El Rey
Boores observa a la sitiada
Thabarca sentado en su trono de marfil. Sus nuevos mercenarios se ejercitan en una playa cercana y sus jinetes patrullan la costa para pasar el tiempo. Los asedios son tan aburridos...
-Quiero una copa de vino.
Una esclava se acerca con la copa. El rey
Boores levanta una ceja.
-¿Por qué no estás desnuda?
-Mi amo, yo... es invierno...
-¡Cómo! ¿Tienes frío? Uno de mis títulos es "Gran Brasero del pueblo", ¿sabes por qué, miseria con patas?
-Yo...
-¡Porque soy fuente de calor y bienestar de mis súbditos! Sacadme esta cosa de delante. Dádsela a los soldados... A los galos, que los griegos ni la tocan, seguro.
La pobre esclava es apartada de su vista. Se acerca el chambelán, inclinado hasta casi tocar el suelo.
-Gran Rey, unos enviados de
Cartago protestan por nuestro cruce de la frontera y el asedio de
Thabarca.
-Chambelán, veo que tú tampoco estás desnudo.
-¿Qué, uh..? Dioses, uf, qué calor. Me fundo. Perdón, mi señor, no me ha dado tiempo a desvestirme ante la urgencia de la noticia. Ni siquiera pude coger un abanico.
-Vale, pero no veo que sea una noticia urgente. Diles a esos fenicios que no estoy asediando nada. Solo que no dejo entrar o salir a nadie de
Thabarca. No es lo mismo.
-Por supuesto, no es lo mismo. Pero no sé si van a captar la diferencia de matices.
-Explícaselo. Para eso te pago y lo haces bien, porque sigues vivo.
-Ya, comprendo... ¡Qué calor! Excúseme, su majestad, debo irme de su vera.
-Vete, es normal. La próxima vez preséntate en pelotas.
-Sí, desde luego, Gran Brasero.
El Rey
Boores volvió de nuevo a contemplar la ciudad sitiada. Su mente excepcional tuvo una inspiración divina.
-Escriba, ven.
A su lado se puso un escriba con taparrabos, tiritando de frío.
-¿Tiemblas? ¿No será de frío?
-No, no, mi señor. Es el respeto que provoca su magnificencia. Me abruma.
-Bien, pues sujeta el cálamo. Me voy a dar otro título honorífico:
"Observador Impasible de ciudades sitiadas"
-Oh, genial. ¿Puedo irme?
-Espera, ¿Cuántos títulos me he otorgado?
-Eh... ¿el último mes o desde que nos reina su benevolencia?
-El último mes.
-867 títulos honoríficos, mi rey.
-No son muchos.
-Oh, no. Su modestia es legendaria.
-Se me ha ocurrido otro, bueno, varios. Quédate a mi lado toda la tarde. Me siento inspirado.
-Oh... qué felicidad, tiemblo de gozo, de veras.
El Rey
Boores siguió sentado en su trono de marfil, mirando el horizonte, mientras a su lado el escriba temblaba como un flan y anotaba sus delirios. Encima, se levantó viento.
Joder, qué fríooo...
