
Me arriesgaría a decir que hemos alumbrado una genuina palanca de jugabilidad: los observatorios o fichas del servicio avanzado artillero. Los ojos de los tubos del siete-cinco y quince y medio. Resultaba frustrante contemplar como una sección de caballería, no más cosa - ni menos - que jinetes con la tercerola cruzada, constituídos en servicio de seguridad, haciendo de punta de vanguardia, al acechar un lindero boscoso y advertir presencia adversaria, consiguiesen recabar una descarga artillera propia inmediata. Esta lógica, natural en la caballería (a motor y blindada, con equipo de radio) alemana o americana del 44, era del todo improcedente en nuestra guerra.
En lo que toca al propio juego, se abre un haz de posibilidades francamente rico: el estudio sesudo y calmoso del terreno, sus pliegues, la compartimentación que impone a las vistas y alcance de las armas; cuidar en el ataque, que con el nuevo salto de la línea se abarquen potenciales emplazamientos que garanticen ver sin ser batido y dirigir el volumen de fuego artillero en beneficio propio. En la retirada o en la defensa, velar por que sobre los itinerarios de marcha propia y las posible vías de avenida del adversario estén los ojos del apoyo artillero.
En suma, prevenir con antelación potenciales asentamientos de los observatorios, a tono con la marcha de las tropas.
Un saludo, y, seguimos trabajando.