Svendsen y sus compañeros empezaron a correr hacia el bocage. Primeros diez metros. Algunos pepinos siguen batiendo el bocage al que se dirigen a la carrera. Avanzan uno tras otro, zigzageando entre la hierba alta. Veinte metros. Las balas silban provenientes de su espalda. Sus compañeros les estan cubriendo. Bien. Se siente menos solitario, aunque en ese campo de tiro en el que se ha transformado esa finca, solo corren tres hombres. Treinta metros. La respiracion comienza a entrecortarse. Se ve algunas sombras moverse en la lejania. Cabezas cuadradas. Los morteros cesan de caer sobre el bocage. Cuarenta. Mejor mantener todos los sentidos concentrados en la espalda de quien te precede. Todo su universo se concentra en esa casaca que se agita, frenetica, unos metros delante suyo. Cincuenta. El pecho palpita desbocado. La respiracion se torna jadeante. Sesenta metros. El bocage parece tan cercano. El corazon galopa sacudiendo su caja toracica, golpeandole los pulmones y castigandole el diafragma. La garganta es un secarral reseco por la llegada y salida de litros y litros de aire que corren acelerados por su laringe. Setenta. De repente, la casaca que se agitaba frente a sus ojos se detiene. Ese soldado se lleva el fusil al hombro y empieza a disparar sin protegerse lo mas minimo. Subidon de adrenalina. Su universo, concentrado en ese punto caqui, desaparece y el verde del bocage lo inunda todo. Sus piernas siguen moviendose hacia alli, como un automata.-¿Pero que mierda de bombardeo previo es este?
El teniente Patxi estaba fuera de si. Los nudillos de su mano derecha que estaban sujetando el auricular estaban blancos. Espumarajos de saliva salian despedidos del interior de su boca abierta. El bombardeo previo encargado para desalojar a los alemanes del bocage que se interponia entre ellos y el puente habia sido un completo fracaso. El teniente se alzo sobre su asiento del jeep. Seguia enloquecido las estelas de los obuses impactando en tierra de nadie. Su voz tronaba por encima de las explosiones de las granadas de 81mm. Bramaba. Agitaba energicamente los brazos. Pateaba el salpicadero. Golpeaba con el puño izquierdo el parabrisas. La sangre comenzo a aflorar a sus capilares. Sus venas se hincharon en su cuello y aquel bombeo continuo de sangre comenzo a teñir sus sienes y mejillas.
-Cancelen ese bombardeo de mierda. Inmediatamente.
Apenas un minuto antes, el sargento Chunguez Perez, emboscado en un bocage situado en segunda fila habia dado el visto bueno para aquella mierda de bombardeo. Nunca habia destacado para los calculos de trigonometria y las explosiones del enemigo le habian desorientado tanto que habia dado por bueno el ultimo lanzamiento de la primera bateria de morteros. Habia caido razonablemente cerca del bocage que pretendia borrar.
Las explosiones de obuses enemigos cerca estaban arreciando. Demasiado cerca como para mantener la cabeza fria. Tenia un par de heridas sangrantes en su antebrazo derecho. Otra explosion sacudio el terreno y el soldado que le acompañaba se echo al suelo lanzando un pequeño grito al ser alcanzado por pequeñas esquirlas en su pantorrilla.
Maldijo su suerte. Con lo bien que estaba aprovisionando la despensa del teniente Patxi. La cosa se habia complicado en apenas dos minutos. Dos minutos de barrera artillera enemiga.
-Una mision facil, sargento -se habia sincerado el teniente al enviarle a la otrora tranquila posicion-, dirige el fuego de la primera bateria y vuelva a la carrera a retaguardia. -No quiero perder al mejor sargento de intendencia de todo el batallon -apostillo sonriente, mientras le asignaba a dos soldados, uno de ellos equipado con una radio.
Mierda de guerra -penso para sus adentros Chunguez Perez. Aferraba el papel arrugado. Garabateado con tres cruces que marcaban los lugares donde debian de haber explosionado las salvas iniciales de la primera bateria y lineas y mas lineas, rayadas unas sobre otras. Jodio galimatias. El radio que se encontraba encogido a su vera, le agarro el brazo:
-Mi sargento....., la primera bateria pregunta si las coordenadas enviadas son las correctas.....
Otra explosion al otro lado del muro del bocage. El sargento volvio a mirar la cuartilla cuadriculado. Unas cuantas hojas habian caido de los arbustos. Agito el papel. Vaya lio de coordenadas. Habia que volver a hacer los calculos. Se mordio el labio inferior. Se rasco el menton. Otra explosion. Joder. Y luego, otra. Vaya birria. Apreto su cuerpo contra el suelo. El soldado con la radio, palido, le imploraba con la mirada que le diese una contestacion, aunque Chunguez no apartaba la vista de la hoja y de la media decena de crateres humeantes junto al bocage que tenia que bombardear.
El otro soldado se retorcia en el suelo intentando colocarse una pequeña gasa en la llaga de la pantorrilla. Apretujando la hoja con los calculos, la hizo desaparecer en el interior de su puño:
-Coordenadas correctas. Fuego perfecto. Adelante.
Quien sabe. Igual sus nociones de trigonometria no fuesen tan malas despues de todo.
Un minuto despues de todo aquello, el cabo Svendsen, oculto tras un seto en medio de la tierra de nadie, alzo ligeramente la cabeza. El y sus dos hombres apenas si podian moverse en su precario escondite. Vio como el bombardeo previo habia levantado una ligera cortina de polvo. Miro a sus camaradas. No hizo falta decir ni una sola palabra. Asintieron todos en silencio. En unos segundos, levantarian el vuelo, con una trayectoria directa hacia el bocage enemigo. Tantearon las granadas colgadas de sus correajes. Tragaron saliva. Calaron bayonetas. Cada uno se encomendo a Dios, al diablo o a sus santos cojones y corrieron para alcanzar la gloria.
La hora de los valientes
Balancea el Garand de un lado a otro, buscando un impulso que empezaba a fallarle. Ochenta metros. La sangre golpea con fuerza sus sienes. Boquea como un pez sacado de su pecera, buscando oxigeno para seguir propulsando su cuerpo hacia delante. Noventa metros. Cien metros. Un pequeño talud. Las granadas tintinean contra su torax. Dos grandes zancadas y ya estan abajo. Empiezan a oir las voces alemanas del otro lado del seto. Otro par de saltos y trepan por la pequeña pendiente arriba, hacia la base del bocage. Se deja caer derrengado. Agotado y acogotado. Le tiemblan las piernas. El pulso esta desbocado. Apenas puede respirar. Rompe a sudar. No sabe si por miedo o de pura extenuacion. Sus otros dos compañeros hacen lo mismo. Permanecen alli un rato largo, escuchando al otro lado las voces alemanas, amortiguadas por el estruendo de las detonaciones que empiezan a caer sobre el puente del rio Vire.
-¿Como que estan bombardeando el puente?
El teniente Patxi no daba credito a lo que estaba oyendo. Inmediatamente penso en Chunguez.:
-No, no puedo ser.
Se quedo con la boca abierta y rezo para que ninguna granada hiciese impacto sobre el unico paso sobre el rio Vire al norte de St. Guillen. La radio se quedo en silencio total. El heroico cabo Svendsen y sus compañeros no podian dar credito a lo que estaban viendo tras el bocage recien alcanzado.
Todas las comunicaciones se interrumpieron. Seguramente al oir las explosiones en las inmediaciones del puente. Una vocecita rompio la estatica que se habia adueñado del altavoz del transmisor:
-Pscchhhttt....... El puente..... pschttttttt..... el puente ha........ pschttttttt......
-Jodia estatica -Patxi se llevo la gorra de oficial a la boca y empezo a morderla-, me va a provocar una ulcera en el estomago....
-El puente ha sido volado.....
El teniente se desentendio de mordisquear la gorra y se dejo caer abatido en el asiento, con la mirada perdida entre mil pensamientos. En los esfuerzos del primer peloton, masacrado junto al arroyo, en Perry contenido en una legion de cucharillas de cafe, en el cabo Svendsen y otros dos pares de testiculos que le acomparon en aquella cabalgada suicida. Todo perdido. Toda esa sangre vertida en vano.
-Ordene regresar a Chunguez Perez.
Jodias matematicas. Nunca Pitagoras y sus triangulos se le habian atravesado tanto como en aquella mañana.
-.....y que se de prisa -apostillo el teniente.
-Señor, Chunguez esta herido. No va a poder moverse. Los morteros alemanes le han debido de abrir una segunda raja en el trasero, señor.
El teniente Patxi fulmino con la mirada al operador de radio. Ese tipo de gracietas nunca le habian hecho ni puñetera gracia. Humor cuartelario y soez. Estaba el tema ahora como para atreverse a hilar fino con humor escatologico. A ver como explicaba esto al coronel. De hoy no pasaba su pase al batallon disciplinario. Vaya borron en su historial. Intenta poner en orden sus ideas. Debia de adelantarse a Iberalc. Seguro que iba corriendo con la noticia al Cuartel General.
-Cagüentó, con lo rapido que corre el escalafon en la US Army, encima vamos dando facilidades -penso para sus adentros.
Tenia que intentar encontrar algo positivo en todo ello e intentar darle la vuelta a tan desastrosa noticia. En su mente empezo a bullir decenas de frases ocurrentes, pero la bromita del radio operador no se le iba de la cabeza y se obstinaba en aparecer una y otra vez en las ingeniosas frases que borboteaban en su cerebro: el puente se ha ido a la mierda; la hemos cagado; puente de piedra, firme y duradero; puente de madera, puente de mierda; el día en que la mierda tenga algún valor, los pobres nacerán sin culo, etc. Ya me entienden ustedes.
El teniente gruño. Ese operador iba a acompañarle en su destierro al batallon de castigo. Seguro. Le iba a arrastrar en su caida. De repente, se le ilumino la cara. Garabateo algo en un papel y lo paso para que lo transmitieran al Cuartel General:
"Tal y como escribio Bertrand Arthur William Russell, lo más difícil de aprender en la vida es qué puente hay que cruzar y qué puente hay que quemar. Carecer de algunas de las cosas que uno desea es condición indispensable de la felicidad. Supongo que el batallon sera ahora inmensamente feliz, mi coronel. No hace falta que me lo agradezca. Tenemos arrinconados a los alemanes en Les Hommes"
Spoiler:
!!!. Esperemos que GM Daniel sea sensible a la situación ... 
. RIP.
