Santo Spoiler: Bioshock Infinite

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Gargonslipfisk
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Santo Spoiler: Bioshock Infinite

Mensaje por Gargonslipfisk »

Oh vosotros los que entráis, abandonad toda esperanza, pues el tiempo todo lo vence. La pregunta, como saben aquellos que han jugado y siguen jugando, no es cómo es el juego (bueno o malo, divertido o aburrido, preciso o ambiguo…), sino cuándo es el juego: si trascurre en 1912, 1960 o 2013. Y ustedes, ¿cuándo recuerdan que ocurrió?

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La fuerza del viento descubre una misteriosa inscripción en la placa de bienvenida: infinito. Como infinitas son las cuestiones que asolan cada vida: viajar a Columbia o no viajar, bautizarse o no bautizarse, entregar a la chica o no entregarla, vivir o no vivir… Unas cuestiones son más decisivas que otras: algunas pueden cambiar completamente el curso de los acontecimientos de una nación poniendo fin a miles de vidas, mientras otras pueden suponer un trauma insuperable para el individuo al que le asolan los recuerdos de una vida no vivida.

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Unos recordarán aquel 1960 en el que Jack, recién estrellado su avión, tenía la fortuna de toparse con un perdido faro en mitad de la nada; recordarán haberse preguntado acerca de aquel misterioso faro que parecía advertir a los pobres marinos del fatídico destino que hallarían sus naves si turbaban la paz de aquellas aguas. Otros recordarán aquel 1912 en el que Booker, ansioso por saldar sus deudas, aceptaba cualquier encargo de dudosa moralidad, incluso aunque eso supusiera ir a un lugar del que nunca había tenido noticia; allí iría, cargado con su pequeña caja, fiel testigo de la masacre que el 29 de Diciembre de 1890 pusiera fin a la Guerra de las Indias.

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Durante el largo trayecto hasta el Faro Booker presencia la discusión entre los dos hermanos que le escoltan. Parece evidente que él, joven Caronte, es quien ha tenido la idea de contratarle. Abre su preciada caja, donde guarda todo lo necesario para la misión que le han encomendado: necesita una pistola, pues uno nunca sabe los peligros que acechan; necesita una postal de Monumen Island, pues de otra forma no sabría a dónde dirigir sus pasos; necesita una foto de la chica y la llave que la guarda; pero lo más importante, necesita saber cómo es el lugar al que va: el papiro, símbolo de los hombres que como Jefferson velan por la Justicia, la llave con que Benjamin Franklin abre las puertas del conocimiento, pero sobre todo la espada que empuña Washington contra quienes violan la paz de los Fundadores.

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Al entrar a aquel Faro que tan familiar nos resulta una advertencia llama nuestra atención: no nos decepciones. Aunque, quizá, debiera decir: no nos VUELVAS a decepcionar.

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Encaminamos nuestros pasos en busca de una batisfera y bueno… al fin y al cabo nos topamos con algo similar…

Un primer vistazo deja atisbar que el culto que se rinde al Profeta supera lo patológico. Unos cuantos infieles esperan lavar su alma antes de entrar en Columbia… aunque reticente parece que no queda alternativa: deberemos bautizarnos. La hipoxia nos hace perder el conocimiento: ¿lo recuerdas? Es Nueva York en el 1984.

La ciudad está inmersa en pleno fervor nacionalista: las banderas ondean en cada esquina, el nombre de Comstock es motivo de admiración y no hay mayor orgullo que defender la propiedad del hombre blanco del mestizaje. Estamos algo perdidos con tanta celebración, pero nos es difícil encontrar la torre que protege al cordero del falso pastor. Sólo hay que ir allí y rescatarla: los bardos celebrarán durante años la hazaña de tan gallardo caballero. Únicamente hay un minúsculo problema: esa cicatriz en nuestra mano derecha, AD (¿tal vez “after dominus”?), es sorprendentemente parecida a la que anuncian como la marca del falso pastor.

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Espera un momento… esto es demasiada coincidencia… ¿Aquellos dos hermanos nos han tendido una trampa? No, no puede ser. Pero, entonces, ¿cómo saben lo de la cicatriz? Oh, espera, me sangra la nariz.

Bueno, no importa, ya he conseguido rescatar a Elizabeth de aquella jaula custodiada por un pájaro metálico. Ahora sólo tengo que encontrar un zeppelín, nada más y nada menos que el Primera Dama, estandarte de los Fundadores, y poner rumbo a Nueva York. Pero hay un problema: necesito un vigorizante que me permita activar la electricidad del aerocarril.

En este capítulo iremos al Hall of Heroes para descubrir que Comstock ha reescrito la Historia: se autoproclama héroe de la batalla de Wounded Knee. ¿Recordáis aquella preciada caja que lleva Booker consigo desde el principio? Sí, Slate tiene razón: Comstock es un falso profeta, un mentiroso de la peor calaña, sería indigno permitir que la sangre de sus hombres se derramara en tan innobles manos. Así que, ¿perdonamos la vida a Slate o satisfacemos sus deseos? Sea como sea ya podemos regresar al Primera Dama.

Una vez en él, cuando Elizabeth descubre que aquel aguerrido héroe no es más que un egoísta embustero su ira es incontenible. Para cuando despertamos el zeppelín ha sido abordado por un pelotón Vox Populi dirigido por la mismísima Daisy Fitzroy. Para recuperar nuestro zeppelín nos pedirá que acudamos a la armería de Chen Li a recoger un pedido… y es aquí donde empiezan todos nuestros problemas (ojalá hubiéramos puesto rumbo a París).

La paradoja de Schrödinger

Chen Li está a la vez vivo y muerto… todo depende del universo en el que mires. Desgraciadamente, no se puede ir de un universo en el que está muerto a otro en el que está vivo sin que le sangre la nariz, tanta sangre que apenas puede pensar. Aunque claro, según la esposa de Chen Li, si consiguiéramos devolverle las herramientas que la policía le ha incautado el armero podría mantener su mente ocupada en el trabajo. Todo parece un plan perfecto, hasta que uno descubre que transportar tantas herramientas entre dos no es un trabajo fácil. Lo fácil sería ir a un universo en el que esas herramientas nunca han sido incautadas, un universo en el que Booker nunca encontró a Elizabeth y en el que por diversos derroteros acabó liderando la revolución de los Vox Populi. La propia Fitzroy nos recuerda con afecto, recuerda vernos morir por la causa (sí, estamos en un universo en el que Booker ha muerto, ¿nuevamente?, y sin embargo no cae en la locura). La revuelta de Vox Populi consigue que los obreros se hagan con el control de Fink Manufacturing (caso contrario a la huelga de 1934 de Minessota que Booker ayudara a sofocar) y Fitzroy, en un estado de enajenación producto de la violencia, decide asesinar a Fink y a su ¿hijo?: la mala hierba debe ser arrancada de raíz ("pulling weeds at the roots"). Elizebeth, ante semejante despropósito, decide asesinar a Fitzroy (y de paso, cortarse la coleta).

Así que estamos de nuevo en el zeppelín, camino de París, completamente anonadados por la posibilidad de viajar a través del espacio-tiempo. Así pasaba Elizabeth sus días de confinamiento: buscando el universo en el que sus sueños se cumplían. Booker también tiene sueños: sueña con 1984, con Nueva York y con unas llamas del tamaño de rascacielos que infestan la ciudad… hasta que Songbird interrumpe el sueño en mitad de las torres Emporia.

Muertos que no recuerdan haber muerto

Recuerdo cuando Elizabeth me suplicó que no dejara que Songbird la llevara de regreso a su jaula. Recuerdo cuando me suplicó, cogiéndome la mano, que hiciera todo lo necesario para impedirlo. Recuerdo cuando me dijo, mientras apretaba mi mano contra su cuello: jamás te pediría que mataras a Songbird, porque eso es imposible.

¿Qué es de Elizabeth cuando Comstock la retiene en su torre? Comstock, aquel profeta obsesionado con preservar su linaje en el poder, aquel profeta que quiere que su semilla culmine su obra:

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¿Y cuál es su obra? No aspira a otra cosa que cumplir aquel sueño recurrente de Booker: hacer arder Nueva York. Una Elizabeth consumida por la edad nos muestra el mundo en llamas, un mundo que Comstock ha hecho arder a través de su hija, una herramienta más a la que priva de voluntad en su insaciable ansia de poder.

Parece que sólo hay una manera de poner fin al futuro: acabar con Comstock en el presente. Para ello hay que acceder a su mansión, la cual sólo se abre ante las huellas dactilares de Lord y Lady Comstock. Desgraciadamente para nosotros hace años que Lady Comstock murió. Elizabeth no guarda muy buena relación con su madre, tan sólo recuerda que fue ella quien acusándola de bastarda la encerró en la torre. Aunque tampoco parece que Lady Comstock guarde muy buena relación con su marido: en un voxófono podemos escuchar, refiriéndose a su marido, quien había mandado asesinar a los hermanos Lutece: “el profeta es un mentiros, y sin embargo no puede ser. El profeta es un asesino, y sin embargo no puede ser. ¿Por qué concedería Dios semejante poder a semejante monstruo?”. La solución es ir al mausoleo donde se conserva su cadáver y cortarle el dedo índice. Sin embargo, Lady Comstock no recuerda estar muerta, y su fantasma atormenta a los vivos. La única solución, según los hermanos Lutece (¿no os resultan familiares?), es descubrir tres verdades, una de las cuales es verdaderamente desconcertante: Lord Comstock es estéril. Entonces, ¿de quién es hija Elizabeth? ¿rompe el Profeta con su linaje?

¿Bautizarse o no bautizarse? He ahí la cuestión

Tras encontrarnos cara a cara con Comstock éste recrimina su torpeza: no necesitaba ejércitos para separar a Booker de Elizabeth, sólo necesitaba la verdad. ¿Recuerdas la verdad? ¿Recuerdas cómo perdió el dedo meñique Elizabeth? La verdad es que ya saldaste tu deuda. La verdad es que ya les llevaste a la chica. La verdad es que vendiste a tu propia hija a aquellos dos hermanos de apellido Lutece: lo llevas escrito en la mano derecha, es el estigma que siempre te acompaña. Y he aquí la epifanía: sólo hay una manera de matar a Comstock y es regresar al pasado, a aquel bautismo que Booker tomara tras la matanza del 29 de Diciembre de 1890. Y es que el profeta y el falso pastor son uno y el mismo. Cuando Booker toma la decisión se forman dos nuevos metaversos: uno en el que la decisión es afirmativa y otro en el que la decisión es negativa. En el primer universo Booker vive como Comstock, en el segundo Booker vive como Booker. Pero un día, ambos metaversos se unen: Comstock usa a los Lutece para ir a un metaverso en el cual tiene descendencia y llevarla al suyo. Anna para Booker, Elizabeth para Comstock, es el puente que une ambos universos. Es el puente que une el mundo en el que Columbia ha existido y el mundo en el que no existe. Es el puente que une el mundo en el que Lutece nació mujer y en el que nació varón. Es el puente que une el universo en el que el mundo perdura y en el que el mundo toca a su fin. Sólo existe una manera de poner fin a esta unión: destruir el puente. Así, Elizabeth lleva a Booker al momento del bautismo en el que renace como Comstock y una pléyade de Annas venida del resto de metaversos se unen para ahogarle y poner fin a su existencia: a la de Comstock, a la de Elizabeth, a la de Columbia…

Escena tras los créditos

¿Llega a nacer Anna? ¿Es algo más que un difuso recuerdo?

Preguntas sin respuesta

- Hay varios guiños a los eventos de Rapture en Columbia, pero el más patente es el Faro. Tras descubrir el significado de “infinito”, Elizabeth demuestra a Booker la cantidad infinita de mundos que existen mostrándole una panorámica de Rapture. ¿Significa esto que hay infinitas ciudades para próximas entregas: una ciudad bajo tierra, otra sobre las aguas, otra en el espacio…? ¿Significa esto que algún DeWitt, de algún multiverso, ha existido en Rapture?

- ¿En qué momento se queda estéril Comstock? ¿Hay alguna explicación al respecto en el juego? ¿Por qué no existe un multiverso en el que Comstock sea fértil? La única explicación lógica es que el bautismo le dejara estéril.

- ¿Cómo sabe Comstock de la cicatriz de Booker? La única explicación lógica es suponer que esta es la segunda visita de Booker a Columbia y que la razón por la que Elizabeth está encerrada va mucho más allá de protegerla del falso pastor: es una forma de proteger a Columbia de su poder.

- ¿Qué motiva a los Lutece a llevar a Booker a Columbia? Todo parece indicar que lo hacen a expensas de Comstock, y que la idea es de Robert, la versión masculina de Lutece que se encontraría en el universo de Booker. Lo lógico es suponer que su objetivo es acabar con todas las Annas-Elizabeth que existen a fin de cerrar la brecha abierta entre ambos universos.

- ¿Por qué no le quedan secuelas a Booker de los traumas provocados por el viaje espacio-tiempo? Es el personaje que más viajes realiza, y sin embargo no parece incidir en su salud mental. De hecho, de cumplirse mi teoría, al final del juego Booker se encontraría en un multiverso en el cual ha muerto 2 veces antes de ser ahogado por sí mismo como Comstock. Lo que significa que al final del juego Booker ha muerto tres veces.

- ¿Qué relación existe entre Elizabeth y Lady Comstock? ¿Es acaso Lady Comstock la versión de Columbia de la madre de Anna? En algún momento del juego se habla del poder de Lady Comstock y de que la energía de Elizabeth es drenada para alimentar al cadáver de su madre.
Pallida mors aequo pulsat pede pauperum tabernas regumque turres. (Quintus Horatius Flaccus)

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El Nota
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Re: Santo Spoiler: Bioshock Infinite

Mensaje por El Nota »

Puers de momento no tengo ni idea ya que estoy empezando pero una cosa es segura:


¡¡¡Jue-ga-zo!!!

De momento me esta gustando mas que el primero. La factura tecnica es realmente impresionante, no solo por los graficos en si, sino por la creatividad que derrochan los escenarios. Los juegos de luces son tremendos y el juego, en dificil, muy complicado para extender unas pocas horas mas la experiencia. Muy recomendable.

En http://getgamesgo.com/ lo teneis un 22% mas barato: 39 eurillos de nada :D



Saludetes.
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