-Bueno, yo no estoy tan seguro -dijo Dieter-.Tiene usted unos cuarenta años, y probablemente ha pasado toda la vida en el ejercito -Presi no se molestó en negarlo.
Dieter prosiguió:
-Sé que una unidad paracaidista no se forma de la noche a la mañana. Son muchos los meses los necesarios para preparar a cada uno de sus miembros, conjuntandolos y haciendo que funcionen perfectamente como un engranaje perfecto...
A su pesar, el sargento Presi asintió con un leve cabeceo:
-Tambien se que sus oficiales usan nombres en clave para los objetivos, pero usted conoce a la mayoría de esas personas desde hace meses. Un cruce X o una fabrica Z pueden hacerse llamar Elefante, o Reverendo, o Berenjena cuando estan presentando oficialemente la mision los comandantes de su division, pero usted despues de hablar con sus compañeros, conoce y sabe realmente que ese cruce esta en las cercanias de Ramelle o que esa estacion de radar se encuentra junto a Tourqueville, porque el teniente James, de Inteligencia, menciono viendo las fotografias aereas que a unos kilometros al sureste habia un Chateaux repletito de botellas de Burdeos y que en un ala del mismo, los informes de la Resistencia mencionaban que habia montado una casa de citas con mujeres recien llegadas de Paris. Tambien mencionaria que junto al Chateaux habia un lago donde poder curar la resaca y usted o alguno de sus compañeros fueron a un mapa y situaron ese cruce o esa estacion de radar....
Presi rehuyó la mirada de Dieter,y éste supo que no se equivocaba:
-Quiero que comprenda que todo lo que ocurra aquí estará bajo su control -siguió diciendo Dieter-. El dolor o el alivio al dolor; la sentencia de muerte o el indulto. Todo depende de lo que usted elija.
Dieter vio satisfecho que el sargento Presi parecía aún más aterrado que antes.
-Responderá a mis preguntas. Al final, todos lo hacen. El único imponderable es cuánto tardará.
Ése era el momento en que algunos se venían abajo; pero el sargento resistió.
-No puedo decirle nada -aseguró con un hilo de voz.
Estaba asustado, pero conservaba un asomo de coraje y no parecía dispuesto a rendirse sin luchar.
Dieter se encogió de hombros. Tendría que ser por las malas.
Se volvió hacia Becker y le habló en alemán:
-Vuelva a la celda. Haga que el chico se desnude. Tráigalo y átelo al pilar de la otra habitación.
-Muy bien, mayor -dijo el sargento con evidente satisfacción.
Dieter se volvió hacia Presi:
-Va a decirme los nombres auténticos y en clave de todos los objetivos de su division y los nombres en clave de sus contactos con los miembros de su circuito de la Resistencia.
Presi meneó la cabeza, pero Dieter hizo caso omiso:
-Quiero saber las claves de radio, la frecuencia en las que debian de emitir las radiobalizas y las direcciones usadas de cualquier casa amiga usada por miembros del circuito en su zona de salto.
Presi dio una profunda calada a su cigarrillo y clavó los ojos en la brasa.

*Adaptado del libro Alto Riesgo de Ken Follet