En Cartago, el general
Aryaman refuerza y prepara a su ejército para una expedición. Nadie sabe, excepto él y sus más cercanos oficiales, si irán a Sicilia o a Cerdeña... o quizá a Italia. Todo son rumores. Pero esa mañana de Octubre, lo que es real para todos los congregados en el puerto, es la flota romana que aparece ante ellos y se pone a bloquear su ciudad.
Increíble, inconcebible, impensable... es la primera vez que el puerto de Cartago es bloqueado por una flota enemiga.
Sin embargo, el general
Aryaman no parece muy asustado mientras dialoga con su oficial de intendencia.
-Como va el forraje de los elefantes. Necesitamos mucho para la travesía.
-Creo que tenemos suficiente, señor. Pero nunca se han embarcado tantos elefantes. La cantidad de forraje no deja de ser una aproximación.
-Bueno, tampoco vamos a dar la vuelta a África. Mientras haya para unos cuantos días, basta.
-Ya, bueno... ¿y eso? - el oficial señaló a la flota romana.
-¿Eso? Una muestra de la incompetencia naval romana. No tienen un puerto de apoyo para el bloqueo y estamos en Octubre. Así que en unos días se morirán de sed y hambre o, en el peor de los casos, los dispersará la primera tormenta del otoño. Si no los hunde.
-Ya. Pero si aguantan hasta que llegue la época de las tormentas y los disperse, nosotros tampoco podremos luego embarcar y navegar con seguridad.
-Es un riesgo, sí, pero ya dije que era el peor de los casos. Creo que el hambre los retirará antes. Siempre embarcan mucha gente y son muchas bocas en cada barco. Pagarán esta osadía con una retirada muertos de hambre o su desastre. Pero da igual, lo importante es que desaparecerán y tendremos vía libre sin necesidad de arriesgar nuestra flota del puerto en una salida. Su presencia no es más que una bravuconada.
-Ojalá le oigan los dioses y se vayan pronto. Que si no, tantos elefantes navegando en época de tormentas se pueden poner muy nerviosos...
Puertos de Cartago, el militar (redondo) y el comercial (rectangular):
