Y al final, la guerra.

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Blas de Lezo
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Mensaje por Blas de Lezo »

¡muy buen libro!

acabo de leermelo y me ha encantado...
sólo me ha dejado mal sabor de boca el capíyulo final de Lorenza Silva, no porque este o no en desacuerdo sino porque no aporta nada nuevo a parte del ya sabino "no a la guerra ilegal que al final no ha servido para nada".

Me atrevo a hacer una pequeñisima corrección acerca de los helicopteros Cougar, efectivamente se compró este modelo por razones políticas a cuando la opinión del ET era favorable al Blackhawk, que posiblemente sea mucho mejor aparato. Sin embargo el Cougar sí es un helicoptero militar, desarrollado de un exitoso superventas civil como era la familia Puma, que esta diseñado para ser un transporte de tropas, como el Blackhawk, y que tiene peculiaridades militares como por ejemplo los depósitos autosellantes... Respecto al blindaje... creo que el Blackhawk tampoco está blindado...

En fin, recomiendo encarecidamente el libro...
"Miré los muros de la patria mía,si un tiempo fuertes, ya desmoronados ..." Quevedo
LUISMIGUELFRANCISCO
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Mensaje por LUISMIGUELFRANCISCO »

Celebro Kal la inauguración de esta subsección, así podréis hablar de otros libros para el “finde” que tienen su interés.
Blas de Lezo, te agradezco tus palabras y la puntualización sobre el helicóptero. Manomaco gracias por tus palabras, la verdad es que Sadam no sale muy favorecido. Rommel, debe estar por Ceuta, si no es así te ruego que me lo digas para subsanar el error.
Contestando a Chacal, ahora estoy con una novela sobre la Guerra de África y acumulando cosillas para escribir un libro sobre anécdotas en Misiones de Paz, así que si alguno quiere aportar alguna experiencia, sólo tiene que ponerse en contacto conmigo en lectores@luismiguelfrancisco.com
Respondiendo a Activo le diré que las ventas son normales, la primera edición dista mucho de estar agotada y supongo que si este libro debe tener un boom ese debe ser el que le de el boca a boca. En cualquier caso me conformo con que dentro de las “modestas” ventas esté gustando.
Gracias por vuestros comentarios, intentaré pasarme de vez en cuando para responder o aportar algo más de este libro.
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Kal
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Mensaje por Kal »

Muchas gracias Luis por tu atención con Punta de Lanza.
One lovely morning about the end of april 1913, found me very pleased with life in general...
Rach
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Mensaje por Rach »

Al final me lo he comprado esta tarde en la FNAC. He leido sólo un poco la introducción y el capítulo de la emboscada a los agentes del CNI. La verdad me está gustando mucho el estilo narrativo, me da a mi que será un libro que me enganche.

Saludos.

PD: ¿ Alguien conoce o ha leido el otro libro de Luis sobre el desatre de Annual ?
Josem
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Mensaje por Josem »

Saludos:

Respondiendo a Blas de Lezo, decir que el Blackhawk si que esta blindado, de hecho es una de sus características más apreciadas.

Hablando de memoria creo que oficialmente su blindaje resiste impactos de hasta 13 mm en toda su estructura (quizás en algunos puntos solo sea de 7,62) y en las partes más sensibles resiste hasta 23 mm.

Por contra el Apache esta preparado para resistir los 23 mm en toda su estructura (al menos sobre el papel).

Evidentemente la protección no siempre es total y en cualquier caso esto se refiere a impactos ocasionales no a quedar bajo fuego sostenido de un AA de 13 o de 23 mm, por no hablar de que un somalí te clave un RPG en la cola como les pasó en Mogadisio (y posiblemente les haya pasado en alguno sus conflictos actuales).
CHACALZX10
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Mensaje por CHACALZX10 »

Rach escribió:PD: ¿ Alguien conoce o ha leido el otro libro de Luis sobre el desatre de Annual ?
Yo lo compré el lunes y ya lo he leído, muy bien, muy similar a este salvando las distancias. Lo publicó en noviembre de 2005 AF editores y tiene el nombre de Annual 1921, crónica de un Desastre. Es un libro muy cortito, con unas 200 fotografías. Y a un precio risorio, 12€. En fin, recomendado queda.
Quizá lo que más os cueste sea encontrarlo
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Mensaje por Rach »

¿ Dónde lo compraste?

Saludos
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Mensaje por CHACALZX10 »

Pues por internet a la editorial http://www.quironediciones.com, también puedes conseguirlo algo más barato en http://www.todocoleccion.com, en cualquier caso debe estar en cualquier librería y solicitándolo tardan 2 días. Yo lo compré en FNAC
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Mensaje por CHACALZX10 »

Como curiosidad deciros que en http://www.agapea.com/Y-al-final-la-guerra-n626529i.htm Han borrado la bandera de España de la portada del libro, les debe dar vergüenza o no sé que coño pensar, pero me jode. ¿Pensais que es una provocación poner la bandera de nuestro país en la portada de un libro?... dónde acabaremos, ¡madre mía!
Por lo visto las ventas del libro son flojas según se rumorea en otros foros.
Saludos, llevaba tiempo sin intervenir
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Mensaje por CHACALZX10 »

¿Ya has leído el libro Rommel? Me interesaría saber vuestra opinión, tengo previsto pasarme por Valladolid y asaltar en el cuartel al autor
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Mensaje por CHACALZX10 »

Para el que no haya leído el capítulo o no le interese comprar el libro. Yo también pienso lo mismo que tú Rommel:
Y al final, la guerra. La aventura de las tropas españolas en Irak
Luis Miguel Francisco y Lorenzo Silva
La Esfera de los Libros

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Capítulo 1
La emboscada

La imagen del televisor mostraba la escena con claridad pero sin nitidez.

El adolescente iraquí mantenía su pie encima de uno de los cadáveres. Se encontraba a un lado de la carretera y levantaba dos dedos de la mano derecha en señal de victoria. Detrás de él, un niño pateaba los restos del mismo hombre. Otros chiquillos se arremolinaban expectantes, entre la indecisión del momento y el escrutinio de las cámaras. Al final todos levantaban con alguna timidez la mano, imitando los gestos de su compañero.Victoria. Los vehículos seguían pasando con escalofriante naturalidad, y a la vez con cierta parsimonia, por la vía.Tenían los faros encendidos y en el cielo, de un azul oscuro, podía percibirse el último resto de luz antes de anochecer.

El más jovencillo de todos los chavales, vestido con una chaqueta marrón, seguía golpeando el cuerpo al tiempo que observaba el objetivo, como si no estuviera muy convencido de lo que estaba haciendo o sintiera aún esa carne como viva.

El color de las imágenes era turbio e impreciso. Por un instante la cámara se centró en el pie del adolescente que descansaba encima del cuerpo exánime. De vez en cuando, detrás, entraba en cuadro otro pie, el del chaval que le propinaba patadas. Había lugareños que cruzaban despreocupados, sin prestar demasiada atención al hecho de que siete españoles, miembros del CNI1, yacieran muertos a su alrededor.A continuación, las luces de los coches desvirtuaban la escena mientras el pequeño seguía golpeando, con ahínco ya menguante, el cadáver del militar vestido de paisano. La silueta se perdía, se desenfocaba y la cámara retrocedía a otros dos españoles que yacían boca arriba con las manos y los pies desparramados, como si hubieran muerto de un golpe, los pechos ensangrentados, inmóviles. Una furgoneta de la policía o una ambulancia de luces azules pasaba con los rotativos destellando, sin detenerse. El plano se abría y además de los dos anteriores se apreciaba ahora un tercer cadáver en la misma postura. Muy cerca los unos de los otros, como si hubieran caído luchando codo a codo.

La imagen terminaba perdiéndose entre coches y gente que observaba con la misma curiosidad a los filmadores y a los cuerpos sin vida. Después, el silencio.

Aquella escena sería repetida hasta la saciedad por todas las cadenas de televisión del mundo. La primera en difundir las imágenes fue Sky News, ya que fueron su reportero David Bowden y el cámara que le acompañaba quienes se encontraron los cadáveres treinta minutos después del fin del ataque.

II

Mientras tanto, en España, un nuevo contingente de tropas se estaba preparando para salir con rumbo a Irak e integrarse en la Brigada Multinacional Plus Ultra (BMNPU) II, que empezaría a relevar a la BMNPU I en apenas dos días. Era la continuación de la denominada operación India/Foxtrot2 en tierras iraquíes.

La inmensa mayoría de los hombres y mujeres que formaban la BMNPU II estaban concentrados en la Base General Menacho, en Bótoa (en los alrededores de Badajoz). Unas modernas instalaciones construidas entre campos arcillosos con predominio del color rojo en techumbres, barracones y hangares, y donde tenía a la sazón su cuartel general la Brigada de Infantería Mecanizada «Extremadura» XI.

Era el día 30 de noviembre de 2003. La hora de la cena. En la televisión repetían por enésima vez las sobrecogedoras imágenes de los cuerpos sin vida de los agentes del CNI, caídos la víspera. Un grupo de soldados vallisoletanos, pertenecientes al Regimiento de Caballería «Farnesio» 12, cenaba en un bar en
los alrededores de la base. Observaban con una resignada frustración aquella desagradable escena al tiempo que escuchaban los comentarios de la periodista:

[…] los ocho formaban un equipo y regresaban de una misión cuando fueron atacados. La agresión se produjo en una carretera muy concurrida donde el convoy era un blanco fácil. La multitud pateó los cadáveres de los españoles y coreó gritos a favor de Sadam…

La locutora continuaba recapitulando las demás víctimas españolas que el conflicto de Irak había producido hasta aquel momento. Otras cinco.3

Ciertas noticias hay que mirarlas con talante estoico. Pero es difícil cuando una semana después tú tienes que estar en ese lugar. El sargento primero Vergara hablaba de ello cuando el cabo Herrero le comentó: «Uno de ellos es hermano de Rodríguez (un sargento primero de su unidad, con el que tenía contacto diario).A la repulsa de haber visto la escena se le sumó un sentimiento más fuerte que colmó su indignación.

En ese instante los muertos empezaron a verse más cerca: ya no eran siete desconocidos de su mismo ejército; se trataba de alguien muy próximo a un compañero. Aquello fue para el sargento Vergara un golpe a la vez duro e imprevisto. Al poco tiempo se enteraría de que otros dos de los caídos eran de Caballería. Uno residía en Valladolid, en La Rubia, un barrio que le era muy familiar, encima de un bar al que también había ido alguna vez. Por un instante tuvo la sensación de que estaba en un ejército minúsculo, donde todos los miembros se conocían o eran conocidos de terceros.

Los familiares de las víctimas se encontraban en Torrejón, donde estaban recibiendo a los cadáveres. La siguiente imagen televisiva era ésa: una fila de féretros cubiertos con banderas de España. Pero Vergara ya sólo pensaba en volver a la enorme nave donde estaba alojado y poder, por un instante, hablar con su compañero Rodríguez. Después, tendría que meditar seriamente en qué estaba a punto de embarcarse.

III

Irak, sábado 29 de noviembre de 2003. 14.30, hora local.

En los alrededores de Bagdad, ocho miembros del CNI terminan de almorzar. Lo hacen antes de lo previsto, lo que es un punto a su favor. Evitar horarios rígidos significa disminuir posibles riesgos a la hora de trabajar como agente de inteligencia.

Cuatro de los agentes se encuentran realizando un reconocimiento previo de la zona, antes de su incorporación definitiva, que está prevista para enero de 2004; los otros cuatro les hacen de guías; son sus últimas semanas en Irak. Durante toda la mañana se han dedicado a visitar Bagdad y recorrer los denominados puntos clave, organismos nacionales e internacionales principalmente. Quieren llegar a dormir a la zona de operaciones, Diwaniya y Nayaf, las dos ciudades donde se despliega el contingente español, integrado en la Brigada Multinacional Plus Ultra. La distancia no es excesivamente grande, unos doscientos kilómetros que deben recorrer en dos todoterrenos, un Nissan Patrol blanco y un Chevrolet Tahoe azul.

La situación en la zona se ha complicado a causa del mes del Ramadán. El nivel de alerta es máximo y los ataques a los miembros de la coalición se han intensificado, sobre todo contra los estadounidenses. Por ese motivo, cualquier acción que se efectúa no sólo está planificada y evaluada previamente sino que se ejecuta en coordinación permanente con el responsable de la operación en Madrid. A esto hay que añadir que la capacitación profesional de este tipo de personas es excepcional. A sus brillantes hojas de servicio se suma una formación exhaustiva en casi todas las materias que pueden serles útiles en territorio iraquí: seguridad, autoprotección operativa, conducción evasiva, tiro, fotografía, idiomas (inglés, árabe), explosivos... El riesgo, aun siendo alto, parece estar compensado con la preparación de los integrantes del grupo.

Han salido de Bagdad. Su indumentaria no llama la atención, van de paisano.Tampoco sus coches destacan, ni siquiera llevan blindaje, lo que sería un arma de doble filo.4Van con los vehículos repostados a tope para evitar paradas, las armas de dotación ocultas y a mano, el chaleco antifragmentos también cerca. Algunos de ellos se lo han colocado, otros no. Llevarlo, como todo, tiene sus pros y sus contras. La incomodidad, por un lado, y ser fácilmente detectables, por otro, animan a no ponérselo.

Empieza a oscurecer. Han tomado la denominada ruta Jackson5, la carretera que une la capital iraquí con Diwaniya y Nayaf. Es una vía secundaria que obligatoriamente debe atravesar pueblos y aldeas. La única opción, ya que la principal está cortada a esas horas. Entre ambos vehículos se comunican mediante teléfonos ví satélite Thuraya.

Son las 15.22, apenas ha transcurrido una hora de viaje. Han sobrepasado hace unos diez minutos Mahmudiyad, localidad cercana a las instalaciones del puesto de mando del 505 Regimiento de la III Brigada de la 82 División Aerotransportada de EE.UU. Al cruzar núcleos urbanos deben reducir la velocidad, pero en ese momento atraviesan Al Latifiya, y van a 120 km/h. La carretera lo permite, es ancha, bien pavimentada y de tráfico escaso. Además transitan por una larga recta. Hace quince minutos que han enlazado entre ellos por medio de los Thuraya. Sin novedad.

Un Cadillac blanco, con cinco ocupantes en su interior, se coloca detrás del segundo vehículo. En éste viajan el brigada Vega, el sargento primero Riera y los comandantes Baró y Rodríguez. Desde el sedán blanco se empieza de pronto a abrir fuego. Han sacado los fusiles por las ventanillas y resuena el ruido peculiar de las ráfagas de AK-47.6 El conductor del todoterreno acelera y adelanta al coche de sus compañeros con la intención de avisarles. Pretende colocarse a su costado pero no lo consigue, los acontecimientos se desarrollan muy deprisa. De poco sirve la preparación ante una realidad que es infinitamente más cruda, cruel e imprevisible.

No ha pasado ni un minuto. Ellos no lo saben, pero han superado con éxito un punto donde les habían colocado dos trampas explosivas que debían ser accionadas por control remoto. La emboscada parece estar minuciosamente diseñada. Y el sedán blanco que persigue al convoy de agentes españoles se mantiene tras el segundo vehículo, el que antes iba en cabeza. El Cadillac lo adelanta por la izquierda y al llegar a su altura uno de los agresores dispara una ráfaga de Kaláshnikov que alcanza mortalmente al conductor, el comandante de Caballería Martínez González.También hiere de gravedad al brigada Egea, que recibe un disparo en la cabeza. El vehículo tiene toda la parte izquierda acribillada a balazos y las dos ruedas de ese lado reventadas.

El sedán blanco continúa entonces la persecución sobre el vehículo que abre la marcha. Sin dejar de disparar, los atacantes repiten la maniobra: adelantan, se colocan a la altura del todoterreno y, por medio de la acción del fuego, logran de nuevo matar al conductor, el brigada Vega. El vehículo sigue sin control hasta salirse bruscamente de la carretera, salta un pequeño desnivel y queda atrapado en el fango.

El ataque no ha durado más de tres minutos: hay dos muertos y dos heridos graves entre los españoles. El segundo de éstos tiene un disparo en el estómago. La prioridad inmediata pasa por salvar las vidas de los hombres alcanzados por el fuego enemigo. El vehículo de los asaltantes se cruza en la carretera sin dejar
de disparar.

En el otro coche los agentes supervivientes han retirado el cadáver del comandante Martínez González y lo han colocado en la parte trasera cerca del brigada Egea, que está muy malherido. Aunque el vehículo tiene dos ruedas pinchadas, sigue adelante; lo conduce el comandante Merino, que llega hasta la altura del todoterreno enfangado. Se cruzan con los agresores, intercambian disparos.

El Cadillac se va. Son las 15.27, hora local. No se oyen tiros, todo parece haber terminado. El sargento primero Zanón sale corriendo del todoterreno que se ha acercado a la zona embarrada en busca del otro. El comandante Merino sigue en el coche. Observa que el Cadillac ha parado más adelante y que se aparta de la carretera. Busca el teléfono satélite, su Thuraya, para contactar con Madrid. La conversación es angustiosa: «¡Nos han atacado, tenemos al menos dos muertos! Avisa a la Brigada. ¡Que manden helicópteros!». La comunicación se interrumpe porque los disparos han vuelto a sonar. Detrás del coche atrapado en el fango hay dos edificios desde donde se ha reanudado el ataque. La potencia de fuego de los atacantes se ha acrecentado brutalmente; disparan con todo: fusiles, ametralladoras, lanzagranadas. Los cuatro españoles ilesos se defienden con lo que tienen: sus armas reglamentarias. Empuñan pistolas ametralladoras HK MP7 A1, de fabricación alemana, contra un fuego que parece ilimitado.

Nadie huye de la zona, no puede dejarse atrás a los heridos. Además, todos combaten con la esperanza de que el rescate no tardará demasiado.

Son las 15.32 horas. El comandante Baró coge otro Thuraya y marca el número de Madrid. El tiroteo es muy intenso, y quien le atiende desde España puede percibir la ferocidad del combate, el impacto de las detonaciones en la chapa del vehículo. La impotencia del que desde una oficina está recibiendo la llamada es doble: por un lado, la imprecisión geográfica de la demanda de auxilio; por otro, la frustración de no poder hacer mucho. El comandante Baró informa: «¡Hay cuatro muertos… o tres! Te doy nuestras coordenadas…». Más allá del teléfono se han podido apreciar nítidamente cuatro o cinco detonaciones. La comunicación se ha vuelto a cortar sin que el agente del CNI hubiera podido dar las coordenadas desde su GPS.

En Madrid no tienen información suficiente para ayudarlos. La impotencia se convierte en desesperanza. No se sabe dónde están exactamente, y para averiguarlo habría que barrer todos los kilómetros y kilómetros de carretera, pero no cabe otra solución. Desde Base España, en Diwaniya, los helicópteros se preparan para salir.

Son las 15.42. A los dos agentes muertos hay que sumar ahora al comandante Rodríguez, que estaba herido en el estómago. Los sargentos primeros Riera y Zanón suben un pequeño talud que separa un vehículo de otro, donde se encuentran con el comandante Merino.Valoran los tres la situación, coinciden en que deben buscar un sitio más seguro. El fuego no deja de recrudecerse. El comandante Baró ha tomado una posición cerca del vehículo y dispara cubriendo a sus compañeros. Debe medir cada cartucho que emplea, porque no sabe cuánto puede durar todo aquello. Deciden que el sargento primero Riera cruce la carretera en busca de ayuda. Por efecto del intenso fuego, los vehículos que circulaban por la vía se han detenido. La carretera está colapsada, y la emboscada se ha convertido en un espectáculo para el personal que deambula.

Riera ha cruzado y se acerca a unos matorrales, mientras el fuego suena endiablado a su espalda. Debe conseguir un vehículo, acercarse a sus compañeros y rescatarlos. Su arma está encasquillada, es el colmo del infortunio. El gentío que está observando la escena se acerca a él.Acaban de salir de una mezquita próxima y lo rodean. Le arrancan violentamente la medalla que lleva encima, una imagen de la Virgen, y empieza a recibir golpes en medio de un griterío incontrolado. Otras manos intentan atarlo e introducirlo en el maletero de un coche aparcado al borde de la carretera. Le han quitado el arma, por suerte, inútil. Las voces de la multitud arremolinada a su alrededor son el único sonido que percibe. Sigue recibiendo golpes. Piensa que sus días ya están contados y que no podrá hacer nada para impedirlo, que sólo queda rendirse ante la evidencia de morir a palos, como lo han hecho otros en Irak, por cometer el delito imperdonable de estar allí.

De pronto ve acercarse a un individuo que llama su atención, abriéndose paso entre la masa de gente. Es un hombre bien vestido, delgado, con un aire de distinción. Se acerca a él, no habla, arrima su cara y le besa en la mejilla.7 En ese mismo instante la turba cambia de actitud, nadie arremete. El hombre delgado parece ser un notable. Riera no se cree lo sucedido ni sabe muy bien en qué situación está, pero los que antes lo empujaban y lo obligaban a introducirse en el maletero del coche ahora le muestran sus respetos.

Camina junto al desconocido hacia los coches. Ahora es su protegido. Lo introducen en un taxi. Riera está desorientado, entre tanto ha oscurecido casi por completo. El taxi arranca, en medio de un tráfico de una desconcertante intensidad. Se encuentran con tres coches de policía y el taxi se detiene. Los policías se hacen entonces cargo del militar español, para llevarlo hasta la comisaría de Al Latifiya. Al cruzar por el lugar de los hechos, el sargento primero observa los cadáveres de sus compañeros tendidos en la carretera. Los dos vehículos todoterreno arden. Aún no sabe con seguridad que han muerto todos, después de agotar la munición, pero se lo teme. Sólo han pasado treinta minutos.8 El hombre que le ha salvado la vida es un agente europeo de un servicio secreto. Desde el destacamento español se ha enviado en auxilio de los agentes una sección de legionarios, que llegarán tarde. Días después de aquella emboscada, la garita de control de acceso de Base España en Diwaniya amanecerá inundada de flores. El tributo mudo de otros iraquíes a los muertos de CNI.

IV

Cuando Vergara llegó a la nave, después de haber cenado en el bar, se tumbó en la cama y volvió a pensar en todo lo que había visto y le habían contado. Las imágenes de aquellos militares españoles, como él, abandonados sobre el asfalto de una carretera extranjera, pisoteados como si fueran el trofeo de una cacería… ¿Dónde estaba el honor, el respeto por los muertos? Empezó a sentirse mal, no mal por él, o sí, pero más todavía por lo que había visto. Daba vueltas a la cabeza por lo que estaba a punto de hacer y volvía a ver la imagen de Torrejón y el recibimiento de los cadáveres. Apenas habían pasado treinta horas desde el atentado y ya estaban en España.

Pensaba sobre todo en Rodríguez, su compañero. Cogió el teléfono y lo llamó. A las palabras de condolencia le respondió con una petición: que se cuidara allá donde había muerto su hermano, el comandante Rodríguez.Vergara se emocionó, no podía evitarlo, en aquella soledad y sobrecogido por la entereza de su camarada.

Después se hizo el silencio, la hora de los pensamientos revueltos, los miedos que atacan, la duda de no saber si aquello en lo que iba a embarcarse en los próximos meses era una buena decisión o una complicación innecesaria. Él se debía al ejército, y hasta ese instante estaba seguro de lo que iba a hacer, pero también tenía una obligación personal e irrenunciable, volver con su mujer y su hija.

Irak se abría ahora ante sus ojos como un país peligroso, donde moría gente. Aquella misión no iba a desarrollarse en la relativa normalidad con que por suerte se vivía en Kosovo o Bosnia, territorio este último que había conocido en plena guerra. Irak, en su nueva representación mental, era un país sumido en el caos donde los cadáveres no se respetaban y las emboscadas podían producirse en cualquier sitio.

Aun así, desolado, esa noche le quedaba una última misión, quizá la más importante: llamar a su mujer y convencerla de que todo aquello que había visto en la televisión era excepcional, porque claro, aquellos hombres iban en vehículos civiles, sin protección, y todo el mundo sabía quiénes eran, y así, tan confiados, pasa lo que pasa… Ella disimuló que le creía, y él quiso ver en sus palabras cierto aliento.

FUENTE:
http://www.elcultural.es/HTML/20061012/ … S18808.asp
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Erwin
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Mensaje por Erwin »

He visto este mensaje sobre los miembros del CNI a las 8 y algo de la mañana de ayer, antes de marcharme a currar.

Lo he vuelto a leer antes de irme ya a dormir.

No me lo he quitado de la cabeza en todo el día, realmente impresionante. Y no me he metido en Fnac porque no me acordaba del título del libro (y porque no hay un puñetero sitio para aparcar en ningún lado).

Buenas noches
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El.Rey
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Mensaje por El.Rey »

La Fnac tiene varios parkings concertados, sobre todo si tienes la tarjeta de cliente o haces un determinado nivel de compra. :mrgreen:
"La guerra es un asunto demasiado grave para confiárselo a los militares." Georges Benjamin Clemenceau
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Pavia
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Mensaje por Pavia »

Bueno, pues ya he terminado de leerlo

El libro me ha gustado, es algo que sientes muy cercano y me ha sido muy facil meterme en la piel de los protagonistas
Coincido que algunos croquis y/o planos mas detallados para las acciones principales se hubiesen agradecido mucho

Me ha dejado una sensacion de profunda indignacion y frustracion por la forma de encarar la mision en su conjunto, aunque era algo que ya sabia
Lo fundamental, por encima de cualquier consideracion y de la mision misma es que no haya bajas, sobre todo muertos. Se entiende porque ninguna de las misiones que se realizan merece un muerto, pero el riesgo esta ahi. Entonces, para que vamos?, coincido plenamente con lo expuesto por las reflexiones finales de Luis Miguel Francisco. Su simil del tenis es perfecto, es increible que un conjunto de aliados embarcados se supone, en el mismo objetivo no observen los mismos criterios de enfrentamiento, e incluso se denieguen apoyo mutuo por las directrices politicas de turno

Yo hubiese sido de los que se me hubiese caido la cara de verguenza ante los americanos en alguna de las situaciones vividas

Se constata lo fundamental de tener algun medio con pegada, en este caso los VECs, y medios blindados de transporte, los VECs y BMRs. Lo de ir en camiones, todoterrenos y autobuses en una situacion asi es la leche.
Y aun asi, hubo suerte de que ningun RPG heat alcanzase como es debido a los blindados porque si no me equivoco incluso el antiguo pero ubicuo RPG-7 penetraria sin problemas los blindados de la serie BMR

Y lo util e importante que son los helicopteros, tanto en su funcion de transporte como en la de reconocimiento y ataque. Creo que tambien deberian estar presentes en toda mision de este tipo

Alguien sabe que pasa con los Centauro? no se supone que se compraron precisamente para sacarlos en este tipo de misiones al exterior?
Porque en Afganistan ni han ido ni se les espera no?

Lo del tema de las ametralladoras de los BMR es acojonante. Cuantos años se venia hablando de su propension a interrumpirse y se tiene que entrar en combate para solucionarlo

Una duda que me ha quedado, en uno de los enfrentamientos, ahora no recuerdo cual, al hacer fuego desde los BMR se utilizan ametralladoras imagino que las MG o las Ameli, sin embargo creo recordar que en el enfrentamiento en la sede de Al-Dawa se echan de menos.
A que es debido que unas secciones las llevasen y otras no?

Enhorabuena por el libro Luis Miguel, espero que tenga exito

Saludos
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Lord-Blade
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Mensaje por Lord-Blade »

ME ha encantado el fragmento del libro, lo he vivido muy cercano.
El detalle de decir el arma usada, o los vehiculos, son detalles que precio bastante.

En cuando pueda el libro cae de fijo :D

Felicidades por el libro.
^Lord^ Blade (Yo soy el que desea lo que no puede tener,el que busca la paz y encuentra guerra, el que ansia morir y es inmortal)
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