"Lo mas difícil de aceptar es que los mileuristas ya no somos jóvenes. Tantos años de videojuegos, de Star Wars, de Señor de los Anillos, de frikismo pop, nos han anestesiado. Eramos tan modernos, tan despreocupados, tan inocentes, tan guays, que ni siquiera nos dimos cuenta de que ya nos iban calveando las coronillas.
No somos jóvenes abriendonos paso por la vida: somos adultos pobres. No somos jóvenes titulados, sino simples fracasados. Los jóvenes de verdad, pequeño consuelo, estan aprendiendo de nuestros errores y no caen en la trampa de la universidad y de su palabreria inútil.
Un macaco electricista o fontanero, a sus veintitrés añitos, ya ha ganado mas dinero que yo en toda mi puta vida, con la diferencia que el se ha ahorrado las manias de los profesores y la arbitrariedad de los examenes-purgatorio que soportamos los idiotas de mi generación.
Damos bastante penita, la verdad, siguiendo la prensa americana por Internet, escribiendo sesudos blogs, discutiendo en las cafeterias sobre las pelis de Wim Wenders y el movimiento Dogma cuando apenas nos podemos pagar una cocacola y un café con leche. Detrás nuestro viene una generación de semianalfabetos, trabajadores de mono, económicamente independientes y acostumbrados a ganar dinero desde los dieciocho años. Ninguno ha leido la Historia del Tiempo de Proust, eso seguro, pero se mean de la risa ante los muertos de hambre que hemos tirado nuestra vida pensando que Proust nos serviria de algo.
Los viejos, mientras tanto, conservan su papel de papas responsables. Nos tratan con condescendencia, con desprecio, en el fondo. Su generación alcanzo el poder muy pronto: les toco la lotería de la Transición, cuando se aferraron a unas poltronas que aun no han soltado. Se creen que lo suyo tuvo mucho mérito y que nosotros somos todavía esos críos mimados que necesitan su amorosa tutela. No hemos sido capaces de echarlos, de crear una cultura propia. La historia de los mileuristas la estan contando una vez mas los mismos bocazas que cogieron el micrófono en 1978.
Lo mas triste, lo mas ridículo de los treintañeros, es que ni siquiera tenemos el valor de cabrearnos, de maldecir. No fuimos adolescentes rebeldes y nos hemos convertido en adultos borregos. Nos exprimen como limones, nos impiden llevar una vida digna, nos estan robando el dinero que vale nuestro trabajo, y ni siquiera somos capaces de crear un movimiento social o un partido político que les haga temblar de miedo en sus mullidos despachos. Lo unico que sabemos hacer es suplicar un puesto en su podrido sistema, un trabajito aunque sea de becario chupapollas por setecientos euros al mes. Y ellos, con la voz temblando de pura soberbia, nos daran un cachetito y nos diran: “es que los jóvenes lo quereis todo”.
Escrito por un tal "Mouguias" en el foro del enlace del post anterior.
De verdad se me ha puesto la piel de pollo
