Segunda guerra contra Austria-Hungría.
No habían pasado ni cinco años desde que se firmara el armisticio con Austria-hungría, cuando el 3 de mayo de 1880, nos declaran la guerra para recuperar los territorios perdidos de Lombardía. A diferencia de la primera guerra contra los austrohúgaros, ahora no está apoyada por el imperio otomano, por el contrario, nuestros aliados en este momento, acuden leales a prestarnos su apoyo, aunque a lo largo de la contienda comprobaremos que sólo Suiza (por proximidad geográfica) intervendrá con fuerzas terrestres en las batallas. España y Grecia sólo intervendrá en algún enfrentamiento naval, pero sus ejércitos terrestres no participarán en ninguna batalla terrestre. Bueno… y Venezuela, por razones obvias, vuelve a prestarnos su apoyo moral…
A pesar de la desproporción que se aprecia en la imagen (179 contra 702), esos números son engañosos, ya que ni los ejércitos de la poderosa España (poseedora de casi toda la Península Arábiga), ni los ejércitos de Grecia, participarán en la contienda. Pero aún así, tenemos una posición muy ventajosa.
Desde un principio optamos por una táctica defensiva, ya que nuestras provincias limítrofes con Austria-Hungría están fortificadas. Situamos nuestras principales fuerzas en las provincias de Brescia, Ferrara y Bérgamo.
A mediados de mayo, el ejército austro-húngaro invade territorio italiano.Los primeros ataques que se producen en Brescia y Ferrara se rechazan sin problemas, sin embargo, en Bérgamo el ataque enemigo es con un gran ejército y al mando del experimentado general Wilhelm von Haynau (con elevado bonus en ataque), aunque nuestros ejércitos tienen bonificaciones defensivas y por terreno de colinas.
Los combates en Bérgamo fueron muy duros, ya que el primer ataque de los austrohúngaros se produjo en el mes de junio con un ejercito de 70.000 hombres. Defendiendo la provincia estaba el 2º ejercito italiano con 40.000 hombres, por lo que hubo que enviar otras tropas para reforzar la defensa. Durante los siguientes meses, tanto el ejercito austrohungaro como el italiano van enviando sucesivos refuerzos a combatir en la provincia de Bérgamo.
Viendo que el enemigo había decretado la movilización de sus reservistas y viendo la cantidad de tropas enemigas que llegan a combatir en el frente, se decreta en julio, la movilización de nuestros reservistas (88 brigadas inexpertas disponibles). Esta movilización va a suponer una reducción de ingresos en el Estado, pero a diferencia de la primera guerra contra Austia-Hungría en la que el Reino de Piamonte acabó con el Tesoro en números rojos y en la necesidad de pedir préstamo al Banco Nacional de Cerdaña, ahora la situación es más holgada ya que el Estado Italiano tiene recursos monetarios por cerca de 10 millones de libras.
A comienzos de agosto , algunas tropas austrohúngaras atacan a Suiza y están ocupando provincias de los alpes suizos, por lo que tengo que desviar parte de mis ejércitos a Milán y Novara para cubrir un posible ataque enemigo por la retaguardia.
Mientras tanto, los ejércitos suizos están sufriendo un duro correctivo, pero no puedo enviar tropas para apoyarles ya que intentar atacar tropas atrincheradas en las provincias de los Alpes es un suicidio.
Las tropas españolas y griegas ni están ni se las espera.
Mientras tanto, se sigue combatiendo por el control de la provincia de Bérgamo. A finales de agosto ya hay más de 200.000 hombres enzarzados en los combates.
Durante los meses siguientes se producen varias escaramuzas entre fuerzas menores en las provincias de Milan y Verona y por fin en febrero de 1881 se consigue la GRAN VICTORIA en la provincia de Bérgamo. En total han participado cerca de medio millón de hombres, se le han producido más de 200.000 bajas al enemigo (frente a las 147.000 de nuestras tropas) y se le ha dado un gran mazazo a la moral enemiga, ganando 28 puntos de guerra para las negociaciones de paz.
Es entonces cuando el reino de Italia exige a los austrohúngaros como compensación de guerra los territorios de Venecia y del sur del Tirol ( para los cuales se necesitan 33 puntos de guerra).
Durante los siguientes meses posteriores a la gran victoria, las tropas italianas son muy superiores a las del enemigo y ocupan con facilidad tanto las provincias de Venecia como las de todo el Tirol.
Sin embargo, en el interior de nuestro país empieza a surgir el descontento. Son muchos meses de guerra y la movilización de civiles para ir a combatir hace crecer la militancia de la población. Me preocupa sobre todo el incremento de los jacobinos rebeldes entre mis tropas, y por lo tanto se decide adoptar una reforma económica decretando la existencia de un pequeño salario mínimo entre los trabajadores. Esta medida calma momentáneamente la militancia, pero sigue existiendo el riesgo de revuelta interna. Lo último que desearía sería alzamientos generalizados por todo el país. Por lo tanto intento acelerar las negociaciones de paz. Austria-Hungría rechaza sistemáticamente un tratado de paz en el cual se ceda los territorios de Venecia y del Sur del Tirol.
Por fin, el 1 de octubre de 1881 y tras casi dos años de guerra, se propone un tratado de paz en el cual solamente se exige los territorios de Venecia. Acto seguido se desmovilizan las tropas y se adopta la medida de mínimos subsidios de desempleo para intentar bajar la alta militancia (sobre todo de los territorios de la Lombardía y del norte de Marruecos).
