La tripulación se dio cuenta que apenas le quedaban munición de alto explosivo en la santabárbara.
El sargento Willberg se enteró de que la linea de abastecimientos de la punta de lanza sobre Mortain estaba pasando algunos apuros para reamunicionar a las unidades de vanguardia y así se lo dijo a sus camaradas.
-Sí, dígalo como quiera, mi sargento, pero estamos secos de proyectiles HE.
Willberg se giró hacia Andreas:
-Si alguien no habría estado malgastando munición contra el antitanque aquel, ahora no estaríamos con estas estrecheces.
Se sacó un trozo de pan y dividiéndolo en dos, se lo entregó a Bodo. El artillero se defendió:
-A ver si ahora vamos a andar racaneando la munición, mi sargento. Joder, ¡que estamos en plena ofensiva!
-Por lo menos, el rancho ha llegado -dijo Bodo mientras rebañaba el aceite de una conserva abierta con el pan que le habia dado Patzi.
-Ese rancho lo ha traído el sargento, espabilado ¿Para qué crees que tenemos la malla de camuflaje aparte de para colgar hierbajos? -corrigió Lothar que se encontraba fuera del blindado, orinando desde lo alto.
-Así que no des las gracias a Speer por esto... -Kholer mordisqueó un trozo de salchicha que rápidamente volvió a meterse dentro del uniforme para momentos peores.
-Sea como sea -cortó Willberg-, si nos encontramos con algún objetivo blando, nos apartamos galantemente y se lo dejamos a los Panzer IV que nos siguen. Si mi intuición no me falla, esas explosiones que hemos oído antes, no las ha hecho ningún antitanque norteamericano.
-Blindados, quizás...
-Podría ser....
-Mejor así. Tenemos la santabárbara repleta de obuses perforantes -sonrió Andreas.
-Si tú lo dices... -y siguió mordisqueando el mendrugo de pan que tenía entre las manos.