Sanç de Aragón, conde del Rosselló y canciller del rey aragonés, suspiro de alivio cuando salió de la sala. Pues aunque al final había tenido éxito, desde el principio tuvo serias dudas de si podría cumplir con la misión que hacia un par de semanas le había encomendado su señor.
Mientas unos serviles escuderos le guiaban a la salida del palacio, la mente de Sanç viajó al pasado. Concretamente a la reunión del Consejo Real que se celebró en Barcelona el 16 de mayo de 1204.
Aunque la mayoría de los asistentes en ella eran viejos conocidos, desde en un principio hubo una gran tensión entre ellos. Pues porque el principal tema de la reunión era que hacer ante los cambios producidos recientemente en Occitania.
Harto del secular acoso que sufría su familia a manos de los miembros de la casa de Barcelona, Raimond VI, conde Tolosa, decidió que solo consiguiendo un poderoso aliado se terminaría esta pesadilla. Y así fue como, después de ver que ni Inglaterra ni el Sacro Imperio querían ayudarlo, el conde occitano juró vasallaje al poderoso rey galo Philippe II Capet.

Este simple hecho, un simple juramento, derrumbó de golpe buena parte del dominio establecido en la zona por los condes de Barcelona. Pues, temerosos de enfrentarse al poderío de Francia, la mayoría de los aliados locales de los catalano-aragoneses, como el vizconde de Carcassona, juraron lealtad al conde tolosano y al monarca francés. Siendo la única excepción los irreductibles señores pirenaicos, como el conde de Foix y el vizconde de Bearn, y la región de Gévaudan.

Francia en mayo de 1204
Aunque en un principio los consejeros abordaron adecuadamente este peliagudo asunto pronto, pronto estalló una fuerte discusión cuando vieron con frustración que poca cosa se podía hacer. Como puñales envenenados volaron entre los presentes fuertes acusaciones, siendo las más suaves las de ser los causantes del desastre occitano.
Pere cuando vio el lamentable espectáculo de sus consejeros, en un principio estoicamente se mantuvo callado. Esperó a ver si se calmaban por si solos. No obstante, en ver que no era así, dio con su mano un sonoro golpe en la mesa que tenía enfrente y con voz atronadora ordenó a todos que callaran.

Asustados por tal muestra de ira regia, los cortesanos callaron de repente y escucharon las palabras de su soberano. Este, ya más calmado, les dijo que no importaba quien era o quien no era el culpable de lo sucedido. Sino que hacer ante los hechos consumados. Y la realidad era, aunque le doliera mucho, que durante los próximos años nada se podía hacer, pues el poder de Francia era inconmensurable. No obstante esto no quería decir que la casa de Barcelona renunciara a lo que era suyo por derecho. Lo recuperaría algún día, de esto se podía estar seguro, y esta afrenta sería vengada con la sumisión de sus enemigos.
Después de decir esto dio un buen trago de una copa que tenía cerca, pues el anterior discurso le había dejado con la garganta seca. Una vez hubo saciado su sed, remprendió de seguida su alegato
- Además, mis queridos amigos, no nos podemos olvidar que como se dice siempre Dios aprieta, pero no ahoga. Y si bien hemos perdido temporalmente Occitania, hay otro lugar donde nos podemos resarcir con creces. Un lugar en que si no actuamos pronto, podría convertirse en una amenaza como nunca ha visto la Cristiandad.
(continuará)
Nota del autor: el verdadero sometimiento del condado de Tolosa a Francia sucedió en 1229. En este año Raymond VII de Tolosa, a causa de la presión militar francesa, cede mediante el tratado de Meaux-París (http://es.wikipedia.org/wiki/Tratado_de ... %281229%29) el vizcondado de los Trencavel, anteriormente señores de Carcasona, al rey francés de Louis IX y permite la boda de su única hija, Jeanne, con Alphonse de Poitiers, hermano de Louis. Cuando Alphonse murió en 1271 sin descendencia, el condado, según otra disposición del tratado, pasó a manos de los monarcas galos.
Como curiosidad cabe destacar que la primera imagen que he colgado representa el momento en que Raymond VII se somete al rey Louis IX.