Los soldados que estaban en la retaguardia de nuestra columna han oído como los defensores antigónidas se han defenestrado tirándose desde las murallas al grito de "Antígono es grande" y un niño ha conseguido abrir las puertas y a uña de burro ha alcanzado Judea para comunicarnos la buena nueva. Un nuevo milagro del Altísimo, sin duda ninguna.
Se nota que Yehová nos ha elegido como pueblo favorito. El anciano soberano, ha conseguido abrir un ojo al oir la extraordinaria noticia. El Sanedrín ha ordenado preparar una litera con amortiguación a los cuatro esclavos que la soportan para llevar a nuestro venerable líder a contemplar el Templo de Salomón por última vez. Las rotativas de los periódicos de esta parte del Mediterráneo se han detenido y la toma de la capital de Lisímaco ha quedado relegada a tercer plano para informar en primera tabla de tan milagroso acontecimiento y sobre las témporas y el cambio de estación en el desierto: parece que en otoño seguirá haciendo calor y lloverá poco.
