
Aun así, era necesario hacer frente a las unidades alemanas que persistían en la defensa de las zonas en las que estaban destinadas. Una de ellas era la región industrial del Ruhr. Para lograrlo, los norteamericanos planearon una ofensiva en forma de tenazas. Del extremo sur se encargaría un ejército a cargo del general Hodges. La punta de lanza de este parte de la ofensiva sería la llamada Fuerza Especial Richardson, unidad que tomaba el nombre precisamente de su máximo responsable, el coronel Walter Richardson.
E1 29 de marzo, Richardson y sus nombres iniciaron el avance a toda marcha. Sus órdenes eran de cubrir los 160 kilómetros que les separaban de su objetivo, un aeropuerto, en el menor tiempo posible, rodeando los obstáculos que pudiera encontrar. Avanzaron mutante todo el día.
Al anochecer se hallaban a tan sólo cuarenta kilómetros de su destino, pero Richardson recibió órdenes de limpiar de enemigos una zona llamada Brilon, que se encontraba en su ruta. Envió allí la mayor parte de los tanques de que disponía y él continuaría por la carretera, rumbo al aeródromo que había que tomar.
Durante su camino tuvo problemas para encontrar la ruta, por lo que sólo pudo cubrir unos pocos kilómetros. Esperó durante unas horas al grueso de sus tropas, pero inexplicablemente no aparecían. Finalmente, vio surgir sus tanques en la oscuridad de la noche. Uno de los tripulantes saltó a tierra para recibir las órdenes de Richardson. No había tiempo que perder y el coronel no preguntó el motivo de la tardanza. Sin embargo, notó que aquel hombre estaba muy pálido y ofrecía mal aspecto, pero lo atribuyó al miedo.
El coronel le dijo simplemente “¡sígame!” y la columna se puso en marcha, con su vehículo a la cabeza. Por el retrovisor veía como el tanque que le seguía se aproximaba cada vez más, hasta que le golpeó por detrás. A consecuencia del impacto, el vehículo de Richardson salió de la carretera, comprobando sorprendido como el tanque se desplazaba fuera de control.
Pensando que el carro blindado podía haber sufrido algún tipo de problema mecánico, el coronel saltó de su vehículo y corrió en dirección a la calzada. Pero allí le aguardaba un espectáculo sin precedentes. No podía creer lo que veía: el resto de la columna de tanques avanzaba hacienda eses! Con una linterna ordenó que parasen de inmediato. E1 primer tanque frenó en seco y los demás fueron chocando entre sí.
Richardson, muy enfadado, ordenó a uno de los oficiales que iban con él que averiguase el porqué de aquel caos. El oficial trepó a la torreta de uno de los tanques, se asomó a su interior y dijo a Richardson: “creo que aquí pesa algo raro”. el suelo del tanque está cubierto de champán! Incrédulo, el coronel subió al tanque y contempla una escena patética. El comandante del carro blindado se encontraba casi inconsciente, sujetando una botella de champán en cada mano.
Richardson dio órdenes de que se abrieran las escotillas de todos los tanques para que el frío aire de la noche despejase a aquella pandilla de borrachos. De una de las ambulancias que iban en la columna salió el médico de la unidad, sonriendo y con aspecto evidente de haber empinado también el codo. El doctor, con un guiño, le dijo al coronel: -Tenemos que volver a Brilon! -¿ Por qué?, qué demonios ocurre allí?- le dijo Richardson, intuyendo la respuesta.
-Allí encontré un almacén repleto de botellas de champán y, ya se sabe, los chicos querían divertiste un poco...
El coronel se entera de que una parte de la columna permanecía aún en Brilon. Así que llamó por radio a un oficial que aún se mantenía sobrio y le ordenó que sacase sus hombres de allí a patadas, concediéndole permiso para disparar si era necesario.
A lo largo de la noche fué llegando el resto de su unidad.
Evidentemente, Richardson decidió aplazar el avance previsto hasta el amanecer, para que sus nombres pudieran recuperarse de tamaña cogorza..."

Fuente: Las 100 Mejores Anécdotas de la Segunda Guerra Mundial
Editorial: INEDITA EDITORES
Autor: Jesús Hernández