Patxi:
Krass apenas oye como los proyectiles rasgan el cielo y caen sobre su posición. El se limita a seguir disparando fuera de si la MG. Su rítmico repiqueteo le tranquiliza. La torreta del Sherman que deambula abajo, en la playa, aparece fugazmente tras el terraplén y Krass dirige los disparos hacia ella. Unos leves chasquidos sobre el acero y la cúpula del blindado vuelve a ocultarse tras la arena. Un obús impacta a un metro del bunker, cerca de su puerta trasera. El ensordecedor ruido ahoga el tableteo de la ametralladora. Las esquirlas de metal golpean el pesado portón. Menos mal que se encuentran dentro de el bunker. Sin solución de continuidad, otra granada explota más cerca todavía. El bunker vibra. Otro proyectil estalla sobre el techo del bunker. El sonido es ensordecedor. La onda expansiva se propaga desde el exterior al interior, sacudiendo el aire y haciendo actuar al refugio como una caja de resonancia. Los hombres son sacudidos de un lado a otro. Las cajas de municiones son zarandeadas. El bunker se estremece y con él, todo lo que guarda en sus entrañas. Otro obús de los acorazados golpea una de las paredes. Los hombres son levantados del suelo o arrojados contra el muro opuesto. Otto, que se encontraba apoyado de espaldas contra ese parapeto, revienta por el aumento de la presión en el muro. Krass no puede seguir oyendo la salva que martillea las defensas de la playa. Sus oídos, palpitando con fuerza, están deshechos. Siente las vibraciones recorrer todo su cuerpo. Conmocionado y a la vez ajeno al pesado tabique que se le viene encima, sepultando su cuerpo desde los pies a las caderas en una mortaja de escombros. Siente chasquidos de huesos. No percibe dolor alguno. Se encuentra tumbado, medio enterrado en vida. Jadea. El aire es irrespirable y turbio y siente su pecho oscilando arriba y abajo con fuerza, arriba y abajo.
El sargento Nelle se arrastra a su lado buscando la apertura de la tronera. Lleva la cara ensangrentada. Restos del bueno de Otto, supone. Arriba y abajo. Krass intenta ponerse en pie, pero una punzada aguda hace que desista. Arriba y abajo ¿Que mas dará ya? Deja de moverse y el dolor desaparece. Mejor quedarse quieto por un momento para retomar el resuello, piensa. Gira la cabeza y sus ojos comienzan a adivinar entre el polvo en suspensión y los cascotes, un suave y tupido manto de hierba verde agitándose por el viento. Arriba y abajo. Intenta alcanzarla con la punta de sus dedos, pero no puede. Arriba.
Con un supremo esfuerzo consigue acariciar el fresco cesped. Abajo. Es un tacto tan parecido a la hierba de los prados cercanos a su caserón en Mittelgebirge.
Arriba. Juguetea con las briznas entre sus dedos cubiertos de polvo, restos de pólvora y yeso. Abajo. Empieza a oír el rumor del carro de su padre ascendiendo por el camino. Abajo. Días felices aquellos.
Abajo. Krass se abandona a esa sensación de paz. Abajo. Abajo. Abajo.
(una pequeña licencia a la hora de copiar al gran Santiago Posteguillo).
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Patxi:
El Oberst Goth siente como todo el frente comienza a desmoronarse. Aun asi, se siente en la obligación de animar a unos soldados que ve como se apiñan contra un muro:
-Adelante muchachos, Normandía es nuestra.....
Los soldados se miran extrañados. El sargento que les comanda piensa en subir arriba y patearle el culo a semejante cenizo.
-No se apretujen allí y continúen avanzando hacia la playa.
-Y un huevo de paloma -gruñe el sargento. Un par de Shermans baten los edificios que cubren la salida de la playa hacia la calle principal del pueblo -grita el sargento a aquel fulano que se asoma al alfeizar de la ventana- Imposible acercarse por los alrededores.
El Oberst se aleja del vano y se deja caer en el suelo ¿Que hacer ahora? ¿Retirarse? ¿Aguantar el frente y esperar unos refuerzos que no llegaran?
Todo su mundo se viene abajo. No tiene contacto con el resto de los sectores que defienden la playa. Lo mejor será acercarse al kubelwagen y comprobar cómo aguantan los búnkeres y casamatas. Perra vida.
Otro cañonazo sacude el pueblo. Con la metralla que está cayendo por aquí. A tomar por culo -protesta, y sale disparado hacia la calle para reorganizar la defensa en el pueblo.
El Oberst Goth nunca fue un fino estratega de salón. Ni falta que hacía para manejar el caos que se apoderaba de aquella parte del Muro Atlantico. Ni el famoso y enchufadíimo Rommel, tan refinado y cortes, habría podido evitar el desastre que se avecinaba. Mandíbula apretada. Dedos apretados en torno a su Luger. Puño apretado. Que vengan ahora los teóricos de la Blitzkrieg a arreglar semejante entuerto, pensaba irónico.
Lo que hace falta ahora son huevos, mala baba y ganas de hacerles pagar a los americanos cada metro de maldita arena normanda que tomasen. Ahora si que se encontraba en su elemento natural.
Sonreía de forma aviesa mientras descendía los escalones de dos en dos y el fuego de los Shermans arreciaba contra el pueblo.
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Adelscott:
El sargento mayor Nimes, de la compañía HQ del batallón estaba como loco. Se había pasado desde que llegó a esa playa enterrado en un agujero y viendo como sus hombres iban cayendo uno a uno víctimas de un infernal fuego cruzado y de sucesivas descargas artilleras. Había gritado, jurado y maldecido como nunca había oído a nadie jamás en su Cork natal. Se había sentido abandonado y condenado a morir en aquel absurdo desembarco y de repente, cuando ya apenas le restaba fe para intentar seguir con vida, en apenas unos minutos, los carros y la artillería naval habían destruido el muro de fuego y acero que los masacraba.
Ahora corría entre los hoyos donde sus hombres yacían, heridos, muertos o desesperados, para levantarlos y hacerles avanzar hacia las ruinas desde las que hace un momento unos alemanes ahora muertos les disparaban. El olor a cordita y el calor de los pequeños incendios aquí y allá -el bunker, el kuwel, algunas maderas de la casa- era tan fuerte que si no fuese por la adrenalina que les corría por sus venas algunos hubiesen caído desmayados.
Ocuparon las posiciones enemigas y se sintieron reyes...
- Un sanitario ha vendado mi hombro y me ha puesto morfina. Al principio me he negado pero el me ha dicho que aunque ahora no sienta nada, no tardará en empezar a hacerlo y que entonces quizás no pueda venir a inyectármela. La verdad es que aunque ya no puedo hacer gran cosa me gustaría seguir teniendo consciencia de lo que pasa.
Por eso cuando el ruido de la batalla parece disminuir pregunto a Martin si es cosa de la morfina o realmente la acción esta decreciendo.
Martin, que esta pendiente de todas las transmisiones que se producen, asiente y me confirma que estamos avanzando en varios sectores de la playa y que los alemanes, ante el fuego de nuestros carros y de la artillería, ya no ofrecen tanta resistencia como al principio.
Parece que me perderé el avance...
- Yo desembarqué en la tercera oleada. Mis terrores consistían en hacerlo bajo fuego de ametralladoras y mortero pero nosotros no tuvimos nada de aquello, al menos hasta bien metidos en la arena. Sin embargo la caminata por el agua supuso el motivo de mis pesadillas durante los siguientes 50 años. Docenas de cuerpos flotaban por todas partes. Extensas manchas rojas se resistían a deshacerse por la marea y se mecían entre la espuma y las olas. Un completo compendio de los horrores de la guerra nos dio una idea de la dimensión del sacrificio de aquellos tipos que, de alguna manera, habían conseguido que ahora nosotros llegáramos ilesos hasta la playa. Allí el espectáculo era aún peor.
[AAR:CMBN] Sie Kommen batalla 1 Patxi vs. Adelscott
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Re: [AAR:CMBN] Sie Kommen batalla 1 Patxi vs. Adelscott
Patxi:
Goth alcanzo la planta baja justo en el momento en el que las salvas de artillería naval caían sobre el pueblo. Instintivamente se arrojo al suelo del piso. Los cristales estallaron.
Pedazos de escayola cayeron del techo. La loza acabo hecha añicos sobre las baldosas de la cocina. Maldito. Maldito sea el comandante que lidera el asalto a este pedazo de playa -gruño.
-Va a lograr que acabemos todos desquiciados con tanta puñetera bomba.
En medio del sonido atronador de las explosiones cayendo en la calle, gritos desgarradores rompían el estruendo con que los obuses golpeaban machaconamente el pueblo. Un nombre acudió a la mente de Goth:
-Verdun. Verdun y sus terribles preparaciones artilleras.
En breve, una oleada de mascachicles aparecería por el extremo del pueblo más cercano a la playa. No se había roto mucho los cuernos aquel maldito comandante, no. Veintiocho años después, las tácticas de la Primera Guerra Mundial seguían igual de vigentes ahora.
Goth sonrió quedamente. Tantos años de estudios en la Wiener Neustadt. Tanto manual y tanta doctrina. Tanta Blitzkrieg y tanta parafernalia, para regresar casi treinta años atrás a las tácticas del patapum p'arriba y todo p'alante.
Ese comandante aliado era de su misma escuela. Cero filigranas. Ya le gustaría encontrárselo, cara a cara, Luger contra Colt, en esa batida calle que bajaba a la playa.
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Adelscott:
Nimes se apoyó jadeante en el desvencijado quicio de la puerta. Estaba sin aliento pero satisfecho. Vio los restos de un sillón al que le faltaba el respaldo, lo sacó al porche y le dio la vuelta. Se sentó con la espalda apoyada en la piedra exterior de la casa y contempló como evolucionaban sus hombres. "Reorganizaos en las trincheras" quiso gritar, pero le faltaba el aire. Sin duda se había pegado una buena carrera.
Incluso tenía sueño. Al principio le pareció una idea extraña y lucho contra ella, pero no tardo en ceder y pensó que un pequeño descanso de unos minutos le vendría bien. Lo necesitaba, se lo había ganado, habían tomado la casa, no?...
- El Coronel baja rápidamente del jeep que lo ha llevado hasta la playa. Nadie parece siquiera verle a pesar de que el vehículo del que acaba de desmontar es en esos momentos una especie de animal exótico. Con gesto serio dicta órdenes a sus acompañantes para encontrar un lugar seguro en el que montar un precario puesto de mando. Es todo peor de lo que pensaba. Las bajas son espantosas y aunque con él han llegado algunas secciones de refuerzo nadie parece saber en qué sectores de la playa son más necesarios. Uno de sus ayudantes le señala a un teniente malherido que parece haber sufrido una espantosa herida en su brazo izquierdo.
Junto a él un operador de radio parece estar informándole de lo que ocurre. La situación le parece algo absurda pero sin duda ambos podrán ponerle en situación mientras su propio operador contacta con los diferentes mandos.
- Nimes oye a lo lejos como su operador habla con un coronel. Por fin ha llegado!, piensa. Le cuesta mantener ese pensamiento y cuando empieza a olvidarlo otro "si, mi coronel" vuelve a espabilarlo mínimamente.
Intenta despertar pero el esfuerzo le parece enorme. Que sueño tan extraño... Luego su operador dice algo sobre que el sargento... -¿qué sargento ha dicho?- está ahora al mando. El sargento Nimes está muerto.
Ah si?, -piensa-, bueno eso tiene sentido.
- Algunos chicos de mi sección huimos cuando los alemanes empezaron a bombardearnos. Aunque suene a locura, encontramos la seguridad corriendo hacia sus líneas. La playa era el mismísimo infierno. Unos cuantos permanecimos unos minutos en un agujero hasta que oímos a los sherman. Benditos cacharros!. Para nuestra sorpresa no nos disparaba nadie así que empezamos a avanzar por aquella vaguada hasta que llegamos casi a las trincheras alemanas. Detrás de nosotros empezó a venir más gente y algunos carros. Nos seguían a nosotros!!
Goth alcanzo la planta baja justo en el momento en el que las salvas de artillería naval caían sobre el pueblo. Instintivamente se arrojo al suelo del piso. Los cristales estallaron.
Pedazos de escayola cayeron del techo. La loza acabo hecha añicos sobre las baldosas de la cocina. Maldito. Maldito sea el comandante que lidera el asalto a este pedazo de playa -gruño.
-Va a lograr que acabemos todos desquiciados con tanta puñetera bomba.
En medio del sonido atronador de las explosiones cayendo en la calle, gritos desgarradores rompían el estruendo con que los obuses golpeaban machaconamente el pueblo. Un nombre acudió a la mente de Goth:
-Verdun. Verdun y sus terribles preparaciones artilleras.
En breve, una oleada de mascachicles aparecería por el extremo del pueblo más cercano a la playa. No se había roto mucho los cuernos aquel maldito comandante, no. Veintiocho años después, las tácticas de la Primera Guerra Mundial seguían igual de vigentes ahora.
Goth sonrió quedamente. Tantos años de estudios en la Wiener Neustadt. Tanto manual y tanta doctrina. Tanta Blitzkrieg y tanta parafernalia, para regresar casi treinta años atrás a las tácticas del patapum p'arriba y todo p'alante.
Ese comandante aliado era de su misma escuela. Cero filigranas. Ya le gustaría encontrárselo, cara a cara, Luger contra Colt, en esa batida calle que bajaba a la playa.
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Adelscott:
Nimes se apoyó jadeante en el desvencijado quicio de la puerta. Estaba sin aliento pero satisfecho. Vio los restos de un sillón al que le faltaba el respaldo, lo sacó al porche y le dio la vuelta. Se sentó con la espalda apoyada en la piedra exterior de la casa y contempló como evolucionaban sus hombres. "Reorganizaos en las trincheras" quiso gritar, pero le faltaba el aire. Sin duda se había pegado una buena carrera.
Incluso tenía sueño. Al principio le pareció una idea extraña y lucho contra ella, pero no tardo en ceder y pensó que un pequeño descanso de unos minutos le vendría bien. Lo necesitaba, se lo había ganado, habían tomado la casa, no?...
- El Coronel baja rápidamente del jeep que lo ha llevado hasta la playa. Nadie parece siquiera verle a pesar de que el vehículo del que acaba de desmontar es en esos momentos una especie de animal exótico. Con gesto serio dicta órdenes a sus acompañantes para encontrar un lugar seguro en el que montar un precario puesto de mando. Es todo peor de lo que pensaba. Las bajas son espantosas y aunque con él han llegado algunas secciones de refuerzo nadie parece saber en qué sectores de la playa son más necesarios. Uno de sus ayudantes le señala a un teniente malherido que parece haber sufrido una espantosa herida en su brazo izquierdo.
Junto a él un operador de radio parece estar informándole de lo que ocurre. La situación le parece algo absurda pero sin duda ambos podrán ponerle en situación mientras su propio operador contacta con los diferentes mandos.
- Nimes oye a lo lejos como su operador habla con un coronel. Por fin ha llegado!, piensa. Le cuesta mantener ese pensamiento y cuando empieza a olvidarlo otro "si, mi coronel" vuelve a espabilarlo mínimamente.
Intenta despertar pero el esfuerzo le parece enorme. Que sueño tan extraño... Luego su operador dice algo sobre que el sargento... -¿qué sargento ha dicho?- está ahora al mando. El sargento Nimes está muerto.
Ah si?, -piensa-, bueno eso tiene sentido.
- Algunos chicos de mi sección huimos cuando los alemanes empezaron a bombardearnos. Aunque suene a locura, encontramos la seguridad corriendo hacia sus líneas. La playa era el mismísimo infierno. Unos cuantos permanecimos unos minutos en un agujero hasta que oímos a los sherman. Benditos cacharros!. Para nuestra sorpresa no nos disparaba nadie así que empezamos a avanzar por aquella vaguada hasta que llegamos casi a las trincheras alemanas. Detrás de nosotros empezó a venir más gente y algunos carros. Nos seguían a nosotros!!

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Re: [AAR:CMBN] Sie Kommen batalla 1 Patxi vs. Adelscott
Patxi:
El Oberst Goth abandona la casa segundos antes de que se venga abajo. Sigue tocado por la divina providencia.
No hay forma de coordinar la defensa en esta parte del pueblo y cada cual parece que hace lo que puede. El principio del fin, supone. En apenas un minuto ve de todo. Soldados volatilizados, novatos que aguantan ocultos como leones, soldados corriendo en desbandada hacia el interior, panzerfaust fijados al terreno a la espera de poder enviar al infierno a esos malditos Shermans. Heroísmo y cobardía a partes iguales. El temor se apodera del hasta ahora imperturbable Goth. Se aleja corriendo unos metros. Percibe por el rabillo del ojo como uno de sus soldados mas bisoños asoma la cabeza para ver la llegada de los yanquis, dispuesto a convertir ese agujero en un bunker. Goth se detiene. Cuerpo a tierra. Busca otro agujero y decide concederse unos segundos pegado a la tierra removida. Un hoyo tan bueno como cualquier otro para sosegar su abrumada mente. A su lado, el Kubelwagen que le trajo hasta el pueblo, aparece agujereado por la metralla. El conductor cuelga inerte de la portezuela.
Otro cadáver que se suma a la negra lista que sigue engrosando sus recuerdos. Suspira profundamente en un intento vano de abrazar al olvido. El joven soldado que tiene cerca apenas roza la veintena.
Asoma la parte superior del casco por encima de la tierra amontonada del cráter. Mirada endurecida y envejecida por veinte minutos de bombardeo. El ánima del mauser apoyada sobre los terrones se agita al compas que marca el tembloroso pulso de quien la gobierna. Fútil e inútil resistencia. En breve, otra carrera hacia otro agujero para tomar perspectiva de lo que esta pasando en el pueblo y en el sector de playa asignada bajo su mando. Las columnas de humo que se levantan hacia su derecha no presagian nada bueno.
-----<<<>>>------
...
- La ondia, Adel, pero ¿el sargento Nimes ha muerto? ¿Pero no estaba echando una cabezada en el sofá de la casa que tenía acceso directo a la playa? Que perra es la muerte, cuando menos te lo esperas, llama a tu puerta y adiós
- La última vez que le hice caso estaba vivo. Luego llegó la artillería, los carros y el asalto y después de describir la toma del bunker me di cuanta de que Nimes no estaba. Miré un par de turnos atras y no aparecía, así que había que matarlo o sacarlo de escena de algún modo. A ver que me hace el sargento Stephenson...
- Espero que dure lo mismo que Nimes...
-----<<<>>>------
Adelscott
Han llegado algunos "patos" y están empezando a evacuar a los heridos. Los sanitarios indican al personal de evacuación que heridos tienen prioridad. Me sorprendo cuando soy señalado por ellos. ¿Estoy tan mal?. Me duele más el brazo con el que sujeto el peso del otro que el que tengo casi arrancado. Cuando dejan la camilla en el suelo y me ayudan a colocarme sobre ella se acerca el Coronel Bowen. Intento encontrar las palabras adecuadas para expresarle con sinceridad que siento no haber podido mantener a mis hombres ilesos y haber avanzado apenas nada y es él quien me sorprende con un "buen trabajo teniente"... Pero no lo ha sido. Lo se yo y lo sabe él...
- Mientras evacuaban al teniente y a los hombres con peores heridas el Coronel Bowen me llevó hasta donde sus ayudantes estaban montando el puesto de mando del Batallón. Varios operadores intentaban ponerse en contacto con las distintas compañías, secciones o pelotones que aún luchaban playa adentro. Cuando obtenían respuesta lo que conseguían eran relatos escalofriantes, pero mucho más terribles eran los silencios. La compañía Fox, mi compañía, mantenía milagrosamente efectivos de la sección de apoyo en el sector Easy Green y también unos cuantos chicos de la segunda sección en Dog Green, donde seguían combatiendo por la posición que tanto habían sufrido por conseguir.
- El Coronel Bowen aplana la arena y extiende un mapa de la playa sobre ella. Va dibujando flechas y círculos sobre el papel conforme su operador de radio y otros 2 operadores más van recogiendo los informes de los pelotones supervivientes. Normalmente sería difícil entrever el menor indicio de lo que Bowen piensa, pero en ese momento todos a su alrededor saben que el coronel se enfrenta a un desastre.
Luego habla con su plana mayor dibuja más rayas y flechas en el mapa, hacia delante, hacia los lados, señala en diferentes direcciones y vuelve a remarcar algunos círculos con trazos cada vez más fuertes.
- Flfff y la carne se abre. Incredulidad y sorpresa antes que el dolor. Un golpe sordo cerca. Alguien más ha caído. Madre. Miedo. Nosotros y ellos. Un hombre aterrado cierra los ojos mientras apunta a la bestia.
Era igual hace 20000 años. La flecha falla y el mamut le aplasta. Sudor, orines, sangre y barro. La puta épica de la guerra...
- Combatir en aquel pueblo fue toda una experiencia. La sección aún no había tomado apenas bajas y habíamos abatido algunos boches, pero aquello seguían siendo equilibrios sobre el infierno. Todo era un caos y podía haber un alemán o una trampa explosiva detrás de cada montón de escombros o cada mueble despanzurrado. Teníamos varios Sherman dándonos apoyo y era muy de agradecer porque lo que nosotros lográbamos disparando al unísono contra una ventana, ellos lo conseguían de un sólo zambombazo. Quizás fuese a caer el chico de al lado, pero en ese momento sabíamos que el pueblo iba a cambiar de manos.
El Oberst Goth abandona la casa segundos antes de que se venga abajo. Sigue tocado por la divina providencia.
No hay forma de coordinar la defensa en esta parte del pueblo y cada cual parece que hace lo que puede. El principio del fin, supone. En apenas un minuto ve de todo. Soldados volatilizados, novatos que aguantan ocultos como leones, soldados corriendo en desbandada hacia el interior, panzerfaust fijados al terreno a la espera de poder enviar al infierno a esos malditos Shermans. Heroísmo y cobardía a partes iguales. El temor se apodera del hasta ahora imperturbable Goth. Se aleja corriendo unos metros. Percibe por el rabillo del ojo como uno de sus soldados mas bisoños asoma la cabeza para ver la llegada de los yanquis, dispuesto a convertir ese agujero en un bunker. Goth se detiene. Cuerpo a tierra. Busca otro agujero y decide concederse unos segundos pegado a la tierra removida. Un hoyo tan bueno como cualquier otro para sosegar su abrumada mente. A su lado, el Kubelwagen que le trajo hasta el pueblo, aparece agujereado por la metralla. El conductor cuelga inerte de la portezuela.
Otro cadáver que se suma a la negra lista que sigue engrosando sus recuerdos. Suspira profundamente en un intento vano de abrazar al olvido. El joven soldado que tiene cerca apenas roza la veintena.
Asoma la parte superior del casco por encima de la tierra amontonada del cráter. Mirada endurecida y envejecida por veinte minutos de bombardeo. El ánima del mauser apoyada sobre los terrones se agita al compas que marca el tembloroso pulso de quien la gobierna. Fútil e inútil resistencia. En breve, otra carrera hacia otro agujero para tomar perspectiva de lo que esta pasando en el pueblo y en el sector de playa asignada bajo su mando. Las columnas de humo que se levantan hacia su derecha no presagian nada bueno.
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- La ondia, Adel, pero ¿el sargento Nimes ha muerto? ¿Pero no estaba echando una cabezada en el sofá de la casa que tenía acceso directo a la playa? Que perra es la muerte, cuando menos te lo esperas, llama a tu puerta y adiós
- La última vez que le hice caso estaba vivo. Luego llegó la artillería, los carros y el asalto y después de describir la toma del bunker me di cuanta de que Nimes no estaba. Miré un par de turnos atras y no aparecía, así que había que matarlo o sacarlo de escena de algún modo. A ver que me hace el sargento Stephenson...
- Espero que dure lo mismo que Nimes...

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Adelscott
Han llegado algunos "patos" y están empezando a evacuar a los heridos. Los sanitarios indican al personal de evacuación que heridos tienen prioridad. Me sorprendo cuando soy señalado por ellos. ¿Estoy tan mal?. Me duele más el brazo con el que sujeto el peso del otro que el que tengo casi arrancado. Cuando dejan la camilla en el suelo y me ayudan a colocarme sobre ella se acerca el Coronel Bowen. Intento encontrar las palabras adecuadas para expresarle con sinceridad que siento no haber podido mantener a mis hombres ilesos y haber avanzado apenas nada y es él quien me sorprende con un "buen trabajo teniente"... Pero no lo ha sido. Lo se yo y lo sabe él...
- Mientras evacuaban al teniente y a los hombres con peores heridas el Coronel Bowen me llevó hasta donde sus ayudantes estaban montando el puesto de mando del Batallón. Varios operadores intentaban ponerse en contacto con las distintas compañías, secciones o pelotones que aún luchaban playa adentro. Cuando obtenían respuesta lo que conseguían eran relatos escalofriantes, pero mucho más terribles eran los silencios. La compañía Fox, mi compañía, mantenía milagrosamente efectivos de la sección de apoyo en el sector Easy Green y también unos cuantos chicos de la segunda sección en Dog Green, donde seguían combatiendo por la posición que tanto habían sufrido por conseguir.
- El Coronel Bowen aplana la arena y extiende un mapa de la playa sobre ella. Va dibujando flechas y círculos sobre el papel conforme su operador de radio y otros 2 operadores más van recogiendo los informes de los pelotones supervivientes. Normalmente sería difícil entrever el menor indicio de lo que Bowen piensa, pero en ese momento todos a su alrededor saben que el coronel se enfrenta a un desastre.
Luego habla con su plana mayor dibuja más rayas y flechas en el mapa, hacia delante, hacia los lados, señala en diferentes direcciones y vuelve a remarcar algunos círculos con trazos cada vez más fuertes.
- Flfff y la carne se abre. Incredulidad y sorpresa antes que el dolor. Un golpe sordo cerca. Alguien más ha caído. Madre. Miedo. Nosotros y ellos. Un hombre aterrado cierra los ojos mientras apunta a la bestia.
Era igual hace 20000 años. La flecha falla y el mamut le aplasta. Sudor, orines, sangre y barro. La puta épica de la guerra...
- Combatir en aquel pueblo fue toda una experiencia. La sección aún no había tomado apenas bajas y habíamos abatido algunos boches, pero aquello seguían siendo equilibrios sobre el infierno. Todo era un caos y podía haber un alemán o una trampa explosiva detrás de cada montón de escombros o cada mueble despanzurrado. Teníamos varios Sherman dándonos apoyo y era muy de agradecer porque lo que nosotros lográbamos disparando al unísono contra una ventana, ellos lo conseguían de un sólo zambombazo. Quizás fuese a caer el chico de al lado, pero en ese momento sabíamos que el pueblo iba a cambiar de manos.

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Re: [AAR:CMBN] Sie Kommen batalla 1 Patxi vs. Adelscott
Patxi:
Goth vuelve a retrasar su posición hasta un pequeño bosquete cercano a la salida del pueblo. Intentará retener a los aliados en el interior del pueblo, retenerlos para ganar un poco más de tiempo para la llegada de la 21ª Acorazada. Era la mejor opción con la que contaba.
Apenas un puñado de hombres quedan junto a él. Realmente poco le importa lo que este sucediendo en el resto de la playa. La batalla esta perdida. Lo sabe. Intenta pensar rápidamente como montar una defensa que intente resistir mínimamente el empuje de los blindados. Apenas tiene unos segundos y las armas de los soldados que están junto a él empiezan a escupir fuego sobre la calle principal.
Unos uniformes verdes intentan tomar otro edificio. Dudan. Se detienen y caen protegiéndose junto a los restos humeantes de un Puma.
-Bien muchachos, manténganles con la cabeza gacha.
Los soldados se extrañan de que un Oberst este junto a ellos tan cerca del enemigo. Asienten y continúan disparando. El oficial no sabe bien que más decir. Tampoco destaco en oratoria y seguía teniendo la mente preocupada en cómo montar posiciones defensivas móviles para hostigar al enemigo que avanzaba. En ese instante, una pequeña salva de morteros cae en el bosquecillo. Los hombres se levantan como autómatas y se alejan hacia retaguardia sin esperar a recibir órdenes. Soldados viejos, piensa. Tengo que permanecer junto a ellos. Pero Goth se encuentra agotado. La salva se recrudece.
Cansado de retirarse, mas y mas lejos de las playas. Cansado de recibir fuego de blindados alejados o de morteros situados en la lejanía. Otra granada impacta cerca, cubriéndole de trozos de tierra y hojas.
Cansado de no poder disparar su Luger contra aquellos gallinas que luchaban desde aquella distancia que le exasperaba. Intenta dominar su ira. Sabía que lo más prudente era volver a ganar terreno y esperar que la tormenta de plomo pasase.
Se incorpora y comienza a correr. Cruza el camino que conduce al fortín que protegía el pueblo desde las alturas, en estos momentos tomado ya por los aliados, y vuelve a entrar en otra zona arbolada.
Apenas tiene tiempo de oir como dos postreras granadas rasgan el cielo, caen a sus espaldas y revientan en las copas de los arboles esparciendo su sucia metralla en derredor.
El Oberst Goth boquea a causa de los esfuerzos acumulados desde su salida del pueblo. Nota como un pequeño trozo de metal incasdecente se abre paso por la carne de su espalda. Siente un dolor profundo, desgarrador, que le obliga a hacer un escorzo para continuar su huida. Apenas puede dar un paso más y nota como las piernas ceden ante su peso, cayendo de espaldas contra la hierba.
Sigue boqueando, intentando tomar aire que se le escapa sibilantemente por la pequeña herida abierta por la esquirla alojada en su pulmón. Se le acabaron las vidas al gato, piensa. Estornuda y la boca se le llena de sangre. La visión se le nubla, fundiéndose lentamente en negro. Siente el tacto de la Luger en su mano. Se siente extrañamente poderoso mientras la vida se le escapa a chorros. Tumbado boca arriba, sin poder moverse, ve la vida pasar ante sus ojos y el tiempo se detiene para él.
Un tiro por la espalda, como les sucede a los cobardes, cavila. No fue un buen oficial, lo sabía, pero no se le podía achacar cobardía frente al enemigo. Eso si que no. Morir de aquella forma tan extraña empañaría su nombre y, llevaría la desgracia a su familia en Berlin. Por primera vez, descubrió que no deseaba que la 21ª contraatacase y que encontrasen su cuerpo. Descubrió, con cinco años de tardanza, que su vida en el ejército no había servido para nada. Y su muerte, tampoco.
Cuando los americanos encontrasen el cadáver del comandante que defendió la playa, minutos más tarde, descubrirían como dos lagrimas resbalaban de sus ojos ya inexpresivos y muertos.
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Adescott:
El señor Stephenson me mira con un extraño brillo en sus ojos. Supongo que no soy el primero que le pregunta por sus experiencias e intuyo que siempre le queda la duda de si su interlocutor habrá llegado a tener una idea siquiera aproximada del drama vivido. Arruga la nariz mientras inspira lentamente y continúa... "La sección era aún operativa pero habíamos tenido un número enorme de bajas, entre ellas todos los jefes. El último, el sargento mayor Nimes, había muerto desangrado después de llevarnos hasta las trincheras alemanas. Entonces yo era quién tenía el mayor rangor y además el pelotón con más supervivientes.
Me dirigí al sherman que estaba dándonos apoyo y usé su radio para pedir nuevas órdenes. La consigna era avanzar y avanzar y dar caza a todos los alemanes que pudiésemos. Me gustaría saber cuántos boches tenían a tiro el profundo agujero desde donde se nos ordenó aquello.
En aquel momento teníamos mucho apoyo, ametralladoras, morteros, un par de shermans... pero había incluso más peligro que al principio. Los alemanes ya no presentaban batalla y se limitaban a esconderse y dispararte por la espalda a la menor ocasión. Aquello nos destrozaba los nervios..."
- El cabo Greer, de la segunda sección de la compañía George, ocupaba una de las posiciones más adelantadas. Habían llegado hasta allí combatiendo por cada metro, por cada hoyo y cada arbusto, avanzando entre ráfagas y metralla, y no habían tenido bajas. Pero en el último minuto dos de sus hombres habían muerto alcanzados por un enemigo invisible. Un francotirador -pensó -, ... y de los buenos...
Goth vuelve a retrasar su posición hasta un pequeño bosquete cercano a la salida del pueblo. Intentará retener a los aliados en el interior del pueblo, retenerlos para ganar un poco más de tiempo para la llegada de la 21ª Acorazada. Era la mejor opción con la que contaba.
Apenas un puñado de hombres quedan junto a él. Realmente poco le importa lo que este sucediendo en el resto de la playa. La batalla esta perdida. Lo sabe. Intenta pensar rápidamente como montar una defensa que intente resistir mínimamente el empuje de los blindados. Apenas tiene unos segundos y las armas de los soldados que están junto a él empiezan a escupir fuego sobre la calle principal.
Unos uniformes verdes intentan tomar otro edificio. Dudan. Se detienen y caen protegiéndose junto a los restos humeantes de un Puma.
-Bien muchachos, manténganles con la cabeza gacha.
Los soldados se extrañan de que un Oberst este junto a ellos tan cerca del enemigo. Asienten y continúan disparando. El oficial no sabe bien que más decir. Tampoco destaco en oratoria y seguía teniendo la mente preocupada en cómo montar posiciones defensivas móviles para hostigar al enemigo que avanzaba. En ese instante, una pequeña salva de morteros cae en el bosquecillo. Los hombres se levantan como autómatas y se alejan hacia retaguardia sin esperar a recibir órdenes. Soldados viejos, piensa. Tengo que permanecer junto a ellos. Pero Goth se encuentra agotado. La salva se recrudece.
Cansado de retirarse, mas y mas lejos de las playas. Cansado de recibir fuego de blindados alejados o de morteros situados en la lejanía. Otra granada impacta cerca, cubriéndole de trozos de tierra y hojas.
Cansado de no poder disparar su Luger contra aquellos gallinas que luchaban desde aquella distancia que le exasperaba. Intenta dominar su ira. Sabía que lo más prudente era volver a ganar terreno y esperar que la tormenta de plomo pasase.
Se incorpora y comienza a correr. Cruza el camino que conduce al fortín que protegía el pueblo desde las alturas, en estos momentos tomado ya por los aliados, y vuelve a entrar en otra zona arbolada.
Apenas tiene tiempo de oir como dos postreras granadas rasgan el cielo, caen a sus espaldas y revientan en las copas de los arboles esparciendo su sucia metralla en derredor.
El Oberst Goth boquea a causa de los esfuerzos acumulados desde su salida del pueblo. Nota como un pequeño trozo de metal incasdecente se abre paso por la carne de su espalda. Siente un dolor profundo, desgarrador, que le obliga a hacer un escorzo para continuar su huida. Apenas puede dar un paso más y nota como las piernas ceden ante su peso, cayendo de espaldas contra la hierba.
Sigue boqueando, intentando tomar aire que se le escapa sibilantemente por la pequeña herida abierta por la esquirla alojada en su pulmón. Se le acabaron las vidas al gato, piensa. Estornuda y la boca se le llena de sangre. La visión se le nubla, fundiéndose lentamente en negro. Siente el tacto de la Luger en su mano. Se siente extrañamente poderoso mientras la vida se le escapa a chorros. Tumbado boca arriba, sin poder moverse, ve la vida pasar ante sus ojos y el tiempo se detiene para él.
Un tiro por la espalda, como les sucede a los cobardes, cavila. No fue un buen oficial, lo sabía, pero no se le podía achacar cobardía frente al enemigo. Eso si que no. Morir de aquella forma tan extraña empañaría su nombre y, llevaría la desgracia a su familia en Berlin. Por primera vez, descubrió que no deseaba que la 21ª contraatacase y que encontrasen su cuerpo. Descubrió, con cinco años de tardanza, que su vida en el ejército no había servido para nada. Y su muerte, tampoco.
Cuando los americanos encontrasen el cadáver del comandante que defendió la playa, minutos más tarde, descubrirían como dos lagrimas resbalaban de sus ojos ya inexpresivos y muertos.
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Adescott:
El señor Stephenson me mira con un extraño brillo en sus ojos. Supongo que no soy el primero que le pregunta por sus experiencias e intuyo que siempre le queda la duda de si su interlocutor habrá llegado a tener una idea siquiera aproximada del drama vivido. Arruga la nariz mientras inspira lentamente y continúa... "La sección era aún operativa pero habíamos tenido un número enorme de bajas, entre ellas todos los jefes. El último, el sargento mayor Nimes, había muerto desangrado después de llevarnos hasta las trincheras alemanas. Entonces yo era quién tenía el mayor rangor y además el pelotón con más supervivientes.
Me dirigí al sherman que estaba dándonos apoyo y usé su radio para pedir nuevas órdenes. La consigna era avanzar y avanzar y dar caza a todos los alemanes que pudiésemos. Me gustaría saber cuántos boches tenían a tiro el profundo agujero desde donde se nos ordenó aquello.
En aquel momento teníamos mucho apoyo, ametralladoras, morteros, un par de shermans... pero había incluso más peligro que al principio. Los alemanes ya no presentaban batalla y se limitaban a esconderse y dispararte por la espalda a la menor ocasión. Aquello nos destrozaba los nervios..."
- El cabo Greer, de la segunda sección de la compañía George, ocupaba una de las posiciones más adelantadas. Habían llegado hasta allí combatiendo por cada metro, por cada hoyo y cada arbusto, avanzando entre ráfagas y metralla, y no habían tenido bajas. Pero en el último minuto dos de sus hombres habían muerto alcanzados por un enemigo invisible. Un francotirador -pensó -, ... y de los buenos...

- Adelscott
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Re: [AAR:CMBN] Sie Kommen batalla 1 Patxi vs. Adelscott
Y este es el fin del AAR. A partir de aquí ya no hubo acciones reseñables, sino apenas tiroteos sueltos, acciones aisladas por o conservar unos metros más de escenario. Como el resultado de la batalla marcaba el siguiente escenario a luchar, ambos queríamos pelear hasta el último punto, ganando terreno y causando bajas.
Finalmente ambos pulsamos el cease fire, que es el archivo que conservo, pero que o puedo abrir porque ya he olvidado la contraseña.
Me queda tomar unas capturas de la playa y haceros una especie de visita guida por ella para que veáis donde han ido transcurriendo cada una de las historias.
Esperamos que hayáis disfrutado del relato al menos una parte de lo que nosotros lo hicimos jugándolo y escribiéndonos estos relaticos que ahora compartimos.
Finalmente ambos pulsamos el cease fire, que es el archivo que conservo, pero que o puedo abrir porque ya he olvidado la contraseña.
Me queda tomar unas capturas de la playa y haceros una especie de visita guida por ella para que veáis donde han ido transcurriendo cada una de las historias.
Esperamos que hayáis disfrutado del relato al menos una parte de lo que nosotros lo hicimos jugándolo y escribiéndonos estos relaticos que ahora compartimos.

Re: [AAR:CMBN] Sie Kommen batalla 1 Patxi vs. Adelscott
Pues muchas gracias por el relato. Aún sin imágines, fue muy intenso! Pueden continuar con la siguiente batalla! 
