Qué curioso. En enero de 2012 he visto la mejor película del 2011
Ayer fui al cine con mi novia para ver una espléndida película recomendada por un amigo (algo usual con este film, pues está recaudando más de lo esperado gracias al boca a boca). Bueno, hago lo mismo aquí: si podéis id a una sala de cine a verla porque vale la pena; es espectacular, con un estilo muy ochentero (tanto la fotografía, el vestuario, el uso de la música en ciertas escenas, etc.; muy al estilo de la magistral
“Boogie Nights” (1997) de
Paul Thomas Anderson) y la banda sonora es magnífica. Y a pesar de las numerosas escenas de insoportable violencia a mi novia le encantó (apartaba la mirada de vez en cuando y listo). Es una película romántica (que no “
romanticona”) y muy, muy peculiar y especial.
Se trata de
“Drive” de Nicholas Winding Refn.
Este señor que veis a continuación es
Jean-Pierre Melville.
¿Que a qué viene esto ahora...?
Sí, cierto: es un director “
viejuno”, pero al que se le debe mucho en el panorama del Cine actual. Ha sido emulado y copiado hasta la saciedad. Sin él no se entiende a directores tan famosos como
Tarantino o el enfoque de ciertas películas del Cine Negro actual (como esta que os estoy recomendando hoy).
Melville fue un director de Cine (un maestro de los grandes) con una personalidad única y que las pasó canutísimas en su momento por culpa tanto de la crítica como del público. Pero él se mantuvo fiel a su estilo, hasta sus últimas consecuencias. Como los (anti)héroes de sus películas… Si no conocéis sus películas pueees… ¡Ya estáis tardando! Fundamental para comprender el Cine moderno.
Dicho esto, manifestar que salí de la sala completamente entusiasmado. Y como el Cine me gusta tanto podría tirarme horas y horas escribiendo sobre este film al que no le sobra ni una secuencia. Ni una. Hacía mucho tiempo que no veía una película actual a la que no le sobre ni un minuto, ya que la moda es alargar la duración innecesariamente (lógico, por otra parte: es decir, una entrada de cine es cara y la gente tiene que salir de la sala como si se hubieran
jartado de papas...

). Además, el director utiliza la cámara lenta con sentido común y responsabilidad (como lo hacían antaño maestros como
Sam Peckinpah) y tiene secuencias con un tempo casi oriental, muy pausado, contemplativo, inaudito y escaso en el Cine de hoy día. Y eso es MUY de agradecer
Todos los actores están espléndidos. Todos.
Ryan Gosling (el conductor protagonista) está sorprendente y me recuerda mucho a otros personajes de otras películas como, por ejemplo, los caracteres que interpretaba
Alain Delon en las películas del citado
Melville (
“El Silencio de un Hombre”,
“Círculo Rojo”, etc.); o el
Kowalski de la magistral
“Vanishing Point” (1971) de
Richard C. Sarafian; o el taxista que interpretaba
Robert De Niro en
“Taxi Driver”; e incluso al personaje que interpreta
Vigo Mortensen en
“Una Historia de Violencia” (2005) de
Cronenberg.
El conductor del film es eso: un (anti)héroe existencialista al estilo de los de
Melville, lacónico, introvertido, taciturno, que arrastra una absoluta y asumida soledad, gélido en sus acciones pero donde los ojos son importantísimos (es una de las cosas que más me ha gustado de esta película de
Winding Refn: el cómo los actores actúan con lo mínimo, con las miradas, sin aspavientos, sin jilipolleces, sin sobreactuaciones típicas que están tan de moda: véase, por ejemplo, la primera secuencia del robo en el almacén...; los ojos del protagonista son importantísimos, van siguiendo la acción de sus perseguidores mientras escucha la radio de la policía), que llevan sus principios éticos hasta las últimas consecuencias, incluso si hay que renunciar a la vida para ello. Es decir, no sé si me voy a explicar bien, pero es como si el protagonista se rigiera no por un sistema de valores común sino por un conjunto de reglas interiorizadas. Además, otra cosa que me gusta de la película es que en ningún momento sabemos nada del pasado del protagonista, lo cual le da más dimensión, interés y fascinación.
Carey Mulligan, la mujer protagonista, está deliciosa. No quiero pisar en absoluto ninguna escena del film, pero hay una secuencia muy complicada de tempo sereno, sosegado, que parece que no se acaba nunca, entre ella y
Ryan Gosling, en la que sólo se están mirando y sonriendo sin decir nada que es algo excepcional. Y es que la película, en definitiva, está maravillosamente rodada.
Y, bueno, intentaré no enrollarme más (me estoy colando…

). En resumen, que todos los actores están muy bien, con personajes muy creíbles, convincentes y bien dibujados: qué decir del conocido
Ron Perlman (colosal, como siempre, en su interpretación), y
Bryan Cranston,
Albert Brooks,
Oscar Isaac,
James Biberi…
La puesta en escena es soberbia, limpia, sabia, sobria y nítida. Como tiene que ser.
¡Ojo con las escenas de violencia porque son durísimas y con una mala leche brutal!
Aquí los mafiosos no se andan con rodeos y matan sin contemplaciones y sin ningún tipo de escrúpulos. Y nada de pistolas. Todo con arma blanca. Pero, como defiendo siempre al hablar de Cine, la violencia es fea y, por lo tanto, me parece muy adecuado que las películas reflejen la violencia así, de manera cruda, áspera y sin concesiones. Si la presentamos con “bailecitos” o "coreografías" gays estilo Van Damme entonces puede resultar hasta peligroso para algunas mentes imberbes.
Pues nada. Que si queréis ver una película de acción espectacular, atípica, a contracorriente, Cine Negro del bueno, ya sabéis. Aquí tenéis
“Drive”.
Ya me contaréis
¡Saludos!