Quedamos aislados del resto de nuestro reino. Lo último que supimos fue que Shalim por fin había tomado contacto con Lanka, y que le había mandado un mensajero diciendole que no teníamos intención de ir más al sur, y ofreciendole un tratado de paz.
De Kailasa no teníamos noticias, asi que supusimos que estabamos solos ante Sauromatia, y que quizá tuviesen una alianza entre ellos.

Durante esos meses de aislamiento, donde no recibiamos noticias de lo que pasaba en el resto de nuestro Reino, la actividad no cesaba. Gracias a los reyes de tierra y fuego conseguimos grandes aliados, elementales de tierra y niños del magma.


Los elementales de tierra eran seres gigantes, más grandes que nosotros, capaces de regenerar sus heridas y de aplastar a sus enemigos.
Mientras, nuestro dios tambien practicaba sus artes en el territorio de la muerte, reanimando a sombras, seres pequeños y debiles como él, pero con un cuerpo etereo dificil de dañar por armas convencionales

Todas estas invocaciones iban dirigidas a nular el gran arma de Sauromatia, el veneno. A ninguna de ellas le afectaba.
Durante meses se prolongó el asedio. La comida empezó a escasear, y los trogolditas empezaron a enfermar. Nuestros guerreros sagrados podían pasar sin comer. Tampoco sabiamos que pasaba fuera de nuestros muros, si estabamos en guerra con Lanka, si Sauromatia estaba ocupando el resto de nuestros territorios, o si Kailasa habría decidio unirse a nosotros o romper el pacto.
La única buena noticia era que el enemigo, aunque nos triplicaba en número, era incapaz de dañar nuestras murallas. Y esto nos daba una ventaja, la batalla se produciría cuando nosotros decidiesemos.
Y ese momento llegó durante el Otoño de ese segundo año.