El catolico tiene en esencia tres problemas:
a) Que las tropas sajonas no tienen salvacion posible, estan condenadas a perecer en, a lo sumo, los dos primeros movimientos del protestante, que si se puede permitir tener bajas en este asunto.
b) Que las tropas veteranas de Viena son irremplazables, porque no se pueden reclutar. Aunque en el corto plazo esto no es un problema, en el medio plazo si, proque son necesarias para frenar con exito la ya famosa acometida sueca. Emprender sin reclutar una batalla es arriesgarse a perder uno o dos pasos veteranos (6 factores de perdida) y dejar Viena vacia, al capricho de la herejia y del caos.
c) Que la posicion de Viena es muy delicada, puesto que esta al alcance de los tres ejercitos protestantes. Recuerdese que las tropas Bavaras no se pueden apilar con los imperiales, por las diferencias de criterio de sus respectivos mandos, y que las tropas españolas no pueden salir del "Camino Español", lo que restringe mucho su uso en el tablero.
d) Un problema menor es el mando imperial, Bucquoy, que no es mal mando pero es el unico que tienen inicialmente. Los imperiales, mientras no tienen a Wallenstein, viven momentos de zozobra, y eso puede ocurrir en el tercer turno.
Las ventajas que tiene el Catolico son cualitativas, tanto en mandos como en tropas, aunque los mandos protestantes no son tan malos, tienen el problema de tener activaciones mas caras, ya que no pueden activarse con cartas de 1, lo que permite a los catolicos en ciertas ocasiones tener ventajas. Tambien, en mi opinion, les favorece mucho jugar despues. Es verdad que los protestantes empiezan moviendo, pero el catolico tiene en la mano 7 cartas de respuesta y 6 activaciones para contrarrestar esto. El protestante, sin embargo, ya no tiene posibilidad de usar cartas (salvo de combate) ante la carta catolica final, y eso da muchas alternativas al catolico a la hora de plantear como usar sus cartas.
Y por supuesto, otra ventaja es tener a la verdadera fe de su lado (pero seguro que el protestante piensa lo mismo)



Las virtudes y problemas protestantes las expondra Archiduque, tan bien como siempre, seguro
Camille