

El alférez de navío (Oberleutnant zur See) Engelbert Endrass siempre pasa una mala noche cuando sale de fiesta. El haber acudido al Metropol, un garito de dudoso prestigio cerca del puerto, no había sido una buena idea, pero lo necesitaba. La verdad es que Endrass lleva unos días inquieto, ya que hace muy poco que le han asignado el mando del U 46, un sumergible del tipo VIIB perteneciente a la 2º flotilla “Saltzwedel” que se encuentra amarrado en la base de submarinos del puerto de Wilhelmshaven.

El sumergible U 46 tiene claroscuros en la mente de Endrass: por un lado se encuentra el grato recuerdo de su gran amigo y compañero de la promoción del 34, el Oberleutnant zur See Erich Topp, el cual ha servido hasta la fecha como primer oficial (Erste Wachoffizier - 1WO) en el U 46. A Topp también le habían asignado su primer mando y le había “tocado” el U 57, un sumergible del tipo IIC adscrito a la 7º Flotilla.
La parte oscura es algo sórdida, ya que el anterior comandante del U 46, el teniente de navío (Kapitänleutnant) Herbert Sohler, ha tenido que desembarcar y ser asignado a un puesto en tierra después de mostrar un severo agotamiento nervioso tras participar en la operación Weserübung, la ocupación de Noruega. ¿Los torpedos funcionarán al fin correctamente? ¿Será capaz Endrass de aguantar la creciente presión? ¿Su cuerpo quedará sepultado en un casco de hierro o flotará en algún lugar del océano como cebo para voraces tiburones?

La gloria, los sueños de una vida de éxitos, los besos de mujeres ardientes, todo eso es lo que está también en juego y hay que apostarlo al todo o nada. Por todo esto no es de extrañar que Endrass tenga unos sueños, digamos, algo estrambóticos. Este es un sueño que se repite en ocasiones muy especiales. Como lo es ahora, con los nervios a flor de piel por el inminente primer crucero de guerra mandando el U 46, a lo que se suma una fecha muy especial: la noche del 13 al 14 de octubre, ya que hoy se cumplen 82 años de la acción que asombró al mundo entero: la entrada inadvertida del U 47 en el enorme fondeadero de Scapa Flow en las islas Orcadas, donde se encuentra la base naval de Lyness, amparándose en la noche con el único testigo de la aurora boreal, y el posterior hundimiento del viejo acorazado ROYAL OAK que se encontraba allí fondeado. El comandante del U 47 era el Kapitänleutnant Günther Prien, siendo su primer oficial el Oberleutnant Engelbert Endrass.

Hay que advertir que el sueño contiene cosas absurdas, como cualquier sueño que se precie, así que no se lo tengáis en cuenta al bueno de Endrass. La historia comienza con lo que parece ser un ambiente muy distendido por parte de la tripulación y donde se ve a Endrass recorriendo varios compartimentos ajeno al jolgorio. Quizá sea porque el Kaleun ya conoce la misión que le han asignado a su sumergible: colarse de nuevo en el fondeadero de Scapa Flow, pero esta vez a través de Hoxa Sound, la entrada mejor protegida de todo el fondeadero y que cuenta con la presencia de varios cañones de costa y redes submarinas. No es extraño que llegados a este punto del sueño, Endrass se mueva nerviosamente en la cama y comience a sudar.

La última parte del sueño es un guiño, quizá tras la anterior misión exitosa, a las futuras fiestas que Endrass y Topp se correrán en el nightclub parisino Scheherazade junto con sus respectivas novias: Monique, pareja de Endrass y cantante de origen belga y Patti, la joven bailarina rusa de la que Topp estaba profundamente enamorado.

En esta foto, de derecha a izquierda, podemos ver a Endrass, Monique, Topp y unos amigos. Patti se dirigía al baño para empolvarse la nariz, de ahí la postura forzada de Topp que la sigue con la mirada tontorrona.

Pero vamos a lo importante y dejémonos de fiestas nocturnas, aunque sean en París. ¿Qué querrá decir este sueño justo antes de empezar un nuevo crucero de guerra? ¿Quizá el BdU está pensando en enviar a Endrass de nuevo a Scapa Flow? No, no puede ser, el Alto Mando no puede tomar a Endrass por IDIOTA. Todos saben que sería una operación suicida a estas alturas de la guerra. Yo lo descarto de pleno, que lo sepáis. La culpa la tienen estos sueños absurdos.
