Horarios raros esta semana, pero cumpliendo el objetivo de publicar. Espero que os guste el capítulo, he puesto bastante esfuerzo en él.
Mañana a lo largo del día actualizo pdf, epub y audiolibro...por si preferís esperar a esos formatos. Espero vuestros comentarios!
Capítulo 8. Un nuevo y oscuro Despertar
Parte I. Anael de Babel.
[Edifiquemos una ciudad y una torre
cuya cúspide llegue hasta el cielo]
Anael había abandonado el mundo-anillo a bordo de su magnífica nave personal, acompañado por su cada vez más abundante Séquit0 y Guardia Pers0nal, que lo escoltarían en todo momento en varias naves de combate privadas, armadas con cañones de plasma y de proyectiles cinéticos. Todos estarían dispuestos a sacrificarse por Él si la situación invitaba a ello, mientras durase todo aquel viaje hacia el Oj0 de Di0s.
Dejaba atrás el mundo-anillo, el Tor0ide…aquella vasta joya de la macroingeniería aeroespacial, aquel Milagr0 que había cautivado al líder Kustodi0 y constituía su auténtica residencia actual, permanentemente, desde que la habían conquistado a las Orucchias.
“La Bizcorneada Flecha de Nimr0d” o simplemente
“La Flecha”, como así había Bautizad0 la nave el Kustodi0 Superior, era un magnífico y lujoso diseño que había sido construido con Su Beneplácit0 y el del N0-Di0s en el puerto espacial de “Anael, El Elegid0”, hacía ahora más de cinco años. Se trataba de una nave de un tamaño descomunal, un prototipo mucho mayor que el crucero normal de la flota, del orden de varios kilómetros de longitud y cientos de niveles diferentes. Una muestra previa del tamaño de nave Kustodia que estaba por venir: el acorazado. El poder de la flota kustodia experimentaría un incremento exponencial con aquellas naves de alas inmensas.
Aunque aún faltaban varios años para que terminasen de desarrollar dicha tecnología, Anael sabía que la experiencia acumulada en esta investigación ayudaría además a abrir nuevas “puertas” hacia la megaconstrucción espacial. “Futuros Kustodi0s nacidos en el vací0, en hábitats orbitales, en Kasas en los Ciel0s. Altares que nos acercarán al N0-Di0s”.
Lo cierto es que ni siquiera los mejores científicos Cuidadores podían predecir dicha relación, en aquella vorágine aleatoria de descubrimientos interrelacionados que era la progresión científica. Pero Él sí que lo sabía, aunque los perr0s herejes alienígenas lo acusasen de loco a sus espaldas. Sabía que su Mente era Superi0r. Presciente, pues era capaz de sentir el futuro. Postciente, ya que era sensible al pasado.
Él era el Elegid0 del N0-Di0s.
Creía firmemente que los Kustodi0s todavía se estaban “despertando”, seis generaciones después. En sus Serm0nes, hablaba incluso del Venider0 Segund0 Despertar, por el cual los Arcángeles Kustodi0s desarrollarían su verdadero P0tencial, físico y mental, del que aún no eran siquiera plenamente conscientes. Y muchos lo empezaban a creer., independientemente de la facción política por la que sintiesen simpatía.
También hablaba de que esa era la Senda Anaeliana, la que los haría acercarse al N0-Di0s. La que los transportaría a una nueva Dimesi0n, donde podrían hablar y servir directamente a su Señ0r, el Cer0 Infinit0. Pronosticaba que algún día serían capaces de construir Monument0s al No-Di0s tan grandiosos como aquel mundo-anillo del Coraz0n, con el que se había encontrado gracias al Alabad0. Anael pensó en todo lo que le había cambiado su larga estancia en él, alejado de la Kuria, de traidores y de espías. Incluso de amig0s.
Aunque, de momento, los monumentos artísticos serían de dimensiones algo menores y exclusivamente dedicadas a Él mismo, puesto que Él era El Elegid0 del N0-Di0s. El Primer Pr0feta entre los Hij0s del Ourobor0s tendría su propio “Etemenanki”.
Pero ahora había tenido abandonar todo aquello, dejándolo a medio terminar, en aquella teóricamente gigantesca nave que, tras años sin salir del Coraz0n, le resultaba ahora ridículamente minúscula. Casi claustrofóbica. Y eso que contenía en su interior toda una megalópolis, con sus miles de habitáculos, dispositivos tecnológicos e infraestructuras de diversa índole. Aunque en esta ocasión solo transportase a un único tripulante despierto en su inmenso interior. De hecho, Anael la había estrenado con este imprevisto viaje a la capital, en el que llevaba atrapado varias semanas. Demasiado tiempo perdido dentro de aquella exigua “lata”.
La Convocat0ria de la Reuni0n de urgencia de la Kuria en el Templ0 del Bucle de La Catedral le había trastocado todos sus planes, por lo que viajaba especialmente malhumorado. No había deseado compañía alguna en todo el trayecto, quería el “poco” aire disponible solo para él. Había decidido pasarse el viaje resolviendo asuntos de estado pendientes, creando Serm0nes y Discurs0s con su nuevo Grabad0r fotomnemónic0, diseñando futuros Jueg0s y, en definitiva, poniendo en orden diferentes asuntos dentro de su cabeza.
En ninguna ocasión había utilizado las cápsulas de s0mnacion, en las cuales yacía en suspensión criogenizada todo un regimiento de su guardia personal de confianza en aquel momento. Sus mejores Centuri0nes. Si la situación lo requería, los soldados serían despertados, de forma manual o automáticamente de forma remota, para acudir en rápido auxilio de su líder. Los Kustodi0s no necesitaban dormir y, además, él no era un vago y débil K3rubín como su tío Dubbiel.
Lo cierto es que las elecciones estaban ya relativamente cerca, solo restaban algunos años para que su Primer Mandat0 llegase a su fin. No podía descuidarse.
Evidentemente, dados todos sus éxitos y conquistas recientes, Anael confiaba en renovarl0 sin demasiados problemas. Aunque esta vez, se rumoreaba en la red Kustodia que tendría algún competidor más que su padre, contra quien no se había presentado nadie. “Nabu-apla-utsur también lo había tenido más fácil que Nabû-kudurri-uṣur, pero el segundo era el favorito de Neb0, el que oye desde lo lejos”. Él no hacía Kampañas y viajes propagandísticos como su padre. Tenía su propio estilo.
En realidad, tanta seguridad y protección no habían sido idea suya. Su “Man0 derecha” Rizoel y todos sus asesores personales temían por su vida constantemente. El líder Kustodi0 estaba harto de que le recordasen una y otra vez la misteriosa desaparición de Ansiel, su padre, hacía algo más de tres décadas. Lo estaban volviendo más paranoico de lo que ya era de por sí, con todo aquel desmedido despliegue de medios. Con toda aquella Coh0rte que llevaba consigo. Rizoel era su amig0 desde la “infancia” y, probablemente, uno de sus mayores y más fieles seguidores. Pero Anael empezaba a estar cansado de que intentase controlarlo absolutamente todo alrededor suyo. Había bloqueado comunicaciones él durante un tiempo por su insistencia en que regresase a La Catedral con la flota hacía unos cuantos años.
“Además, a veces, es mejor que la mano derecha no sepa todo lo que hace la izquierda”, había pensado para sus adentros al despegar de “Anael El Elegid0”, mientras observaba desde la holopantalla principal de cubierta una nave de transporte de civiles acercándose a la sección del mundo-anillo que llevaba su nombre.
El líder había pensado que, casi con total seguridad, el transbordador espacial transportaría ingenieros, topógrafos y técnicos Kustodi0s, así como sucios obreros humanos, desde el planeta La Catedral. Ninguna otra especie tenía permitido pisar el mundo-anillo en el Coraz0n de Di0s, tras haber exterminado a todas los demoni0rugas que lo habían infestado previamente.
La voracidad en la demanda de personal para su nuevo megaproyecto no conocía límites. Había tenido que invertir mucha influencia en todo aquel proceso, mover muchos Hil0s, además de una considerable inversión en recursos minerales del Imperi0. Ya que, si bien la idea básica de la 0bra había sido suya, había tenido que encargar a aquellas “lechugas” Steccashi el diseño final de la misma.
A parte del Monument0, Anael había obtenido por fin la aprobación para declarar oficialmente como mundo sagrad0 aquel Segment0 del mundo-anillo, lo que favorecería enormemente la migración y desarrollo de la colonia.
De hecho, esto era solo el primer paso, ya que tenía entre sus planes futuros convertir el segmento en la auténtica capital del Imperi0. Solo por no tener que desplazarse hasta La Catedral por asuntos tan nimios como aquel que le ocupaba ahora, que le había obligado a abandonar el control directo de su megaproyecto a regañadientes, merecería la pena el cambio.
Pero la Kuria no aprobaría tan fácilmente una decisión así, especialmente la rama más conservadora. Y, de momento, estaba supeditado a las Decisi0nes y Juici0s del Consej0 Sacerd0tal. El Gran Cambi0 político tendría que esperar hasta después de las elecciones, cuando resultase ganador y su red de influencia aumentase lo suficiente. Entonces, todos aquellos traid0res dejarían de tener peso alguno en la toma de decisiones importantes. Sería su Mandat0 y V0luntad hasta el final de sus días.
[Y Nimrod paulatinamente convirtió su gobierno en una tiranía,
viendo que la única forma de quitar a los hombres el temor a Dios
era el de atarlos cada vez más a su propia dominación.
Afirmó que si Dios se proponía ahogar al mundo de nuevo,
haría construir una torre tan alta que las aguas jamás las alcanzarían...]
Aquella Kuria ,casi al completo, le había insistido en varias ocasiones que el Imperi0 tenía que dar prioridad a la integración de los territorios de sus vasallos sondrithanos, dirigidos en la actualidad por el gobierno-títere del Coordinador Goll, que había sustituido al inefable Sler’Fuj tras su suicidio. “Al final, aquella vil babosa había conseguido lo que llevaba años intentando”, pensó Anael mientras analizaba el poder actual de la flota de sus vasallos en la holopantalla de su Vis0r. Las babosas ya tenían la impuesta condición de apoyarlos en cualquier conflicto armado futuro que pudiese surgir y ahora mismo no parecían plantearse su independencia.
Por ello, Anael no opinaba lo mismo sobre aquella integración ya que, aunque mejoraría en gran medida la economía y capacidad militar de los Kustodi0s, el aumento en el número de planetas también traería consigo bastantes problemas, como posibles rebeliones o una menor Unidad del Imperi0. Las arcaicas instituciones Kustodias ya habían tenido que hacer un gran esfuerzo administrativo para poder gestionar de forma cohesiva todos los planetas y sistemas estelares que ahora aglutinaba su territorio. Y donde aún les quedaba mucho espacio libre para desarrollar su no0sfera.
Y además, la Tentación aguardaba en los territorios sondrithanos, concretamente en el sistema Balawar. El “fruto prohibido” era en esta ocasión un magnífico planeta gaia llamado “El Retiro del Profeta”, con unas características similares a La Catedral. Algunos Kustodi0s opinaban que sus macrobiomas, análogos a los de su planeta capital en cuanto a su geomorfología, distribución y diversidad de especies de flora y fauna y características de su atmósfera, tenían que ser obra del mismo Cread0r que los de su planeta natal. Anael sabía que la Kuria presionaría para su colonización una vez que estuviese dentro de las fronteras Kustodias ya que era un planeta ideal para cualquier especie.
Sin embargo, Anael sabía por los secretos informes de Dubbiel que también era un planeta considerado sagrado para el imperio “dormido” de la Eclesiarquía de Ganvius y lo último que quería el Kustodi0 Superior era meterse en problemas con aquellas poderosas plantoides del sur del Anill0. Incluso aunque solo hubiese sido una alucinación de su tío, era mejor prevenir que correr el riesgo de meterse un conflicto así.
Por otra parte, los sondrithanos no se habían atrevido a pisar con sus mugrientas placas reptadoras “El Retiro del Profeta” ni una sola vez en todos estos siglos, a pesar de todas aquellas leyendas menores del paraíso del gusano emplumado, la Concha y todas aquellas herejías de Inferi0res que salían por su asquerosa boca de babosa. “Algún motivo importante, de mucho peso, tuvieron que tener para que los antepasados de esos estúpidos e irreflexivos seres moluscoides, que llegaron a secar sus propios mundos, se contuviesen de esa manera y no intentasen colonizarlo”, pensaba Anael.
El Kustodi0 Superi0r creía, por todo ello y algún otro motivo más, que aún no era el momento adecuado para la integración de las babosas, aunque sabía que tarde o temprano tendría que ceder ante las continuas presiones kuriales. Le habían puesto el ejemplo de sus “aliados” los Djomar, que ya habían anexionado diplomáticamente a la Asociación de Gauzor.
¡Maldit0s Djomar! ¡Sucios traidores! Había llegado a confiar en ellos, a pesar de la herejía materialista que caracterizaba su Directorado.
Los Kustodios se habían reunido varias veces con los representantes del Poderoso Mandato a través de la Red InterGaláctica para concretar diferentes acuerdos a lo largo de aquellas dos últimas décadas. El último encuentro había sido hacía menos de un año, con objeto de establecer un contrato de investigación conjunta entre ambos imperios. Aquellos moluscoides eran unos exploradores eruditos a los que les volvía locos obtener cualquier tipo de conocimiento disponible -ellos mismos decían que su “curiosidad” estaba implantada en sus genes- por lo que el acuerdo había sido especialmente ventajoso para el Imperi0 Kustodi0.
Para saber lo importante que sería este acuerdo para su desarrollo bélico, solo había que echar un vistazo a los nuevos modelos de crucero que tenían las flotas djomaro, con disruptores avanzados, recubrimientos del casco y blindajes especiales, unos postquemadores que aumentaban la velocidad de combate de las naves… ¡e incluso motores de hipersalto de tercera generación!. Con ellos instalados en “La Flecha”, este viaje hubiese sido mucho menos tedioso.
En aquella ocasión, el mismísimo Director General Nuvoll le había mirado fijamente a la Máscara a través de la holopantalla y le había asegurado, con supuesta franqueza en sus ojos, que sus relaciones mutuas eran muy buenas, a pesar de que los Kustodi0s tuviesen rivalidades importantes con miembros de su Alianza Norte, como los hombres-árbol sidimati o los humanos polymauthopos. Incluso habían llegado a comprender y aceptar el hecho de que los Kustodi0s hubiesen considerado moralmente ético devorar especies conscientes durante bastante tiempo, y eso que aquellas “babosas” eran tan moluscoides como los propios djomar.
El líder djomaro llegó a decirle que su pueblo tenía la filosofía de que toda existencia era una “experiencia empírica única” y que, por tanto, no era su función en este mundo emitir juicios de valor acerca de ella. Su única obsesión, su cometido, era conocerlas a todas para poder estudiarlas y archivarlas en el Directorado. Aunque de eso último se ocupaban ahora máquinas computacionales desarrolladas por especializados burócratas hombres-árbol sidimati, que les hacían “el trabajo sucio” de indexación, clasificación y galacto-taxonomía a los moluscoides. Así, estos disponían de más tiempo libre para teorizar y reflexionar sobre el conocimiento adquirido en sus sistemáticas actividades intelectuales y experimentales.
Lo cierto es que, a pesar de las grandes diferencias, la relación parecía muy cordial entre ellos también en el plano personal. Anael había llegado a compartir ciertas informaciones sobre la galaxia con el djomar, como su idea de la “guerra fría” existente entre los dos imperios caídos, la Eclesiarquía y el Fragmento, así como la división del Anill0 en dos zonas causadas por la misma y el continuo cierre de fronteras. A diferencia de la mayor parte de su propia Kuria, que lo consideraban parte de “sus” locuras, el alienígena djomar Nuvoll, una eminencia científica de aquel imperio tecnócrata, había demostrado ser un ser verdaderamente racional al darle totalmente la razón. Incluso le felicitó. Le congratuló. Le aseguró que todo su pueblo compartiría su misma opinión si le afirmaba allí mismo que el nombre de Anael aparecería para siempre en grandes letras en los libros de la Historia Djomaro por aquella teoría. Y también por ser el primero en hablarles de aquella Eclesiarquía.
De hecho, Nuvoll también le había asegurado a Anael que los djomar la tendrían muy en cuenta a la hora de tomar decisiones futuras. “¡Maldito bich0! Vaya que si lo hicieron…” –pensó con rabia, mientras se conectaba a la R.IG. desde su holopantalla personal, en un lateral del Persitil0 de su “Camarote Imperat0r”. Uno de los grandes habitáculos, de varios kilómetros de superficie, con diferentes Sal0nes temátic0s influidos por un periodo concreto de la parcialmente reconstruida historia de Tierra Destruida.
En este caso, una de sus épocas favoritas junto con “La Cámara del Fara0n” y, últimamente, también gustaba de pasear por los aterrazados jardines del “Zigurat Mesopotámic0”. Este último periodo le había inspirado especialmente a la hora de concebir su Monument0. Pero a diferencia de los estúpid0s humanos, Él lo erigiría para acercarse a Di0s, no para enfrentarse a Él.
Su flecha apuntaba en la dirección correcta.
Pero el caso es que, aprovechando la tregua kustodia con la Crisálida, y lo debilitada que había quedado tras la última guerra contra los arcángeles, los djomar habían declarado su propia guerra a las Orucchia para hacerse con todo su territorio restante. Si ganaban aquella fácil contienda, se extenderían hasta las mismas fronteras kustodias de Xhampiñía.
La oligarquía del Poderoso Mandato Djomaro había resultado ser un imperio verdaderamente peligroso. Los miembros de su especie, aun conservando toda su individualidad, mantenían unos lazos muy estrechos entre ellos formando una protointeligencia colectiva. No era la Crisálida, pero el objetivo general se anteponía casi siempre al individuo y sus necesidades particulares. Compartir algo con uno de ellos, aunque fuese su líder, era compartirlo con todo el Directorado. O, al menos, con todos los miembros de las élites soberanas, conocidas como Grandes Filos.
Anael conocía este hecho previamente por los informes de Dubbiel, pero esperaba que se tomasen sus palabras como un mero mensaje de advertencia, no que se “aterrorizasen” y lanzasen un ataque a la Orucchia al poco tiempo. Les había entrado la prisa por ampliar su territorio, al intuir que aquella galaxia no era tan extensa como pensaban. Eran unos cobardes.
Como los Kustodi0s se seguían negando a compartir las cartas estelares con ellos y las Orucchias les tenían cerradas las fronteras permanentemente, la mayor parte del anillo aún era desconocida para unos djomar que también estaban bloqueados por su parte este por el imperio caído militarista del Fragmento. Además, los moluscoides aún no había olvidado la estrepitosa derrota que las Orucchias habían infligido a la Alianza hacía un par de décadas y habían decidido vengarse en el momento más propicio y aprovechar así para estudiarlas más en detalle, antes de que fuesen extinguidas por el imperialismo Kustodi0. Y se abrirían una salida para seguir estudiando el resto de la galaxia.
Justo en ese momento, en la holopantalla de Anael saltó un mensaje de [intercomunicación] urgente. Era Rizoel, interrumpiendo la cena que había decidido tomar tumbado en aquellos jardines.
- Dime, Rizoel. Te había dicho que no me molestases en todo el viaje y aún me faltan varios días para llegar a la Catedral. Te voy a bloquear. O meterte un condenado djomar dentro de tu cuerpo por donde más daño pueda hacerte. Lo que me apetezca en ese momento.
- Perdone, Señ0r. ¡Alabado sea su aliment0! –el gobernador de La Catedral le llamaba desde sus aposentos personales en el planeta.
- Como todos los días siete veces, como cualquier Kustodi0…supongo que no me interrumpirás solo por eso. -dijo Anael secamente, levantando por fin la cabeza de su plato y dejando el cochlear a un lado.
- No, claro que no, pero he visto que acababas de hacer el hipersalto al Oj0 de Di0s y pensé…- intentó justificarse Rizoel.
- Y pensaste en incumplir una orden directa de tu Kustodi0 Superi0r. – respondió Anael de forma aún más cortante, depositando el cáliz del que acababa de beber la rebajada y endulzada babosamborsía, que solo unos pocos elegidos podían conseguir en el mercado negro, a precios exorbitantes.
- Lo siento, Señ0r, solo quería felicitarle por haber tenido un viaje tranquilo con su nueva nave, pero interrumpo la comunicación inmediatamente, si así es su Dese0. –dijo un afectado Rizoel.
- Da igual, Rizoel. La cortaré yo mismo en cuanto me aburras o importunes demasiado. Ha sido un viaje largo, sabes que estoy ocupado en el mundo-anillo con mi proyecto. Así que no me felicites por eso. Además, tengo la Bendici0n del N0-Di0s, soy su Elegid0. No tengo por qué preocuparme. Y tú tampoco. Por cierto, hacía tiempo que no venía al Oj0 y me ha sorprendido ver la cantidad de transporte privado que hay ahora en el sistema.- añadió Anael.
-
Supongo que tu plan de liberalización empresarial está dando sus frutos. -continuó el Kustodio Superi0r.
- Si, Ilustrísim0. – respondió ahora un animado Rizoel. A partir de ahora existirá la posibilidad de subcontratar naves-colonia privadas a cambio de créditos energéticos, con el consiguiente ahorro para el Imperi0 en bienes minerales. Y además el espacio parece un lugar mucho más “vivo” ahora, ¿verdad?.
- Bueno, no está mal del todo. Pero habrá que controlar más su presencia. Acabo de pasar cerca de un megacomercial de una proyectonave privada que no debería estar ahí. Esa teoría todavía no está desarrollada.
-
¡Ah! Lo siento. Pensé que te gustaría, Anael. Yo mismo le había dado mi aprobación personalmente. Como la teoría psiónica fue una idea inicial de tu nuevo gran amigo…
-
A veces me recuerdas a una condenada hembra humana, Rizoel -respondió Anael con una mezcla desgana y desprecio.
Sabes que Samyazal es un magnífico científico, aunque sea algo… excéntrico.
- ¡Un verdadero Maníaco! – respondió rápidamente Rizoel, subiendo ligeramente el tono.
- Un maníaco, un loco, lo que tú quieras. Pero esta teoría va a revolucionar todo el imperio. Nos abre una nueva senda como especie que expandirá nuestras mentes hasta lugares inimaginables. Hazme caso, Rizoel. – dijo ahora Anael en un tono más conciliador.
Todo esto será mucho más importante que el limitad0r de Och.
- Veremos, Señ0r, lo cierto es que me fío totalmente de su opinión. – respondió Rizoel, para añadir al cabo de unos segundos-
Aunque supongo que os surgiría la idea en una partida de algún nuevo jueg0, “colocados” con polvo de Orucchia.
- Voy a cortar la comunicación, Rizoel. Es el primer y último aviso. Y estoy pensando que un día de estos voy a acabar “amputándome la mano derecha” si no deja de “tocarme” las alas- amenazó Anael con voz grave.
-
Perdone, Señor. No lo pude evitar, me azotaré después por mi pecad0 para no hacerle perder ahora su preciado tiempo. Hablando de Och e ideas revolucionarias. ¿Qué opinión tiene de todo este asunto de la antigua pirámide hallada recientemente en el Templ0 del Bucle?. ¿Y de la teoría del alineamiento omega que propone Och? Llevábamos tantos años sin hablar, que no sé ni cuál es tu opinión al respecto. Las lecturas de los sensores se vuelven locas al analizar su interior, que parece tener mucha mayor superficie que lo que se puede estimar por las medidas de su parte externa.
-
¿Qué pienso? Bueno, Rizoel, deberías saberlo. Supongo que habrás visualizado mis Discurs0s y Serm0nes al respecto en la red, como es Mandamient0. Está claro que está relacionada con la nave del mensajero, el Metatr0n, que fue quien nos habló de dicho templo en un primer momento. –respondió mecánicamente Anael, para ir animándose a la vez que continuaba hablando – [No sé exactamente lo que puede contener en su anómalo interior, pero intuyo que es una verdadera obra del N0-Di0s. Como el propio planeta en el que se ubica, nuestra Kuna. Quizás sea su Palabra, su Verdader0 N0mbre, el Tetragrammat0n. ¡Alabad0 Sea Nuestro Señ0r! No sé qué clase de beneficios podrá traernos ese alineamiento o en que consiste esa promesa de inmortalidad, pero desde luego apoyo totalmente a Och en esta tarea, a pesar de nuestras marcadas diferencias en otros temas…[/i]
- ¿Me vas a soltar todo ese rollo del Punto 0mega? Yo mataría por esa idea si tú me lo ordenases, pero sabes que es algo inverosímil. -respondió Rizoel, de forma precipitada otra vez. Parecía costarle controlar ciertos impulsos.
- No es un rollo inverosímil, maldito traid0r escéptic0. Cada día me hueles más a la Kuria, deberías dejar La Catedral cuanto antes. Es Axi0ma de Fe. El Punto 0mega es donde el final se hace principio, donde la serpiente muerde su cola - respondió con acritud Anael-
no es el resultado final del universo físico, ya que el N0-Di0s trasciende esos límites, sino que son el Anill0 galáctico y el resto del Univers0 los que crecen y se desarrollan como resultado de la presencia pre-existente y omnipresente del N0-Di0s. Su Ka0s les da Sentid0. Y yo encabezaré su Parusía, recibiendo con mis alas extendidas su Regres0.
- Vamos, Anael, tampoco me vas a dar tu opinión sincera en todo este tema. Sé que tu mente engendra alguna duda al respecto, te conozco desde que salimos del Tanque. ¿Vas a mantenerme al margen, como con todo el asunto de Gazardiel?- inquirió Rizoel con cierto aire de inmadurez poco característico en él.
Anael cortó la comunicación inmediatamente y con un rápido gesto de su mano bloqueó cualquier otra petición entrante de su supuesto amig0. “Maldito Rizoel”, pensó con rabia, mientras se levantaba de la mesa, con casi toda la cena aún en los platos de aquella magnífica porcelana kraak original, redecorados con oro y diamantes, excepcionales piezas recuperadas de Tierra Destruida que, aunque no encajaban con el estilo del Camar0te, habían sido traídas de otra Habitáculo hacía algún tiempo porque a Anael le encantaban. “A veces, incluso ser demasiado fiel puede representar un gran problema, como en este caso, cuando se convierte en un celo tan posesivo como el de Rizoel. Se preocupa tanto por un ataque terrorista y luego descuida una norma de discreción básica. Además es un sociópata, si por él fuese hablaría conmigo todos los meses.”
Por muy cifrada que estuviese la comunicación, Anael sabía que el Tribunal de Inquisic0n o uno de sus numerosos enemigos podían tener pinchada la comunicación con NeoEscrutinad0res. Había muchas más batallas virtuales entre troyanos-0culares, psicomalware y esferofirewalls en las redes de [intercomunicación] que de naves espaciales en el espacio. “Con un poco de suerte, si así lo deseaba el N0-Di0s, nuestra mente pronto no necesitará de condenadas máquinas para comunicarse al instante. Kustodi0s Psiónic0s, teletransmisi0nes mentales. Descargas de información directamente en el cerebro. La mente sobre la materia.”
Anael estaba pensando que seguro que tendría que acabar bloqueando a Rizoel también con su propio pensamiento, si quería tener un segundo de tranquilidad, disponiéndose a cruzar el Camar0te en dirección a la salida, cuando en su Vis0r saltó un mensaje importante que pasó a proyectar en la holopantalla principal.
El conflicto entre los Moij-Uxgano y la Soveranía Panaxao, el tercero que los enfrentaba en los últimos cuarenta años, había terminado.
Un nuevo genocidio de los pulpos replicantes del emperador Dov’Ace I sobre las espiritualistas plantoides, a las que cada vez les quedaba menos saVia a la que adorar. Anael había visto el inicio de la batalla final sobre el planeta capital Mitanium hacía unos días, cuando el almirante Fern’hus lanzó toda el poder de la flota cefalópoda sobre las impotentes Panaxao.
Lo cierto es que ya en aquel primer momento, Anael intuía que se daría el resultado más lógico, con las azules naves plantoides siendo exterminadas por la superior flota Moij-Huxgano. Las estaciones defensivas de las Panaxao no pudieron igualar la contienda.
El Kustodi0 conectó ahora la holopantalla con el sistema Ovastivum, donde estaba teniendo lugar otra desigual batalla, ésta entre los djomar y las mermadas orucchias.
El resultado parecía evidente. Los moluscoides derrotarían a las Orucchias y decantarían la guerra muy a su favor. El Poderoso Mandato hacía honor a su nombre.
La Kuria le presionaría en la Reuni0n del Templ0 para que actuase, aunque él ya tenía la decisión clara desde el principio, sin tener que desplazarse a años luz de distancia para someterla a una innecesaria Aprobaci0n. Los Kustodi0s declararían una guerra-exprés a las Orucchias en cuanto terminase la tregua, dentro de unas pocas semanas, eligiendo un objetivo rápido para evitar así que a los djomar les diese tiempo a comerse todo el “pastel de orugas”.
El planeta más al sur, al que los asquerosos gusanos artropoides llamaban “Célula de Cría”, sería una fácil conquista con la que Anael esperaba contentar a la Kuria y a los lobbies del ejército. Y de paso, un nuevo toque de atención a los djomar. Anael esperaba que esta vez entendiesen el mensaje de forma correcta. “O mandaría a la Justicia del N0-Di0s con Dummiel al mando para demostrárselo”, pensó con rabia. "Algún día aquel djomar sería el plato principal de un banquete en su Hon0r".
El líder Kustodi0 estaba de peor humor que nunca. Decidió que iría a su lugar favorito de la nave el resto del viaje. Comería allí mismo los días que le quedaban, alejado de todo tipo de [comunicaciones] e información exterior. Atravesó todo su amplio Camar0te con el Karr0, un vehículo de oro macizo propulsado sobre campos de fuerza. Aquel habitáculo repleto de holopantallas, campos de fuerza y ordenadores cuánticos. Esta moderna tecnología contrastaba con la decoración que Anael había elegido para la estancia, llena de antiguas ruinas, objetos extraídos de Tierra Destruida. El suelo sobre el que se deslizaba estaba lleno de coloridos mosaicos dedicados a antiguas deidades caídas en el olvido largo tiempo atrás.
Mientras avanzaba en el dorado Karr0, su larga y negra túnica ataviada con una holoimagen con el ofidíc0 y alad0 símbolo del N0-Di0s, su firma personal, ondeaba con la corriente de aire generada en el desplazamiento.
Pensó que si la teoría del excéntrico Samyazal resultaba ser cierta, quizás también esa tecnología kustodia se convirtiese en obsoleta muy pronto, como aquel gran acueducto de piedra que quedaba ahora a su derecha y que solo servía para decorar, puesto que los innumerables jardines ornamentales, cultivos y bosques de la nave eran irrigados por los avanzados sistemas de control ambiental de
“La Flecha”.
Samyazal, el joven científico, que aún no tenía ni la mayoría de edad Kustodia, estaba adquiriendo experiencia rápidamente. Sabía que eso era lo que había puesto celoso a Rizoel. A diferencia de su Man0 derecha, Samyazal si tenía una edad adecuada para poder ser Adoptad0 como heredero de Anael, aunque de momento el líder no tenía esa intención.
Anael llegó por fin a la entrada de sus aposentos y se montó en la lanzadera-ascensor, cuyas paredes eran transparentes, permitiendo al viajero observar las tripas de
“La Flecha” mientras era desplazado hacia su destino. “A la maqueta del Monument0”, dijo distraído. El habitáculo se puso rápidamente en marcha, deslizándose a varios kilómetros por hora por las diferentes zonas de la nave, saliendo del abovedado puente de mando donde se ubicaban sus Aposentos Personales, que concentraban más de 4000 años de historia en sus varios kilómetros de superficie, para atravesar después una parte de la vacía y apagada megalópolis interior y las extensas zonas ajardinadas mantenidas con luz ultravioleta artificial.
Toda la zona de hábitats rotativos estaba semi-apagada. Después pasó por las zonas de almacenamiento criogénico donde yacían más de cuatro mil Kustodios en las cápsulas de ensomnaci0n, aunque había espacio para casi cincuenta mil más. Su Séquit0, sus n0bles Legi0nes personales. El destino se encontraba ya cerca, en una de las zonas de almacenamiento donde había espacio libre suficiente para albergar los inmensos cañones holoproyectores que requería la reproducción virtual del monument0, lugar indigno para su 0bra que había tenido que improvisar antes de partir inesperadamente del mundo-anillo.
En todo ese tiempo en el ascensor, lo cierto es que Anael no había prestado atención alguna a su alrededor, ensimismado como estaba en sus pensamientos. Por un lado, había hecho ese viaje en innumerables ocasiones a lo largo de las últimas semanas y se lo conocía de memoria. Por otro, Rizoel le había importunado al hablarle de Gazardiel. Y ahora Anael no podía quitarse al viejo científico de la cabeza.
El mismo Anael le había cedido el control de la facción militarista “La Vanguardia de los Elegid0s” hacía más de tres décadas, cuando el hijo de Ansiel había ascendido al Tron0. Con este gesto, se había granjeado su apoyo en todas las reuniones de la Kuria desde entonces.
Se habían reunido hacía unos meses en el mundo-anillo, cuando Anael había invitado a Gazardiel a conocer en persona su Monument0. Todo había sido planificado a espaldas de Rizoel. Una mente empírica como la de Gazardiel valoraría enormemente aquel prodigio de la arquitectura y Anael deseaba presionarlo para que lo apoyase en ciertas decisiones futuras. Incluso fue a recibirlo al espacio-puerto con parte de su Guardia Personal, que desfilaron ante ellos.
Ambos se habían montado después en una plataforma propulsada por campos de fuerza para poder recorrer en persona las obras, junto con toda la comitiva formada por los más importantes funcionarios y sacerdotes Kustodi0s de la sección de “Anael, El elegido” que habían tenido el honor de acompañarlos. Todos ellos seguidores de la monárquica facción anaeliana.
Anael por fin llegó a la b0dega de la Maqueta y abandonó el ascensor. La portentosa imagen virtual de la T0rre, actualizada en tiempo real, mostraba a escala el progreso de las obras en el mundo-anillo. La comunicación era posible, a pesar de la gran distancia, gracias al importante aumento del alcance máximo de los sensores producido por la nueva instalación de !Observatorios" en los puertos espaciales, que también contribuirían a una mayor producción científica y tecnológica de los planetas en los que se instalasen.
Alcanzaba ya los veinte kilómetros de altura, por lo que atravesaría toda la troposfera artificialmente generada en el mundo-anillo gracias a la dispersión Rayleigh y la casi mágica gravedad producida por la rotación de la esfera de dyson.
“Esta torre no podrá ser derribada por lluvias, vientos ni incendios, como aquellos patéticos intentos humanos”, le había explicado a Gazardiel.
La visión del Monument0 provocó una extática oleada natural de serotonina y oxitocina que relajaron levemente al líder Kustodi0, aunque toda la zona superior, la Esagila, donde iría ubicada su Estatua y a cuyos pies estaría el Tron0, aún quedaba por construir en su mayor parte.
Mientras avanzaba, seguía recordando el encuentro y su discurso ante Gazardiel. “
Su color negro, resultado del recubrimiento con una sustancia denominada criobetún, un nuevo polihidrocarburo biosintético producido mediante el empleo de bacterias presentes en los océanos del anillo, que actuará como aislante protector absorbiendo además toda la luz de la estrella, generando la energía necesaria para el mantenimiento de toda la construcción, incluidos los láseres anti-colisiones. Además, este oscuro cromatismo hará que destaque aún más toda la parte de la Kúpula Superi0r. Realmente dará la impresión de que el Kustodio Superi0r se siente en un Tron0 que flota sobre las nubes, en el Ciel0”.
Mientras ascendían por la T0rre en la plataforma, Anael le hizo notar a Gazardiel que llegaba un momento en que mirases hacia arriba o hacia abajo, solo se veía la escalonada construcción extendiéndose hacia el infinito, hacia la luz del astro del Coraz0n, perdiéndose de vista el suelo del mundo anillo, tal era la inmensidad de su 0bra. Anael también le explicó que la obra tardaría aún algunos años hasta poder estar terminada, pero que cuando lo hiciese sería una obra tan colosal que todo Kustodi0 desearía visitarla al menos una vez en su vida, para regocijo de los anaelianos autóctonos allí presentes.
El líder Kustodi0 le había explicado a Gazardiel que la obra representaba un abandono de la existencia física kustodia en su eterna búsqueda para acercarse al N0-Di0s. La moralidad alienígena, que consideraría a los Kustodi0s unos salvajes por tener esclavizados a millones de humanos durante las obras de construcción, perdía su validez ante la magnificencia de la T0rre. Era un constructo mejorado que opacaría todos los traumas que arrastraban sus
v(((0))ces, pruebas de la fragilidad de la sociedad humana de Tierra Destruida, que había fracasado al perder su fe.
Evidencia de ello era la larga cola de humanos que transportaban materiales de construcción y víveres en una fila sin fin, serpenteando a lo largo de todo el Monument0. Una auténtica ciudad en continuo movimiento, como una cinta de Moebius, subiendo y bajando por la T0rre durante toda su patética vida, en aquella caravana de interminable pesar y sufrimiento.
“Y levantaron la torre; trabajaron sin pausas
y como eran muchos los brazos que intervenían,
comenzó a levantarse muy rápidamente.”
Muchos nacerían, crecerían, serían padres y morirían construyendo aquel monumento. Toda su mísera existencia transcurriría ascendiendo y descendiendo por aquellas interminables escaleras, mientras eran azotados por los látigos Kustodi0s, cumpliendo justa penitencia por el herético atrevimiento de sus antepasados. Otros no eran más que simples y musculadas bestias de carga, deformados por el programa J0sef del Doct0r Terr0r hasta límites insospechados. Todos ellos hablando por fin una única lengua, la del sometimiento ante el N0-Di0s.
Aunque el viejo Gazardiel no se había atrevido a poner objeción alguna a lo largo de toda la visita, Anael podía sentir el escepticismo que impregnaba sus comedidos gestos. Los espías de Anael le habían confirmado que el traid0r pretendía utilizar la gran influencia y fama que le había proporcionado el liderazgo de la Vanguardia para intentar presentarse en las próximas elecciones a Kustodi0 Superi0r. Criticaba duramente a Anael, acusándolo de convertir el Mandat0 en una auténtica Iglesia. Su actitud en persona se lo había confirmado totalmente. ¡Como si Anael no tuviese ya suficiente con tener controlado a Luciferus y los suyos!.
Cuando estaban en la zona más alta del Monument0, Anael hizo un gesto levantando su mano izquierda con la palma levantada hacia arriba y se giró, dándole la espalda a Gazardiel, con la túnica negra ondeando y las alas extendidas, meciéndose majestuosamente por el viento. Tal y como aparecería en la estatua final que coronaría la titánica construcción.
Varios de los Kustodi0s que los acompañaban reaccionaron rápidamente ante ese gesto, sujetando inmediatamente al científico Kustodio. Ante la sorpresa de Gazardiel, cogido totalmente desprevenido por esta encerrona claramente premeditada, los esbirr0s de Anael procedieron a cortarle las dos alas con armas de energía que llevaban ocultas entre sus togas, haciéndolo de forma tan brusca que el Kustodi0 empezó a sangrar abundantemente por su espalda y las alas cayeron construcción abajo, arrastradas por el peso de los componentes metálicos más pesados, soltando algunas plumas ensangrentadas en el suelo. Después lo arrastraron hasta el mismo al borde del monumento, forzándolo a postrarse sobre sus rodillas.
Anael volvió a darse la vuelta y se acercó al genuflexo Gazardiel. Tras bajar la mano izquierda, que había mantenido levantada todo aquel tiempo, el Kustodi0 Superi0r la puso apoyada directamente en el pecho de la C0raza del científico y clamó con su potente voz:
“Tu Sacrificio, traid0r desagradecido, calmará la ira del N0-Di0s y bendecirá este Monument0. Yo te Perdon0, Gazardiel el Durader0.”
Pasaron varios segundos. Los Kustodi0s que sujetaban a Gazardiel se miraron entre sí y lo soltaron lentamente. El científico, que había tenido todo el tiempo la cabeza agachada, aguardando su inevitable final, levantó la máscara con renovada esperanza y comenzó a levantarse...
-
¡Alabad0 Sea! -gritó Anael.
En ese momento le dio un fuerte empujón al científico, que se precipitó en caída libre por el kilométrico precipicio que formaba la T0rre. Sin que de su Máscara llegase a surgir ningún tipo de grito o lamento, Anael observó con placer como su cuerpo se iba empequeñeciendo al descender a gran velocidad hacia el lejano suelo del mundo-anillo. Se desintegraría antes de llegar al mismo o un láser de defensa lo carbonizaría antes, si se acercaba en exceso a la construcción. El resto de los Kustodi0s presentes en la escena del crimen serían eliminados a la vuelta, poco después de que la plataforma aterrizase en el suelo del mundo-anillo. Aunque le habían jurado fidelidad, Anael no quería testig0s.
[Bendito sea el Dios de ellos, de Sadrac, Mesac y Abed-nego,
que envió su ángel y libró a sus siervos que confiaron en él,
y que no cumplieron el edicto del rey, y entregaron sus cuerpos antes que servir y adorar a otro dios que su Dios.
Por lo tanto, decreto que todo pueblo, nación o lengua que dijere blasfemia,
sea descuartizado, y su casa convertida en muladar;
por cuanto no hay dios que pueda librar como éste.]
En la nave personal de "La Flecha", Anael no pudo reprimir una sonrisa bajo su Máscara al recordarlo. “Al final, no era tan Durader0, el muy estúpid0. Esperemos que Kazfiel, el Fiel haga más honor a su Apod0...o, en caso contrario, durará aún menos en el cargo". La teoría oficial de la muerte de Gazardiel que propagaron las [redes] fue que falleció a causa de un ataque terrorista humano. Lo que a su vez le permitió obtener permiso para disponer de más ejércitos defensivos en "Anael, El Elegid0".
"Condenada generación de Ancian0s pre-limitad0r". Anael había intentado hacer una buena purga entre ellos, poco a poco, a la vez que introducía “nuevas alas” entre la Kuria. Aunque aún le quedaba pendiente el más peligroso, el esquivo Luciferus. "Mientras el lobo gris estuviese vivo, las ovejas seguirían estando en peligro". No obstante, uno de sus agentes había conseguido eliminar a un esbirr0 del xenófobo, llamado Linnoel. Y había obtenido información "jugosa" sobre las costumbres del Aliberad0.
Decidió volver hacia el puente de mando. Había pasado varias horas con su maqueta. Se encontraba de mucho mejor humor que cuando había llegado. Había visto como la 0bra progresaba a buen ritmo y ya casi estaba en La Catedral. Pronto terminaría aquel molesto viaje y podría regresar a su verdadero hogar. Quedaba mucho trabajo por hacer antes de las elecciones.
Antes del Venider0 Segund0 Despertar.
Nota: Para todos aquellos jugadores de Stellaris nostálgicos del comercio privado de Distant Worlds Universe, con naves comerciales viajando por la galaxia "a su bola", existen dos mods "standalone" en el workshop de Stellaris que "apañan" un poco el tema:
- Uno estético,
Living Systems que es el que uso en este capítulo de la partida.
- Otro llamado
Civilian Trade que tiene bastante más miga.