Hola a todos:
Con el permiso de nuestro anfitrion , Santiago Plaza , me gustaria iniciar un nuevo "hilo" donde se puedan plasmar aquellas escenas cinematograficas, relatos literarios, hechos historicos , cuadros ,fotografias etc... ,que a cada uno de nosotros , en algun momento, nos han emocionado , llegandonos a tocar la "fibra sensible" de nuestros corazones , haciendonos añorar la epoca en que vestimos el uniforme y llenandonos de sana envidia hacia aquellos hombres y mujeres que han elegido seguir el camino de las armas.
Soy consciente de que la guerra es un hecho horrible, y el peor azote de la humanidad, y que nada ni nadie debe contribuir a presentarla como algo ni tan siquiera remotamente atractivo.
Pero en estos tiempos de espantosa crisis que nos esta tocando vivir , y en medio del clima de preocupacion e incertidumbre por lo que pueda ocurrir en el futuro , se me viene a la memoria el recordar aquellas situaciones donde hombres y mujeres , han sabido sobreponerse a sus temores , y "plantar cara" a las adversidades y peligros , dando lugar a situaciones enormemente emocionantes e inspiradoras para los demas, que nos hacen desear haber estado alli y compartido esos momentos.
En resumen, y parafraseando al "viejo soldado" Douglas MacArthur, me gustaria que aqui fueramos reproduciendo ejemplos de situaciones y escenas , reales o ficticias, en las que se ponen en practica los tres valores por excelencia de la vida de una persona. HONOR; VALOR; LEALTAD
Empiezo yo con dos esfragmentos cinematograficos, uno de ficcion y otro basado en hechos reales. Lamento no haber encontrado ninguna traduccion al español., aunque creo que todos las conocemos y aqui solo trato de recordarlas.
[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=1csr0dxalpI[/youtube]
Y mi favorita, de la pelicula "Mision de Audaces" (Horse Soldiers)
[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=RW7PPpyo6yw[/youtube]
Una vez mas, mi agradecimiento a Santiago Plaza y mis felicitaciones a todo el equipo de PdL en este 6º Aniversario
Es magnifico , pero eso no es la guerra.
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Re: Es magnifico , pero eso no es la guerra.
PATENTE DE CORSO
Palabras de honor
ARTURO PÉREZ-REVERTE | XLSemanal | 29 de Marzo de 2009
Palabras de honor
ARTURO PÉREZ-REVERTE | XLSemanal | 29 de Marzo de 2009
Hubo un tiempo en que los chicos nos pegábamos a la salida del colegio porque, durante el recreo, alguien había puesto en duda nuestra palabra de honor. En aquella época, más ingenua que ésta, de cine con bolsa de pipas, de tebeos del Guerrero del Antifaz, de libros de la colección Historias o Cadete Juvenil –Con el corazón y la espada, Ivanhoe, Quintín Durward, El talismán y cosas por el estilo–, de reyes magos que traían la espada del Cisne Negro, poner el honor como aval de esto o lo otro era un argumento al que algunos recurríamos con cierta soltura. Quizá porque también oíamos esa palabra en boca de nuestros mayores. En cualquier caso, con esa recta honradez que suelen tener los muchachos mientras no crecen y la pierden, algunos solíamos llevar el asunto hasta las últimas consecuencias. Eso solía zanjarse más tarde, fuera de clase para no incurrir en indisciplinas punibles por el hermano Severiano, o su homólogo de turno según el lugar y las circunstancias. Resumiendo: círculo de compañeros, carteras en el suelo, puños y allá cada cual. Zaca, zaca. A veces, al acabar, nos dábamos la mano. A veces, no. De cualquier modo, como digo, eran otros tiempos. Hoy le hablas a un chico de honor y lo más probable es que te mire como si acabaras de fumarte algo espeso. Como mucho, si mencionas esa palabra –«Cualidad moral que lleva al cumplimiento de los propios deberes respecto del prójimo y de uno mismo», dice el DRAE– algunos pensarán en rancios lances de capa y espada, en talibanes fanáticos que lapidan a su hija porque se niega a usar burka, o en esa gentuza que de vez en cuando aparece en el telediario diciendo: «Prometo por mi honor cumplir los deberes de mi cargo», etcétera. No hay nada más eficaz para corromper la palabra honor que ponerla en boca de un político: una ministra de Educación, un ministro de Economía, un presidente de Gobierno. Pasados, presentes o futuros, todos ellos, sean cuales fueren sus partidos e ideologías. Igualados en la misma desvergüenza.
Pero no sólo se trata de políticos, ni de jóvenes. Cada sociedad, en cada momento, es lo honorable que llega a ser el conjunto de sus individuos. Las menudas honras, que decían los clásicos cuando ambas palabras, honra y honor, andaban emparentadas, y no siempre para bien. Muchas son las infamias que en todo tiempo se cometieron en nombre de una y otra, como sigue ocurriendo. No hay palabra, por noble que sea, que no deje una larga estela de canalladas perpetradas al socaire. Sin embargo, pese a todo eso y a la lucidez obligada del siglo en que vivimos, a veces lamentas no encontrar con más frecuencia a gente en la que el honor sea algo más que una fórmula equívoca o un recurso demagógico, vacío de sentido. A fin de cuentas, la propia estima, los «deberes respecto del prójimo y de uno mismo», también ayudan a conseguir un mundo mejor y más justo. O a soportar el que tenemos.
Recuerdo una historieta personal que viene al pelo. Ocurrió hace casi treinta años, cuando yo conducía por una carretera del sur de España. Adelanté frente a un cambio de rasante, con el espacio justo para ponerme a la derecha sólo unos palmos antes de la línea continua. En ese momento, una pareja de motoristas de la Guardia Civil coronaba la rasante; y el primero de ellos, creyendo desde su posición lejana que yo había pisado la línea, hizo gestos enérgicos para que detuviese el coche. Paré en el arcén, seguro de que no había llegado a infringir las normas. Se acercó un picoleto joven, corpulento, hosco. Ha pisado usted tal y cual, dijo. Me bastó echarle un vistazo a su cara para comprender que de nada servía discutir. «¿Quién está al mando?», pregunté con mucha corrección. Me miró, desconcertado. «El cabo», respondió, señalando al compañero que había estacionado la Sanglas al otro lado de la carretera. Salí del coche, crucé el asfalto y me acerqué al cabo. Era veterano, bigotudo. «Pagaré la multa con mucho gusto», dije. «Sólo quiero pedirle que antes me permita hacerle una pregunta.» Me miraba el guardia suspicaz, sin duda preguntándose a dónde quería ir a parar aquel fulano redicho que tenía delante. «¿Me da usted su palabra de honor –proseguí– de que me ha visto pisar la línea continua?» Me estudió un rato largo, sin abrir la boca. Al cabo hizo un seco ademán con la cabeza. «Puede irse», respondió. Entonces fui yo quien se lo quedó mirando. «Gracias», dije. Le tendí la mano y él, tras una brevísima vacilación, me la estrechó. Di media vuelta, subí a mi coche y me fui de allí. Fin de la historia.
Y ahora intenten imaginar hoy una situación parecida. «¿Me da usted su palabra de honor, señor guardia?» El motorista revolcándose de risa por el arcén, con el casco puesto. Y luego, con toda la razón del mundo, haciéndome soplar en el alcoholímetro y calzándome tres multas: una por pisar la continua, otra por ir mamado y otra por gilipollas.

- Beren
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Re: Es magnifico , pero eso no es la guerra.
Cada vez que lo leo o lo veo en la pelicula se me ponen los pelos de punta....
[...]Entonces, de improviso, Merry sintió por fin, inequívoco, el cambio: el cambio de viento. ¡Le
soplaba en la cara! Asomó una luz. Lejos, muy lejos en el sur, las nubes eran formas grises y remotas que
se amontonaban flotando a la deriva: más allá se abría la mañana.
Pero en ese mismo instante hubo un resplandor, como si un rayo hubiese salido de las entrañas
mismas de la tierra, bajo la ciudad. Durante un segundo vieron la forma incandescente, enceguecedora y
lejana en blanco y negro, y la torre más alta resplandeció como una aguja rutilante; y un momento
después, cuando volvió a cerrarse la oscuridad, un trueno ensordecedor y prolongado llegó desde los
campos.
Como al conjuro de aquel ruido atronador, la figura encorvada del rey se enderezó súbitamente.
Y otra vez se le vio en la montura alto y orgulloso; e irguiéndose sobre los estribos gritó, con una voz más
fuerte y clara que la que oyera jamás ningún mortal:
¡De pie, de pie, Jinetes de Théoden!
Un momento cruel se avecina: ¡fuego y matanza!
Trepidarán las lanzas, volarán en añicos los escudos,
¡un día de la espada, un día rojo, antes que llegue el alba!
¡Galopad ahora, galopad! ¡A Gondor!
Y al decir esto, tomó un gran cuerno de las manos de Guthlaf, el portaestandarte, y lo sopló con
tal fuerza que el cuerno se quebró. Y al instante se elevaron juntas las voces de todos los cuernos del
ejército, y el sonido de los cuernos de Rohan en esa hora fue como una tempestad sobre la llanura y como
un trueno en las montañas.
¡Galopad ahora, galopad! ¡A Gondor!
De pronto, a una orden del rey, Crinblanca se lanzó hacia adelante. Detrás de él el estandarte
flameaba al viento: un caballo blanco en un campo verde: pero Théoden ya se alejaba. En pos del rey
galopaban los jinetes de la escolta, pero ninguno lograba darle alcance. Con ellos galopaba Eomer, y la
crin blanca de la cimera del yelmo le flotaba al viento, y la vanguardia del primer éored rugía como un
oleaje embravecido al estrellarse contra las rocas de la orilla, pero nadie era tan rápido como el rey
Théoden. Galopaba con un furor demente, como si la fervorosa sangre guerrera de sus antepasados le
corriera por las venas en un fuego nuevo; y transportado por Crinblanca parecía un dios de la antigüedad,
el propio Oróme el Grande, se hubiera dicho, en la batalla de Valar, cuando el mundo era joven. El
escudo de oro resplandecía y centelleaba como una imagen del sol, y la hierba reverdecía alrededor de las
patas del caballo. Pues llegaba la mañana, la mañana y un viento del mar; y ya se disipaban las tinieblas;
y los hombres de Mordor gemían, y conocían el pánico, y huían y morían, y los cascos de la ira pasaban
sobre ellos. Y de pronto los ejércitos de Rohan rompieron a cantar, y cantaban mientras mataban, pues el
júbilo de la batalla estaba en todos ellos, y los sonidos de ese canto que era hermoso y terrible llegaron
aun a la ciudad.[...]
[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=98MtWe2nCS4[/youtube]
[...]Entonces, de improviso, Merry sintió por fin, inequívoco, el cambio: el cambio de viento. ¡Le
soplaba en la cara! Asomó una luz. Lejos, muy lejos en el sur, las nubes eran formas grises y remotas que
se amontonaban flotando a la deriva: más allá se abría la mañana.
Pero en ese mismo instante hubo un resplandor, como si un rayo hubiese salido de las entrañas
mismas de la tierra, bajo la ciudad. Durante un segundo vieron la forma incandescente, enceguecedora y
lejana en blanco y negro, y la torre más alta resplandeció como una aguja rutilante; y un momento
después, cuando volvió a cerrarse la oscuridad, un trueno ensordecedor y prolongado llegó desde los
campos.
Como al conjuro de aquel ruido atronador, la figura encorvada del rey se enderezó súbitamente.
Y otra vez se le vio en la montura alto y orgulloso; e irguiéndose sobre los estribos gritó, con una voz más
fuerte y clara que la que oyera jamás ningún mortal:
¡De pie, de pie, Jinetes de Théoden!
Un momento cruel se avecina: ¡fuego y matanza!
Trepidarán las lanzas, volarán en añicos los escudos,
¡un día de la espada, un día rojo, antes que llegue el alba!
¡Galopad ahora, galopad! ¡A Gondor!
Y al decir esto, tomó un gran cuerno de las manos de Guthlaf, el portaestandarte, y lo sopló con
tal fuerza que el cuerno se quebró. Y al instante se elevaron juntas las voces de todos los cuernos del
ejército, y el sonido de los cuernos de Rohan en esa hora fue como una tempestad sobre la llanura y como
un trueno en las montañas.
¡Galopad ahora, galopad! ¡A Gondor!
De pronto, a una orden del rey, Crinblanca se lanzó hacia adelante. Detrás de él el estandarte
flameaba al viento: un caballo blanco en un campo verde: pero Théoden ya se alejaba. En pos del rey
galopaban los jinetes de la escolta, pero ninguno lograba darle alcance. Con ellos galopaba Eomer, y la
crin blanca de la cimera del yelmo le flotaba al viento, y la vanguardia del primer éored rugía como un
oleaje embravecido al estrellarse contra las rocas de la orilla, pero nadie era tan rápido como el rey
Théoden. Galopaba con un furor demente, como si la fervorosa sangre guerrera de sus antepasados le
corriera por las venas en un fuego nuevo; y transportado por Crinblanca parecía un dios de la antigüedad,
el propio Oróme el Grande, se hubiera dicho, en la batalla de Valar, cuando el mundo era joven. El
escudo de oro resplandecía y centelleaba como una imagen del sol, y la hierba reverdecía alrededor de las
patas del caballo. Pues llegaba la mañana, la mañana y un viento del mar; y ya se disipaban las tinieblas;
y los hombres de Mordor gemían, y conocían el pánico, y huían y morían, y los cascos de la ira pasaban
sobre ellos. Y de pronto los ejércitos de Rohan rompieron a cantar, y cantaban mientras mataban, pues el
júbilo de la batalla estaba en todos ellos, y los sonidos de ese canto que era hermoso y terrible llegaron
aun a la ciudad.[...]
[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=98MtWe2nCS4[/youtube]

- Lino
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Re: Es magnifico , pero eso no es la guerra.
En mi opinión hay pocas arengas más sublimes que esta. Es difícil que siendo un soldado no te hierva la sangre después de oír esto:
“This day is called the Feast of Saint Crispian:
He that outlives this day, and comes safe home,
Will stand a-tiptoe when this day is named,
And rouse him at the name of Crispian.
He that shall see this day, and live old age,
Will yearly on the vigil feast his neighbors
And say, "Tomorrow is Saint Crispian."
“Then will he strip his sleeve and show his scars,
And say, "These wounds I had on Crispin's day."
Old men forget; yet all shall be forgot,
But he'll remember, with added luster,
what feats he did that day. Then shall our names,
Familiar in his mouth as household words-
Harry the King, Bedford and Exeter ,
Warwick and Talbot, Salisbury and Gloucester -
Be in their flowing cups freshly rememb'red.
“This story shall the good man teach his son;
And Crispin Crispian shall ne'er go by,
From this day to the ending of the world,
But we in it shall be remembered-
“We few, we happy few, we band of brothers;
For he today that sheds his blood with me
Shall be my brother; be he ne'er so lowly,
This day shall enoble his rank.
And gentlemen in England , now abed,
Shall think themselves accursed they were not here;
And hold their manhoods cheap while any speaks
That fought with us upon Saint Crispin's day..”.
Henry V - William Shakespeare (1598).
"Este es el día de San Crispín. El que sobreviva a este día y vuelva sano y salvo a su casa, se izará sobre las puntas de los pies cuando se mencione esta fecha, y se crecerá por encima de sí mismo al oír el nombre de San Crispín. El que sobreviva a este día y llegue a la vejez, cada año, en la víspera de esta fiesta, invitará a sus amigos y les dirá: «Mañana es San Crispín». Entonces se subirá las mangas, y, al mostrar sus cicatrices, dirá: «Recibí estas heridas el día de San Crispín». Los ancianos olvidan, pero incluso quien lo haya olvidado todo recordará aún las proezas que llevará a cabo hoy. Y nuestros nombres serán para todos tan familiares como los nombres de sus parientes y serán recordados con copas rebosantes de vino: el rey Enrique, Bedford y Exeter, Warwick y Talbot, Salisbury y Gloucester . Esta historia la enseñará un buen hombre a su hijo, y desde este día hasta el fin del mundo la fiesta de San Crispín nunca llegará sin que a ella vaya asociado nuestro recuerdo, el recuerdo de nuestro pequeño grupo, de nuestro pequeño y feliz ejército, de nuestra banda de hermanos. Porque quien vierta hoy su sangre conmigo será mi hermano; por muy vil que sea, esta jornada ennoblecerá su condición. Y los caballeros que permanecen ahora en el lecho de Inglaterra se considerarán malditos por no estar aquí, y será humillada su nobleza cuando escuchen hablar a uno de los que haya combatido con nosotros el día de San Crispín".
[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=nWBo8JGF ... L&index=35[/youtube]
“This day is called the Feast of Saint Crispian:
He that outlives this day, and comes safe home,
Will stand a-tiptoe when this day is named,
And rouse him at the name of Crispian.
He that shall see this day, and live old age,
Will yearly on the vigil feast his neighbors
And say, "Tomorrow is Saint Crispian."
“Then will he strip his sleeve and show his scars,
And say, "These wounds I had on Crispin's day."
Old men forget; yet all shall be forgot,
But he'll remember, with added luster,
what feats he did that day. Then shall our names,
Familiar in his mouth as household words-
Harry the King, Bedford and Exeter ,
Warwick and Talbot, Salisbury and Gloucester -
Be in their flowing cups freshly rememb'red.
“This story shall the good man teach his son;
And Crispin Crispian shall ne'er go by,
From this day to the ending of the world,
But we in it shall be remembered-
“We few, we happy few, we band of brothers;
For he today that sheds his blood with me
Shall be my brother; be he ne'er so lowly,
This day shall enoble his rank.
And gentlemen in England , now abed,
Shall think themselves accursed they were not here;
And hold their manhoods cheap while any speaks
That fought with us upon Saint Crispin's day..”.
Henry V - William Shakespeare (1598).
"Este es el día de San Crispín. El que sobreviva a este día y vuelva sano y salvo a su casa, se izará sobre las puntas de los pies cuando se mencione esta fecha, y se crecerá por encima de sí mismo al oír el nombre de San Crispín. El que sobreviva a este día y llegue a la vejez, cada año, en la víspera de esta fiesta, invitará a sus amigos y les dirá: «Mañana es San Crispín». Entonces se subirá las mangas, y, al mostrar sus cicatrices, dirá: «Recibí estas heridas el día de San Crispín». Los ancianos olvidan, pero incluso quien lo haya olvidado todo recordará aún las proezas que llevará a cabo hoy. Y nuestros nombres serán para todos tan familiares como los nombres de sus parientes y serán recordados con copas rebosantes de vino: el rey Enrique, Bedford y Exeter, Warwick y Talbot, Salisbury y Gloucester . Esta historia la enseñará un buen hombre a su hijo, y desde este día hasta el fin del mundo la fiesta de San Crispín nunca llegará sin que a ella vaya asociado nuestro recuerdo, el recuerdo de nuestro pequeño grupo, de nuestro pequeño y feliz ejército, de nuestra banda de hermanos. Porque quien vierta hoy su sangre conmigo será mi hermano; por muy vil que sea, esta jornada ennoblecerá su condición. Y los caballeros que permanecen ahora en el lecho de Inglaterra se considerarán malditos por no estar aquí, y será humillada su nobleza cuando escuchen hablar a uno de los que haya combatido con nosotros el día de San Crispín".
[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=nWBo8JGF ... L&index=35[/youtube]

- Rubeus
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Re: Es magnifico , pero eso no es la guerra.
La película comienza con unos niños (¿los crueles dioses del Olimpo, observándonos y riéndose a sus anchas?) que han provocado la desigual batalla entre 4 escorpiones rodeados y defendiéndose del ataque de cientos de hormigas, como avance del inolvidable y violento final de nuestros cuatro héroes: Pike Bishop (William Holden), Dutch Ángstrom (Ernest Borgnine) y los hermanos Lyle y Tector Gorch (Warren Oates y Ben Jonson, respectivamente).
Y no olvidar al amigo traicionado que después intentan recuperar, Ángel (personaje interpretado por Jaime Sánchez, y traicionado por una mujer).
Y al viejo Sykes (Edmond O´Brian), quizás el más listo y cuerdo de todos (y el más borracho también). O quizás el que más suerte tiene al estar en el sitio adecuado en el momento adecuado, según se quiera ver...
Los protagonistas son viejos villanos de otra época (desubicados en el tiempo que les ha tocado vivir en su última etapa de la vida), delincuentes (matan mujeres y niños si fuera necesario), asesinos que trabajan al servicio del que más le pague. Pero cuando aparece en escena el terrible General Mapache (¡extraordinaria la interpretación de Emilio Fernández!) y su ejército, nosotros como espectadores nos pasamos al lado de los 4 pistoleros. Es más, tampoco es de mejor índole el grupo de inútiles cazarrecompensas liderado por el antiguo amigo de Pike, Deke Thornton (Robert Ryan) -otro amigo traicionado, entre otras es una de las características constantes de las películas del maestro Peckinpah-.
Sam Peckinpah: el poeta de la violencia.
Grupo Salvaje es una de las pocas películas que me gusta revisionar cada 2 ó 3 meses. ¡Manías de un loco cinéfilo!
El metraje es largo, pero no me importa. A pesar de los cortes que sufrió por la censura, a esta Obra Maestra no le sobra ni un sólo segundo.
En medio de tanta violencia, de tanto personaje inmoral y sin escrúpulos, de tanta suciedad... Aparece este réquiem, este momento mágico, casi irreal por lo inusual, emocionante hasta ponerte los pelos de punta, con la lágrima asomando: suena la música desafinada de "La Golondrina" y los héroes (o anti-héroes, como queráis llamarlos), después de un descanso entre fiestas, alcohol y mujeres, se dirigen a su destino, hacia un punto sin retorno, aclamados y despedidos por las gentes del pueblo natal de Ángel. Como el chiste de la tortuga y el escorpión (¡otra vez este animalito!): el destino de estos hombres es inevitable porque... ¡Es su carácter!
[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=GjqkHULS ... re=related[/youtube]
¡Un saludo y a disfrutar del buen Cine!
Y no olvidar al amigo traicionado que después intentan recuperar, Ángel (personaje interpretado por Jaime Sánchez, y traicionado por una mujer).
Y al viejo Sykes (Edmond O´Brian), quizás el más listo y cuerdo de todos (y el más borracho también). O quizás el que más suerte tiene al estar en el sitio adecuado en el momento adecuado, según se quiera ver...
Los protagonistas son viejos villanos de otra época (desubicados en el tiempo que les ha tocado vivir en su última etapa de la vida), delincuentes (matan mujeres y niños si fuera necesario), asesinos que trabajan al servicio del que más le pague. Pero cuando aparece en escena el terrible General Mapache (¡extraordinaria la interpretación de Emilio Fernández!) y su ejército, nosotros como espectadores nos pasamos al lado de los 4 pistoleros. Es más, tampoco es de mejor índole el grupo de inútiles cazarrecompensas liderado por el antiguo amigo de Pike, Deke Thornton (Robert Ryan) -otro amigo traicionado, entre otras es una de las características constantes de las películas del maestro Peckinpah-.
Sam Peckinpah: el poeta de la violencia.
Grupo Salvaje es una de las pocas películas que me gusta revisionar cada 2 ó 3 meses. ¡Manías de un loco cinéfilo!

En medio de tanta violencia, de tanto personaje inmoral y sin escrúpulos, de tanta suciedad... Aparece este réquiem, este momento mágico, casi irreal por lo inusual, emocionante hasta ponerte los pelos de punta, con la lágrima asomando: suena la música desafinada de "La Golondrina" y los héroes (o anti-héroes, como queráis llamarlos), después de un descanso entre fiestas, alcohol y mujeres, se dirigen a su destino, hacia un punto sin retorno, aclamados y despedidos por las gentes del pueblo natal de Ángel. Como el chiste de la tortuga y el escorpión (¡otra vez este animalito!): el destino de estos hombres es inevitable porque... ¡Es su carácter!
[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=GjqkHULS ... re=related[/youtube]
¡Un saludo y a disfrutar del buen Cine!
Última edición por Rubeus el 17 May 2009, 17:08, editado 1 vez en total.

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Re: Es magnifico , pero eso no es la guerra.
Los fragmentos que pone Matador, corresponden a películas basadas en hechos reales, "Zulú" corresponde a la batalla del barranco de Rorke (22 de enero de 1879) en la Guerra Zulú de 1879 y "Horse soldiers" corresponde a la marcha del Coronel B. Grierson desde Menphis hasta Baton Rouge (17 de abril a 2 de mayo de 1863) en la Guerra de Secesión americana de 1861 a 1865.
Y puesto que ahora esta de moda, habría que recordar el discurso de Lincoln el 19 de noviembre de 1863 en inauguración de la construcción de un cementerio militar en Gettysburg:
"Ochenta y siete años han transcurrido desde que nuestros padres fundaron en este continente una nueva nación concebida en la libertad, y dedicada a la proposición de que todos los hombres han nacido iguales. Ahora estamos empeñados en una gran guerra civil, poniendo a prueba si esa nación, o cualquiera otra nación, con aquel objeto concebida y dedicada, puede perdurar.
Nos encontramos reunidos en un gran campo de batalla de aquella guerra. Hemos venido a consagrar una porción de ese campo como lugar de eterno descanso para aquelos que aquí perdieron la vida para que aquella nación pudiera vivir. Es propio, y a la vez justo, que lo consagremos. Con más amplio entendimiento, sin embargo, nosotros no podemos santificar este lugar, los valientes, vivos y muertos, que han luchado aquí lo han hecho ya, por encima de nuestra propia voluntad de acrecentarlo o rebajarlo. El mundo podrá restarles muy poco, ni recordará por mucho tiempo lo que digamos aquí; pero nunca olvidará lo que ellos hicieron.
Corresponde a los vivos, a nosotros, continuar la obra incompleta de los que pelearon en este sitio con tanta nobleza. Es mejor que nosotros vengamos aquí a consagrarnos a la gran labor que nos queda por delante, la de que estos muertos venerados afirmen nuestra devoción por la causa a que ellos se consagraron con definitiva, ardorosa medida, que esta nación, bajo Dios, renacerá con la libertad y que el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo no perecerá en la tierra".
Y puesto que ahora esta de moda, habría que recordar el discurso de Lincoln el 19 de noviembre de 1863 en inauguración de la construcción de un cementerio militar en Gettysburg:
"Ochenta y siete años han transcurrido desde que nuestros padres fundaron en este continente una nueva nación concebida en la libertad, y dedicada a la proposición de que todos los hombres han nacido iguales. Ahora estamos empeñados en una gran guerra civil, poniendo a prueba si esa nación, o cualquiera otra nación, con aquel objeto concebida y dedicada, puede perdurar.
Nos encontramos reunidos en un gran campo de batalla de aquella guerra. Hemos venido a consagrar una porción de ese campo como lugar de eterno descanso para aquelos que aquí perdieron la vida para que aquella nación pudiera vivir. Es propio, y a la vez justo, que lo consagremos. Con más amplio entendimiento, sin embargo, nosotros no podemos santificar este lugar, los valientes, vivos y muertos, que han luchado aquí lo han hecho ya, por encima de nuestra propia voluntad de acrecentarlo o rebajarlo. El mundo podrá restarles muy poco, ni recordará por mucho tiempo lo que digamos aquí; pero nunca olvidará lo que ellos hicieron.
Corresponde a los vivos, a nosotros, continuar la obra incompleta de los que pelearon en este sitio con tanta nobleza. Es mejor que nosotros vengamos aquí a consagrarnos a la gran labor que nos queda por delante, la de que estos muertos venerados afirmen nuestra devoción por la causa a que ellos se consagraron con definitiva, ardorosa medida, que esta nación, bajo Dios, renacerá con la libertad y que el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo no perecerá en la tierra".
"La historia es, ciertamente un debate sin final" profesor Pieter Geyl en su estudio sobre Napoleón.