El colega George se lo curro. Anda por ahi en mp3 el original. Esto es una traduccion un poco mas o menos acertada. Es un pelin largo pero merece mucho la pena.
<<¡Descansen!...¡soldados!, todas esas habladurías que habéis oído sobre que EEUU no quiere luchar y pretendemos quedarnos al margen de esta maldita guerra, es una montaña de mierda de caballo. Los norteamericanos tradicionalmente adoramos pelear. Todos sentimos el ardor guerrero en la batalla. Todos vosotros estáis hoy aquí por tres razones: primero, para defender vuestros hogares y aquellos a los que amáis; segundo, por respeto a vosotros mismos; y tercero, porque sois verdaderos hombres y, como tales, deseáis pelear. Cuando erais niños, todos vosotros admirabais al más hábil en el campo, al corredor más veloz, a los grandes campeones y a los boxeadores más duros...pues los norteamericanos amamos al ganador, y no toleramos a los perdedores, odiamos a los cobardes. EEUU siempre juega para ganar. Yo no daría un carajo por ese pobre diablo que aún perdiendo, tiene estomago para todavía reír. Por eso nunca hemos perdido una guerra y nunca lo haremos. Pues solo la mera posibilidad de perder resulta odiosa para el norteamericano.
No moriréis todos, sólo el dos por ciento de nosotros morirá en una gran batalla. Pero no por ello debemos temer la muerte. Ella, antes o después, llega a todo hombre. Sí... todo hombre está asustado en su primer combate, aquel que diga lo contrario es un maldito embustero. Algunos hombres son unos cobardes pero lucharan en combate como héroes, a los ojos de sus camaradas, tan asustados como ellos. El auténtico héroe es aquel que lucha aun aterrorizado. Algunos hombres superan su miedo tras un solo minuto bajo el fuego, otros necesitaran horas, incluso días o semanas. Pero un verdadero hombre jamás permitiría que el miedo a la muerte superase a su sentido del honor, del deber para con su país y su innata hombría. La guerra es la más sublime competición, donde el hombre encuentra su postrera redención. La guerra extrae todo lo mejor de nosotros mismos y desecha lo superficial. Y siempre recordad que el enemigo estará tan asustado como lo estaréis vosotros.
Durante vuestro entrenamiento todos vosotros escupíais sobre las virtudes de la instrucción. Aquello, como todo lo demás en el ejército, tenía un claro propósito: estar alerta, preparado y atento. Estas cualidades deben grabarse a fuego en el soldado. ¡Maldito sea el bastardo que no entienda esto!. Todo vosotros sois veteranos, por eso estáis hoy aquí. Preparados para lo que pueda venir. Un hombre debe permanecer siempre alerta para mantenerse con vida. De no estarlo, ¡un maldito hijo de la gran puta alemán se deslizará hasta vuestra posición para machacaros los sesos con un maldito calcetín lleno de mierda!. ¡Dios del Cielo!, hay en algún rincón de Sicilia 400 malditas tumbas, todo porque un solo hombre se durmió en su puesto de guardia. ¡Pero son tumbas alemanas!, ya que cogimos al maldito hijo de perra alemán dormido antes de que él pudiera percatarse.
Nuestro ejército es un equipo. Vive, come, duerme y lucha como un equipo. Eso es lo que importa, el individuo no vale una mierda. Esos majaderos biliosos que escriben en el Saturday Evening Post sobre el heroico individualismo, saben tanto de la guerra como saben de fornicar. Pues ahora tenemos la mejor comida y equipo, el mejor espíritu y los mejores hombres del mundo.
¿Sabes una cosa...Dios?, siento pena por esos pobres bastardos que se las tenga que ver con nosotros...¡por Dios que sí!. ¡Pues mi hombres no se RINDEN!, no quiero oír que uno de mis muchachos ha sido capturado a no ser que este gravemente herido, incluso estando herido tenéis que seguir luchando hasta morir...¡me importa un carajo todo lo demás!. El tipo de hombre que quiero bajo mi mando es como aquel teniente en Libia, quien con una Luger apuntando a su pecho, con su mano apartó la pistola y utilizó su casco para reventarle la cabeza al “boche”, para después coger la pistola y rematar a otro de esos malditos bastardos. Y durante todo ese tiempo tenía una jodida bala atravesando sus pulmones encharcados de sangre...¡ese es el tipo de hombre que quiero bajo mi mando!.
Y es que cada hombre tiene un trabajo que hacer en este ejército. Que nadie se desanime, que nadie piense que su tarea carece de importancia. Todo hombre tiene un trabajo que hacer, y este debe hacerse sin excepción. Todo hombre es un vital eslabón en esta gran cadena. ¿Qué pasaría si algún conductor bastardo cobarde de uno de nuestros vehículos, asustado por el sonido de las balas silbando por entre la cabina, decidiera abandonar su puesto y arrojarse a la cuneta...pensado: “¡Ey!, quién me echará en falta...somos miles...”. ¿Qué pasaría si todos pensásemos así?...¿dónde demonios estaríamos ahora?...¡NO!...maldita sea, nosotros no pensamos así. ¡Todo hombre hace su trabajo!, ¡todos servimos al equipo!. Cada departamento, cada unidad es importante en el esquema total de esta maldita guerra. Los ordenanzas nos suministran el material y el equipo que nos mantiene en marcha, los muchachos de suministros no facilitan ropa y comida...¡hasta el último hombre es importante aquí!...incluso aquel pobre desgraciado que nos calienta el agua para el rancho que comemos.
Todo hombre aquí debe pensar en aquel que tiene a su lado...¡NO queremos malditos cobardes en nuestras filas!. Estos deben morir como ratas. De no hacerlo así, al acabar esta maldita guerra volverán a casa y engendrarían nuevos cobardes. Los hombres bravos criaran hombres bravos. Matar a los malditos cobardes y tendremos una nación de valientes. El hombre más valiente que he visto en mi vida era aquel que en medio de un furioso tiroteo encontré encaramado a lo alto de un poste telegráfico. Me paré y le pregunté... qué demonios hacía allí subido en medio de tan nutrido fuego, él me contestó: “Reparando el cable, Señor”, y pregunté: “no es esto un tanto arriesgado para su salud”, y él bastardo respondió: “Sí señor, pero alguien tiene que reparar el maldito teléfono”, y le pregunté, otra vez: “no le preocupan esos jodidos aviones de allá arriba”, y él respondió: “puede usted jurarlo, señor”...¡he aquí un auténtico soldado!. Un hombre que se jugó la vida para cumplir con su misión, sin importar que insignificante pudiera parecer en ese momento, sin reparar en el peligro.¡Dios!...teníais que haber visto a nuestros camiones rodar por las arenas de Túnez. Aquellos conductores eran magníficos. Día y noche, avanzaban sin descanso por aquellos malditas carreteras polvorientas dejadas de la mano de Dios, sin parar, siempre adelante, sin desfallecer, con las bombas estallando a su paso...haciendo acopio de agallas. Algunos de aquellos hombres condujeron por casi cuarenta horas y no eran hombres de primera línea, sólo soldados con un trabajo que hacer. Y bien que lo hicieron, ¡por todos los diablos!. Eran parte de un todo, sin su esfuerzo y el del resto del equipo todo hubiera sido inútil. Mantened todos los eslabones unidos con fuerza y la cadena resultará indestructible.
¡No olvidéis!...¡nadie debe saber que estoy aquí!. Nada debe comentarse, incluso en el correo a casa. El mundo no debe enterarse de que demonios ha pasado conmigo. Nadie debe saber ni siquiera que estoy al mando del III Ejército. Ni siquiera debe nadie suponer que me encuentro en Inglaterra. Que sean esos bastardos alemanes los primeros en enterarse. Pues un día quiero verlos levantarse de sus agujeros con las patas de sus pantalones meadas y aullar: “¡Cristo!...es el maldito III Ejército otra vez y ese jodido hijo de perra de Patton”.
Pues...¡maldita sea!...debemos ser rápidos en nuestra tarea y limpiar este maldito lugar, pues cuanto antes así lo hagamos, antes tendremos las manos libres para lanzarnos sobre esos asquerosas ratas amarillas de los japoneses...¡antes de que los jodidos Marines se lleven todo el merito!.¡Claro que queremos volver a casa!...tenemos que terminar esta guerra. Y la forma más rápida de acabar con ella es liquidar a aquellos que la empezaron...cuanto más rápido lo hagamos, más pronto volveremos a casa. ¡Pues el camino más corto de vuelta a vuestros hogares pasa por Berlín y Tokio!...y cuando llegue a Berlín...¡¡¡¡yo personalmente le pegaré un tiro a esa gran hijo de puta de Hitler, como lo haría con una serpiente!!!.
Por eso mis hombres no cavan trincheras...¡al diablo con ello!...pues solo entorpece la ofensiva y nos hacen perder tiempo. Siempre avanzar, para no dar al enemigo el tiempo necesario para cavar sus trincheras. Nosotros ganaremos esta jodida guerra, no sólo luchando, pero enseñando a esos bastardos que tenemos más agallas que ellos.
Pues no solamente dispararemos a esos bastardos, les arrancaremos sus entrañas palpitantes para utilizarlas de grasa en las cadenas de nuestros carros. Aniquilaremos a esos mal nacidos cabezas cuadradas por millares. La guerra es un asunto sangriento, debéis matar a vuestro enemigo antes de que él os mate a vosotros. Debéis escupir su sangre, pues él escupiría la vuestra. Rajar sus estómagos y dispararles en las entrañas. Pues cuando las bombas vuelen a vuestro alrededor y vayáis a limpiar la suciedad de vuestras caras y os deis cuenta de que no esta no es tal sino las tripas de tu mejor amigo...¡entonces sabréis lo que tenéis que hacer!.
Hay otra cosa que quiero que sepáis.¡No quiero recibir un mensaje que diga que estamos manteniendo las posiciones!, ¡¡¡nosotros no mantenemos posiciones!!!...dejemos a los “boches” hacer eso. Nosotros avanzamos constantemente, no estamos interesados en mantener ninguna maldita línea, seguiremos a esos bastardos pegados a sus talones y les daremos una patada en el culo. Y los aplastaremos allí donde estén. Nuestro plan de operaciones será sencillo...¡avanzar!...me importa un carajo que para ello debamos ir por debajo, encima o por entre las costillas del enemigo. Habrá quejas por que algún tarado desgraciado pensará que estoy exigiendo mucho a mis soldados...pues...¡al diablo con ellos!...pues creo que un galón de sudor hoy ahorrará un galón de sangre mañana. Cuanto más fuerte empujemos, mas alemanes mataremos, cuantos más de estos eliminemos, menos de los nuestros caerán. Avanzar significa perder menos soldados. ¡Quiero que todo el mundo recuerde esto!.
Ningún bastardo ganó nunca una guerra muriendo por su país, si no haciendo al enemigo morir por su país.
Así tendréis todos vosotros algo que contar cuando regreséis a casa, y deberéis dar gracias a Dios por ello. Dentro de treinta años, cerca de la chimenea de vuestro hogar, con vuestro nieto en las rodillas sentado, este os preguntará: ¿qué hiciste en la Guerra, abuelo?...y vosotros no tendréis que contestar: “pues estuve recogiendo mierda en Lousiana”...¡nada de eso!...podréis decir con la cabeza bien alta: “Hijo...tu abuelo marchó con el glorioso III Ejército y un grandísimo hijo de perra llamado Georgie Patton”>>.
La parte de las tumbas y el estar alerta es simplemente genial...

