no siempre, realmente, casi nunca el ruso puede elegir.
¡Ese es el problema cuando estás a la defensiva!
Pero en estrategia, siempre persigues unos objetivos, a veces contradictorios. Tienes que elegir, dentro de lo que te permita la situación. Cuando no puedes elegir, significa que estás bailando al son que te marca el enemigo, y eso no suele ser bueno.
El ruso, en la GC 41, ha de tomar algunas difíciles decisiones:
-¿Qué zona tiene prioridad: Leningrado, Moscú, Kharkov, Donbass o Crimea?
-¿Hará una defensa avanzada, una retirada estratégica o, en mi caso, una defensa elástica?
-¿Qué es prioritario, salvar todas las fábricas posibles o mover al ejército con rapidez?
-¿Qué es prioritario, defender el territorio o conservar intacto al ejército?
-¿Dónde se construirán las líneas de defensa?
-¿Con qué decisión se defenderá Odessa y Crimea?
El alemán, por su parte, tiene estas otras decisiones:
-¿Qué tiene preferencia, la destrucción de fábricas o la destrucción del ejército rojo?
-¿Dónde concentrará su ataque: Leningrado, Moscú, Kharkov, Donbass o Crimea?
-¿Cómo avanzará, con una penetración profunda o creando cercos?
-¿Cuándo y dónde se detendrá antes del invierno?
-¿Entrará en Crimea o no?
Como se ve, las decisiones del alemán y del ruso son complementarias, y pueden dar lugar a muy interesantes situaciones. Desde choques frontales si los dos toman decisiones parecidas, hasta apasionantes desequilibrios si cada uno persigue objetivos opuestos.
En todo caso, sólo puedo decir: decide algo y aférrate a ello. Lo peor que puedes hacer es cambiar tus decisiones estratégicas según el vaivén emocional de la batalla. Perdón, aún hay algo peor que eso: no tener claro lo que quieres y tratar de conseguirlo todo.