente de la asamblea – Romano, esperemos que vuestra república sea tan piadosa como nosotros y honre a nuestra diosa preferida con el presupuesto necesario para un grandioso templo en su honor…
-¡Y el mantenimiento de sus devotas sacerdotisas! – vuelve a gritar el del fondo.
-Sí, claro... en fin, la diosa estaría muy contenta si le hacemos un templo en mármol pentélico, que se valore en… ¿2000 dracmas?
-2500 sumadas las necesarias comisiones – comenta el tesorero municipal.
-Por supuesto, las necesarias comisiones no deben faltar… ¿Qué dice tu Roma, oficial?
-¡Es un robo! ¡Ladrones!- contesta el tribuno, rojo de ira.
-Qué falta de educación y piedad. Estos romanos son en verdad unos bárbaros.
-Lamentable. Se acerca una edad oscura si el mundo va a ser gobernado por estos agarrados.
-Y con esas plumas en los cascos, por los Dioses, qué decadentes.
-A mí me parecen sexis.
-Calla, antipatriota.
Uno de los centuriones se acerca al tribuno.
-¿Sacamos ya el gladius, jefe? El salido del fondo no para de hacerme pedorretas.
-Calma, Bestialis. Son demasiados… Bien, centuripanos, hablaré con el cónsul
Thorpedo. Pero os aviso que si piensa que intentáis aprovecharos de Roma, su enfado será peligroso.
-¿Aprovecharnos? Si es pura devoción a los dioses lo que pedimos.
Los romanos parten a su campamento, sabiendo que el cónsul no se va a poner contento.