En la capital Agartha el Rey Ogon, que había amentando sus poderes en la magia del fuego, conseguió que uno de los reyes del fuego se uniese a nuestra causa, Rhuax, que en el pasado nos había prestado a sus discipulos.
Ningún rey mas acudió. Aun asi Ogon estaba dispuesto a mostrar su peso y su valía, y forjó uno de los mas maravillosos artefactos, el martillo del señor de la forja.
Con este martillo la forja de objetos se simplificaba, necesitando solo la mitad de gemas para su forja. Aunque solo se podía usar por una persona a la vez, nos proporcionaba un ahorro de gemas importante.
Ogon se sintió satisfecho.
Para aquel entonces corría el otoño del séptimo año de las guerras de ascensión, y la investigación de la mágia había llegado a su fin. En la biblioteca del reino de Agartha se agrupaba el conocimiento absoluto.
Pues, si a estas alturas ya deberían haber saltado algunas alarmas. Caelum lo intentó mandando mensajes de cuidadin con Agartha, pero nadie le hizo caso. Al no haber estadisticas y diplomacia solo a traves de los mensajes del juego hacia mas dificil el que la gente se comunicase.
Pero sobre todo es que el resto de naciones llevaba años en guerras muy largas y no parecian dispuestos a dejar a un lado sus rencillas para unirse contra un enemigo, que les costaba saber si en realidad era superior o no.
Las cosas, como de costumbre, no suelen suceder según lo esperado.
Estando terminando de tirar los muros de Caelum abajo, se esparció el rumor de que el dios de Fomoria había perdido el juicio, y su nación vivia en libre albedrío sin dirección alguna.
Esto no era bueno. Primero podría precipitar el final de la guerra entre Helhiem y ellos. Y segundo, tropas de Fomoria podrían atacarnos.
Preocupado por la falta de guia de las gentes de Fomoria, nuestro dios Agartha pidió que se les prestase unas visitas para invitarlos a unirse a una verdadera causa. Asi pues una vez más se nos despacho a Shalim y a mi a ocupar el territorio de Fomoria que estaba al suroeste de la tierra. Se quería ocupar lo antes posible para evitar que cayese en manos ajenas, y por eso se despacharon también a dos reinas del aire.
En pocos meses se había completado la ocupación con éxito y sin mayor sobresalto, si obviamos el hecho de que Shalim casi encuentra su muerte. Pero esto último no parecía preocupar en la capital.
Por desgracia, las gentes de Fomoria en su delirio de grandeza, habían enviado a través de los portales hacia nuestras tierras al que parecía ser su mayor ejército, y se dirigió directamente hacia nuestro castillo en Elderhill, que sufriría su segunda gran batalla.
En el castillo había poca tropa, y en menos de un mes destrozaron los muros. Apenas había tiempo de reacción. Los informes de la gente que había huído de los territorios por donde había pasado el ejército de Fomoria nos permitía conocer dicho ejercito, asi que cuando se le planto cara en el castillo ya sabiamos a lo que nos enfrentabamos.
El ejercito venia acompañado de dos reyes fomorianos, venian más pero no todos participaron en el asalto. Foromoria era una raza de gente semigigante como nosotros,, pero sus reyes eran aun de mayor tamaño, buenos luchadores y conocedores de mágia. Pero no venian bien armados.
A plena luz del dia, sus tropas sagradas eran superiories a las nuestras. Mejor armados y no perjudicados por la luz del dia, nuestras tropas no eran rival para ellos.
Mas impresionante que sus reyes era la Asynja que les acompañaba, una mujer gigante pertenecientes a una antigua raza de dioses, que al ser derrotados, en lugar de ser manadados al infierno de Tartaro, se les condenó a un sueño eterno. Fomoria había despertado a una de esas diosas.
Volando sobre el ejercito les acompañaba un pajaro de dimensiones imposibles, un Roc. Aterrorizaba a cuantos lo veian sobrevolar sus cabezas.
Pero este Roc en particular debía haber vivido tiempos mejores. Las marcas de viejas batallas se mostraban en todos su cuerpo.
Estaba enfermo, debilitado y tullido. Habia perdido primero un ojo y después el otro, no le quedaban más. Tenía una herida en el pecho y otro sinfin de daños.
Y mucha otra tropa que contaban no menos de de 270 guerreros.
Las tropas de Agartha que estaban el el castillo apenas eran unos 61 entre jinetes de Pegasos, guerreros sagrados, hombres mecánicos y milicianos.
Pero se les habían unido las tres reinas del aire.
Antes de nada se les pidió a los jinetes de Pegasos que dejasen el campo de batalla. Y en seguida las reinas empezaron con su magia.
Nephele, la reina de las nubes, cuya magia había sido potenciada por objetos mágicos fue la encargada de lanzar los grandes hechizos. Primero creo una niebla en el campo de batalla por donde aparceian guerreros fantasmales durante toda la batalla. Y después una vez más despertó la ira de los cielos.
Pero entre los jefes de Fomoria tambien había grandes conocedores de la magía del aire, y estos fueron capaces de proteger en parte a sus guerreros de los rayos.
Las otras dos Reinas iban equipadas para el cuerpo a cuerpo. Su fuerza potenciada por la tormenta, y bien equipadas no tenian rival ese dia entre las filas de Fomoria, a excepción de la Asynja.
Dieron la paz merecida al Roc que se coló volando dentro de las murallas del castillo, y después una de las reinas se colocó en la puerta de entrada, impidiendo el paso a todos los fomorianos.
La Asynja, que era la única con destreza suficiente para poder derrotar a las reinas del aire, era incapaz de llegar a ellas, impedida por sus propias tropas.
Mientras los guerreros fantasmales y los rayos iban haciendo su mella en los ejercitos de Fomoria.
Las hechiceras de cristal, nativas de estas tierras de la misma tribu que los jinetes de Pegasos, que se habían unido a nuestros ejercitos, participaban creando confusion entre las filas de nuestros enemigos, que empezaron a luchar entre ellos.
Aella terminó por colarse entre las filas del enemigo, y pronto el ejército de Fomoria emprendió su huida. 230 guerreros fomorianos descansaban en paz. Los reyes fomorianos consiguieron huir, y tambien la Asynja, pero cualquier ruta de retirada había sido cortada, y tambien perecieron.
Acababa de comenzar la primavera del octavo año de las guerras de ascensión, y nuestra guerra con Fomoria casi había terminado. Aun se nos coló en el oeste un pequeño ejército de Fomoria, con la única relevancia que uno de sus jefes llevaba el codiciado escudo Aegis, que en su dia perteneció a Helheim, y probablemente lo perdió en una batalla. Con un deseo fue nuestro.
La gran nación de Fomoria, que había atemorizado a Helheim y a Lanka estaba con sus dias contados.
Viendo el fin the Fomoria cerca, se envió un mensaje a Helheim, que ya después de años de guerra, se encontraría ahora sin enemigos. El mensaje era claro, ¿a quien atacaría, a Arco o a nosotros?.
El mensajero llegó con buenas noticias. Helheim parecia estar dispuesto a atacar a Arco, a la nación más poderosa. Si esto era verdad, y Helheim pensaba que Arco era la más poderosa, significaba que la estrategía de nuestro dios de no mostrar nuestra potencia convocando grandes hechizos globales había funcionado.
Con esta buena noticia, se preparó la nación para atacar a Arco de la forma más devastadora hasta la fecha.
Del sur tambien vieneron buenas noticas. Se había encontrado una cueva donde habitaban Etins salvajes, una especie de ogro con dos cabezas y tres brazos. Estos se unirian a nuestros ejércitos sin coste alguno. No eran tan poderosos como los Grendelkins, pero bien armados eran guerreros formidables.
Por estas fechas en la caverna de los cambios ya había tres serafines convocados. En total 5 magos lanzando deseos, capaces de generar 100 gemas astrales por mes. Tanto beneficio de gemas aun se invertian en convocar a más serafines, por lo que nuestra economia de gemas no se veía incrementada de forma sustancial. Solo por orden del dios Agartha se empezaron a guardar las gemas de muerte.
Pero no todo eran buenas noticias. Shalim después de tantas batallas había contraido muchas heridas y una grave enfermedad que no tenía cura. Shalim solo contaba con 178 años, aun joven para un lector de tierra como él. Estabamos los dos tan lejos de la capital como era posible.
Mandé mensajeros a Agartha pidiendo algún tipo de ayuda, pero el sur ya no era importante. En realidad nunca lo fue. Los ojos de nuestro dios estaban ahora enfocados en Arco, y eso era lo importante.
A Shalim le quedaba poco más de un año de vida. Se le había despojado de todo tipo de armadura, y parecía que se le dejaría vivir su último año apartado de toda guerra, en paz, solo.
A principio de otoño Agartha se lanzó contra Arcoscephale.
Precedieron dos lluvias de fuego contra la capital, lanzados por Rhuax y el rey Ogon. Estás lluvias de fuego solo producieron 60 muertes entre los más de 250 guerreros que había en la ciudad, pero el hecho de que uno de los encantamientos globales de Arco desapareciera, nos hizo pensar que igual muchas de las muertes fueron magos.
Tambien se mandó dos elementales de tierra a asesinar a comandantes de Arco en lo que fue la capital de Pangea. Un rey troll y una maga menor murieron.
Cuatro Grendelkins con botas aladas se internaron en su territorio, además de dos ejércitos, uno formado por jinetes de Pegasus comandados por un Oráculo con botas aladas que aterrizó en la antigua capital de Pangea, donde según nuestros espias se encontraba un ejército de Pangea de mas de 240, y otro de guerreros sagrados comandados por un Oráculo y varios lectores de tierra.
La resistencia encontrada fué rápidamente eliminada, pero no se había librado ninguna gran batalla. Los ejércitos de Arco estaban intactos, y lo que más temíamos eran a sus magos. Conocedores de la mágia de las estrellas tenían la capacidad de matar el alma de los Grendelkins, o incluso hacerles cambiar de bando. La guerra acababa de comenzar.
La reación de Arco no se hizo esperar. Para invierno, dos ejércitos suyos se habian precipitado en el interior de nuestro territorio. Estaban formados en su mayoría por jinetes de grifones. Aun muertos los jinetes, los grifones eran capaces de continuar luchando.
Uno de sus ejércitos estaba formado por 45 de estos jinetes, mientras el otro solo tenía 20 pero venia liderado por un antiguo dios salido de la prisión de Tartaro, un leon alado con cola de escorpion.
Mientras en el norte nuestros Grendelkins seguían conquistando territorios. Su movilidad, gracias a las botas aladas, era asombrosa y Arco no lograba darles caza con sus magos. El ejército de jinetes de Pegasus hacía lo mismo que los Grendelkin, y el asedio de la antigua capital de Pangea se había asumido por el ejercito de sagrados.
El muro de Pangea pronto cayó, pues nuestros sagrados estaban especialmente dotados para destruir muros, y un jefe atacó el castillo para ver lo que había dentro. Y lo que vio, no le gustó.
Jinetes del viento, guerreros en carrozas, y dracones, unas bestias verdes aladas tan grandes como caballos. Todos buenos guerreros.
Además de unos venticinco magos.
Pero eso no fue lo que causó pánico entre la gente de Agartha.
En la biblioteca de la capital se amontonaban los libros que albergaban todos los hechizos posibles. Había tres marcados en grandes letras rojas. Tres hechizos para dominar el mundo y postrarlo en sus rodillas.
El primero traía la oscuridad a toda la tierra. Las batallas se libraban a oscuras inclinando la balanza fuertemente a aquellas razas que no necesitaban de la luz; muertos, demonios y tambien a Agartha. Tambien llevaba a las economias de todo el mundo al borde del colapso. Los ingresos se reducian a un 10% y los grandes ejércitos empezaban a desertar por falta de fondos.
El segundo hacía resurgir la Forja de los Antiguos que reducía a la mitad la necesidad de gemas para forjar objetos mágicos para aquella nación que hubiese invocado el ritual. Y las guerras, como bien sabía nuestro dios administrativo, se ganaban por la economía, bien monetaria bien de gemas.
El tercero creaba un nexo arcano que absorbía la energía de las gemas de aire, fuego, tierra, agua, naturaleza y muerte usadas por cualquier mago, para cualquier proposito y las destilaba en gemas astrales, enriqueciendo a su dueño.
Cuando vimos el cielo llenarse de trazas destelleantes, como si fuesen estrellas fugaces, que se dirigían al corazón del territorio de Arcoscephale, supimos que este había creado el nexo, y vi nuestro fin cercano.
Mandamos un mensajero de nuevo a Helheim. Tenía que entrar en guerra ya.
Me pareció entender que Arco invocó Utterdark. ¿No es un hechizo un tanto contraproducente contra Agartha? (Aunque la época del uso de tropas estándar ya hace tiempo que pasó)
Ancalagon escribió:Me pareció entender que Arco invocó Utterdark. ¿No es un hechizo un tanto contraproducente contra Agartha? (Aunque la época del uso de tropas estándar ya hace tiempo que pasó)
Nor, entre las gilipolleces que hice no convoqué el Utterdark, eso seguro...
Ancalagon escribió:Me pareció entender que Arco invocó Utterdark. ¿No es un hechizo un tanto contraproducente contra Agartha? (Aunque la época del uso de tropas estándar ya hace tiempo que pasó)
Nor, entre las gilipolleces que hice no convoqué el Utterdark, eso seguro...
Lo que invocó fue el Arcane Nexus.
No se si en algún post doy a entender que invocó el utterdark. Si es asi es un error.
"En la biblioteca de la capital". No especificas si la de Arco o la tuya, así que de momento, cualquiera.
"hay 3 hechizos para Dominarlos a todos y mandarlos a Tartarus, Utterdark, Forge of the Ancients y Arcane Nexus". Yo entiendo que se han invocado los tres.
"vemos que Arco invoca el Nexus". Y de aquí ya me figuro que ha sido Arco la que ha tirado Utterdark.
Vamos, una pequeña confusión por no saber a qué capital te referías. Pero ya que se ha pasado skaos y lo ha aclarado ya nada. :p
Ontopic: Peazo KATARRIÁN que le metiste, un tercio de sus provincias en uno/dos turnos.
No, no, solo había Arcane Nexus invocado por aquel entonces.
El decir que estaban en la biblioteca era que ya los había aprendido todos, y de todos, esos tres son los más relevantes y poderosos, los que pueden significar la victoria total de la partida.
Temiendo por el ejército que asediaba Pangea de solo 95 tropas sagradas, contra los más de 240 que se agolpaban en el interior del castillo, Rhuax y Ogon lanzaron sendas lluvias de fuego contra el ejército de Arco, causando más de 110 bajas. Fué en el momento oportuno, pues Arco salió justo entonces a liberar el castillo. Aun contaba con más de 110 unidades, pero sus magos se habían reducido de los 29 a solo 8. Las lluvias de fuego habían causado estragos.
En números estaba igualada la cosa, pero a plena luz del dia el jercito de Arco luchaba mucho mejor.
Aunque nuestro ejército contaba con dos dioses salidos del infierno de Tartaro. Un ciclope armado para la lucha cuerpo a cuerpo, y una titana de nombre Eurydice.
Al instante de comenzar la batalla Eurydice lanzó un hechizo que tapó el sol del campo de batalla, y la oscuridad reinó. Bajo estas condiciones nuestros sagrados luchaban mejor que cualquier guerrero de Arco, que apenas podian ver en la oscuridad.
El oráculo que lideraba el ejercito también lanzó un potente hechizo, que convirtió el cuerpo de nuestros guerreros en oro, otorgandoles una protección tan dura como la mejor armadura.
Y algunos lectores de tierra tambien dotaron a las armas de los guerreros sagrados de un filo inigualable, capaz de cortar las armaduras como si fueran cuero.
Cuando acabaron de lanzar hechizos, el ejército de Arco ya no era rival.
Cuando ambos ejércitos colisionaron en medio del campo de batalla los draconianos se vieron incapaces de acertar a dar en la oscuridad, y los jinetes del viento, siendo mejor guerreros, si acertaban, pero carecían de la fuerza necesaria para atravesar los cuerpo de oro de los guerreros de Agartha.
Nuestros guereros no solo acertaban, sino que gracias a su enorme fuerza y a sus lanzas mágicamente afiladas, mataban a cada acierto.
La batalla terminó rápidamente. Ningun guerrero nuestro murió, mientras que de Arco perecieron 88, y los que lograron huir murieron al no tener donde hacerlo.
Cansado nuestro dios de las invasiones de Arco en nuestra retaguardia, que ya contaban trés, decidió hacerles volver a casa.
A por el ejército más numeroso, que se había colado en la provincia de Behemoth Rest, mandó a las diosas del aire, dos a luchar y otra a cortar el camino de retirada por uno de los portales.
Una vez más las reinas del aire se enfrentaban a un ejército muy superior en número.
Por desgracia esta vez reina de las nubes confundió sus hechizos, y en lugar de crear una nube de donde saliesen soldados fantasmales que manuviesen ocupados al ejército enemigo mientras los rayos acababan con ellos, lanzo otro hechizo, muy poderoso eso si, los campos brillantes, que destruyó la primera linea de soldados rasos.
Despues ya descargó la furia de los cielos contra el mundo, pero sin tener un ejército que le protegiera, la diosa de las nubes, agotada, terminó por perecere a manos de los grifos.
La reina de las tormentas, armada para el combate cuerpo a cuerpo, aguantó hasta que uno por uno fue matando a todos los grifos, que terminaron por huir.
La reina de los truenos lo tuvo más fácil en el portal de fuego. Pero dichos portales no son lugar ni para humanos ni para reinas, pues contienen plagas. Y asi nuestra reina cogió una enfermedad, que poco a poca la iría matando.
Con enfermedad o sin ella, se le ordenó a continuación avanzar ella sola hacia otra de las provincias ocupadas por Arco, que contaba con no menos de 40 grifos y una considerable defensa provincial. Sin ningún apoyo fue tambien capaz de hacer huir al enemigo.
Pero Arco tambien quería demonstrar que tenía a increibles guerreros a su disposición. En Laría un señor del Ember salio para romper el asedio que mantaniamos sobre ese castillo.
Una bestia surgida de las profundidades de la tierra, donde fuye el magma. Mas poderosos que los mismos reyes del fuego, pero sin el don de la oportunidad.
Había elegido el dia equivocado para mostrar su poder.
Asediando el castillo de Laria se encontraban dos enormes Grendelkins y dos monstruos de Tartaro, un ciclope y una titana, que ni siquieran llegaron a entrar en combate.
El señor dele Ember era muy superior que los Grendelkins en la lucha cuerpo a cuerpo, pero el escudo que estos llevaban ataba al enemigo de manos y le impedian defenderse. En unos instantes los dos Grendelkins acabaron con él.
