Aunque el Dogo está haciendo preparativos para un posible conflicto militar con los Estados Papales o Aragón, en 1529 la situación en el Mediterráneo oriental vuelve a agitarse.
El sultán turco ha declarado la guerra a los Mamelucos al reclamar la provincia de Qahirat. El Dogo veneciano tiene información de que los turcos, debido a las continuas guerras con los Mamelucos, ya no tienen el ejército tan potente como antaño y sobre todo, su flota es inferior a la flota veneciana. Además, consultado a sus aliados Austria y Túnez, éstos contestan al Dogo que, ahora sí, estarían dispuestos a apoyar un ataque de Venecia al Imperio Otomano.
Por lo tanto, el Dogo veneciano traza planes para un futuro enfrentamiento contra los Otomanos. Se plantea hacer una ataque sorpresa a las flotas turcas que están bloqueando los puertos mamelucos del Mediterráneo y una vez derrotada su flota (o al menos mermada en su capacidad de ataque) se bloquearía por mar la zona de los Balcanes de la zona de Anatolia. Y hay que recordar que el grueso de los ejércitos otomanos se encuentran en la región de Egipto combatiendo a los mamelucos, por lo que los ejércitos venecianos y austríacos podrían conquistar y arrasar a placer el territorio turco de los Balcanes e incluso llegar a la capital en Constantinopla.
Como primera medida se acuerda la construcción de cuatro galeras de guerra más que reforzará la flota veneciana. También se toma la decisión de trasladar los ejércitos a la provincia de Spalato, limítrofe a la provincia turca de Ragusa. Esta provincia, con un importante centro comercial, será la primera en invadirse.
Otras medidas que se toman a continuación consisten en agrupar a toda la flota, incluida la flota mercante, en el puerto de Spalato y la contratación de un nuevo almirante encargado de dirigirla (Marco Bembo). También se contrata a la Compañía Libre de mercenarios (19.000 tropas) al frente de la cual se pone al General Lorenzo Cassandro con la misión de guardar la retaguardia en la ciudad fortificada de Mantua ante posibles ataques de los genoveses. Y por último, se pone al frente del ejército principal de tierra (35.000 tropas) al Dogo Michele Barbarigo, que aunque en este momento tiene 70 años, sin embargo sus dotes militares son sobresalientes.
Cuando ya está todo preparado para declarar la guerra al Sultán turco, toda la flota veneciana parte del puerto de Spalato para dirigirse hacia las costas de Alejandría para encontrar al grueso de la flota otomana. Mientras tanto, diplomáticos venecianos comunican a representantes otomanos el inicio de las hostilidades, a la vez que se pide el apoyo de sólo del Emperador austríaco. El Dogo descarta pedir ayuda a su otro aliado, Túnez, que debido a la proximidad de su territorio con el Imperio Otomano podría ser objeto de una rápida invasión enemiga ya que la totalidad de las fuerzas turcas se encuentran en Egipto combatiendo contra los mamelucos.
Así pues, y una vez declarada la guerra al turco, el día 20 de abril de 1530, la flota veneciana encuentra a la flota que está bloqueando los puertos mamelucos en Egipto. El astuto almirante turco, al percatarse de la enorme flota que se le acerca e intuyendo las intenciones, consigue evadirse con sólo tres galeras perdidas. Los venecianos, a pesar de la sorpresa y de la superioridad numérica, no consiguen apresar ninguna nave turca. Mientras tanto en el continente, el Dogo con sus 35.000 hombres, consigue tomar la indefensa provincia de Ragusa, principal objetivo de guerra.
El almirante veneciano Marco Bembo intenta dar cazar al resto de la flota turca, pero no consigue dar con ella y finalmente se dirige, conforme tiene ordenado, hacia el Mar de Mármara que separa Anatolia de los territoriorios europeos del Imperio Otomano, para evitar cualquier paso de tropas otomanas a los Balcanes.
Con esta barrera protectora de la flota veneciana, los ejércitos del Emperador austríaco y los ejércitos de Hungría y Venecia se dedican a conquistar, asolar y saquear todas y cada una de las provincias de los Balcanes sin que haya ninguna oposición de los ejércitos turcos.
En noviembre de 1530, del Dogo decide separar parte de su ejército ,28.000 tropas, de entre las cuales se encuentra toda la artillería, para dirigirse hacia la capital, Constantinopla, e iniciar su asedio. El resto de sus tropas (7.000 hombres) los pone al frente del general Luigi Bossano para que continúe con el asedio y conquista del resto de provincias del Peloponeso. Mientras tanto, la flota veneciana sigue bloqueando los Dardanelos y el Mar de Marmara, aparte de ayudar en el bloqueo del puerto de Constantinopla.
El día 28 de diciembre de 1530 y con tan sólo 163 días de asedio, la capital turca se rinde.
Siguen las conquistas de los territorios en el Peloponeso y en el mes de mayo de 1531, se divisa la flota turca en las cercanías de la isla de Corfú. El almirante veneciano, aún a riesgo de dejar el Mar de Marmara desprotegido, decide acudir con toda su flota al encuentro de los turcos. A mediados de mayo, logra descubrir la situación de las naves turcas y las ataca. El resultado del combate naval es muy favorable, ya que no sólo consigue hundir 7 de las galeras enemigas, sino que se consigue capturar una galera. Pero sin lugar a dudas, lo mejor estaba por llegar. Cuando el almirante veneciano vuelve de nuevo al Mar de Marmara para continuar con el bloqueo de esas aguas, se encuentra con otra flota otomana compuesta por 12 naves ligeras y una galera y el resultado es una victoria absoluta al hundir todas las naves turcas.
En septiembre de 1531, toda la zona otomana de los Balcanes, incluida la capital, estaba bajo ocupación de las tropas austro-venecianas. El Dogo, aprovechando de la ventaja que le da esta situación de ocupación, junto al bloqueo de gran parte de los puertos turcos, intenta llegar a un acuerdo de paz con el sultán, reclamando la provincia de Ragusa y una compensación económica por gastos de guerra, ofertas rechazadas por el Sultán.
En este punto, surgen diferencias entre el Emperador austríaco y el Dogo veneciano. El primero de carácter audaz, quiere cruzar los Dardanelos e invadir los territorios otomanos de Anatolia. El segundo, de carácter más precavido, desea mantener todas las tropas en la zona segura de los Balcanes hasta conseguir un acuerdo beneficioso, más aún cuando se tiene conocimiento de que los Otomanos han reclutado más tropas.
Finalmente, el Emperador decide unilateralmente cruzar el Mar de Marmara y seguir ocupando más provincias otomanas. El Dogo veneciano sabe perfectamente que un ejército fraccionado es más fácil de derrotar y ordena cruzar con sus tropas el estrecho del Bósforo y dar apoyo a las tropas del Emperador. También ordena traer de Venecia las tropas de Lorenzo Cassandro para reunir todo el ejército veneciano ante un posible encuentro con el poderoso ejército turco.
Pasan los meses y se van ocupando provincias en Anatolia sin oposición. Las tropas turcas no aparecen por ningún lado. Se desconoce si están muy ocupadas combatiendo a los mamelucos o simplemente, temen enfrentarse a las tropas del Emperador apoyadas por la tropas venecianas.
Y poco a poco, la moral del sultanato empieza a resentirse. De las negociaciones de los diplomáticos se empieza a vislumbrar que el Sultán estaría dispuesto a ceder Ragusa y la isla de Creta, además de pagar una indemnización. Pero el Dogo se opone a cerrar un acuerdo de paz en ese momento. El motivo es que sus tropas están asediando la provincia de Bolu en cuyo puerto está refugiada gran parte de la flota turca, la cual se encuentra bloqueada por la totalidad de la flota veneciana. “Es imprescindible acabar con la mayor parte de la flota otomana antes de negociar la paz” ha comunicado el Dogo a sus diplomáticos.
Y a principios de octubre de 1532, las tropas venecianas, apoyadas por algunos contingentes austríacos, logran entrar en el puerto de Bolu, provocando que las naves otomanas tengan que salir a mar abierto donde le espera la flota veneciana. El combate que se produce el día 13 de octubre es una victoria para el bando veneciano. Sin embargo es una victoria agridulce. La superioridad veneciana no se ha hecho sentir. Sólo se han conseguido hundir dos galeras de guerra y un transporte y los venecianos han perdido una galera.
Cuando le llega la noticia al Dogo del resultado de la batalla naval, entra en furia. “Se tenía que haber destrozado a gran parte de la flota turca!. ¿Y qué es eso de que no se ha capturado ninguna nave?”, se pregunta, casi gritando, el Dogo. Las naves venecianas eran muy superiores en número y comandadas por un excelente almirante. Incomprensible, se dice para sí mismo el Dogo. Habrá que investigar nuevas ideas marítimas.
Al día siguiente de la batalla naval, se da autorización a los diplomáticos para firmar la paz con el Sultán. El Dogo está dispuesto a aceptar los términos negociados en las últimas semanas, esto es, cesión de la provincia de Ragusa y la isla de Creta, además de una importante indemnización de 886 ducados. Como buen veneciano, el Dogo sabe de la importancia de esas provincias para el comercio en el Mediterráneo, por lo que, de momento, renuncia a exigir otras provincias. Además, sigue latente el miedo a que haya un ataque desde el otro lado del Mediterráneo (Aragón y Génova), por lo que conviene acordar la paz con el turco cuanto antes. Austria, que ha participado muy activamente en la guerra, también consigue importantes concesiones, o sea, la anexión de las provincias de Kondor y Sofia.
