
Califato almohade:
Cuando el antaño poderoso califato de Qurtubah (Córdoba) fue disuelto en 1031, después de décadas de fratricidas luchas intestinas, muchas cosas cambiaron en la vieja Iberia. Porque si antes los reyes y condes cristianos temblaban de miedo ante el embate de las legiones sarracenas, a partir de esta fecha serían los débiles príncipes musulmanes los que se arrodillarían ante la amenaza de la feroz caballería norteña. Por esto, viendo que no podían parar el imparable avance cristiano, hacia 1080 los reyes andalusíes pidieron ayuda a los rígidos almorávides, fanáticas tribus nómadas que habían sometido a buena parte del occidente musulmán. Aunque en un principio consiguieron grandes éxitos, humillando al emperador leonés Alfonso VI (1065 - 1109) en la batalla de Sagrajas en 1086, con el tiempo la oposición a su severo dominio creció.

Los ejércitos almorávides infligieron duras derrotas a las huestes leonesas
Aunque los cristianos se atribuyeron la derrota de tan formidable enemigo, cantando las gestas del Cid Campeador y del rey aragonés Alfonso I el Batallador, el verdadero verdugo de los almorávides fue Muhámmad Ibn Túmart (1080 – 1128), un humilde predicador que fundó uno de los imperios islámicos más poderosos.
Hijo de una tribu bereber asentada en el Atlas, desde su más tierna juventud mostró un gran interés en los estudios religiosos. Para complementar-los partió a Oriente, al igual que hacían otros intelectuales andalusíes, donde aprendió grandes conocimientos, a partir de los cuales creó una doctrina propia. Cuando regresó, en 1120, sus ardientes discursos incentivaron la oposición a los almorávides, acusándoles de débiles y corrompidos.
Expulsado poco después de Marrakech, la capital almorávide, se refugió en el Atlas, donde sus crecientes seguidores lo proclamaron Mahdi, el prometido redentor del Islam que vendrá a la Tierra antes del fin del mundo. Con el apoyo de distintas tribus bereberes empezó una larga lucha contra los almorávides, que culminó en el 1147 con la caída de Marrakech.

Expansión almohade
A la muerte de Ibn Tumart, en 1130, fue elegido como primer califa almohade a Abd al-Mumim (1130 – 1163), uno de sus hombres de confianza. Este, mientras aplastaba los últimos focos de resistencia enemigos en Berbería, en 1146 envió una hueste a Qadis (Cadiz), para someter a los reyezuelos andalusíes que habían surgido de la descomposición del imperio almorávide. A pesar de los éxitos iniciales, la campaña se alargó más de lo que habían previsto, debido principalmente a la feroz oposición de Muhámmad ibn Mardanis (1147 – 1172), emir de Mursiyya (Murcia), más conocido por los cristianos como El Rey Lobo.
Video didáctico sobre la vida del auténtico Rey Lobo (no la versión de hacendado de Game of Thrones

Después de largas y duras campañas en 1172 el califa Abu Yaacub Yúsuf (1163 - ?) sometió a la rebelde Mursiyya, consiguiendo así el control de casi todo el mundo andalusí. Solo Balansiyya (València), a manos de un hermano del Rey Lobo, conservó cierta independencia como vasallo de los almohades1.

Muralla árabe de Murcia, del siglo XII
Con el fin de las campañas de unificación, el imperio fundado por un oscuro predicador alcanzó su cenit. Prueba de esto son las grandes obras que se hicieron en Ishbīliya (Sevilla), la nueva capital imperial en al-Ándalus, entre las cuales cabe destacar el puente de Barcas, los muelles del Guadalquivir o el patio del Yeso del Real Alcázar de Sevilla. No obstante, los brutales caballeros cristianos aún continúan presionando en las fronteras, amenazando en someter el rico y prospero mundo andalusí a sangre y fuego.
Taifa de Mayurqa:
Aunque en 1172 los almohades sometieron a la mayor parte del mundo andalusí, hubo un lugar donde continuó la resistencia.
En 1146 el gobernador de Mayurqa Muhammad ibn Ali ibn Ganiya, hijo del sultán almorávide Ali ibn Yusuf (1106 – 1143), proclamó su independencia, fundando un reino independiente centrado en las islas Baleares. En las décadas siguientes, ante el avance imparable de los fanáticos almohades, se convirtió en el refugio de muchos andalusíes enemigos del nuevo régimen, que empezaron a urdir planes para recuperar el imperio perdido. Olvidándose de que había ojos golosos, cuyos ancestros ya habían saqueado una vez la isla, que vigilaban la rica Madina Mayurqa.

Baños árabes de Palma, uno de los últimos testimonios de la presencia musulmana en la isla
1: en realidad esta independencia parcial de Balansiyya nunca existió bajo el dominio almohade, es solo un error del juego.