La guarnición de Tauromenium vegeta bajo el sol del Mediterráneo. La primavera está dejando paso al verano y se nota el calorcillo en el paseo de ronda de la muralla.
Da gusto estar de guardia estos días, piensan los dos vigilantes apostados tras las almenas, antes de que el verano llegue, te achicharre los sesos bajo el casco y te haga ver cosas raras. Como al pobre Lucio, que dio la alarma el Agosto pasado de un asalto de unicornios.
¡Unicornios, unicornios con catapultas, a miles, a millones! gritó el iluso, presa de la insolación. Bueno, al menos no eran de color rosa, se disculpó luego. Pero el tribuno no le perdonó los 20 latigazos por falsa alarma.
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Veo algo a lo lejos, por la costa. Una gran mancha - comenta el 1º vigilante.
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Concreta y confirma. Acuérdate de Lucio - aconseja el 2º vigilante
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Que viene algo, joder.
Así era. Pero los dos vigilantes prefirieron esperar un poco antes de dar la alarma.
-Parece gente, y mucha - insiste el 1º vigilante
-Hum, ¿ves ahora como caballos?- pregunta el 2º vigilante
-Sí, hay caballos también.
-¿Con cuernos?
-No, coño, es caballería normal - confirma el 1º vigilante.
-A ver, a ver. No nos precipitemos.
Un rato después vuelven a mirar.
-¡Joder, ahora están a tiro de piedra! - exclama el 1º vigilante
-¿Ves unicornios? Asegúrate - insiste el 2º vigilante.
-¡Son cartagineses! Veo la insignia del maldito Fegaorti.
-Uy...Ya veo, sí. Pues van a ser de verdad. Casi mejor avisamos
Los dos llaman al tribuno de guardia, que flipa al ver que los cartagineses ya están acercando sus escalas a la muralla.
-¡Malditos cegatos gilipollas! ¡Pero si ya están a las puertas!
-Pero no son unicornios, mi tribuno. Seguro.- confirma el 2º vigilante, llamado Lucio.
Fegaorti asaltando las murallas de Tauromenium
