Re: [AAR-CMANO+ARMA2] Marruecos vs España
Publicado: 26 Dic 2013, 11:01
Wadi Yquem, Marruecos.
03 de Nov. 20.13
La mirada del coronel se perdió por el negro orificio de la pistola que se dirigía hacia él. Aunque intentó evitarlo, su rostro se contrajo en una mueca interrogativa: aquello no tenía sentido. Dos pasos detrás del hombre que le apuntaba, el jefe observaba la escena con frialdad profesional. Se atusaba el fino bigote mientras pensaba que quizás la víctima merecía una explicación.
-Órdenes- dijo encogiéndose de hombres.
El coronel, que superada la sorpresa inicial se había cuadrado recuperando cierta dignidad marcial, lo miró cansado mientras reprimía un suspiro de fastidio.
-¿Órdenes de quién?
Ahora era el hombre que apuntaba el sorprendido. Normalmente el jefe solía liquidar estos asuntos con rapidez, evitando así los lastimeros sollozos de los condenados y las patéticas súplicas por su vida. Ciertamente era la primera vez que el objetivo de la purga era un miembro del ejército condecorado y que hasta hacía apenas una hora había estado dirigiendo una batalla. Quizás por todo eso el jefe había decidido darle algo de tiempo, que se fuera haciendo a la idea. Sin esperar respuesta, pues sabía que no la habría y en el fondo tampoco la necesitaba, el militar volvió a hablar.
-¿Tiene un cigarrillo?- preguntó con tranquilidad el coronel. El jefe lo miró despacio y sin decir nada sacó del bolsillo interior de su chaqueta una cajetilla de tabaco. Caminó dos pasos, ordenó con una mirada a su hombre que bajara la pistola y le acercó un cigarrillo al coronel. Él también tomó uno, encendió una cerilla y ahuecando las manos ofreció fuego al condenado. Un último deseo, se lo había ganado.
-¿Cómo fue?- interrogó el jefe -En el puente, ¿consiguió pararlos?
Los ojos del coronel se iluminaron con una chispa de orgullo.
-Sí- dijo escuetamente, luego dio una larga calada al cigarrillo y haciendo un ademán con las manos continuo hablando mientras el humo se escapaba entre los labios. -No pudimos volar el puente de la autopista, lo cruzaron con una compañía y se hicieron fuertes en nuestra orilla. Contraatacamos, pero sin artillería era imposible sacarlos de allí. Entonces aparecieron sus blindados al otro lado del wadi. La balanza se inclinaba de su lado pero justo en el momento adecuado, lo que quedaba del pelotón de ingenieros consiguió abrirse paso hasta los pilares y volar el puente. Luego llegaron ustedes y me pidieron que los acompañara hasta Rabat.- El coronel había hablado con frialdad, como si estuviera dando un reporte de la batalla a un oficial superior, al terminar no pudo evitar soltar una carcajada irónica.
-¿De qué se ríe?- preguntó el jefe.
-Pensaba en que gracias a mi batallón los rebeldes no llegarán hoy a Rabat, y por lo que se ve, yo tampoco- Habló despacio, mirando desafiante a su interlocutor.
-¿Ha terminado?- preguntó fríamente el jefe.
El coronel arrojó la colilla y clavó la vista en el sol que se ponía sobre el horizonte. Asintió lentamente sin mirar al hombre que volvía a apuntarle. La noche llegó de improviso, una noche larga y fría de la que ya no despertaría.
03 de Nov. 20.13
La mirada del coronel se perdió por el negro orificio de la pistola que se dirigía hacia él. Aunque intentó evitarlo, su rostro se contrajo en una mueca interrogativa: aquello no tenía sentido. Dos pasos detrás del hombre que le apuntaba, el jefe observaba la escena con frialdad profesional. Se atusaba el fino bigote mientras pensaba que quizás la víctima merecía una explicación.
-Órdenes- dijo encogiéndose de hombres.
El coronel, que superada la sorpresa inicial se había cuadrado recuperando cierta dignidad marcial, lo miró cansado mientras reprimía un suspiro de fastidio.
-¿Órdenes de quién?
Ahora era el hombre que apuntaba el sorprendido. Normalmente el jefe solía liquidar estos asuntos con rapidez, evitando así los lastimeros sollozos de los condenados y las patéticas súplicas por su vida. Ciertamente era la primera vez que el objetivo de la purga era un miembro del ejército condecorado y que hasta hacía apenas una hora había estado dirigiendo una batalla. Quizás por todo eso el jefe había decidido darle algo de tiempo, que se fuera haciendo a la idea. Sin esperar respuesta, pues sabía que no la habría y en el fondo tampoco la necesitaba, el militar volvió a hablar.
-¿Tiene un cigarrillo?- preguntó con tranquilidad el coronel. El jefe lo miró despacio y sin decir nada sacó del bolsillo interior de su chaqueta una cajetilla de tabaco. Caminó dos pasos, ordenó con una mirada a su hombre que bajara la pistola y le acercó un cigarrillo al coronel. Él también tomó uno, encendió una cerilla y ahuecando las manos ofreció fuego al condenado. Un último deseo, se lo había ganado.
-¿Cómo fue?- interrogó el jefe -En el puente, ¿consiguió pararlos?
Los ojos del coronel se iluminaron con una chispa de orgullo.
-Sí- dijo escuetamente, luego dio una larga calada al cigarrillo y haciendo un ademán con las manos continuo hablando mientras el humo se escapaba entre los labios. -No pudimos volar el puente de la autopista, lo cruzaron con una compañía y se hicieron fuertes en nuestra orilla. Contraatacamos, pero sin artillería era imposible sacarlos de allí. Entonces aparecieron sus blindados al otro lado del wadi. La balanza se inclinaba de su lado pero justo en el momento adecuado, lo que quedaba del pelotón de ingenieros consiguió abrirse paso hasta los pilares y volar el puente. Luego llegaron ustedes y me pidieron que los acompañara hasta Rabat.- El coronel había hablado con frialdad, como si estuviera dando un reporte de la batalla a un oficial superior, al terminar no pudo evitar soltar una carcajada irónica.
-¿De qué se ríe?- preguntó el jefe.
-Pensaba en que gracias a mi batallón los rebeldes no llegarán hoy a Rabat, y por lo que se ve, yo tampoco- Habló despacio, mirando desafiante a su interlocutor.
-¿Ha terminado?- preguntó fríamente el jefe.
El coronel arrojó la colilla y clavó la vista en el sol que se ponía sobre el horizonte. Asintió lentamente sin mirar al hombre que volvía a apuntarle. La noche llegó de improviso, una noche larga y fría de la que ya no despertaría.