En un lugar indeterminado del Pacífico. Puesto de mando en el Portaaviones Lexington. Mediados de Octubre de 1942, 6:30 de la mañana.
El
Almirante Forrest Sherman es un hombre madrugador, parco y de pocas palabras. Otea el horizonte, fijando la vista allí donde el cielo rojizo se confunde con el océano. A pesar de la actividad portuaria a sus espaldas hay un silencio casi paradisíaco en el puente de mando sólo roto por el choque del agua en el casco del portaaviones. Algunas aves planean sobre la superestructura del puente, compartiendo sin saberlo la soledad del Almirante.
Nuestro hombre contempla el majestuoso movimiento de las gaviotas, su lento vaivén mientras se dejan llevar por las corrientes de aire, como transportadas y, por un momento, le sacude el frío y amargo recuerdo de los combates en el Mar de Java de hace unas semanas. Las siluetas inofensivas de las gaviotas se transforman en los terribles bombarderos navales japoneses, tal como los vio por primera vez en la distancia instantes después de que uno de los serviolas de guardia cantara la presencia de los aviones enemigos en el firmamento. Suspira y se endereza. Es difícil borrar esos recuerdos. En su retina aún tiene la imagen del Saratoga siendo alcanzado por un Val japonés mientras el fuego antiaéreo convertía el cielo en un infierno. Sacude la cabeza y echa una ojeada a la pista de despegue. Está incómodo.

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"Maldita guerra y malditos japoneses"- suelta entre dientes. Es un hombre que no se anda con chiquitas. La victoria en el mar de Java le ha valido ser centro de atención del alto mando aliado. En Estados Unidos su fama se ha visto acrecentada por el éxito logrado en la primera batalla aereonaval de la historia entre dos flotas de portaaviones. Pero Sherman rehúye su estatus actual y en el fondo lamenta profundamente lo ocurrido con el Saratoga.
"Hace frío, señor"- le recrimina cariñosamente su subordinado, el alférez Curtis, que ha aparecido silenciosamente a su lado, siempre con discreción.
"Maldito frío y malditos japoneses"- le suelta el Almirante medio refunfuñando. -
"El Almirante Mitscher está esperando que nos reunamos con ellos pero de momento las órdenes son de permanecer separados. No sé en qué piensa el Alto Mando…maldita sea."-suelta con rabia. Esta espera le incomoda, es un hombre de acción, y de mar.
Curtis le mira y no responde. Sabe que es mejor callar cuando Sherman empieza a soltar sus quejas. Corre peligro de ser el foco de su ira, no sería la primera vez, ni la última. Se oye un sonido procedente de un silbato y ambos hombres parecen reaccionar al unísono. En la pista de aterrizaje aparecen como salidos de la nada cientos de hombres que empiezan a quitar las lonas de protección de los recién llegados
TBF Avenger, aviones torpedero que han sustituido a los TDB Devastators. Las tripulaciones de estos aviones han estado haciendo salidas diarias para entrenamientos de combate. No es fácil habituarse a nuevos modelos de avión y los pilotos necesitan gastar energías en un momento de tanta calma después de la batalla del mar de Java.
"Magníficos aviones"-suelta Curtis.
"Más del doble de alcance que los anteriores torpederos. Lástima de no haberlos tenido en el Mar de Java, señor"-se lamenta el alférez mientras observa el ajetreo en la pista. Durante unos instantes ambos hombres se pierden entre tanto movimiento, atraídos por el despertar del barco.
TBF Avenger
"Señor, se acerca una lancha procedente del puerto. Control marítimo indica que se trata del general Thomas Blamey"-informa el oficial de radio en persona.
"Blamey..."- Sherman parece sorprendido.-
¿Qué estará haciendo aquí el comandante en jefe del mando australiano?-pregunta Sherman es voz alta. Curtis le mira con cara de interrogación, es evidente que tampoco sabe la respuesta pero está intrigado. Blamey es un hombre muy diferente a McArthur, un hombre con el que todos congenian a la perfección. Un verdadero "relaciones diplomáticas".
(Sir Thomas Blamey)
Es un hombre templado, poco dado al culto del ego y que sintoniza perfectamente con la gran mayoría de mandos aliados. Cae simpático y no oculta que lo sabe. Su elección al frente de las fuerzas australianas relevando al engreído McArthur obedece a su gran capacidad para reducir los trámites burocráticos al mínimo y a su capacidad para pertrechar y poner en condiciones a todas las tropas aliadas que desembarcan en la costa australiana en un tiempo récord. Es un administrador muy eficiente y es una cualidad que le avala.
Sherman y Curtis se dirigen al encuentro de Blamey. Al llegar al despacho de Sherman el general Blamey les está esperando, de pie y con una sonrisa en la boca.
"Almirante Sherman, encantando de volver a verle"- Blamey le ofrece la mano y ambos hombres se saludan con evidente afecto, entre risas y palmadas en la espalda.
"General, supongo que conoce ya a mi ayudante el alférez Curtis"-Sherman señala con una mano a su subordinado.
"En efecto, hemos tenido ocasión de cruzar algunas palabras". Curtis y Blamey se dan la mano mientras Sherman se acomoda.
"¿Y bien, qué haces aquí Thomas? Un hombre como tú no vendría a verme si no es por algo importante"-suelta Sherman, directo al grano como es habitual en él. Mientras, Curtis se acerca al minibar y prepara unas bebidas pero con el oído puesto en la conversación.
"Siempre tan directo, Sherman. No cambiarás. No me extraña que el Comandante en Jefe te tenga en tan alta estima. Esos japos recibieron de lo lindo en el Mar de Java, les pusiste de rodillas. Tienes a todos los jefes muy contentos. Ya era hora que alguien parara a los japoneses"- suelta Blamey entre sonrisas mientras se saca un puro del bolsillo de su americana y se acomoda en uno de los sofás de cuero.
"Grrrr..."-gruñe Sherman, que odia sentirse alagado. Odia el culto al ego. Curtis se sonríe mientras sirve las bebidas. Blamey ríe a carcajadas y enciende el puro. Hace una calada, suelta el humo y coge el vaso que le ha servido el alférez. Sus ojos brillan. Curtis y Sherman saben que algo gordo se prepara, es una sensación electrizante.
"Sherman..."-Blamey da otra calada y suelta el humo, sin prisas. El aire en la sala empieza a cargarse, como si de pronto se hubiera leventado una ligera niebla, como en un sueño.-
"Hemos desembarcado varios regimientos de ingenieros en algunas bases de Nueva Guinea"- Blamey da otra calada al puro y esta vez suelta el humo con fuerza. Ya no hay alegría en su rostro, el que habla es el Alto Mando de las Fuerzas Australianas, responsable de miles de soldados, de cientos de miles.
Sherman fruce el ceño pero permanece callado. Sabe desde hace tiempo que en Amboina y Bulla se está combatiendo duramente. La 7ª división australiana tomó Amboina pero recientemente ha sido reconquistada por tropas japonesas de refuerzo. No sabía nada, no obstante, del desembarco en Kai y en Babo.
”También hemos desembarcado tropas al oeste de Port Moresby, en Thursday Island y Merauke”. Esta vez Sherman se sorprende, eso es una gran noticia. Su interés va “in crescendo”.
”No dices nada…”-Blamey vuelve a dar una calada al puro y apoya su cabeza en su mano derecha mientras se golpetea con los dedos en la frente.
”¿Un contraataque en el Mar de Banda?”-suelta Sherman, intrigado a más no poder.
”La 7ª división australiana está atrapada y la toma de Amboina no estuvo bien apoyada por la Armada ni por aire. Si eso es un contraataque…”-Sherman no acaba la frase, deja que flote en el aire. Pero está intrigado, cada vez más.
”Tienes que confesar que fue un buen intento. En todo caso el objetivo final salió bien, permitió que pudieras lucirte en la batalla del Mar de Java. Tenemos ahora a 30.000 japoneses en Amboina, quizás más de camino. Si están en Amboina, no estarán en otro lado…”-Blamey es de todo menos un tonto. Sonríe ligeramente, dejando que Sherman piense un momento.
Curtis contempla atentamente la escena mientras da un sorbo a la bebida, sin apenas darse cuenta. Sherman se levanta, inquieto. Se pasea por el despacho, pensativo.
”Una finta”- suelta lentamente, como si le costara pronunciar las palabras. Curtis afirma con la cabeza sin percatarse. Blamey sonríe y da otra calada al puro mientras se rasca una mejilla.
”Sherman, tengo una misión para ti.”- Blamey se relame. Sherman se queda totalmente quieto, atento. -
”Te reunirás con el almirante Mitscher cuando finalices las reparaciones aquí. El Wasp, el Hornet y el Yorktown se incorporarán a tu Task Force. El Alto Mando ha decidido que antes de finales de año se llevarán a cabo CENSURADO ofensivas más. Los mandos del Sudoeste y del sur del Pacífico ya están en alerta y las tropas preparadas. Estarás al mando de la flota de portaaviones para la ofensiva y objetivos secundarios. Tu misión será de la “imantar” a la flota nipona y atraer sus portaaviones mientras la misión principal tiene lugar sin problemas.”
Sherman está totalmente impactado. Es un hombre de acción, es el héroe del Mar de Java. Sus ojos brillan. Curtis se levanta. Sabe que allí se está escribiendo la Historia, con mayúsculas y él está siendo testigo directo. Es uno de los momentos clave de la guerra, lo sabe. Todos los presentes lo saben.
”La operación se llamará Operación Imán. Prepara a tus portaaviones, Sherman. Los japoneses te esperan”.
Sherman sonríe, y mira a Curtis. Y Curtis no ve a Sherman. Lo que ve es a un felino agazapado esperando a su presa.