No hay peligro de que los americanos intervengan para defender a su gobierno títere. Como bien ha dicho el Gran Timonel, Mao, son un tigre de papel.
Sin embargo, secretamente albergo dudas sobre eso. Dudas que me torturan por las noches y no me dejan dormir. ¿Soy un buen comunista? Si el Gran Líder afirma que los americanos no intervendrán, el Gran Líder no puede equivocarse. Si yo tan solo lo insinuase a alguien, sería fusilado de inmediato. Y sin embargo... Tomaré precauciones. No puedo permitir que el comunismo sea derrotado. Sin duda, me reiré de mis temores cuando la bandera de Corea ondee sobre Pusan. Pero no puedo dejar de estar inquieto.
Voy a preparar dos planes distintos. Uno, en el caso de que los americanos no intervengan. Es fácil: bajar arrollando a los desmoralizados lacayos del gobierno títere, hasta conquistar toda Corea.
El segundo, que mantengo en secreto y no permito ver ni siquiera a mis subordinados de más confianza, se desarrollará en el improbable caso (¡qué digo improbable, imposible) de que los americanos intervengan. Los dos planes serán iguales hasta la tercera semana de guerra. Entonces es cuando divergen.
En primer lugar, estudio los mapas, tanto del norte como del sur. En el norte, hay un puerto que puede proveer de suministros a los marines americanos si osasen desembarcar y mancillar el sagrado suelo de mi patria: Wonsan. Este puerto debe ser custodiado por una división entera, dotada de artillería. Los demás puertos del norte son secundarios. Los americanos pueden desembarcar allí, pero se morirían de hambre, en especial si lo hacen en invierno; y mi contraataque los devolvería al mar. Así pues, en los demás puertos bastará con que los custodie un regimiento.
En el norte debe quedar también, en reserva, una división de infantería, tanto para reaccionar a los desembarcos como al lanzamiento de paracaidistas. Esta división de ninguna manera participará en combates en el sur, sean ofensivos o defensivos.
Hay algo que me inquieta sobremanera. Todos nuestros suministros provienen de China y la URSS, patrias del socialismo y de la libertad, y han de pasar por dos vías de ferrocarril. Si los bombarderos enemigos volasen sus puentes, el ejército del pueblo se quedaría con los suministros muy limitados. Y no hay manera de evitar esto, al menos no hasta que China nos ayudase con sus MiGs. ¿A qué mente americana, retorcida y perversa, se le puede ocurrir atacar unos inofensivos puentes? Pero seguro que lo harían,
Veamos el mapa del sur:

Si el Líder Supremo estuviese equivocado y... No, tachemos esto. Si yo, indigno servidor del Líder Supremo, hubiese interpretado mal sus sabias palabras, y en mi estupidez hubiese entendido que había dicho que los americanos no intervendrían, cuando en realidad decía que los americanos intervendrían... Así está mejor.
Bueno, pues si los americanos interviniesen, tal como habría advertido el Líder Supremo en su sabiduría, sería muy peligroso tratar de expulsarlos de Pusan. En cuanto volasen los puentes sus bombarderos, mi ejército del sur quedaría inerme.
Por otro lado, si no avanzo, los americanos avanzarán también con rapidez, y llegarán hasta Seul y Pyongyang.
En teoría, cuando te enfrentas a un enemigo superior en número, has de colocarte en un lugar estrecho y defenderlo. He trazado una línea roja que pasa por Seul: ese es el mejor lugar.
El problema es que los americanos son superiores en número, en calidad de la infantería, en blindados, en artillería y en aviones. Si trato de defender esa línea roja, simplemente me aplastará. Las Termópilas solo funcionan cuando defiendes con hoplitas contra tropas ligeras. El servicio de información me dice que en unas maniobras que un español realizó contra un guiri, el español consiguió llevar a cabo una guerra de trincheras. Bueno, yo pienso que ese guiri sería un manta que, o no concentraría sus tropas, o no tendría conocimientos tácticos. Porque los americanos son capaces de romper cualquier punto que defiendan las tropas comunistas, heroicas pero peor armadas. Y si alguien lo duda, hacemos la prueba. Yo he hecho maniobras, y el resultado es descorazonador.
Lo único que puede aminorar el avance de los imperialistas es la falta de suministros. Que ha de llegarles por vía férrea o desde un puerto. Lamentablemente, Inchon es un magnífico puerto, fácilmente defendible si se ataca por mar, pero muy difícil de defender de un ataque por tierra.
Inchon es otro motivo por el que no puedo defender la línea roja, al menos en un primer momento. En cuanto lo conquisten los americanos, se les soluciona el problema de los suministros en ese flanco. Y claro, eso es lo último que queremos.
Mis fuerzas han de avanzar en un principio, buscando destruir las líneas férreas, he marcado en rojo los principales objetivos. En verde, Taegu, si el enemigo me permitiese llegar allí.... Pero no creo.
Avanzaré de forma prudente, con mis peores tropas al frente. Si contacto con los americanos, retrocederé, intentando atraerlos a una trampa. Si los americanos cometen la imprudencia de avanzar contra mí antes de estar preparados, los envolveré por los flancos y los aniquilaré. Pero si se limitan a avanzar a su vez poco a poco, sin que puedan ser envueltos, me retiraré a una línea defensiva.
He marcado con dos líneas verdes el eje natural de avance de los imperialistas. Una línea férrea, con su carretera, con campos de cultivo, con puertos en los que suministrarse y con el mar al lado para que la flota yanqui apoye el avance. Y Seul al fondo, de premio. Esta ha de ser mi preocupación.
Si soy forzado a retroceder, estas serán mis líneas defensivas:

En azul, las probables líneas del ataque imperialista. En círculos rojos, mis bastiones, los escasos lugares donde el terreno me ayuda. Rosa, rojo, amarillo y verde, las distintas líneas defensivas. Existen además unas carreteras de este a oeste que me ayudarán a trasladar tropas de un lugar a otro, pero que pueden servir al enemigo para envolverme (flechas azul claro).