1) COMBATE NAVAL DE IQUIQUE: La corbeta Esmeralda y la goleta Covadonga (ambas viejos buques de madera capturados en una anterior guerra contra España) comandados por el Capitán Arturo Prat y Carlos Condell, respectivamente; bloqueban el puerto de Iquique (que en ese entonces era Peruano). La flota Chilena había salido rumbo al norte hacia el Puerto del Callao para intentar un bombardeo.
En la mañana del 21 de Mayo de 1879 se aparecen en la rada de Iquique los dos blindados más poderosos y modernos del Perú, el Huascar y la Independencia, comandados por el Noble Caballero de los Océanos Miguel Grau y Guillermo Moore respectivamente.
A las 7 de la mañana se inicia el combate; la Esmeralda y la Covadonga intentan moverse de la rada, pero la deteriorada corbeta reventó sus calderas quedando casi inmovil acosada por los poderosos cañones del Huascar y el fuego de la costa, mientras la Independencia inicia una frenética cacería de la pequeña Covadonga.
La Esmeralda resiste fieramente muchas horas de lucha, al punto que la matanza en sus cubiertas es salvaje, por lo que el Almirante Grau decide hundirla con el espolón. En el primer espolonazo, salta al abordaje el Capitán Prat con un pequeño grupo de marinos pero cae acribillado en la cubierta del Huascar (muchos marinos chilenos no alcanzaron a escuchar la orden de abordaje o no pueden hacerlo pues al momento de espolonear a la Esmeralda, el Huascar descargó toda la potencia de sus cañones sobre la Corbeta).
En el siguiente espolonazo, saltan sobre el Huascar un segundo grupo de marinos que también son barridos de la cubierta y al final con un tercer espolonazo la Esmeralda se Hunde a las 12:10 sin rendirse.
ANIMACIÓN FLASH DEL COMBATE EN LA RADA DE IQUIQUE
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Hundimiento de la Esmeralda

Mientras la Covadonga corre velozmente muy apegada a la playa y roqueríos, aprovechando su menor calado, el Comandante de la Independencia, furioso, se acercaba una y otra vez para intentar espolonearla usando su mayor velocidad, imposibilitado de usar su cañón de proa por la eficacia de los fusileros chilenos que disparaban a cualquiera que intentara hacer uso de ese cañón.
En un arranque de audacia extrema, Condell envía la goleta sobre una zona de arrecifes en unta Gruesa, haciendo crujir su quilla al rozar las cabezas de los roqueríos y la Independencia encalla fatalmente, perdiendo el Perú la mitad del poderío de su flota.
La Covadonga cañonea a la Independencia encallada

Resultado: El espíritu de entrega de Prat y sus marinos que no se rindieron ante los poderosos enemigos y la astucia de Condell, sirven de ejemplo para todo el pueblo Chileno que corrió a alistarse en las filas del Ejercito y Marina para honrar su memoria. Con ésta batalla y la posterior captura del Huascar, Chile logra el dominio del mar.
2) ASALTO Y TOMA DEL MORRO DE ARICA: Arica es la primera ciudad del norte de Chile a 10 kms de la frontera con el Perú. El 7 de Junio de 1880 era aún territorio Peruano y la plaza fuerte mejor defendida después del puerto del Callao. En sus formidables defensas incluían poderosos cañones Krupp y Vasseur, todo el contorno de la ciudad y accesos al cerro estaba minado y con cargas de explosivos en muchos puntos estratégicos, con kilómetros de trincheras y el inexpugnable fuerte en la cima del morro.
El morro de Arica en una foto de la época

Tras tomar Tacna, el Ejército Chileno tuvo que bajar al sur para tomar Arica, pues no podía proseguir su avance dejando esa fortaleza a sus espaldas, así que se organizó el ataque, pero gracias a que una patrulla capturara a uno de los ingenieros que habilitaron las defensas de Arica, se tuvo que alterar el plan original de ataque y se optó por una ocupación de las cumbres cercanas y una infiltración rápida y directa al morro.
El jefe de fuerte del morro, el Coronel Francisco Bolognesi, rechazó la propuesta de rendición declarando que las fuerzas del Perú lucharían “hasta quemar el último cartucho”.
Asalto al morro

El asalto fue comandado por el General Pedro Lagos, y con un bombardeo previo, se inició la carrera en pos de la cumbre del morro, en medio de las detonaciones de las minas y explosivos. Los Peruanos resistieron fimemente, pero los Chilenos enardecidos iniciaron sus famosas cargas a la bayoneta y corvo (un cuchillo con forma de gancho) en una salvaje lucha cuerpo a cuerpo, mientras los explosivos destrozaban a atacantes y defensores.
Carga a la bayoneta

Tras escasos 55 minutos de lucha, termina el asalto con la muerte o captura de todas las fuerzas peruanas y la toma por parte de Chile del Morro y en consecuencia de la ciudad de Arica. Bolognesi muere durante la batalla no habiéndose rendido.
La Bandera Chilena sobre el morro

Las elevadas pérdidas de ambos bandos reflejan la intensidad de la batalla. Las bajas peruanas se calculan en unos 700 muertos, entre ellos el valeroso coronel Bolognesi, y 1.328 prisioneros. Las fuerzas chilenas tuvieron 475 bajas, entre muertos y heridos.
El morro de Arica en la actualidad (nótese lo escarpado y dificultoso que resultan sus flancos que están cubiertos de arena)

3) COMBATE DE LA CONCEPCIÓN: Derrotado el Perú con la toma de su capital Lima (18-01-1881); se inicia un largo periodo de resistencia por parte de varios oficiales que organizaron pequeños ejércitos con los restos del antiguo Ejército Peruano, apoyados por millares de habitantes indígenas y campesinos que se autodenominaban Montoneras. El motivo principal de esa resistencia era la negativa total a cualquier movimiento que llevara a la firma de la paz con Chile. Ésta etapa se le denominó la Campaña de la Sierra, pues se desarrolló íntegramente en las alturas kilométricas de los Andes y fue de una naturaleza tan violenta y salvaje como la geografía de la región.
A 26 kilómetros al norte de Huancayo y a 45 de Pucará, entre profundos valles se encuentra el pintoresco pueblo de la sierra peruana llamado La Concepción. Aquella localidad fue fundada por los incas en territorio de los huancas y descubierta por el conquistador español Hernando Pizarro el 8 de diciembre, día en que se celebra la fiesta de la Inmaculada Concepción.
Aproximadamente a las 14:30 horas del domingo 9 de julio de 1882, las fuerzas peruanas, al mando del Coronel Juan Gastó, aparecieron por los cerros que rodean La Concepción. Al percatarse de ello, el Capitán Chileno Ignacio Carrera Pinto rápidamente evaluó con sus oficiales el curso de acción. La primera posibilidad que se presentaba sugería emprender una retirada rápida pero ordenada habido cuenta de la imposibilidad de sostener con sólo 77 soldados de infantería armados apenas con fusiles y bayonetas y escasos de munición, un ataque de 300 soldados del ejército regular y apróximadamente 1000 campesinos armados con lanzas y rejones (unas lanzas con puntas largas metálicas, diseñadas para desgarrar), pero luego, decidieron aguantar la plaza en el cuartel (que era una antigua iglesia), pues tenían informaciones que venía una división completa bajando al día siguiente; lo que no sabían es que esa división estaba en plenos combates contra las tropas del General Cáceres, lider de la resistencia peruana.
El coronel Gastó, sabiendo lo anterior, envía un emisario para plantearle a los chilenos la rendición de acuerdo a las leyes de guerra. Los chilenos rechazan de plano tal posibilidad y se reanuda el combate. La resistencia de los Chilenos, sorprende sobremanera a los atacantes quienes después de varias horas de lucha no habían logrado acercarse al cuartel, por lo que se decide un cambio de estrategia y se da un descanzo a las tropas, mientras se reorganizan.
El combate se reinició alrededor de las 19:00 horas. Los peruanos continuaron disparando contra el cuartel y avanzaron protegidos por la oscuridad, hasta lograr finalmente llegar al lugar. Los hombres del Regimiento Chacabuco formaron y armados de gran coraje salieron en grupos a repeler los ataques con cargas a la bayoneta pues estaban escasos de municiones, con lo que hicieron retroceder a sus atacantes.
Defensa del cuartel

Este tipo de defensas se repitió en varias oportunidades y se prolongó por muchas horas y, si bien en este proceso los chilenos lograban parcialmente su cometido, es decir alejar a los peruanos de su posición, comenzaron a sufrir bajas en mayor proporción.
Antes de la medianoche ya la mitad de la compañía del Chacabuco había perecido en el combate. Pero los sobrevivientes no desisten batiéndose a balazos, culatazos o cargando a la bayoneta, pero jamás dispuestos a ceder su posición.
Manteniendo posiciones a pesar de las bajas

Fue entonces que los peruanos treparon al cuartel chileno y abrieron forados en las paredes de adobe y, exponiéndose a una muerte segura, treparon sobre el techo de paja para incendiarlo y forzar su evacuación. Carrera Pinto decidió entonces efectuar otra salida a la bayoneta con objeto de limpiar nuevamente el perímetro. Al frente de su grupo se abrió paso con los corvos, avanzando por el frente y los costados del cuartel. En esa acción fallece el capitán Ignacio Carrera Pinto de un balazo que le atraviesa el pecho. El mando recayó en el jóven Pérez Canto.
Cuando amanece, ya sin municiones y con el cuartel totalmente calcinado por las llamas, Pérez Canto, quien estaba muy mal herido en un brazo, se vio obligado a efectuar una nueva y suicida carga a la bayoneta fuera del cuartel. Peleó hasta donde le dieron las fuerzas y sucumbió finalmente con los hombres que lo acompañaron, todos víctimas de su arrojo.
La última carga hacia la inmortalidad

Éste episodio sirvió como nuevo empuje a las fuerzas chilenas quienes apresuraron en forma definitva la total derrota de las fuerzas de resistencia, apoyado por gran parte de los peruanos que ya ansiaban la paz que el Perú firmó definitivamente en 1883. Bolivia no firmó la paz, sólo una tregua en 1884.
La guerra del Pacífico fue cruenta y debastadora para los tres países involucrados. Fue una hazaña que exigió hasta casi límites extrahumanos a los soldados y civiles sumergidos en una naturaleza hostil, dominada por los desiertos interminables y por las alturas inaccesibles, siendo el medio ambiente una de las principales causas de bajas para los bandos involucrados.
El Perú se llevó la peor parte, pues fue arrastrado a una guerra que no quería debido a una alianza secreta que tenía con Bolivia y éste segundo país al verse derrotado en las etapas iniciales, dejó solo a su aliado quien tuvo que afrontar todo el costo y peso de la misma.
Aún, después de más de 120 años, persisten las rivalidades y querellas producto de esa guerra y en más de alguna ocasión se ha estado a días de llegar a las armas nuevamente, pero afortunadamente ha predominado la cordura.