Mientras tanto, en la lejana Celtiberia...
El sacerdote Menstruatix es despertado al amanecer por terribles gritos.
-¿Qué pasa ahí fuera? - brama, autoritario.
Le responde un novicio:
-Oh, gran sacerdote. Estoy leyendo el futuro de nuestro reino en las entrañas de los prisioneros para el sacrificio.
Menstruatix se levanta del jergón y sale de su tienda. Frente a él, aparece todo el ejército celtíbero, firme y atento al ritual del novicio, que realiza la lectura de vísceras en el altar. Aunque la mayoría de los soldados tienen cara de asombro y cierto repelús.
-A ver, Ambidestrix, no me extraña que me despertara... ¡La ceremonia te está saliendo fatal!
-Pero...
-Pero ostias ¿Qué aprendiste ayer?
-Destripamiento de prisioneros dedicados al dios de la guerra. Pero mire, son cortes limpios a la altura el hígado, no entiendo...
-No es eso. A ver, ¿cuándo se destripa?
-¿Cómo? Anda, ya caigo, ¡Después del sacrificio del prisionero, no antes!
-Por eso hay tanto jaleo, el prisionero no se está quieto, se ensucia todo el altar y los gritos despiertan a tus mayores.
-¿Y por eso todos me miran como si fuera un psicópata desatado y no un servidor del dios?
-Sí, va a ser por eso.
-Jo, qué vergüenza.
-En fin, no te preocupes, Ambidestrix. Estás empezando. Además, no hay matanza gore que por bien no venga. Ahora nuestros soldados morirán como jabatos antes que dejarse coger prisioneros por el enemigo.
-Gracias, por su comprensión. Gran Sacerdote.
-Es que veo que tienes madera para este trabajo, chaval, mucha madera.
Soldados celtíberos flipando con Ambidestrix:
